TEORIAS ÉTICAS

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Escuela Moral Cínica

( por Luciano De Crescenzo )

En la historia del vestido aparece, de cuando en cuando, el «look» del harapiento, y siempre notamos que el descuido de la vestimenta se une una precisa elección de vida. Por citar nombres, ahí están los cínicos griegos, los bohémiens de todas las épocas, los existencialistas franceses, la beat gerneration, los hippies y, los últimos pero no los peores, los actuales punkies.Modas culturales aparte, un ejemplo clásico nos lo ha ofrecido siempre el barbudo instruido, el clochard, el que prefiere dormir al aire libre, tal vez bajo un puente del Sena, antes que rebajarse a compromisos con el mundo del trabajo. Y bien, sin querer meter a todos los gatos en un mismo saco (y confundir a los cínicos con los punkies) no puede menos que notarse que en todos estos movimientos hay siempre una irreprimible necesidad de Libertad. Y es precisamente ésta la clave de lectura para aproximarse al pensamiento de los cínicos.

La Libertad, para los cínicos, entendida como Bien Supremo del Alma, se puede alcanzar sólo a través de la autosuficiencia. El cínico verdadero no será nunca esclavo de sus necesidades físicas y emotivas, no sentirá nunca temor ante el hambre, el frío y la soledad, y no tendrá jamás deseos de sexo, de dinero, de poder o de gloria. Si os parece un loco, es sólo porque ha elegido un modelo de vida totalmente opuesto al adoptado por la mayoría. Una vez hecho el descubrimiento de que los máximos valores de la existencia son los del alma (de la psyché), el cínico ejerce una crítica destructiva en el terreno de los valores tradicionales. Es un extremista del pensamiento socrático: reduce el ser a pura convivencia con uno mismo y rechaza el aparecer como un insoportable añadido.

Antístenes , Diógenes , Crates , Metrocles e Hiparquia fueron los exponentes más famosos de esta escuela.

Antístenes, hijo de Antístenes, apodado "Verdadero Perro" (Aplokúon), nació en Atenas en el año 446 antes de Cristo. Habiendo tenido como papá a un ateniense y como mamá a una esclava, no podía ser considerado ciudadano a todos los efectos: parece, no obstante, que el hecho no lo perturbaba en absoluto y que, al contrario, le causaba placer. Se interesó por la filosofía, frecuentando primero a los sofistas (Gorgias),luego a Sócrates, y finalmente a un grupo de amigos que pensaban exactamente como él y con quienes fundó la escuela "cínica". Al parecer, el nombre de la escuela deriva del lugar donde tenían por costumbre conversar: el Cinosarges (Kunosarghes: perro ágil), un Instituto para estudiantes extranjeros situado inmediatamente a la salida de Atenas, en las orillas del Iliso. Otras cuentan, en cambio, que se lo llamó cínico por haber vivido toda su vida como un perro vagabundo (kúon). Según Diocles de Magnesia fue el primero en "aumentarse el manto", es decir, en hacerlo lo suficientemente grande como para poder dormir en su interior (de hecho, el primer hombre de la historia en usar un saco de dormir). Jenofonte nos lo presenta así en el Banquete:

"A mi parecer -dice Antístenes-, la riqueza no es un bien material que se pueda conservar en casa como si fuera un objeto, sino una disposición del Alma; de otro modo, no se explicaría por qué algunos, aun poseyendo muchos bienes, siguen viviendo en medio de riesgos y fatigas con el único objetivo de acumular más dinero. Ni podría entenderse el comportamiento de ciertos tiranos que sienten tantos deseos de poder y tesoros al punto de cometer delitos cada vez más horrendos. Los tales se parecen a personas que, pese a comer sin cesar, no muestran jamás signos de saciedad. Yo, en cambio, aunque pobre en apariencia, tengo tantas de dichas posesiones que hasta me cuesta encontrarlas: duermo, como y bebo donde más me place, y tengo la impresión de que todo el mundo me pertenece. Para que los alimentos se vuelvan más deseables, exploto mi propio apetito: me abstengo de comer durante un tiempo, y, después de un solo día de ayuno, cualquier alimento que me llevo a la boca me parece de grandísima calidad. Cuando mi cuerpo siente necesidad de amor, me uno o, una mujer fea, y así ella, como ninguno la desea, me acoge con grandisima alegría. En resumen, lo importante, amigos míos, es no sentir necesidad de nada."

De lo que él mismo dice se comprende que, a hurtadillas, debía de tener una cierta vulnerabilidad en lo tocante a las mujeres. Una vez, efectivamente, se le escapó la siguiente frase: «¡Ah, si pudiese tener entre las manos a Afrodita! ¡La fulminaría!» Otros dichos célebres suyos fueron: «Preferiría enloquecer a sentir placer» y "Ningún hombre que ame el dinero puede ser bueno".

Admiraba a Sócrates por su "impasibilidad", aunque el maestro a menudo se burlaba de él de muy buena gana. Un día, por ejemplo, viéndolo sucio de la cabeza a los pies y con el manto desgarrado, le dijo:" A través de estos agujeros, Antístenes, veo toda tu ambición."

Con el correr de la edad se hizo cada vez más sensible al dolor físico, más de lo lícito a alguien como él.A los ochenta y un años, atormentado por una grave enfermedad, se lamentaba sin cesar. Un día fue a visitarlo Diógenes, su discípulo predilecto. Lo que sigue es, más o menos, lo que se dijeron:

-¿Necesitas a un amigo? -preguntó Diógenes al entrar en la casa.

-¡Oh, Diógenes, bienvenido! -exclamó Antístenes con aire sufriente-. ¿Quién podrá liberarme de mis sufrimientos?

-Ésta -respondió tranquilamente Diógenes, indicándole una espada.

-¡Eh! -precisó Antístenes, levantándose de repente-. ¡He dicho «de mis sufrimientos», no ¡de la vida,!

Diógenes de Sinope nació en el ano 404 antes de Cristo. Su padre, Icesio, tenía una agencia de cambio en pleno centro de la comarca, pero un buen día, a fuerza de trabajar con monedas, pensó fabricarse unas cuantas para uso personal. El filósofo Eubúlides afirma que el falsificador del dinero fue el propio Diógenes; lo cierto es que padre e hijo fueron condenados ambos, el primero a prisión perpetua y el segundo al exilio. Durante el proceso, Diógenes se defendió echando la culpa a Apolo. En efecto, el Oráculo de Delfos, al parecer, le había dicho: "Vuelve a tu casa y da nuevas instituciones a tu tierra", y él, en la incertidumbre, había empezado proponiendo nuevas monedas. La pena que se le infligió,en cualquier caso, no debe de haberlo mortificado mucho, de ser cierto que comentó de esta manera la sentencia: "Si los de Sínope me han condenado al exilio. yo los condeno a quedarse en su patria".

Al llegar a Atenas conoció a Antístenes y en menos de media hora se adhirió a la escuela Cínica. En un primer momento, el viejo filósofo se sintió muy orgulloso de la fuerza de sus palabras; más tarde, cuando se dio cuenta de que el nuevo alumno estaba decidido a seguirlo incluso al fin del mundo, lo amenazó con su bastón para que se fuese; sin embargo, Diógenes, sin arredrarse en lo más mínimo, adelantó aún más la cabeza y dijo: «¡Puedes golpearme si lo deseas, Antístenes, pero entérate de que no encontrarás nunca una madera lo bastante dura como para obligarme a que me aleje!»

Diógenes de Sínope es una verdadera mina de anécdotas. De él se sabe que vivía en un tonel y que se paseaba con una linterna encendida, incluso de dia, afirmando en voz alta: "Yo busco al hombre." Archiconocido es su encuentro con Alejandro Magno. El rey recorría a caballo una calle de Corinto, cuando lo vio sentado en las escaleras del Craneo tomando el sol.

-Yo soy Alejandro Magno. ¿Quién eres tú?

-Diógenes el Perro.

-Pídeme lo que desees.

-Apártate, que me tapas el sol.

Sus necesidades primarias se reducían al mínimo indispensable: un manto por toda vestimenta y por lecho, tanto en verano como en invierno, un cuenco para comer y un tazón para beber. Un día, sin embargo, al haber visto a un niño poner las lentejas directamente sobre el pan, arrojó el cuenco, y cuando vio al mismo niño beber en el hueco de la mano, arrojó también el tazón. En materia sexual practicaba la masturbación, considerándola más expeditiva. A quien le reprochaba hacerlo en la plaza pública, le respondía: !"Ah, si pudiera aplacar también el hambre con un ligero masaje en el estómago!"

Como quería habituarse a las variaciones de temperatura, en verano se tendía sobre la arena ardiente y en invierno buscaba la nieve. Podrá parecer extraño, pero hoy nosotros hacemos lo mismo. Como todos los cínicos, sentía una sana desconfianza ante el placer. Una noche, encontrándose con un amigo que iba a un banquete, le gritó cuando ya había pasacdo: "Volverás peor". El aprecio que sentía por su prójimo no era muy alto: una vez lo vieron mientras interrogaba a una estatua. A la pregunta de por qué lo hacía respondió:"Me entreno para preguntar en vano."

Sus relaciones con Platón nunca fueron muy buenas. Consideraba la conversación platónica "una pura pérdida de tiempo", y Platón le pagaba con la misma moneda tildándolo de «Sócrates enloquecido». En un debate filosófico entre los dos fue sometida a discusión la teoría de las Ideas.

-Veo en esta habitación una tabla y una copa -dijo Diógenes, mirando alrededor-, pero no me parece ver ni la "tablidad" ni la «copidad».

-Y es justo que así sea -respondió Platón-, ya que tu mente sólo es apta para aprehender la tabla y la copa, no las ideas.

Diógenes no soportaba el hecho de que Platón, un filósofo, pudiera vivir en una casa cómoda y llena de objetos bellos. Un día de mucha lluvia entró como una furia en su dormitorio y con los pies embarrados pisoteó las mantas bordadas y las alfombras, y después volvió a salir a la calle, tornó a ensuciarse a más no poder los pies, y regresó adentro a saltar sobre las mantas y las alfombras. Platón lo observó sin intervenir.

-¡Pisoteo el orgullo de Platón! -aulló Diógenes.

-Con el mismo orgullo -respondió Platón.

A Diógenes, de todos modos, no le faltaba el sentido del humor. Un día en que asistia a la ejercitación de un arquero particularmente incapaz, fue a sentarse junto al blanco: "este -dijo-, es el único lugar donde me siento seguro." Otra vez, encontrándose en una hermosísima finca, rica en alfombras y objetos suntuarios, le escupió a la cara al propietario; inmediatamente, le limpió el rostro con el manto y le pidió disculpas diciendo que no había encontrado en toda la casa un lugar tan feo como para escupir.

En el curso de su larga vida le tocó pasar por experiencias de todo tipo: un día, cuando era viejo, mientras navegaba a lo largo de la isla de Egina, fue capturado por el pirata Escirpalo. Llevado a Creta y puesto a la venta en el mercado de esclavos. Cuando el pregonero le preguntó qué sabía hacer, respondió: "Mandar a los hombres". Y cuando vio que un tal Seníades, un caballero cargado de joyas, lo miraba con interés, agregó: «Véndeme a ese pobre hombre, pues, tal como va ataviado, me parece que tiene urgente necesidad de un amo·" Seníades lo compró y Diógenes se quedó en su casa, hasta el final de sus dias, en calidad de instructor de sus hijos. Se suicidó a los noventa años,conteniendo la respiración.

Se cuenta que había dispuesto en testamento que su cuerpo no fuese sepultado, sino que fuera arrojado a un foso y entregado a los animales. Ocurrió, en cambio, que sus amigos se pelearon para disputarse el honor de sepultarlo y que, por último, decidieron erigirle, a expensas del estado, un monumento fúnebre consistente en una columna de mármol y un perro.

Crates, Hiparquia y Metrocles, respectivamente marido, mujer y cuñado, eran una familia, toda de cínicos.

La época es muy posterior respecto a la de Antístenes,a tal punto que resulta difícil creer que Crates, el mayor del grupo, pueda haber sido un discípulo de Diógenes. En efecto, la acmé de Crates, es decir el momento de su mayor esplendor, cae alrededor del 323 antes de Cristo, cuando Diógenes el Perro había cumplido ya ochenta años.

Pese a ser hijo de Ascondas, uno de los más ricos ciudadanos de Tebas, Crates vivió en la pobreza durante casi toda su vida: al parecer, después de su encuentro con Diógenes, se despojó de todos sus bienes y regaló a los tebanos doscientos talentos al grito de:"Crates libera a Crates."

Llegado a Atenas, fue apodado "abridor de puertas" (thurepanoiktes) por su mal hábito de introducirse en la casa de la gente sin golpear, con el solo fin ofrecer máximas de vida. Físicamente no debía de ser bello y quizás hasta fuera algo giboso. Cuando hacía sus ejercicios en la palestra, todos se burlaban de él. Una vez tuvo una fuerte pelea con un campeón olímpico, un tal Nicódromo y salió de la misma con un ojo negro. Al día siguiente vagabundeaba por las calles de Atenas con una inscripción en la frente, «Esto es obra de Nicódromo», y una flecha que indicaba el ojo dañado. Cada noche se dirigía a las encrucijadas e insultaba a las putas que esperaban clientes: al parecer, las respuestas de las «señoras» le servían como entrenamiento para las disputas que sostenía en el agorà con los otros filósofos.

Como todos los cínicos, vivió mucho: evidentemente, el comer poco y la vida al aire libre debían de hacer bien también a la salud, además de al alma.

Metrocles nació en Maronea, en Tracia. De niño era muy tímido y sus padres pensaron que lo mejor era confiarlo a un maestro que pudiese forjar su carácter. La elección recayó en el cíníco Crates, quien entretanto había conquistado fama de duro. La primera cosa que Crates le aconsejó fue que fortificara el cuerpo y lo llevó consigo a la palestra para robustecerlo. Lamentablemente, durante un ejercicio de alzamiento de pesas, a Metrocles se le escapó un pedo y el hecho le pareció tan humillante que se decidió a morir de inanición. El pobre Crates hizo lo imposible por disuadirlo, pero en un determinado momento, perdida ya toda esperanza, le preguntó:

-¿Prefieres la muerte a la vida?

-Sí.

-¿Debo deducir, pues, que sabes perfectamente lo que es la muerte y lo que es la vida?

-No, pero de todos modos quiero morir.

-¿Y no sientes curiosidad por saber que podrías llegar a ser, si tu decidieras a vivir? ¿Qué pierdes renunciando a la vida?

-¿Qué es lo que me pierdo? -preguntó el chico.

-Sígueme y lo sabrás.

Al día siguiente, con la primera luz, Crates se comió dos kilos de altramuces, hecho lo cual acompañó a Metrocles ante los arcontes.

-Mira bien: éstos son los arcontes de la ciudad:un día podrías ser uno de ellos.

Mientras decía esto, se inclinó ante los arcontes y soltó un pedo aún más estrepitoso que el de su alumno en la palestra. Después lo acompañó a ver a los estrategos, a los prítanos y a los éforos, y cada vez dejó escapar un pedo increíble. En resumen, tantos soltó que el muchacho se acostumbró al hecho y renunció a la idea del suicidio. Metrocles, con el tiempo, llegó a ser un gran filósofo y murió a edad muy tardía... estrangulándose con las manos.

Hiparquia la hermana de Metrocles, la única filósofa de nuestra historia, debía de ser una muchacha muy bella, ya que de otro modo no se explica el estupor de Diógenes Laercio cuando refiere su unión con el anciano Crates. Según parece, todos los jóvenes más bellos y ricos de Maronea la querian por mujer, y ella, por no perderse al maestro, amenazó con suicidarse. Sus padres, pobrecillos, se dirigieron entonces al filósofo en persona y le suplicaron que hiciese algo por disuadirla. Crates, que a fin de cuentas no debía de ser un malvado, consciente de su fealdad, se presentó ante ella totalmente desnudo y le dijo: «Hiparquia, aquí tienes a tu esposo con todas sus riquezas», y ella, como verdadera cínica que era, se casó con él de todos modos. Se acoplaron en público y tuvieron un hijo al que pusieron el nombre de Pásicles.

El cinismo, más que una escuela filosófica, fue un estilo de vida. Los cinicos, una vez liberados de sus necesidades,se desentendía de la política, de la física y de cualquier especulación filosófica que no fuese la ética. Se autodefinían «ciudadanos del mundo, sin casa, sin ciudad y sin patria». Cínicos ha habido siempre, en todos los lugares y en todas las épocas. Aquí recordaremos sólo a uno, que valdrá por todos: un tal Demonax, nacido en Chipre en el 90 d.C. Demonax era un tipo que no molestaba a nadie: sencillo, siempre de buen humor, conciliador, amigo de todos. El pueblo le daba de comer sin que él tuviera necesidad de pedirlo. Cuando se presentaba en una asamblea, los arcontes se ponían de pie y todos guardaban el más absoluto silencio. Habiendo llegado a muy anciano, puso fin a su vida absteniéndose de comer. Los atenienses le tributaron honores fúnebres a expensas del estado y coronaron de flores su tumba. Evidentemente eran conscientes de sus vicios y, comparándose con él, se sentían en cierta forma culpables.

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ANTÍSTENES

Antístenes, hijo de Antístenes, fue ateniense. Objetábanle, como en desprecio, que era oriúndo de otras regiones, a lo que respondió:

"También la madre de los dioses es de Frigia."

Parece que su madre fue de Tracia; así,habiendo peleado valerosamente en la guerra de Tanagra, hizo decir a Sócrates:

"que de dos atenienses no hubiera nacido tan esforzado".

Igualmente el mismo Antístenes, a los atenienses que se jactaban de ser indígenas los humilló diciendo:

"que en esto no eran de mejor condición que los caracoles y los saltones".

Al principio fue discípulo del orador Gorgias, por cuya razón en sus diálogos manifiesta estilo retórico, singularmente en el intitulado La verdad, y en los Exhortatorios. Hermipo dice que tenía resuelto en los juegos ístmicos vituperar y alabar a los atenienses, tebanos y lacedemonios, pero que después lo omitió, viendo eran muchos los concurrentes de estas ciudades. Después fue discípulo de Sócrates, y aprovechó tanto en él que exhortó a sus discípulos se hiciesen sus condiscípulos en la escuela de Sócrates. Habitaba en El Pireo y andaba cada día los cuarenta estadios para oír a Sócrates, del cual aprendió a ser paciente y sufrido, imitó su serenidad de ánimo, y así fue el fundador de la secta cínica.

Que el trabajo es bueno, lo confirmaba con el ejemplo de Hércules el Grande y de Ciro, trayendo aquél de los griegos y éste de los bárbaros. Fue el primero que definió la oración, diciendo:

"La oración es una exposición de lo que era o es."

Decía a menudo:

"Primero maniático que voluptuoso".

Y asimismo:

"Conviene tratar con aquellas mujeres que correspondan agradecidas".

A cierto joven que, habiendo de ir a su escuela, le preguntó de qué estaba necesitado, le respondió:

"De un cartapacio nuevo, de una pluma nueva y de una tablita nueva",manifestando por ello que necesitaba de juicio

A uno que le preguntaba de qué calidad debía ser la mujer con quien se casaría le dijo:

"Si la recibes hermosa, será común a otros; si fea, te será gravosa."

Habiendo oído en cierta ocasión que Platón decía mal de él, respondió:

"De reyes es el oír males habiendo hecho bienes".

Cuando fue iniciado en los misterios orfeicos, como el sacerdote le dijese que los iniciados en tales misterios eran participantes de muchos bienes en el infierno, respondió:

"Pues tú, ¿por qué no te mueres?"

Objetándole una vez el que no era hijo de dos libres, respondió:

"Ni tampoco de dos palestritas o luchadores, y no obstante, soy palestrita".

Preguntado por qué causa tenía pocos discípulos,respondió:

"Porque no los arrojo de mí con vara de plata".

Preguntado también por qué corregía a sus discípulos tan acerbamente,dijo:

"También los médicos a los enfermos".

Habiendo una vez visto a un adúltero, dijo:

"Oh infeliz, de cuánto peligro huir pudiste con un óbolo".

Según Hecatón en sus Críos, solía decir que:

"era mejor caer en poder de cuervos que en el de aduladores, pues aquéllos devoran los muertos, éstos los vivos".

Preguntado qué cosa era la mejor para los hombres, respondió:

"El morir felices".

Lamentándose una vez en su presencia un amigo suyo de que había perdido unos Comentarios,le dijo:

"Convenía los hubiesen escrito en el alma, y no en el papel".

Decía:

"que como el hierro es comido por la escoria, así de la propia malignidad los envidiosos.Que los que quieren ser inmortales deben vivir pía y justamente. Que las ciudades se pierden cuando no se pueden discernir los viles de los honestos".

Alabado una vez por ciertos hombres malos, dijo:

"Temo haber cometido algún mal".

Decía:

"que la vida unánime y concorde de los hermanos es más fuerte que toda muralla. Que para la vida se deben prevenir aquellas cosas que en un naufragio salgan nadando con el dueño".

Afeándole en cierta ocasión el que andaba con los malos, respondió:

"También los médicos andan con los enfermos y no cogen calenturas".

Llamaba:

"cosa absurda quitar el joyo de las mieses, y del ejército los soldados inhábiles, sin arrojar de la República los malos".

Preguntado qué había sacado de la filosofía, respondió:

"Poder comunicar conmigo mismo".

A uno que en un convite le dijo que cantase, le respondió:

"Toca tú la flauta".

A Diógenes que le pedía una túnica, le dijo

"que doblase el manto".

Preguntado qué disciplina es la más necesaria, dijo:

"Desaprender el mal".

A los que oían se hablaba mal de ellos, los amonestaba

"a que lo sufriesen con paciencia aún más que si uno fuese apedreado".

Motejaba a Platón de fastuoso; y en cierta pompa pública, viendo relinchar a un caballo, le dijo:

"Paréceme que tú hubieras sido un bellísimo caballo".

Dijo esto porque Platón alababa mucho cierto caballo. Habiendo venido una vez a visitar a Platón, que estaba enfermo, y mirando una vasija en que había vomitado, dijo:

"Veo aquí la cólera; pero el fasto no lo veo".

Aconsejaba a los atenienses hiciesen un decreto de que los asnos eran caballos; y teniendo ellos esto por cosa irracional, dijo:

"Pues entre vosotros también se crean generales de ejército que nada han estudiado, y sólo tienen en su favor el nombramiento".

A uno que le decía:

"Muchos te alaban",

le respondió:

"Pues yo, ¿qué mal he hecho?"

Como pusiese una vez a la vista la parte más rasgada de su palio, mirándolo Sócrates, dijo:

«Veo por el palio tu gran sed de gloria.»

Preguntado por uno (así lo dice Fanias en el libro que compuso De los socráticos ) qué debía hacer para ser honesto y bueno, le respondió:

"Aprende a ocultar tus vicios de los que los conocen".

A uno que loaba las delicias le dijo:

«Los hijos de los enemigos viven deliciosamente.»

A un joven que se hermoseó demasiado para ser retratado de relieve, le dijo:

"Di tú; si el bronce recibiese voz, ¿de qué piensas se gloriaría?".

Diciendo él que de la hermosura, respondió:

"¿pues no tienes vergüenza de parecerte en la alegría a un inanimado?"

Habiéndole un joven póntico ofrecido que lo cuidaría mucho luego que llegase su nave cargada de pescado salado, tomando él un costal vacío se fue a una vendedora de harina, y llenándolo bien, se lo llevaba; mas como la mujer pidiese el valor de la harina, le dijo:

"Este joven lo dará cuando llegue su nave con pescado salado."

Parece que Antístenes fue causa del destierro de Anito y de la muerte de Melito; pues habiendo encontrado unos jóvenes que venían a la fama de Sócrates, los condujo a Anito, diciéndoles:

"que en la moral era más sabio que Sócrates";

sobre lo cual, indignados los circunstantes, lo desterraron.

Si veía alguna mujer muy adornada, se iba a su casa y mandaba a su mando sacase caballo y armas; pues si las tenía, podía permitirle los adornos, como que con ellas se repelen las injurias; pero si no, decía que le quitase los ornatos.

Sus opiniones o dogmas son:

"Que la virtud se puede adquirir con el estudio. Que lo mismo es ser virtuoso que noble. Que la virtud basta para la felicidad, no necesitando de nada más que de la fortaleza de Sócrates. Que la virtud es acerca de las operaciones, y no necesita de muchas palabras ni de las disciplinas. Que él sabio se basta él mismo a sí mismo.Que todas las cosas propias son tambien ajenas.Que la falta de celebridad es un bien e igual al trabajo. Que el sabio no ha de vivir según las leyes puestas, sino según la virtud. Que se ha de casar por motivo de procrear hijos y con mujeres hermosísimas. Que ha de amar, pues sólo el sabio sabe la que debe ser amada".

Diocles le atribuye también lo siguiente:

«Para el sabio ninguna cosa hay peregrina, ninguna extraña. El bueno es digno de ser amado, y el virtuoso bueno para ser amigo.Debe en la guerra buscarse aliados que sean animosos, y al mismo tiempo justos. La virtud es un arma que no puede quitarse. Más útil es pelear con pocos buenos contra muches males,que con muches malos contra pocos buenos. Conviene precaverse de los enemigos, pues son los primeros en notar nuestros pecados. En más se ha de tener un justo que un pariente. La virtud del hombre y la de la mujer es la misma. Lo bueno es lo hermoso; lo malo, lo torpe. Ten por extraño todo lo malo. El muro más fuerte es la prudencia, pues ni puede ser demolido ni entregado. Los muros deben construirse en nuestro inexpugnable raciocinio y consejo.»

Disputaba en el Cinosargo, gimnasio cercano a la ciudad, de donde dicen algunos tomó nombre la secta cínica. Aun él solía llamarse a sí mismo Aplocuon. Fue el primero, según Diocles, que duplicó el palio, sin llevar otra ropa y que tomó báculo y zurrón. Neantes dice que fue el primero que duplicó los vestidos, y Sosícrates,en el libro III de las Sucesiones, dice que Diodoro Aspendio fue quien crió barba y usó báculo y zurrón. De todos los socráticos, sólo a éste celebra Teopompo. Y dice que fue muy hábil, y que con la elegancia de su conversación captaba a cualquiera. Esto consta de sus mismos escritos y del Convite de Jenofonte. Parece, pues, fue también autor de la secta estoica rigurosísima. Así, Ateneo, poeta epigramático, habla de éstos en la forma siguiente:

¡Sabios estoicos, que excelentes dogmas en páginas sagradas recogisteis, diciendo doctamente que sólo la virtud es bien del alma! Sí; pues con ella sola está segura la vida de los hombres y los pueblos. Si para otros varones fue el deleite último fin, Euterpe dio motivo.

Antístenes fue quien condujo a Diógenes a su tranquilidad de ánimo,a Crates a su continencia y a Zenón a su paciencia.Así, que él puso los fundamentos de esa República. Jenofonte dice fue suavísimo en la conversación, y en las demás cosas continentísimo. Andan diez tomos de escritos suyos; en el primero están los tratados siguientes:

De lo dicción o locución, o sea De las figuras; Áyax u Oración de Áyax. Ulises o De Ulises; Apología de Orestes, que trata de los escritores jurídicos; Isógrafe, o Desias, o sea Isócrates, contra el escrito de Isócrates intitulado Amartiros.

En el tomo segundo se hallan los libros siguientes: De la naturaleza de los animales; De la generación de los hijos o sea, De las nupcias: es obra amatoria; De los sofistas, libro fisonómico; De la justicia y fortaleza, diálogo monitorio, primero, segundo y tercer libro; el cuarto y quinto tratan de Teógnides.

El tomo tercero contiene los tratados Del bien, De la fortaleza, De la ley o De la República, De la ley o De lo honesto y justo; De la libertad y servidumbre, De la fe, Del curador o Del obtemperar, y De la victoria, libro económico.

En el tomo cuarto están los libros Ciro, Hércules el Mayor o De la fuerza.

En el quinto están Ciro o Del reino y Aspasia.

En el sexto, De la verdad, De la disputa, líbro antilógico; Satón, tres libros De la contradicción y Del dialecto.

En el séptimo, De la disciplina o De los nombres, en cinco libros; Del morir: De la vida y de la muerte; De lo que hay en el infierno; Del uso de los nombres, o sea Erístico; De la pregunta y respuesta; De la opinión y de la ciencia, en cuatro libros; De la naturaleza, dos libros; Cuestión acerca de la Física, dos libros; Opiniones, o sea Erístico, y Problemas acerca del aprender.

El tomo octavo encierra los tratados De la música, De los expositores, De Homero, De la injusticia e impiedad, De Calcante, Del observador y Del deleite.

El tomo noveno contiene los tratados siguientes: De la Odisea, Del báculo o vara, Minerva o De Telémaco; Helena y Penélope, De Proteo, El cíclope o De Ulises; Del uso del vino o De la ebriedad, o sea Del cíclope; De Circe, De Anfiarao, De Ulises y Penélope y del perro.

El tomo décimo abraza el Hércules o Midos; Hércules, o sea De la prudencia o de la fuerza; El Señór o Amador; Los señores o Los explotadores; Menejeno, o sea Del imperar, Alcibíades, Arquelao, o sea Del reino. Hasta aquí sus escritos por cuya multitud Timón lo llamó por motejo Bufón ingenioso.

Murió de enfermedad, a tiempo que entrando a él Diógenes, le dijo:

¿Necesitas de un amigo?

Había entrado ya antes con un puñal, y diciendo Antístenes:

¿Quién me libra de estos males?,

respondió Diógenes mostrando el puñal:

"Éste"

A lo cual replicó Antístenes:

"De los males digo,no de la vida"

Parece,pues, que el deseo de vivir la hacía sufrir enfermedad con mayor blandura.Mis versos a él son estos:

Fuiste, Antístenes, perro con tanta propiedad mientras viviste, que mordiste los hombres, si con los dientes no, con las palabras. De tísica moriste; y dirá alguno: ¿Pues cómo? ¿No era fuerza que otro lo condujera a los infiernos?

Hubo otros tres Antístenes: uno, de la escuela de Heráclito; otro,efesio; y otro, cierto historiador rodio.

Y por cuanto hemos tratado de los que salieron de las escuelas de Aristípo y Fedón, daremos ahora los que procedieron de Antístenes, que son los cínicos y estoicos.

Son como se sigue:

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Diógenes

Diógenes, hijo de Icesio, banquero, fue natural de Sínope. Diocles dice que como su padre tuviese Banco público y fabricase moneda adulterina, huyó Diógenes. Pero Eubúlides, en el libro De Diógenes afirma que el mismo Diógenes fue quien lo hizo, y salió desterrado con su padre. Aun él mismo dice de sí en su Podalo que fue monedero falso. Algunos escriben que habiendo sido hecho director de la Casa de Moneda se dejó persuadir de los oficiales a fabricar moneda, y que pasó a Delfos, o a Delos, patria de Apolo, donde fue preguntado «si ejecutaba aquello a que lo habían inducido». Que no habiendo mentido el oráculo, y creído se le permitía la falsificación de la moneda pública, lo ejecutó, fue cogido, y, según algunos, desterrado; bien que otros dicen se fue voluntanamente por miedo que tuvo. Otros, final- mente, afirman que falsificó moneda que le dio su padre; que éste murió en la cárcel, pero que Diógenes huyó y se fue a Delfos. Que preguntó no si adulteraria moneda, sino qué debía practicar para ser hombre célebre, y de esto recibió el oráculo referido.

Pasádose a Atenas, se encaminó a Antístenes; y como éste, que a nadie admitía, lo repeliese, prevaleció su constancia. Y aun habiendo una vez alzado el báculo, puso él la cabeza debajo, diciendo:

"Descárgalo, pues no hallarás leño tan duro que de ti me aparte, con tal que enseñes algo."

Desde entonces quedó discípulo suyo, y como fugitivo de su patria, se dio a una vida frugal y parca. Habiendo visto un ratón que andaba de una a otra parte (refiérelo Teofrasto en su Megárico), sin buscar lecho, no temía la oscuridad ni anhelaba ninguna de las cosas a propósito para vivir regaladamente, halló el remedio a su indigencia ,según algunos, fue el primero que duplicó el palio, a fin de tener con él lo necesario y servirse de él para dormir. Proveyóse también de zurrón, en el cual llevaba la comida, sin dejarlo jamás en cualquier parte que se hallase, ya comiendo, ya durmiendo, ya conversando; y decía, señalando al pórtico de Júpiter, que:

"los atenienses le habían edificado otro pompeyo donde comiese."

Hallándose un tiempo débil de fuerzas caminaba con un báculo; mas después lo llevó ya siempre, no en la ciudad, sino viajando, y entonces llevaba también el zurrón, como refieren Olimpiodoro, príncipe de los atenienses; Polieucto, orador, y Lisanias, hijo de Escnón.Habiendo escrito a uno que le buscase un cuarto para habitar,como éste fuese tardo en hacerlo, tomó por habitación la cuba del metroo,según él mismo lo manifiesta en sus Epístolas. Por el estío se echaba y revolvía sobre la arena caliente;y en el invierno abrazaba las estatuas cubiertas de nieve, acostumbrándose a todo tipo de sufrimientos.Era vehemente en recargar a los demás; y a la escuela de Euclides la llamaba jolén( cholen); a la disputa de Platón le daba el nombre de consucion; a los juegos bacanales, grandes maravillas para los necios; a los gobernadores del pueblo, ministros de la plebe. Cuando veía a los magistrados, los médicos y los filósofos empleados en el gobierno de la vida, decía que el hombre es el animal más recomendable de todos; pero al ver los intérpretes de sueños, los adivinos y cuantos los creen, o a los que se ciegan por la gloria mundana y riquezas, nada tenía por más necio que el hombre. Decía que su ordinario modo de pensar era que:

"en esta vida o nos hemos de valer de la razón o del dogal".

Viendo una vez a Platón que en un gran convite comía aceitunas, dijo:

«¿Por qué causa, oh sabio, navegas a Sicilia en busca de semejantes mesas, y ahora que la tienes delante no la disfrutas?»

Y respondiendo Platón:

«Yo cierto, oh Diógenes, también comía allá aceitunas y cosas semejantes,

a lo que repuso Diógenes:

"¿Pues de qué servía navegar a Sicilia? ¿Acaso el Atica no producía entonces aceitunas?"

Favorino escribe en su Historia varia que esto lo dijo Aristipo; y que una vez, comíendo higos secos, se le puso delante, y le dijo:

"Puedes participar de ellos";

y como Platón tomase y comiese, le dijo:

"Participar os dije,no comer".

Pisando una vez las alfombras de Platón en presencia de Dionisio, dijo:

"Piso la vana dilígencia de Platón";

mas éste le respondió:

"¡Cuánto fasto manifiestas, oh Diógenes, queriendo no parecer fastuoso!"

Otros escriben que Diógenes dijo:

"Piso el fasto de Platón",

y que éste respondió:

"Pero con otro fasto, oh Diógenes".

Soción dice, en el libro IV, que este Can dijo a Platón lo siguiente:

Habíale Diógenes una vez pedido vino y al mismo tiempo higos secos, y como le enviase un cántaro lleno, le dijo:

«Si te preguntaren cuántos hacen dos y dos, ¿responderías que veinte? Tú ni das según te piden, ni respondes según te preguntan.» Con esto lo motejaba de verboso.

Habiendo sido preguntado dónde había visto en Grecia hombres buenos, respondió:

"Hombres, en ninguna parte; muchachos sí los he visto en Lacedemonia".

Haciendo una vez un discurso muy sabio y provechoso, como nadie llegase a oírlo, se puso a cantar.Concurrieron entonces muchos; mas él dejando el canto, los reprendió diciendo que

"a los charlatanes y embaidores concurrían diligentes, pero tardos y negligentes a los que enseñan cosas útiles".

Decía que

"los hombres contienden acerca del cavar y del acocear,pero ninguno acerca de ser honestos y buenos".

Admirábase de los gramáticos,

"que escudriñan los trabajos de Ulises e ignoran los propios."

También de los músicos,

"que, acordando las cuerdas de su lira, tienen desacordes las costumbres del ánimo".

De los matemáticos,

"porque mirando al sol y a la luna no ven las cosas que tienen a los pies".

De los oradores

"porque procuran decir lo justo, mas no procuran hacerlo".

De los avaros,

"porque vituperan de palabra el dinero y lo aman sobre manera".

Reprendía a "los que alaban a los justos porque desprecian el dinero, pero imitan a los adinerados".

Se conmovía "de que se ofreciesen sacrificios a los dioses por la salud, y en los sacrificios mismos hubiese banquetes, que le son contrario."

Admirábase de los esclavos "que viendo la voracidad de sus amos nada hurtaban de la comida".

Loaba mucho "a los que pueden casarse y no se casan; a los que les importa navegar y no navegan; a los que pueden gobernar la República y lo huyen; a los que pueden abusar de los muchachos y se abstienen de ello; a los que tienen oportunidad y disposición para vivir con los poderosos y no se acercan a ellos."

Decía que "debemos alargar las manos a los amigos con los dedos extendidos, no doblados".

Refiere Menipo en La almoneda de Diógenes que, habiendo sido hecho cautivo como al venderlo le preguntasen qué sabía hacer, respondió:

"Sé mandar a los hombres".

Y al pregonero le dijo:

"Pregona si alguno quiere comprarse un amo."

Prohibiéndole que se sentase, respondió:

«No importa; los peces de cualquier modo que estén se venden.»

Decía que

"se maravillaba de que no comprando nosotros olla ni plato sin examinarlo bien, en la compra de un hombre nos contentamos sólo con la apariencia".

A Jeníades que lo compró, le decía:

"Que debía obedecerle, por más que fuese su esclavo; pues aunque el médico y el piloto sean esclavos, conviene obedecerlos. "

También Eubulo, en el libro igualmente intitulado La almoneda de Diógenes, dice que instruyó a los hijos de Jeníades de manera que después de haberles enseñado las disciplinas, los adiestró en el montar a caballo, a disparar la flecha, tirar con honda y arrojar dardos. Después no permitía que el que instruía los muchachos en la palestra ejercitase los suyos para ser atletas, sino sólo para adquirir buen color y sanidad. Sabían de memoria estos muchachos vanas sentencias de los poetas, de los otros escritores y aun de Diógenes mismo; y para que mejor aprendiesen, les enseñaba todas las cosas en compendio.Enseñábales también a servir en casa, a comer poco y a beber agua. Hacíales raer la cabeza a navaja; los llevaba por las calles sin adornos, sin túnica, descalzos, con silencio y sólo mirándolo a él. Llevábalos también a caza. Los discípulos tenían igual cuidado de él y lo recomendaban a sus padres encarecidamente. Refiere el mismo autor que envejeció y murió en casa de Jeníades y lo enterraron sus hijos; y preguntándole Jeníades cómo lo había de enterrar, respondió:

"Boca abajo."

Diciéndole aquél por qué causa, respondió:

"Porque de aquí a poco se volverán las cosas de abajo arriba." "

Dijo esto porque ya entonces los macedones tenían mucho poder y de humildes iban a hacerse grandes.

Habiéndolo uno llevado a su magnífica y adornada casa y prohibiéndole escupiese en ella, arrancando una buena reuma se la escupió en la cara diciendo que

«no había hallado lugar más inmundo».

Otros atribuyen esto a Aristipo. Clamando una ocasión y diciendo:

"Hombres, hombres",

como concurriesen varios, los ahuyentaba con el báculo diciendo:

" Hombres he Ilamado, no heces."

Refiérelo Hecatón en el libro I de sus Crios. También cuentan haber dicho Alejandro que

«si no fuera Alejandro, quería ser Diógenes.

Llamaba (anaperous), lisiados, no a los sordos y ciegos, sino a los que no levaban zurrón. Habiendo entrado una vez al convite de ciertos jóvenes con la cabeza a medio esquilar, le dieron algunos golpes; pero él, escribiendo después los nombres de los que le habían dado en una tablita blanca, se la ató encima y anduvo con ella. De este modo vindicó su injuria,exponiéndolos a la represión y censura de todos. Esto lo trae Metrocles en sus Crios. Llamábase perro a sí mismo; pero decía que

"lo era de los famosos y alabados, no obstante que ninguno de los que lo alababan saldría con él a cazar".

A uno que decía que vencía a los hombres en los juegos pitios,le respondió:

"Yo soy quien venzo a los hombres; tú vences a los esclavos."

A unos que le dijeron:

"Viejo eres, minora el trabajo",

les res- pondió:

"¡Vamos! Pues si yo corriera un largo espacio y estuviera ya cercano a la meta, ¿no debía entonces aligerar el paso en vez de remitirlo?"

Convidado a un banquete, dijo que

"no iba, porque habiendo estado el día antes no había tenido gusto".

Caminaba a pie descalzo sobre la nieve y demás cosas que dijimos ambas. Probó también de comer came cruda, pero no pudo digerirla. Halló una vez al orador Demóstenes comiendo en un figón; y como éste se retirase, le dijo:

"Cuanto más adentro te metas, más en el figón estarás."

Otra ocasión, queriendo unos forasteros ver a Demóstenes, extendiendo el dedo de de en medio dijo.

" Éste es el conductor del pueblo ateniense."

Para reprender a uno que tenía vergüenza de coger el pan que se le había caí do, le colgó al cuello una vasija de barro, y lo condujo por el Cerámico diciendo:

"imitaba a los maestros de coro, los cuales se salen a veces del tono para que los demás tomen el correspondiente".

Decía que

"muchos distan sólo un dedo de enloquecer, pues quien lleva el dedo extendido parece loco; pero que no si el índice.Que las cosas mejores se venden por muy poco precio, y al contrario, pues una estatua se vende por tres mil dracmas, y un quénice de harina no más que por dos dineros.."

A Jeníades, que lo compró, le dijo:

" Cuidado de hacer lo mandado",

al cual como le dijese:

Eso es correr los rios hacia arriba

le respondió:

"Si estando enfermo hubieras comprado un médico, ¿no lo obedecerías? ¿Diríasle que los rios corren hacia arriba?"

A uno que quería ser su discípulo en la filosofía le dio un pececillo que llaman saperda para que lo siguiese con él; mas como el tal por vergüenza lo arrojase y se fuese, habiéndolo después encontrado, le dijo:

"Una saperda deshizo tu amistad y la mía."

Diocles cuenta el caso de estotro modo. Diciéndole uno:

"Mándanos, Diógenes",

sacó un pedacito de queso, y se lo dio que lo llevase. Rehusándolo aquél dijo Diógenes:

"Medio óbolo de queso deshizo tu amistad y la mía."

Habiendo visto una vez que un muchacho bebía con las manos, sacó su colodra del zurrón y la arrojó diciendo:

"Un muchacho me gana en simplicidad y economía."

Arrojó también el plato, habiendo igualmente visto que otro muchacho, cuyo plato se había quebrado, puso las lentejas que comía en una poza de pan.

Silogizaba de esta forma:

"De los dioses son todas las cosas;los sabios son amigos de los dioses, y las cosas de los amigos son comunes; luego todas las cosas son de los sabios."

Habiendo una vez visto que una cierta mujer se postraba ante los dioses indecentemente, queriéndola corregir, le dijo:

"¿No te avergüenzas oh mujer, de estar tan indecente teniendo detrás a Dios, que lo llena todo?"

Esto lo refiere Zoilo Pergeo.Dedicó a Esculapio la imagen de uno que hacía dar contra tierra la cara de los que la bajaban hasta junto a ella en sus adoraciones. Solía decir que habían caido sobre él las imprecaciones de las tragedias, pues ni tenía ciudad ni casa,estaba privado de la patria,era pobre,errante y pasaba una vida efímera.Que oponía a la fortuna el ardimiento; a la ley la naturaleza, y la razón a las pasiones. Estando tomando el sol en el Cranión, se le acercó Alejandro y le dijo: «Pídeme lo que quieras; a lo que respondió él: «Pues no me hagas sombra.»

Leyendo un cierto escrito sobradamente largo, como ya llegase al fin y se viese la última hoja sin letras, dijo: " Buen ánimo, señores, que ya veo tierra." A uno que con silogismos le probaba que tenía cuernos,tocándose la frente, le dijo: "Yo no los veo". Igualmente, diciendo otro que no había movimiento, se levantó y se puso a pasear.

A uno que discurría de los meteoros, le dijo: "¿Cuánto ha que viniste del cielo?" Habiendo cierto eunuco, hombre perverso, escrito sobre el ingreso de su casa: "No entre por aquí ningún malo, dijo: "Pues ¿cómo ha de entrar el dueño de la casa?" Unjíase los pies con ungüento, y decía: «Que el ungüento puesto en la cabeza se iba por el aire; pero el que ponía en los pies subía al olfato.»

Diciéndole los atenienses que se iniciase, porque los iniciados presiden en el infierno, respondió: "Cosa ridícula es que Agesilao y Epaminondas vivan en el lodo, y que los que son viles, sólo por estar iniciados hayan de poseer las islas de los bienaventurados." Habiendo subido los ratones sobre su mesa, dijo: «He aquí que Diógenes también mantiene parásitos.» Como Platón lo llamase perro, respondió: «Dices bien, puesto que me volví a los que me vendieron." Saliendo de los baños, a uno que le preguntó si se bañaban muchos hombres, dijo que no; pero a otro que le preguntó si había mucha gente, dijo que sí.Habiendo Platón definido al hombre animal de dos pies sin plumes, y agradádose de esta definición, tomó Diógenes un gallo, quitóle las plumas y lo echó en la escuela de Platón, diciendo: "es el hombre de Platón." Y así se añadió a la definición, con uñas anchas. A uno que le preguntó a qué hora conviene comer, le respondió: "Si es rico, cuando quiere; si es pobre, cuando puede."

Habiendo visto en Megara las ovejas cubiertas con pieles y desnudos los muchachos, dijo: "Entre los megarenses más vale ser carnero que hijo." A uno que le dió un golpe con un madero, y luego decía: "Guarda,Guarda," le dijo: ¿Quieres acaso herime nuevamente? A los oradores del pueblo los llamaba "ministros de la turba." Encendía de día un candil,y decía: Voy buscando un hombre. Una vez le daba encima un canal de agua; y como muchos se compadeciesen, Platón, que también estaba presente, dijo: "Si queréis compadeceros de él idos", con lo cual quiso significar su gran deseo de gloria. Habiéndole uno dado un bofetón, dijo: "Por Dios que yo ignoraba una bella cosa, y es que debo llevar casquete." Abofeteándolo también Midias, y diciéndole: "Sobre la mesa hay para ti tres mil", al día siguiente, tomando las correas de los púgiles lo golpeó muy bien, diciendo: "Tres mil hay para ti sobre la mesa." Preguntándole un boticario, llamado Lisias si creía que había dioses, respondió: "¿Cómo no lo creeré si te tengo a ti por enemigo de ellos?." Algunos atribuyen esto a Teodoro.

Viendo una vez a uno todo mojado de una aspersión dijo: " ¡Oh infeliz! ¿No sabes que así como las aspersiones no te lavan de tus pecados en la gramática, tampoco lavan los crímenes de tu vida? Culpaba los hombres acerca de la oración, diciendo que "piden no las cosas realmente buenas, sino las que les parecen buenas." A los que se amedrentan de los sueños, les decía: "No os conmovéis de lo que hacéis despiertos, y vais escudriñando lo que imagináis dormidos." En los juegos olímpicos habiendo pronunciado el pregonero: "Venció Dixipo a los hombres", dijo Diógenes: " Ése venció a los esclavos; yo, a los hombres." Era amado de los atenienses pues a un mozo que le quebró la tinaja lo castigaron con azotes, y a Diógenes le dieron otra. Dionisio Estoico dice que habiendo quedado prisionero después de la batalla de Queroneo fue llevado a Filipo; y como éste le preguntase quien era, respondió: «Un espía de tu insaciabilidad.» Fue admirado por esto, y puesto en libertad.

Habiendo Alejandro enviado una carta a Antípatro, que estaba en Atenas, por mano de un tal Atlías, como Diógenes se hallase presente, dijo:"Atlías, de Atlías por Atlías a Atlías." Habiéndolo Perdicas amenazado de que lo había de matar si no iba a verlo, le dijo: «No haráas una gran cosa pues un escarabajo y un falangio lo harían tambien."; y le dijo por contraamenaza que sin él viviría feliz." Solía clamar con frecuencia,diciendo que los dioses han dado a los hombres una vida fácil;pero que ésta se oculta a los que van buscando dulzuras, ungüentos y cosas semejantes." Asi,a uno a quien un criado estaba caltando, le dijo: "Todavía no eres dichoso si no te suena también las narices; pero esto será cuando te sean cortadas las manos."

En una ocasión, habiendo visto a los diputados llamados hieromnémones que levaban preso a uno que había robado una taza del erario, dijo: "Los ladrones grandes llevan al pequeño." Viendo una vez a un joven que tiraba piedras a un patíbull le dijo: «Buen ánimo, mancebo, que tú darás en e blanco." A unos mozos que le estaban alrededor y decía:"Cuidamos que no nos muerdas", les respondió: "No os dé cuidado, muchachos el perro no come acelgas." A uno que por delicia vestía una piel de león, le dijo: "Deja de afrentar los vestidos del valor." A otro que llamaba dichoso a Calístenes, y decía que disfrutaba las magnificencias de Alejandro, le dijo: «Antes es infeliz, pues come y cena cuando a Alejandro le da la gana.» Cuando necesitaba de dinero lo pedía a sus amigos, no como prestado, sino como debido.

Haciendo una vez en el foro acciones torpes con las manos,decía: ¡Ojalá que frotándome el vientre no tuviese hambre! Habiendo visto a un joven que se iba a cenar con los sátrapas, retirándolo de ellos lo restituyó a los suyos, mandándoles cuidasen más de él. A un mozo muy adomado que le preguntaba cierta cosa, le dijo que no le respondería si primero no se levantaba la ropa y mostraba si era mujer u hombre. A otro ioven que estando en el baño echaba vino del jarro al vaso haciendo ruido, le dijo: «Cuanto mejor, tanto peor.» Estando en una cena, hubo algunos que le echaron los huesos como a un perro, y él acercándose a los tales, se les meó encima como hacen los perros. A los oradores y demás que ponen toda su gloria en la retórica, los llamaba tres veces hombres, por tres veces miserables. Al rico ignorante lo llamaba oveja con lo piel de oro. Habiendo visto escrito en la portada de la casa de un pródigo: «Se vende», «Ya sabia yo que por la ebriedad desmoderada habías de vomitar presto a tu dueño.» A un mozo que se quejaba de la turba popular que lo perturbaba, le dijo: "Deja tú también de dar indicio de lo que deseas." Hallándose en un baño poco limpio, dijo: «Los que se bañan aquí, ¿dónde se lavan? Como un mal citarista fuese despreciado de todos, sólo él lo alababa; y preguntado por qué, respondió: "Porque tal como es, toca su cítara y canta, mas no roba." A otro citarista y cantora quien siempre desamparaban los oyentes, lo saludaba así: "Dios te guarde, gallo." Preguntándole él la causa de esto, respondió: "Porque cantando haces levantar a todos."Estando una multitud de gentes mirando a un joven que refería alguna cosa,Diógenes se llenó el seno de altramuces y se puso comer enfrente;y como las gentes se volviesen a él,dijo que se maravillaba de que dejando al otro,lo mirasen a él.

Diciéndole uno muy supersticioso: «De un golpe te romperé la cabeza», le respondió: Y si yo estornudo a tu lado izquierdo, te haré temblar. Habiéndole Hegesias pedido alguno de sus escritos para leerlo, le dijo: Necio eres, Hegesias, que buscas los higos pintados, y no los verdaderos, dejando la verdadera y efectiva ejercitación y yéndote a la escrita. A uno que le objetaba el destierro, le dijo: «Por ese mismo destierro, oh infeliz, he sido filósofo. Diciéndole también otro: Los sinopenses te condenaron a destierro, respondió: Y yo a ellos a quedarse. Habiendo visto a un vencedor en los juegos olímpicos que guardaba ovejas, le dijo: «Presto, amigo, pasaste de los juegos olimpicos a los nemeos. Preguntado por qué los atletas eran insensibles, respondió: Porque son compuestos de carne de puerco y de buey. Pidió una vez le pusiesen estatua; y preguntado por qué pedía esto, respondió: «Porque quiero no conseguirlo.» Pidiendo asistencia a uno (pues en los principios la pobreza lo obligó a pedir), le dijo: «Si has dado ya a otro, dame también a mí; y si a nadie has dado, comienza por mi. Preguntado una vez por un tirano qué metal sería mejor para una estatua, respondió: Aquel de que se fundieron las de Harmodio y Aristogitón. Preguntado cómo usaba Dionisio de los amigos, respondió: Como costales de harina, que cuando están llenos los cuelga, y cuando vacíos los arroja. Habiendo un recién casado escrito sobre la puerta de su habitación: Hércules Calínico, hijo de Júpiter, habita aquí: nada malo entre, añadió Diógenes a continuación: Después de la batalla el socorro. Al amor del dinero lo llamaba la metrópoli de todos los males. Viendo en una hostería a un pródigo que comía aceitunas le dijo: Si así hubieses comido, no cenarías así.

Decía que «los hombres buenos son imágenes de los dioses; y el amor, ocupación de desocupados. Preguntado qué cosa es miserable en esta vida, respondió: El viejo pobre. Preguntado también qué animal muerde más perniciosamente, respondió: «De los bravíos, el calumniador, de los domados, el adulador. Habiendo en una ocasión visto dos centauros muy mal pintados, dijo: ¿Cuál de éstos es Quirón? una oración hecha para conseguir favores es un dogal almibarado. Al vientre lo llamaba Caribdis de la vida. Sabiendo que Dídimo había sido preso por adúltero, dijo: «De su propio nombre es digno de que lo cuelguen. Preguntado por qué causa es el oro de color pálido, respondió: Porque tiene muchos que lo buscan. Viendo a una mujer en silla de manos díjo: No es la jaula ajustada a la fiera. Como viese a un esclavo fugitivo que estaba sentado junto a un pozo, le dijo: Mozo, mira no caigas. Viendo en los baños un muchacho ladroncillo de ropa, le dijo: «¿Vienes por algún poco de ungüento o de ropa?» Habiendo visto una vez unas mujeres ahorcadas en un olivo,dijo: ¡Ojalá que todos los árboles trajesen este fruto!» Viendo a uno que solía robar las vestiduras de los muertos le dijo: ¿A qué venis, amigo? ¿Por ventura pretendes desnudar algún difunto? Preguntado si tenía algún criado o criada, dijo que no; y replicándole que quién lo llevaría al sepulcro cuando muriese, respondió: El que necesite de casa. Habiendo visto a un joven muy hermoso que dormía sin que nadie lo cuidase, lo despertó diciéndole: Levántate, no sea que durmiendo por detrás con su dardo alguien te hiera A uno que prevenía muchos y preciosos comestibles, le dijo: Presto, hijo, morirás, que tanto compras. Disputando Platón acerca de las ideas, y usando de las voces mesalidad y oseidad, dijo: Yo, oh Platón, veo la mesa y el vaso; pero no la mesalidad ni la vaseidad. A esto respondió Platón: Dices bien, pues tienes ojos con que se ven el vaso y la mesa pero no tienes mente con que se entiende la mesalidad y vaseidad. Preguntado por uno quién le parecía que había sido Sócrates, respondió: «Un loco. Preguntado cuándo deben casarse los hombres, respondió: Los jóvenes,todavía no;los viejos nunca.» Preguntándole uno qué quería, y dejarse dar una bofetada, respondió: Un morrión. Visto un mocito que se adornaba mucho, le dijo: «Si lo haces por los hombres, es inútil; si por las mujeres, malo. Viendo a un otro joven a quien le salían los colores al rostro le dijo: Ten ánimo, que ése es el color de la virtud.

Habiendo una vez oído a dos abogados, los condenó a entrambos diciendo: El uno nada ha quitado; el otro nada ha perdido. Preguntado qué vino le gustaba más, respondió: El ajeno. A uno que le decía: Muchos se burlan de ti, le respondió: Pero yo no soy burlado. A otro que decía que el vivir es malo, le dijo: No el vivir, sino el vivir mal. A los que lo instaban a que buscase un esclavo que se le había huido les respondió: Cosa es ridícula que pudiendo Manes vivir sin Diógenes, no haya Diógenes de poder vivir sin Manes» Estando comiendo aceitunas como le sacasen una torta, arrojó las aceitunas diciendo: Cede al momento, oh huésped, a los tiranos el lugar que ocupas.

Y aun añadió: Azotó la aceituna.

Preguntado qué raza de perro era la suya, respondió: Cuando hambriento, melitense; cuando harto, molósico. También soy de aquellos perros que muchos alaban, pero por el trabajo no se atreven a salir con ellos a caza, y así, ni conmigo podéis vivir por miedo de los trabajos.»

Preguntado si los sabios comen tortas, respondió: De todo,como los demás hombres. Siendo igualmente preguntado por qué los hombres socorren a los mendigos y no a los filósofos, dijo: «Porque ser cojos y ciegos bien lo esperan; pero hacerse filósofos no lo esperan. Estaba pidiendo a un avaro, y como éste se excusase, le dijo: «Hombre,para comer te pido, no para el sepulcro. Objetándole uno el que había hecho moneda falsa, le dijo: «Hubo un tiempo en que era yo cual tú ahora; pero cual yo soy ahora, no serás tú nunca. Culpándolo otro sobre lo mismo, dijo: También antes me meaba encima, y ahora no. Habiendo ido a Mindo, como viese las puertas grandes siendo la ciudad pequeña, dijo: «¡Oh varones mindios! Cerrad las puertas, no sea que la ciudad se salga por ellas.

Habiendo una vez visto a un ladrón de púrpura cogido en el hurto, dijo: Una purpúrea muerte y una Parca violenta lo cogieron. Rogándole Crátero se viniese a vivir con él respondió: Más quiero yo lamer sal en Atenas que disfrutar con Crátero mesas abundantísimas. Habiendo ido a ver al retórico Anaxímenes, que era muy recio de cuerpo, dijo: Danos también a nosotros pobres un poco de tripa, y con eso tú te aligerarás y a nosotros nos serás útil.» Disputando en cierta ocasión el mismo Anaxímenes, levantó Diógenes en alto un pedacito de pescado salado,con lo cual se le volvió el auditorio, y como Anaxímenes se indignase, dijo Diógenes: Un óbolo de pescado disolvió la disputa de Anaxímenes. Notándole una vez de que comía en el foro, respondió: En el foro me cogió el hambre.

Dicen algunos que es suyo lo siguiente: habiéndole visto Platón lavando unas hierbas, se le acercó y le dijo: «Si sirvieras a Dionisio, cierto no lavarías hierbas; más él, acercándosele también, le respondió: Y si tú lavaras hierbas, seguramente no sirvieras a Dionisio.» Y acaso de ellos los asnos; pero ni ellos se cuidan de los asnos ni yo de ellos. Viendo a un joven que filosofaba, le dijo: ¡Grandemente!, tú induces a los adoradores del cuerpo a la belleza del alma. Admirando uno los muches votos que había en Samotracia, dijo: «Muchos más habría si también los hubieran puesto los que perecieron. Algunos atribuyen esto a Diágoras Melio.

A un joven hermoso que iba a un banquete, le dijo: «Peor volverás. Como éste volviese al día siguiente y le dijese: Fui y no volví peor, le respondió: Si peor no, más laxo sí. Pedía algo a un hombre duro, y como éste le dijese: Si me lo persuadieres», le respondió: «Si yo pudiera persuadirte algo, te persuadiera que te ahogaras.» Volvía de Lacedemonia a Atenas, y como uno le preguntase de dónde venía y adónde iba, respondió: Vengo de los hombres y voy a las hembras.» Volviendo de los juegos olímpicos, le preguntó uno si había concurrido mucha gente, a que respondió: «Gente, mucha; hombres, pocos. Decía que «los voluptuosos son semejantes a las higueras que nacen en los despeñaderos, de cuyo fruto no goza el hombre, sino que se lo comen cuervos y buitres». Habiendo Friné dedicado en Delfos una Venus de oro, Diógenes le puso esta inscripción: Se hizo de la incontinencia de los griegos. Viniendo una vez a él Alejandro y diciéndole: Yo soy Alejandro, aquel gran rey, le respondió: Yo soy Diógenes el can. Preguntado qué hacía para que lo llamasen can, respondió: Halago a los que dan, ladro a los que no dan, y a los males los muerdo.

Cogía higos de una higuera, y como el guarda le dijese: De ella poco hace se colgó un hombre», respondió: Pues yo la dejaré pura. Viendo que un olimpiónico miraba mucho a una ramera, dijo: «He aquí el carnero belicoso cómo es llevado del cuello por una muchacha vulgar. Decía que las meretrices hermosas son semejantes al vino-miel envenenado. Comiendo una vez en el foro, las gentes que estaban allí lo llamaban perro repetidas veces; pero él les decía: «Vosotros sois los perros, que estando yo comiendo me estáis alrededor. Como dos muy afeminados se escondiesen de él, les dijo: «No temáis, que el perro no come acelgas. Como le preguntasen de dónde era cierto muchacho estuprado, respondió: De Tegea. Habiendo visto que uno que había sido palestrita muy flojo profesaba medicina, le dijo: ¿Qué es esto? ¿Ahora vences tú a los que te vencieron en otro tiempo?» Viendo al hijo de una meretriz que tiraba una piedra a la gente, le dijo: Mira no des a tu padre.» A un muchacho que le enseñaba una espada que le había dado su amante, le dijo: «La espada es bella pero el puño feo. Alabando algunos a quien le había dado socorro, dijo: ¿Y no me alabáis a mí, que soy digno de recibirlo? Como uno le pidiese el palio que le había prestado, dijo: Si me hiciste gracia de él, lo tengo; si para usarlo, lo uso. Un bastardo prohijado le dijo que tenía oro en el palio, a que respondió: Verdad es: por eso duermo sobre él.» Preguntado qué había ganado de la Filosofía, respondió: «Cuando no otra cosa, a lo menos he sacado el estar prevenido a toda fortuna. Preguntándole de dónde era, respondió: «Ciudadano del mundo.» Sacrificando unos para conseguir de los dioses un hijo, les dijo: ¿Y no sacrificáis por cuál debe ser ese hijo? Habiéndosele una vez pedido cierto impuesto público, le dijo al recaudador. A los otros desnuda:pero de Héctor apartarás tus manos. Decía que «las rameras son reinas de los reyes pues piden cuanto les da la gana. Como los atenienses decretasen que Alejandro era Libero-Padre,dijo: Hacedme a mí Serapis.» A uno que le afeaba el que entrase en lugares inmundos, le respondió: También el sol entra en los albañales y no se ensucia. Estando cenando en un templo,como le sacasen el pan corrompido, lo cogió y arrojó diciendo: «En el templo no debe entrar cosa inmunda. A uno que le decía: Filosofas sin saber cosa alguna, le respondió: Me arrogo la ciencia, y esto también es filosofar. A otro que le traía y encargaba un muchacho, diciéndole que tenía talento y era de muy buenas costumbres, le dijo: «¿Pues para qué necesita de mí?

Solía decir que «los que dicen cosas buenas y no las hacen, no se diferencian de una cítara, pues ésta ni oye ni siente. Entraba en el teatro contra la gente que salía, y preguntado por qué, respondió: «Esto tengo resuelto hacer toda mi vida.» Viendo una vez que cierto joven se afeminaba mucho, le dijo: «¿No te afrentas de hacerte peor de lo que la Naturaleza te hizo? ¡Ella te hizo hombre, y tú te esfuerzas a ser mujer! Viendo que uno muy imprudente acordaba un salterio,le dijo: ¡No te avergüenzas de que acordando los sones a un madero,no concuerdas tu ánimo con la vida! A uno que decía ser inepto para la Filosofía, le dijo: «Pues ¿por qué vives si no piensas en vivir bien?» A otro que menospreciaba a su padre, le dijo: ¿No tienes vergüenza de menospreciar a aquel por quien tú eres tan sabio?» Viendo a un joven dotado de hermosura y que hablaba cosas feas, le dijo: «¿No te afrentas de sacar de una vaina de marfil una espada de plomo?» Motejado de que bebía en la taberna, respondió: Y en la tienda del barbero me corto el pelo.»

Notado de haber recibido de Antípatro un palio pequeño, dijo: No deben desecharse dones esclarecidos de los dioses. Habiéndole uno dado un encontrón con un madero, y díchole después: Guarda, guarda, le dió él un palo con su báculo, diciendo también: Guarda, Guarda. A uno que rogaba continuamente a una ramera, le dijo: ¿Por qué anhelas alcanzar, miserable, una cosa de la cual vale más carecer? A uno muy ungido con ungüentos olorosos le dijo: «Mira no sea que la fragancia de tu cabeza cause hedor en tu vida. Decía que «los esclavos sirven a sus amos, y los hombres malos a sus deseos. Preguntado por qué los esclavos se llamaban andrápodas, respondió: Porque tienen los pies de hombre, y el alma como tú que me lo preguntas.» Pedía una mina a un pródigo, y como éste le preguntase por qué a los otros pedía un óbolo y a él una mina, respondió: Porque de los otros espero recibir otm vez; pero si he de recibir de ti otra vez, sábenlo solamente los dioses. Objetándole que él pedía y Platón no, dijo: «También él pide, pero es la cabeza acercando para que los demás no lo conozcan. Viendo a un arquero inhábil se sentó junto al blanco diciendo: No sea que me hieras.» Decía que los amantes son unos infelices en orden a sus deleites.

Preguntado si la muerte es mala, respondió: «¿Cómo será mala, cuando estando presente no es sentida?» Habiendo Alejandro venido repentinamente a su presencia, y díchole: ¿No me temes?, le preguntó si era bueno o malo; diciendo aquél que bueno, respondió Diógenes; «¿Pues al bueno quién lo teme? Decía que «el saber es para los jóvenes templanza para los viejos consuelo, para los pobres riqueza y para los ricos ornato. A Dídimo, notado de adúltero, que curaba un ojo enfermo a una muchacho le dijo: Mira no sea que curando el ojo a la doncella corrompas la pupila. Diciéndole uno que era perseguido de sus propios amigos, dijo: «¿Y qué hemos de hacer, si ya es preciso usar de los amigos del mismo modo que de los enemigos?» Preguntado qué es lo mejor en los hombres, respondió: La libertad en el decir. Habiendo entrado un día en una escuela, como viese muchas musas en ella y pocos estudiantes, dijo: «Con los dioses, maestro, tenéis muchos discípulos.

Solía hacer todas las cosas en público, tanto las de Ceres cuanto las de Venus, valiéndose de estos argumentos: «Si el comer no es absurdo alguno, tampoco lo será comer en el foro. Es así que el comer no es absurdo; luego ni lo es en el foro. Ejecutando a menudo con las manos operaciones torpes a vista de las gentes, decía. ¡Ojalá que estregándome el vientre cesase de tener hambre! Atribúyensele además otras cosas, que fuera largo traer aquí, por ser muchas.

Decía que la ejercitación es en dos maneras: una del alma y otra del cuerpo. Que en esta ejercitación del cuerpo se conciben frecuentes imaginaciones que dan fácil soltura para acciones valerosas,por lo cual es imperfecta la una sin la otra, no obstante que el buen hábito y la fortaleza se agregan al alma o al cuerpo a quienes pertenecen. Daba sus pruebas de que del ejercicio de la fortaleza se pasa fácilmente, pues veía que en las artes mecánicas y otras adquieren los artesanos no poca destreza con el ejercicio continuado. Que los flautistas, verbigracia, y los atletas se diferencian entre sí, al paso que se ejercitaron con más o menos aplicación a su trabajo. Y que si éstos hubiesen trasladado el alma al ejercicio, no hubieran trabajado inútil e imperfectamente. Así, concluía que nada absolutamente se perfecciona en la vida humana sin el ejercicio, y que éste puede conseguirlo todo.Por lo cual, debiendo nosotros vivir felices abandonando los trabajos inútiles y siguiendo los naturales, somos infelices por demencia propia. Aun el mismo desprecio del deleite puede sernos gustosísimo una vez acostumbrados, pues así como los acostumbrados a vivir voluptuosamente con dificultad pasan a lo contrario, así también los ejercitados contra los deleites fácilmente los desprecian.

Estas cosas decía, y aun las practicaba abiertamente, siendo con ello un falsificador de moneda, que no daba menos estimación a la natural que a la legítima y afirmando que su propia vida se conformaba con la de Hércules, que nada prefería a la libertad». Decía que todas las cosas son de los sabios, afianzándolo con los argumentos arriba expuestos, a saber: «Todas las cosas son de los dioses; los dioses son amigos de los sabios, y las cosas de los amigos son comunes entre ellos; luego todas las cosas son suyas. Semejantemente disputaba acerca de las leyes, porque sin ellas no puede gobernarse la república. Decía así: Sin ciudad de nada sirve lo ciudadano y urbano; la ciudad son los mismos ciudadanos; sin leyes, de nada sirve la ciudad y los ciudadanos; luego las leyes son cosa indispensable en la ciudad.

Tenía por cosa pueríl la nobleza, la gloria mundana y demás cosas así, diciendo son adornos de la malicia; y concluía que sólo la república natural es la buena en el mundo. Decía que las mujeres debieran ser comunes, sin tener cuenta con el matrimonio; sino que cada cual usase de la que pudiese persuadir, y, por consiguiente, que fuesen también comunes los hijos. Que no es mal alguno tomar cosas de los templos, comer de todos los animales, y aun carne humana, como constaba por costumbre de otras naciones, pues en la realidad todas las cosas están unas en otras, y entre sí se participan. La carne, verbigracia, está en el pan, y el pan en las hierbas, y así en los demás cuerpos, en todos los cuales por ciertos ocultos poros penetran las partículas y se coevaporan y unen. Esto lo hace manifiesto en su Tiestes, si acaso son suyas las tragedias que se le atribuyen y no de Felisco Egineta, su amigo, ni de Pasifonte Luciano, de quien afirma Favorino en su Historia varia escribió después de muerto Diógenes.

Menospreció la música, la geometría, la astrología y semejantes, como inútiles y no necesarias. Era prontísimo en ocurrir a lo que se le objetaba, como consta de lo antedicho. Sufrió constantemente la venta de sí mismo cuando navegando a Egina fue cogido de piratas, cuyo capitán era Escirpalo, y vendido en Creta. En esta ocasión, preguntándole el pregonero qué sabía hacer, respondió: Mandar a los hombres; y señalando con el dedo a cierto corintio que pasaba por allí muy bien vestido (era el Jeníades que dijimos arriba), dijo: Véndeme a éste; éste necesita de amo. Comprólo en efecto Jeníades, llevóselo a Corinto; lo hizo preceptor de sus hijos y administrador de toda su casa. Portóse en ella de manera que Jeníades decía por todas partes: «El buen genio vino a mi casa.

Refiere Cleómenes, en su libro intitulado Pedagógico, que sus amigos quisieron rescatarlo, y que él los trató de necios, diciendo que los leones no son esclavos de los que los mantienen, sino que éstos lo son de los leones, pues es cosa de esclavos el temer, y las fieras son temidas por los hombres. Tenía una persuasiva maravillosa; tanto, que a cualquiera embelesaba fácilmente con sus palabras. Por tanto, se refiere que un tal Onesicrito, egineta, envió a Atenas a uno de sus hijos, llamado Andróstenes el cual, luego que oyó a Diógenes, se quedó allí; que envió después al otro hermano, que era mayor, llamado Felisco, de quien ya hicimos memoria, y se quedó también; y finalmente fue allá el mismo Onesicrito, y no menos se quedó con sus hijos a estudiar la Filosofía. Tanto hechizo contenía la locuela de Diógenes.

También fueron discípulos suyos Foción, apellidado el Bueno; Estilpón Megarense y otros muchos ciudadanos. Dícese que murió a los noventa años de su edad. Acerca del modo de su muerte hay variedad de pareceres. Hay quien dice que habiéndose comido crudo un pie de buey, se le movió cólico y murió de ello. Otros dicen que detuvo la respiración, y de éstos es también Crecidas Megalopolitano o Cretense, el cual en sus Meliambos, dice:

Cierto que no lo sufría en otro tiempo el sinopense, el llevador de palo, el doblado, el que en público comía pero murió cerrando fuertemente sus dientes y sus labios y oprimiendo el aliento. Hijo de Jove Diógenes fue sin duda, y Can celeste.

Otros dicen que queriendo repartir un pulpo a los perros, le mordió uno el tendón del pie, y murió de ello. Pero sus amigos, según Antístenes en las Sucesiones, asienten más a que detuvo la respiración.

Vivía en el Cranio, que es un gimnasio que hay cercano a Corinto; y como sus amigos viniesen según acostumbraban y lo hallasen cubierto con su palio, no lo tuvieron por dormido, porque era muy poco dormidor; y así, tirándole del palio, vieron que había expirado, y sospecharon que él mismo se había muerto por deseo de dejar la vida. Dicen que se movió allí cuestión entre sus amigos acerca de quién lo había de enterrar, de manera que casi vinieron a las manos; pero habiendo acudido los padres de éstos y algunos señores, lo enterraros junto a la puerta que conduce al istmo. Erigiéndole una columna, y sobre ella un perro de mármol pario. Después también sus paisanos lo honraron con estatuas de bronce, poniendo esta inscrpción:

Caducan aun los bronces con el tiempo; mas no podrán, Diógenes tu gloria sepultar las edades, pues tú solo supiste demostrar a los mortales facilidad de vida, y a la inmortalidad ancho camino.

Mi epigrama a él, en metro proceleumático, es:

-Diógenes, ea, dime: ¿qué muerte a los infiemos te condujo? -De un perro la cruenta mordedura.

Dicen algunos que en su muerte mandó arrojasen su cadáver sin darle sepultura, para que todos los animales participasen de él o bien lo metiesen en un hoyo cubriéndolo con un poco de polvo. Otros, que lo echasen al Eliso para ser útil a sus hermanos. Demetrio trae en sus Colombroños que el mismo día en que murió Alejandro en Babilonia, murió Diógenes en Corinto. Lo cierto es que en la Olimpíada CXII era ya viejo.

Corren de él estos libros: diálogos intitulados Cefalión, Ictias, Grojo, Leopardo, Lo plebe ateniense, República, Arte moral, De la riqueza, Amatorio, Teodoro, Hipsias, Aristarco, De la muerte, Cartas. Siete tragedias, a saber: Helena, Tiestes, Hércules, Aquiles, Medeo, Crisipo y Edipo. Pero Sosícrates, en el libro I de las Sucesiones, y Sátiro en el IV de las Vidas, dicen que nada de esto es de Diógenes. Las tragedias, dice Sátiro, son de Filisco Egineta, discípulo de Diógenes. Soción, en su libro VII, dice que sólo son de Diógenes las obras siguientes: De la virtud, De lo bueno, Amatono, El pobre, Tolomeo, Leopardo, Casan- dro, Cefalión, Filisco, Aristarco, Sísifo, Ganimedes, Críos y Cartas.

Hubo cinco Diógenes. El pnmero, natural de Apolonia, fue físico. El principio de sus escritos es: Lo primero que ha de practicar el que va a escribir alguna materia es poner de ello un principio incontrastable.» El segundo fue sicionio, y escribió Del Peloponeso. El tercero, este de que hemos tratado. El cuarto fue estoico, natural de Seleucia, aunque llamado Babilónico por la cercanía de ambas ciudades. El quinto de Tarso, y escritor de Cuestiones poéticas, con sus soluciones.Atenodoro dice en el libro VIII De los paseos que nuestro filósofo iba siempre muy limpio, a causa de que se ungía.

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Crates

Crates, hijo de Ascondo, tebano, fue igualmente discípulo del Can. Pero Hipoboto dice que no fue discípulo de Diógenes, sino de Brisón Aquivo. Corren de él estos versos jocosos:

Es noble la ciudad Zurrón llamada, fastosa, aunque mugrienta, bella, amena, fecunda, y nada tiene. No entra en ella demente parásito, ni pedicón obscene que de bardajerías se gloríe. Produce, sin embargo, ajos, higos y panes, entre quienes no hay guerras mutuamente, ni se mueven las armas por pedazos de cobre ni por gloria.

También es suyo aquel diario sabido de todos que dice:

Asienta minas diez al cocinero, y al médico una dracma. Pon al adulador cinco talentos, y al consejero humo. Póngasele un talento a la ramera, y un trióbolo al filósofo se ponga.

Llamábanlo abridor de puertas, porque se entraba en todas las casas para dar correcciones. También son suyos estos versos:

Cuanto estudié poseo, y cuanto pude aprender con trabajo y con estudio. La vanidad fastuosa se llevó las demás felicidades.

Y lo que le había producido la Filosofía:

Un quénice me ha dado de altramuces, y de otra cosa alguna no cuidarme.

También corre como suyo lo de:

El hambre,quita el amor, y sino,el tiempo; y si usarlos no puedes,toma el lazo.

Floreció hacia la Olimpíada CXIII. Antístenes dice, en las Sucesiones, que Crates, habiendo visto en una tragedia a Telefo con un esportillo en la mano, y miserable en todo lo demás, se dio a la Filosofía cínica. Así, vendido su patrimonio (pues era hombre de cuenta) y juntados hasta doscientos talentos, los distribuyó entre sus conciudadanos. Filosofó con tanta constancia, que el cómico Filemón hizo memoria de él,diciendo:

En verano llevaba ropa burda, y delgada en invierno, para tomar liciones de templanza.

Diocles dice que Diógenes le persuadió que diese sus posesiones para pasto de ganados, y si tenía dineros los arrojase al mar. Dícese que Alejandro destruyó la casa de Crates, como Filipo la de Hiparquia. Muchas veces apaleaba a sus parientes porque venían a removerlo de su instituto, y perseveraba constante en él. Demetrio de Magnesia dice que depositó su dinero en casa de un banquero, con la condición de que lo diese a sus hijos si eran idiotas, mas en caso de ser filósofos, los distribuyese al pueblo. Eratóstenes refiere que habiéndole nacido un hijo llamado Pasicles, de Hiparquia, de que hablaremos,cuando ya fue crecido, lo llevó a casa de una esclava, y le dijo que éste era el casamiento que su padre le daba. Porque el premio de los adúlteros trágicos son los destierros y muertes; el de los cómicos, el meretricio; y el de la adulación y embriaguez, la demencia.Crates tuvo un hermano llamado Pasicles, que fue discípulo de Euclides, de quien Favorino, en el libro II de su Comentarios, trae una cosa chistosa. Es que como pidiese no sé qué al director del gimnasio, le tocó los muslos; más indignándose éste dijo Pasicles:«¿Qué es esto? ¿No son los muslos tan tuyos como las rodillas?

Decía Crates que es imposible hallar uno que no haya errado,sino qne todos son como la granada, en la cual, andando el tiempo, siempre se pudre uno u otro grano. Habiendo una vez imitado al citarista Nicódromo, recibió un bofetón; mas él se pegó con pez en la frente un rótulo que decía: Nicódromo lo hacía. Perseguía de industria con dicterios a las rameras, ejercitándose con esto a sufrir injurias. A Demetrio Falereo, que le envió pan y vino, le respondió con enfado:¡Ojalá que las fuentes manasen panes! Se sabe que siempre bebió agua. Los jueces de Atenas lo reprendieron porque iba cubierto por una sábana, a los cuales respondió: "También os mostraré yo a Teofrasto cubierto con una sábana." No creyéndolo ellos, los condujo a una tienda de barbero, donde a la sazón se estaba Teofrasto cortando el pelo.

Como lo azotase en Tebas el director del gimnasio (o bien Eutícrates en Corinto) y lo arrastrase de un pie, sin alterarse en nada, repetía:

Por el umbral sagrado, cogido por los pies lo conducía.

Pero Diocles dice que quien lo arrastró fue Menedemo Eretriense; pues siendo éste hermoso, y pareciéndole a Crates que Asclepíades Fiasio se servía de él, tocándole los muslos, le dijo: "Adentro, Asclepíades." Por lo cual indignado Menedemo, lo arrastró por el suelo, y él le dijo el verso referido.

Zenón Citieo dice en sus Críos que cosió una vez al palio una piel de oveja, sin tener cuenta de la fealdad. Era feo de rostro, y cuando se ejercitaba en la palestra se le burlaban; pero él, levantando las manos solía decir: "Confía, Crates, en tus ojos y restante del cuerpo; tú verás presto que estos que se burlan ahora caerán enfermos, te confesarán dichoso y se tratarán a sí mismos de cobardes."

Decía:

"se debe filosofar hasta tanto que los generales de ejército parezcan conductores de asnos. Que los que no tienen otra compañía que la de los aduladores, están tan solos y abandonados como los ternerillos dejados entre los lobos, pues ni aquéllos ni éstos son otra cosa que enemigos".

Sintiéndose ya cercano a la muerte, solía cantarse a sí mismo lo siguiente:

Vas corcovado amigo, bajando a las mansiones infernales, por tu larga vejez doblado y corvo.

Pues por su mucha edad andaba muy inclinado de cuerpo. Como Alejandro le dijese si quería que se reedificase su patria, respondió:

Que él tenía por patria el propio menosprecio y la pobreza, a quienes la fortuna no consume.

Y también:

Que de Diógenes era ciudadano, a quien nunca la envidia lazos puso.

Hace memoria de él también Menandro en sus melos, diciendo:

Pasearás conmigo cubierta con tu palio, cual la mujer de Crates con su perro.

Casó sus hijas con sus discípulos,dándole treinta días para prueba,como él decía.

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Metrocles

Metrocles,discípulo de Crates y hermano de Hiparquia, había antes estudiado con Teofrasto Peripatético, donde estuvo a pique de perder la vida. Fue el caso que, estando un día en la lección, se le escapó una ventosidad involuntariamente. Tanto fue el rubor y pena que de ello le sobrevino, que se cerró en su cuarto con ánimo de dejarse morir de hambre. Sabídolo Crates, entró a él con fin de consolarlo, y habiendo comido antes altramuces, lo procuró persuadir primero con palabras, diciéndole que ningún absurdo había cometido, antes sería cosa monstruosa no despedir los flatos según la naturaleza; y luego, soltando él también su flato, lo curó de obra y lo alentó con razones. Desde entonces fue su discípulo, y salió un célebre filósofo.

Hecatón, en el libro I de sus Crios, afirma que Metrocles quemó todos sus escritos, diciendo:

Imágenes soñadas es todo esto, y puras niñería.

Algunos dicen que lo que quemó fue lo que había apuntado oyendo a Teofrasto, y que dijo:

Ven al punto, Vulcano: Tetis te necesita.

Decía:

"De las cosas, unas se adquieren por dinero, como la casa; otras, con el tiempo y aplicación, como las disciplinas. Que las riquezas son nocivas si de ellas no se hace buen uso."

Murió ya viejo, sofocándose él mismo. Tuvo por discípulos a Teombroto y a Cleómenes. De Teombroto lo fue Demetrio Alejandrino; y de Cleómenes, Timarco Alejandrino y Equecles Efesio, que también oyó a Teombroto. De éste lo fue Menedemo, de quien trataremos más adelante. Fue también célebre entre ellos Menipo Sinopense.

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Hiparquia

También Hiparquia hermana de Metrocles,se dejó llevar por los discursos de Crates: ambos eran naturales de Maronea. Agradábale tanto la vida y conversación de Craes, que ninguna ventaja de sus pretendiente, las riquezas, la nobleza ni la hermosura la pudo apartar de su propósito, pues Crates era todas estas cosas para ella. Aún amenazaba a sus padres que se quitaría la vida si no la casaban con él. Finalmente, como sus padres rogasen a Crates que la removiese de su resolución, hizo éste cuanto pudo, mas nada consiguió. Sacó, por último todos sus muebles a su presencia, y le dijo:

"Mira, éste es el esposo y éstos sus bienes; consulta contigo misma pues no podrás ser mi compañera sin abrazar mi instituto."

Eligiólo ella al punto, y tomando su vestido, andaba con Crates usando públicamente del matrimonio, y concurriendo ambos a las cenas.

Hallóse, pues, en un convite que dio Lisímaco, en que también estaba Teodoro, el apellidado Ateo, al cual propuso el argumento siguiente:

"Lo que pudo hacer Teodoro sin reprensión de injusto, lo puede hacer Hiparquia sin reprensión de injusta; hiriéndose Teodoro a sí mismo no obró injustamente; luego tampoco Hiparquia obra injustamente hiriendo a Teodoro."

A esto nada opuso Teodoro, contentándose con tirarla de la ropa; pero ella no se asustó ni se turbó como mujer,sino que como Teodoro le dijese:

¿Eres la que dejaste la tela y lanzadera?

respondió:

"Yo soy, Teodoro. ¿Te parece por ventura, que he mirado poco por mí en dar a las ciencias el tiempo que había de gastar en la tela?"

Estas y otras muchas cosas se refieren de esta filósofa.

De Crates corre un libro de Cartas, en las cuales filosofa excelentemente, y el estilo se acerca mucho al de Platón. Escribió también Tragedias por un estilo elevadísimo y filosófico; por ejemplo, estos versos:

No es mi patria una torre o una casa; si que todos los pueblos de la tierra me sirve de mansión y de triclinio.

Murió muy viejo y fue entrerrado en Beocia.

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Bión

Bión fue boristenita. Quiénes fuesen sus padres, y por qué causa se dio a la Filosofía, él mismo manifestó a Antígono; pues habiéndole dicho éste:¿Quién eres? ¿De qué gente? ¿Dónde está tu ciudad? ¿Dónde tus padres? y sabiendo que lo habían denigrado, dijo al rey: «Mi padre fue liberto, y se limpiaba con el Codo (esto significaba que había sido especiero).Era boristenita, y no tenía rostro, sino en él un letrero esculpido, marca de su asperísimo dueño. Mi madre era una del lupanar, como correspondía a tal hombre. Habiendo después mi padre cometido no sé qué cosa contra los banqueros, fue vendida su casa con todos nosotros. Como yo era joven y bastante gracioso, me compró un orador, el cual cuando murió me dejó cuanto tenía; y yo quemando todos sus escritos, y recogiendo los demás, me fui a Atenas y me dediqué a la Filosofía.

De esta gente me precio, y de esta sangre.

Esto es lo que hay acerca de mí; por tanto, pueden ya dejarse de fraguar mi historia Perseo y Filomides; mírame descrito por mí mismo.

Era Bión en ocasiones ciertamente versátil y astuto sofista, y daba motivo de hablar contra la Filosofía a los que querían ejecutarlo; pero en otras era apacible, y aun capaz de disfrutar el lujo. Dejó muchos comentarios y apotegmas útiles en los negocios humanos, verbigracia, como lo motejasen de que no había podido coger para sí a cierto joven, respondió: «No se puede atraer con anzuelo al queso blando. Preguntado una vez quién era el de menos sosiego, respondió: «El que más lo desea. También se le atribuye el que habiendo sido preguntado si conviene casarse, respondió: «Si casas con fea, tendrás un tormento; si con hermosa, será común a todos. Llamaba a la senectud puerto de todos los males, porque a ella caminan todas las cosas. Decía que «la gloria es madre de los años; la hermosura, un bien ajeno; las riquezas, los nervios de las cosas· A uno que había vendido y comido sus posesiones, le dijo: La tierra se tragó a Amfiarao; tú a la tierra.» Llamaba «gran mal al no poder sufrir ningún mal. Reprendía a los que quemaban los muertos como a insensibles, y los lloraban como sensibles.

3.Decía a menudo, que «vale más hacer gracia a otro de la flor de la belleza propia, que no coger por fuerza a la ajena; pues así se perjudicaba al cuerpo y al alma. Culpaba también a Sócrates, diciendo que «si tenía necesidad de Alcibíades, y se abstuvo de su favor, fue un necio; si no la tenía, nada hizo de extraño. Llamaba «llano al camino del infierno, pues se hace a ojos cerrados». Acusaba a Alcibíades, diciendo que «siendo jovencito quitaba los hombres a sus mujeres y siendo mancebo quitaba las mujeres a sus maridos».

4.Enseñaba la Filosofía en Rodas a los atenienses que estudiaban allí Retórica, y a uno que le notaba esto, le dijo: "¿Traje trigo, y venderé cebada?» Decía que «en el invierno son más castigados los que llevan agua con vasos enteros, que los que la llevan con vases agujereados». A un grande hablador que le pedía auxilio, le dijo: «Te daré lo que baste, con tal que envíes procuradores y tú no vengas.» Navegando una vez con gente mala, cayó en manos de piratas; y como los primeros dijesen: perdidos somos si nos conocen», añadió Bión: Y yo también si no nos conocen. Llamaba a la soberbia «embarazo del adelantamiento». De un rico miserable, dijo: «Éste no posee la riqueza, sino la riqueza lo posee a él.» Decía que los miserables cuidan de sus haberes; pero de ellos ningún útil sacan, como si fueran ajenos. Que cuando somos jóvenes hacemos uso del valor corporal, pero cuando envejecemos tenemos el valor en la prudencia. Que tanto se aventaja la prudencia a las demás virtudes, cuanto la vista a los demás sentidos. Que no conviene ultrajar a la vejez, a la cual todos deseamos llegar». A un envidioso que estaba melancólico, le dijo: «No sé si te habrá venido a ti algún mal, o a otro algún bien. Decía que «la impiedad es muy mal cohabitante de la confianza»; pues doma al varón por más audaz que sea. Que se deben conservar los amigos, de cualquiera condición que sean, a fin de que no parezca los habemos tenido malos o no los elegimos buenos.»

5.Bión despreciaba al principio los dogmas de los académicos en tiempo que era discípulo de Crates; después abrazó el instituto cínico, tomando el palio viejo y el zurrón. ¿Y qué otra cosa lo condujo a aquella ecuanimidad? Después pasó a oír a Teodoro el Ateo que sofisteaba con toda suerte de argumentos; y después que éste oyó a Teofrasto Peripatético. Era aficionado al teatro, y muy difuso en la risa,usando en las cosas de palabras pesadas. Por haber entretejido su estilo con variedad, refieren que dijo de él Eratóstenes que había sido el primero en vestir de flores la Filosofía. Era muy diestro en las trovas; y son suyas éstas:

Oh delicado Arquitas feliz en las delicias y en el fasto, disputador eterno entre los hombres.

Tenía absolutamente por juego a la Música y Geometría. Era magnífico y ostentoso; y aun por esto iba transmigrando de unas a otras ciudades, hasta ostentar apariencia artificiosamente; pues en Rodas indujo a los marineros a que se vistiesen hábitos de escuela y lo siguiesen; y entrando con ellos en el Gimnasio, fue admirado por todos.

6.Solía adoptar por hijos algunos jóvenes para abusar de ellos en sus deleites, y para protegerse con su favor y benevolencia. También era tenazmente amante de si mismo; y decía que entre los amigos todas las cosas deben ser comunes. Por lo cual ninguno se intitula discípulo suyo, sin embargo, que tuvo tantos en su escuela. Hizo imprudentes a muchos; y así se refiere que Beción, uno de sus familiares, dijo una vez a Menedemo: Yo, Menedemo, duermo las noches con Bión, y no creo cometer en ello algún absurdo. Trataba muchas cosas impiísimas con los que estaban consigo, tomadas de la doctrina teodórica. Finalmente, habiendo caído enfermo (como dijeron los que estaban en Cálcide, pues allí murió)quiso recibir amuletos que lo atormentasen, y arrepentirse de las ofensas hechas a Dios.

7.La pobreza de los que le asistían en su enfermedad le fue muy dañosa, hasta que Antígono le envió dos criados; y se lo llevaron en litera, como refiere Favorino en su Historia varia. Murió allí mismo;y mis versos a él son éstos:


        Oímos que Bión boristenita
        afirmó que no existe dios alguno.
        Si hubiera persistido en este dogma,
        podríamos decir que sintió de ello
        como había creído erradamente;
        pero habiendo caído
        en larga enfermedad, morir temiendo,
        el que había negado hubiese dioses,
        el que nunca sus templos visto había,
        y el que de los mortales se burlaba
        que a los dioses ofrecen sacrificios,
        no ya sólo con piras, aras, mesas,
        olor, gordura, incienso
        de los dioses saciaba las narices,
        ni sólo "pequé" dijo,
        y perdonadme mis pasadas culpas»;
        si que aun a la vieja emsalmadora
        prestó fácil el cuello, y con correas
        se dejó atar los brazos.
        Sobre su puerta puso
        el ramo de laurel y espina blanca;
        para todas las cosas prevenido,
        sino para la muerte.
        ¡Oh necio, que quisiste que los dioses
        por merced existieran;
        como si existir ellos consistiese
        en que Bión quisiera así decirlo!
        Luego en vano eres sabio porque siendo
        todo carbón tu mísera barquilla,
        levantando las manes,
        "salve, Plutón", decías, "salve, salve".   

8.Hubo diez Biones: el primero fue proconnés y contemporáneo de Ferecides Siro, de quien corren dos libros. El segundo, siracusano,escritor de preceptos oratorios. El tercero es el presente. El cuarto fue de la escuela de Demócrito, y matemático abdenta, que escribió en dialecto ático y jónico. Éste fue el primero que dijo que hay parajes en que la noche dura seis meses y seis el día. El quinto fue solense, y escribió las cosas de Etiopía. El sexto fue retórico, del cual andan nueve libros con epígrafes de las musas. El séptimo, poeta lírico. El octavo, escultor, milesio, de quien Polemón hace memoria. El noveno, poeta trágico de los llamados társicos. Y el décimo, estatuario de Clazomene, o de Quío, de quien hace mención Hiponacte. Volver a Teorías Éticas






































Mónimo

Mónimo Siracusano, discípulo de Diógenes, fue doméstico de un banquero corintio, como dice Sosícrates. Jeníades, que fue quien compró a Diógenes, iba muchas veces a su casa; y como refiriese allí las virtudes de aquél, su porte y su admimble elocuencia, indujo a Mónimo a su amor. Al punto, pues, aparentando demencia comenzó a derramar la moneda y dinero del Banco, hasta que, desposeído por su amo, se fue a Diógenes. También siguió mucho a Crates Cínico y demás de esta secta, de lo cual tomó motivo su amo de tener por cierta su locura. Salió varón sabio; tanto, que aun Meandro el Cómico hizo memoria de él. Así habla en uno de sus dramas intitulado Hipocomo:

-Fue Mónimo o Filón un varón sabio, despreciado de todos con su zurrón pendiente. -He aquí ya tres zurrones. -Pero hablaba símiles elocuentes; y es seguro, por Dios, que no hallo dicho comparable al Conócete a ti mismo, y a éste semejantes. Fue sórdido y mendigo además de esto, y a todo lo demás tuvo por fasto.

Fue tan constante que, despreciando la gloria mundana, anhelaba sólo la verdad. Escribió algunas cosas jocosas que encerraban sentido serio. Dos libros De los apetitos o pasiones, y otro De exhortaciones.

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Onesicrito

Onesicrito, en sentir de algunos, fue egineta; pero Demetrio de Magnesia lo hace de Astipalea. Fue también uno de los más hábiles discípulos de Diógenes. Parece hubo entre él y Jenofonte alguna semejanza, pues militó con Ciro; y Onesicrito con Alejandro. Aquél escribió la Ciropedia; éste, el modo con que fue nutrido Alejandro. Aquél hace el encomio de Ciro, y éste el de Alejandro. Aun en la locución se acerca mucho a Jenofonte, y sólo se estima menos que éste al modo que una copia se estima menos que un autógrafo. También fueron discípulos de Diógenes: Menandro el cognominado Drimo, admirador de Homero; Hegesias Sinopense, por sobrenombre Cloyo, y Filisco Egineta, ya mencionado.

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Los Cínicos

La llamada escuela cínica recibe, según algunos autores, su nombre del vocablo "perro" (xuwv), entendiéndose que los cínicos consideraban este calificativo como un honor. Según Diógenes Laercio, precede del hecho de que Antístenes -usualmente estimado como el «fundador» de la «escuela»- daba sus enseñanzas en el Cinosargo, un gimnasio situado en las proximidades de Atenas. El sentido peyorativo que adquirió la palabra muy posteriormente se debe, en gran parte, al desprecio en que tenían los cínicos las convenciones sociales, y en parte a los adversarios de la escuela, sobre todo desde que algunos de sus «miembros» abandonaron el rasgo ascético y se inclinaron al hedonismo. Pero, en general, el cínico era estimado como el hombre a quien las cosas del mundo eran indiferentes. Epicteto llega a decir que es difícil ser un cínico. Y Juliano el Apóstata establecía una distinción entre los verdaderos cínicos, a quienes hay que imitar, y los falsos cínicos, aquienes hay que combatir. Más que una filosofía, el cinismo es, por supuesto, una forma de vida -Evtasis Biou,-la llamó ya Diógenes Laercio- forma «esforzada» surgida en un momento de crisis y que, como luego veremos, transforma la corrección en desgarramiento y aun, en casos extremos, en «relajación».

Se ha discutido mucho quiénes fueron los fundadores del cinismo. La opinión tradicional -mantenida todavía por E. Zeller- es que hay una línea continua de transmisión del pensamiento cínico que va de Antístenes a Diógenes y de éste a sus discípulos, tanto directos ( Crates de Tebas, Onesicrito ) como indirectos ( Mónino de Siracusa ). Esta línea fue proseguida, de acuerdo con la mencionada opinión tradicional, por los cínicos de los siglos III y II antes de J. C. ( Bión de Borístenes, Menipo de Gadara y otros). Tras una cierta interrupción, el cinismo (siempre considerado como la «escuela cínica») resurgió a fines del siglo I y durante el siglo II después de J.C., cuando florecieron Dion Crisóstomo, Oinomao, Demonax, Peregrino Proteo, y se extendió con mayores o menores vicisitudes hasta el propio final del mundo antiguo, cuando influyó sobre algunos autores cristianos (cuando menos desde el punto de vista del uso metódico de la «diatriba») o hasta fue adoptado por autores cristianos, como sucedió con Salustio el filósofo y Máximo de Alejandría. Esta opinión tradicional, que hace del cinismo casi exclusivamente una escuela filosófica, está basada, desde luego, en testimonios antiguos. La relación entre Antístenes y Diógenes sobre todo tiene su fundamento en escritores de la Antigüedad, especialmente en Diógenes Laercio, del cual parece resultar que Antístenes fue el fundador de la escuela y Diógenes de Sínope, su más popular seguidor y propagador. Ahora bien, todas estas opiniones han sido puestas en duda por recientes investigaciones.

Ya antes de discutirse el papel desempeñado por Antístenes en la formación de la escuela cínica hubo una serie de trabajos en favor del reconocimiento de la importancia de dicho pensador como antiplatónico y como fundador de una rama particular y original de socratismo (F. Dümmler, K. JoëI, H. Kesters). A estos trabajos siguieron otros en los cuales se pretendía reducir la importancia de Antístenes y acentuar la de Diógenes (E. Schwartz, U. von Wilamowitz-Moelendorff). Como consecuencia de ello se fue abriendo paso la opinión de que la relación estrecha entre Antístenes y Diógenes mantenida por los escrítores antiguos y sostenida por algunos modernos no correspondía la realidad histórica. D. R. Dudley y F.Sayre llevaron tal opinión hasta sus últimas consecuencias. Resultado de su investigación es que Antístenes no tuvo ninguna conexión con los cínicos y, por consiguiente, que no puede decirse que los cínicos sean ascendientes de los socráticos. La relación Antístenes-Diógenes fue, según ello, inventada por cínicos posteriores que tenían interés en mostrar que su actitud era una secuela del socratismo. Así, pues, Diógenes es el verdadero fundador de la escuela y de él dependieron en mayor o menor medida, todos los que posteriormente han sido calificados de cínicos, cualesquiera que hayan sido sus propósitos: favorecer la «educación» y servir de modelos, predicar la igualdad social o el retorno a la Naturaleza, destacar la autarquía y la filantropía, desarrollar la forma literaria de la díatriba o la vida mendicante. Y - sobre todo -lo que era común a todos los cínicos-, despreciar las convenciones.

Las mencionadas opiniones últimas respecto a los orígenes del cinismo no han sido, sin embargo, aceptadas por todos los autores. Así, Hoistäd ha manifestado que la imagen de la sucesión tradicional Sócrates -Antístenes-Diógenes es todavía la más adecuada. Las tesis de Dudley y Sayre se deben a haber prestado excesiva atención al caracter anecdótico y legendario de Diógenes con detrimento de su carácter histórico y su valor intelectual. Esto obligó a Sayre --indica Hoistäd- no solamente a revisar la conexión de Diógenes con Antístenes, sino a negar al primero toda posibilidad de fundar la escuela cínica. En efecto; acentuar demasiado lo anecdótico de Diógenes equivale a dudar que sea un verdadero filósofo y a negar lo que se había justamente pretendido demostrar: que Diógenes y no Antístenes fue el fundador del cinismo. En vista de esta dificultad, Sayre se vio obligado a atribuir la fundación de la escuela cínica a Crates, quien habría tomado a Diógenes como modelo, pero no como maestro.

Nos hemos extendido sobre la cuestión de los orígenes del cinismo por dos motivos: primero, para mostrar que se trata de un movimiento que solamente hasta cierto punto puede ser llamado una Escuela; segundo, para poner de relieve que las sucesiones de los filósofos todavía tradicionales en las historias de la filosofía ofrecen considerables dificultades cuando son sometidas a crítica. Ahora bien, el hecho de que el cinismo no hubiera partido históricamente de Sócrates no permite concluir que hubiese sido posible sin Sócrates. Por este motivo, nos atenemos a la tesis expresada en otro lugar ( El hombre en la encrucijada, 1952, pág. 31) según la cual «la serie Sócrates-Antístenes-Diógenes, que algunos historiadores consideran históricamente inadmisible, resulta psicológicamente verdadera». En todo caso, es muy difícil escribir una verdadera historia del cinismo, sobre todo cuando lo consideramos como una actitud vital última y lo examinamos como es plausible hacerlo en el cinismo antiguo, como una reacción ante una situación histórica de acentuación de crisis (VÉASE). El aspecto más destacado y antes ya apuntado, de los cínicos, el anticonvencionalismo, puede entenderse desde este ángulo. Pero como la oposición a las convenciones se matiza de acuerdo con las convenciones de que se trate, una historia del cinismo está probablemente más entretejida con la historia general que la de cualquiera de las otras escuelas filosóficas antiguas.

Véase: Jacob Bernays, Lucian und die Kyniker, 1879. - J. Geffcken, Kynika und Verwandres, 1909. -0. Ewald, «Zur Psychologie des Cynikers», Logos 5 (1915). -Donald R. Dudley, A History of Cynicisn from Diogenes to the 6fh Century, 1937. -Farrnd Sayre, Diogenes of Sinope: A Sludy of Greek Cynicism, 1938. Edición revisada aumentada con el título: The Greek Cynics, 1948. - R. Hoistäd, Cynic Hero and Cinic King. Studies in rhe Cynic Conception of Man, 1948. -Paquet, Les cyniques grecs. Fragments et témoignages, 1975. Influencia de los cínicos sobre primitivos autores cristianos: A.J. Visser, Cynische filosofie en Christendam, 1956 (lecc.inaugural en la Univ. de Groninga). Veánse tambien las bibliografías de los artículos Diógenes de Sínope,Sexto El Empírico, y el artículo de Helm (Kyniken) en Pauly-Wissowa (XII-I).

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Diógenes Laercio

En varios artículos (por ejemplo, véase FILOSOFíA [HISTORIA DE LA], FILOSOFfA GRIEGA) nos hemos referido a este autor, a quienes algunos -Sopater, Suidas, W. Crönert- Llaman Lêercio Diógenes, otros -Esteban de Bizancio- Diógenes, otros -Hicks-, Laercio, otros -Estacio- Laertes, etc. La oscuridad en que va envuelto el nombre afecta también a su vida y a las fechas de nacimiento y muerte. Lo único sobre lo cual los historiadores y los filósofos parecen haber llegado a un acuerdo es la fecha de composición de su única obra conocida, fecha que se fija entre 225 y 250 después de J. C. La obra en cuestión, por la cual Diógenes Laercio se ha hecho famoso,son las llamadas Vidas y opiniones de los Filósofos.Como hemos indicado en los artículos antes referidos, las Vidas de Diógenes Laercio, aunque contienen mucho material poco fidedigno, constituyen una de las más importantes fuentes para el conocimiento de la filosofía antigua a causa de haberse perdido los otros posiblemente numerosos repertorios de análogo contenido biográfico y doxográfico. La obra de Diógenes Laercio debe mucho en su organización a Soción (véase DIÁDOCOS, SECTA) pero entre sus fuentes se cuentan asimismo Hermipo, Apolodoro de Atenas, Demetrio y Favorino. En las presentaciones biográficas y doctrinales se pueden descubrir bastantes elementos estoicos y epicúreos.Se ha presumido que las opiniones de Diógenes Laercio tienden al escepticismo o que, por lo menos, simpatizaba con algunos escépticos.

Las Vidas se componen de diez libros.La organización general,si se tiene en cuenta la «sucesión» de los libros, es en cuatro «partes»: la filosofía de los «bárbaros» (cfr.infra); la «serie Jónica» (véase JÓNICOS); la «serie itálica» (véase ITALICOS), y una serie de filósofos «esporádicos», esto es, sin «sucesión», o «escuela». Cada uno de los diez libros está dividido en capítulos sobre diversos filósofos. Indicamos a continuación algunos de los autores de que trata cada libro: I(Tales, Solón, Ferécides); II(Anaximandro, Anaxímenes, Anaxágoras, Sócrates, Jenofonte, Arístipo); III (Platón); IV (Espeusipo, Jenócrates, Polemón, Crates, Arcesilao, Carnéades, Clitómaco); V (Aristóteles, Teofrasto, Estratón); VI (Antístenes,Diógenes, Menipo); VII (Zenón de Citio,Cleantes, Crisipo);VIII (Pitágoras, Empédocles, Arquitas, Alcmeón, Filolao); IX (Heráclito, Jenófanes, Parménides, Meliso, Zenón de Elea, Leucipo, Demócrito, Protágoras, Diógenes de Apolonia, Pirrón); X (Epicuro). En el Prólogo (Libro I), Diógenes Laercio se refiere a las opiniones según las cuales el estudio de la filosofía tiene su origen en los «bárbaros» (magos de Persia,gimnosofistas de India, etc.) y las rechaza en favor del origen griego,pues con los griegos«no sólo empezó la filosofía, sino también la raza humana».

Las Vidas fueron traducidas al latín (con supresiones) por el monje Ambrosius Traversarius Camalduensis. Parece que la traducción estuvo lista en 1431 y se publicó en Roma (probablemente, 1432), dedicada a Cosme de Médicis. Parte del texto griego fue impreso por vez primera por Aldus Manucius Romanus (Venetiis, 1497). Primera edición completa del griego en 1533, en Basilea, por el impresor Frobenius. Hubo bastantes ediciones en los siglos XVI y XVII. Sólo desde el XIX se cuenta con ediciones críticas suficientemente fidedignas. Mencionamos: Hübner, 2 vols., Lipsiae, 1828-31 (con Comentarios, I, 1830; II, 1833); G. Cobet, Parisiis, 1850; Bywater, Oxonii, 1879; O. Apelt, 2 vols., Lipsiae, 1921; R. D. Hicks, London y Cambridge (Mass.), 2 vols., 1925; Herbert S. Long, Oxonii, 2 vols., 1964. Ediciones críticas parciales: C. Wachsmuth,Lipsiae, 1885; Usener (véase EPICÚREOS); H. Diels, 1901; H. Mutschmann, Lipsiae,1906; H. Breitenbach, Basel, 1907; A. Kochalsky, 1914.

Véase: M. Trevissoi, Diogene Laerzio:Saggio biografico, 1909. - Id., íd., Bibliografia laerziana, 1909. R. Hope, The Book of Diogenes Laertius: Its Spirit and Its Methods, 1930. - Mario Untersteiner,Posidonio nei placita di Plafone secondo Diogene Laerzio 111, 1970.

(Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. Alianza Diccionarios,1979.)

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Luciano de Crescenzo

Luciano De Crescenzo nació en Nápoles en la primera mitad de nuestro siglo (en lo que respecta al año de nacimiento, nos está vedado dar más precisiones). Suele definirse como «ex ingeniero» y sostiene que practicó dicha profesión en la IBM de Italia hasta llegar a un puesto directivo. Subsisten muchas dudas sobre la posibilidad de que haya llegado a obtener el título de ingeniero, no tanto por su capacidad intelectual, que podríamos incluso calificar de normal, cuanto por su carácter alegre y su absoluta impuntualidad. En 1977, contra la opinión unánime de todos sus familiares y amigos, dejó voluntariamente el «trabajo seguro» y se sumergió en el corrupto mundo de la literatura y del espectáculo. En pocos años se convirtió en escritor de élite,guionista,actor y realizador cinematográfico, colaborador periodístico y presentador televisivo.Sus enemigos lo llaman «humorista».

Sus dos volúmenes sobre la Historia de la filosofía griega (Seix Barral, 1986) han sido un destacado éxito editorial internacional.

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Ética Cirenaica. Volver a Teorías Éticas






































Ética Estoica. Volver a Teorías Éticas






































Ética de Epicuro

Características del pensamiento de Epicuro

La filosofía es una ciencia extraña, difícil, si no imposible de definir.En un principio se ocupaba de todo: física, astronomía, cosmología, ética, poética, política, lógica, matemáticas, epistemología, ontología, etcétera; luego, con el paso del tiempo, empezó a perder algunas ramas, y hoy día se ha reducido, tal vez, a la sola ontología, es decir a la ciencia del ser. Si de verdad quisiéramos darle una definición, podríamos decir que se ocupa de la investigación del significado de la existencia.

Un modo complementario para comprender el pensamiento de los filósofos antiguos es el de establecer cuál, de los muchos sectores de la filosofía, ha despertado en mayor medida su interés. Los presocráticos dieron la preferencia a la cosmología y a la física, con excepción de los eléatas que se dedicaron a la ontología. Sócrates fue el inventor de la ética, y Platón y Aristóteles, aunque interesándose por todo, centraron su pensamiento, una vez más, en la ontología.

Con Epicuro, en cambio, tenemos un predominio de la ética sobre la física, pero, a diferencia de Sócrates y de Platón, para quienes el hombre es esencialmente un ciudadano y el ethos un conjunto de deberes,el hombre epicúreo es sólo un individuo en busca de felicidad: ya no, pues, «una unidad política» que insertar en una comunidad, sino un particular cuya primera regla es «vive escondido» (láthe biósas). Volver a Teorías Éticas






































Carta a Meneceo

Que ninguno por ser joven vacile en filosofar, ni por llegar a la vejez se canse de filosofar. Pues no hay nadie demasiado prematuro ni demasiado retrasado en lo que concierne a la salud de su alma. El que dice que el tiempo de filosofar no le ha llegado o le ha pasado ya,es semejante al que dice que todavía no ha llegado o que ya ha pasado el tiempo para la felicidad. Así que deben filosofar tanto el joven como el viejo; éste para que, en su vejez, rejuvenezca en los bienes por la alegría de lo vivido; aquél para que sea joven y viejo al mismo tiempo por su intrepidez frente al futuro. Es, pues, preciso que nos ejercitemos en aquello que produce la felicidad, si es cierto que, cuando la poseemos, lo tenemos todo y, cuando nos falta, lo hacemos todo por tenerla.

Practica y ejercita todos los principios que continuamente te he recomendado, teniendo en cuenta que son los elementos de la vida feliz. Antes de nada, considera a la divinidad como un ser incorruptible y dichoso - tal como lo suscribe la noción común de la divinidad - y no le atribuyas nada ajeno a la incorruptibilidad ni impropio de la dicha. Piensa de ella aquello que pueda mantener la dicha con la incorruptibilidad. Porque los dioses, desde luego, existen: el conocimiento que tenemos de ellos es, en efecto, evidente. Pero no son como los considera la gente, pues ésta no los mantiene conforme a la noción que tienen de ellos. No es impío el que desecha los dioses de la gente, sino quien atribuye a los dioses las opiniones de la gente.

Pues no son prenociones, sino vanas presunciones los juicios de la gente sobre los dioses, de donde hacen derivar de los dioses los mayores daños y beneficios.En efecto,familiarizados continuamente con sus propias virtudes, acogen a sus iguales, considerando extraño todo aquello que no les sea semejante.

Acostúmbrate a considerar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que todo bien y todo mal están en la sensación, y la muerte es pérdida de la sensación. Por ello, el recto conocimiento de que la muerte no es nada para nosotros hace amable la mortalidad de la vida, no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque suprime el anhelo de inmortalidad.

Nada hay terrible en la vida para quien está realmente persuadido de que tampoco se encuentra nada terrible en el no vivir. De manera que es un necio el que dice que teme la muerte, no porque haga sufrir al presentarse, sino porque hace sufrir en su espera: en efecto, lo que no inquieta cuando se presenta es absurdo que nos haga sufrir en su espera. Así pues, el más estremecedor de los males, la muerte, no es nada para nosotros, ya que mientras nosotros somos, la muerte no está presente y cuando la muerte está presente, entonces nosotros no somos. No existe, pues, ni para los vivos ni para los muertos, pues para aquéllos todavía no es, y éstos ya no son. Pero la gente huye unas veces de la muerte como del mayor de los males, y la reclama otras veces como descanso de los males de su vida.

El sabio, en cambio, ni rechaza el vivir ni teme el no vivir; pues ni el vivir le parece un mal ni cree un mal el no vivir. Y así como de ninguna manera elige el alimento más abundante, sino el más agradable, así también goza del tiempo más agradable y no del más duradero. El que exhorta al joven a vivir bien y al viejo a morir bien, es un necio, no sólo por lo grato de la vida, sino porque el arte de vivir bien y el de morir bien es el mismo.Y mucho peor el que dice que es mejor no haber nacido, pero una vez nacido, atravesar cuanto antes las puertas del Hades. Pues si lo dice convencido, ¿por qué no abandona la vida? A su alcance está el hacerlo, si es que lo ha meditado con firmeza. Y si bromea, es un necio en asuntos que no lo admiten.

Hemos de recordar que el futuro no es nuestro pero tampoco es enteramente no nuestro, para que no esperemos absolutamente que sea, ni desesperemos absolutamente de que sea.

Y hay que calcular que, de los deseos, unos son naturales y otros vanos. Y de los naturales, unos necesarios, otros sólo naturales. Y de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.

Una recta visión de estos deseos sabe, pues, referir a la salud del cuerpo y a la imperturbabilidad del alma toda elección o rechazo, pues ésta es la consumación de la vida feliz. En orden a esto lo hacemos todo:para no sufrir ni sentir temor. Apenas lo hemos conseguido, toda tempestad del alma amaina, no teniendo el ser vivo que encaminarse a nada como a algo que le falte, ni a buscar ninguna otra cosa con la que completar el bien del alma y del cuerpo. Porque del placer tenemos necesidad cuando sufrimos por su ausencia, pero cuando no sufrimos ya no tenemos necesidad del placer y por esto decimos que el placer es principio y consumación de la vida feliz, porque lo hemos reconocido como bien primero y con génito,a partir del cual comenzamos toda elección o rechazo y hacia el que llegamos juzgando todo bien con el sentimiento como regla. Y ya que éste es el bien primero e innato, por eso mismo no escogemos todos los placeres, sino que hay veces en que renunciamos a muchos placeres, cuando de ellos se sigue para nosotros una incomodidad mayor. Y a muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si, por soportar tales dolores durante mucho tiempo, nos sobreviene un placer mayor. En efecto, todo placer, por tener naturaleza innata, es bueno, pero, sin duda, no todos son dignos de ser escogidos. De la misma forma, todo dolor es un mal, pero no todos deben evitarse siempre.

Conviene juzgar todas estas cosas con una justa medida a la vista de lo útil y lo inútil. Pues usamos algunas veces del bien como de un mal, y, al revés, del mal como de un bien.

También consideramos un gran bien a la autosuficiencia, no para que en toda ocasión usemos de pocas cosas, sino a fin de que, si no tenemos mucho, nos contentemos con poco, sinceramente convencidos de que disfrutan más agradablemente de la abundancia, quienes menos necesidad tienen de ella, y de que todo lo natural es muy fácil de conseguir, y lo vano muy difícil de alcanzar. Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que una comida abundante, cuando alejan todo el dolor de la indigencia.

Pan y agua proporcionan el más elevado placer, cuando los lleva a la boca quien tiene necesidad. El acostumbrarse a las comidas sencillas y frugales es saludable,hace al hombre resuelto en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone mejor cuando ocasionalmente acudimos a una comida lujosa y nos hace intrépidos ante el azar.

Así, cuando decimos que el placer es fin, no hablamos de los placeres de los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan algunos que no nos conocen y no piensan igual, o nos interpretan mal, sino de no sufrir en el cuerpo ni ser perturbados en el alma. Pues ni fiestas y banquetes continuos, ni el goce de muchachos y doncellas, ni de pescados y cuanto comporta una mesa lujosa engendran una vida placentera, sino un cálculo sobrio que averigüe las causas de toda elección y rechazo y que destierre las falsas creencias a partir de las cuales se apodera de las almas la mayor confusión. De todo esto, el principio y el mayor bien es la prudencia. Por ello, más preciosa incluso que la filosofia es la prudencia, de la que nacen todas las demás virtudes,enseñándonos que no es posible vivir placenteramente sin vivir prudente,honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente, sin vivir placenteramente.

Pues las virtudes son connaturales al vivir feliz, y el vivir feliz es inseparable de éstas.

Porque, ¿a quién consideras mejor que a aquél que tiene sobre los dioses creencias piadosas y en relación a la muerte carece por completo de temor, que tiene presente el fin propio de la naturalza, que distingue que el limite de los bienes es fácil de alcanzar y que el de los males tiene o poca duración o pocas penas, que se ríe del destino tomado por algunos como señor de todas las cosas, afirmando que unas cosas suceden por necesidad, otras por azar y otras por obra nuestra, porque ve que la necesidad es irresponsable, el azar inestable y lo que está en nuestras manos carece de dueño, y a quien, por tanto, corresponden naturalmente la censura y la alabanza?

Porque era mejor adherirse a los mitos sobre los dioses que ser esclavos del destino de los fisicos. Aquéllos esbozan una esperanza de intercesión por medio del culto de los dioses, éste presenta una necesidad inexorable. Entendiendo el azar no como un dios, como lo considera la gente -porque nada carente de orden obra la divinidad-, ni como una causa insegura -pues no cree que a partir del azar les sean dados a los hombres el bien y el mal en orden a la vida feliz, pero sí que de él se procuran los principios de los grandes bienes y males-, considerando que es mejor ser desdichado con sensatez que afortunado con insensatez; es, por otra parte, mejor que en nuestras acciones el buen juicio sea coronado por la fortuna.

En estos pensamientos y los análogos a éstos ejercítate, pues, día y noche, sea para ti mismo, sea con alguno semejante a ti, y nunca -despierto ni dormido- serás turbado; vivirás como un dios entre los hombres. Pues en nada se parece a un ser mortal el hombre que vive entre bienes inmortales.

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Máximas Capitales

1. El ser dichoso e incorruptible ni tiene él preocupaciones ni se las proporciona a otro, de suerte que no se ocupa de enojos ni agradecimientos. Pues todo ello se da en el débil.

ESCOLIO: En otros escritos dice que los dioses son visibles a la razón, apareciendo unos según su número, y otros en figura humana, por semejanza a partir del continuo flujo de imágenes semejantes convertidas en la misma.

2. La muerte no es nada para nosotros. Porque lo aniquilado es insensible y lo insensible no es nada para nosotros.

3. El límite de la grandeza de los placeres es la eliminación de todo sufrimiento. Donde haya placer, durante el tiempo que sea, no hay pesar ni sufrimiento ni la mezcla de ambos.

4. No se detiene el sufrimiento ininterrumpidamente en la carne, sino que el más agudo permanece el más breve tiempo, y el que sólo aleja el placer de la carne no perdura muchos días. Las enfermedades muy prolongadas ofrecen en la carne aún más placer que dolor.

5. No es posible vivir placenteramente sin vivir prudente, honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente sin vivir placenteramente. A quien no alcanza esto,no le es posible vivir placenteramente

6. A fin de tener seguridad en relación a los hombres,sería un bien según naturaleza la existencia del poder y la realeza, a partir de los cuales sería tal vez posible obtenerla.

7. Algunos quisieron llegar a ser famosos y admirados, considerando que así conseguirían la seguridad en relación a los hombres. De suerte que, si la vida de aquéllos es segura, han conseguido el bien de la naturaleza.Pero si no es segura, no tienen aquello por lo que se esforzaron desde el principio según lo propio de la naturaleza.

8. Ningún placer es por sí mismo malo. Pero lo producido por ciertos placeres comporta muchas más perturbaciones que placeres.

9. Si se condensase cada placer y lo hiciera tanto en el tiempo como en relación a la totalidad o a las partes más importantes de nuestra naturaleza, entonces los placeres no diferirían unos de otros.

10. Si aquello que produce los placeres de los corruptos les desligara de los miedos de su pensamiento respecto a los fenómenos celestes, la muerte y el dolor, e incluso les ensenara el límite de los deseos, nada tendríamos entonces que censurar a aquéllos, colmados por todas partes de placeres y carentes absolutamente de sufrimiento y pesar, aquello que es precisamente el mal.

11. Si nada nos inquietaran las aprensiones ante los fenómenos celestes y ante la muerte -no fuera ella acaso algo para nosotros-, y también el no conocer los límites de los dolores y los deseos, no necesitaríamos de la investigación de la naturaleza.

12. No era posible disipar el temor acerca de las cosas supremas sin examinar cuál es la naturaleza del universo y sin abrigar alguna sospecha de las creencias sobre los mitos. De manera que sin la investigación de la naturaleza no era posible conseguir placeres puros.

13. Ninguno sería el provecho de procurarse la seguridad entre los hombres, permaneciendo los recelos por las cosas de arriba, por las de debajo de la tierra y, en una palabra, por las del infinito.

14. Obtenida hasta cierto punto la seguridad frente a los hombres por un poder fuerte y una buena posición, surge la seguridad más radiante, derivada de la tranquilidad y del abandono de la multitud.

15. La riqueza conforme a la naturaleza está limitada y es muy fácil de conseguir. Lo que es conforme a las vanas opiniones cae al infinito.

16. Breves ataques lanza contra el sabio la fortuna, pues los mayores y más importantes bienes se los ha suministrado su razón y durante todo el tiempo de su vida se los suministra y se los suministrará.

17. El justo es totalmente imperturbable; el injusto está lleno de la mayor perturbación.

18. No crece en la carne el placer una vez alejado el dolor causado por la necesidad, sino que sólo se colorea. El límite del placer dispuesto por la mente lo engendra la investigación sobre estas mismas cosas y sus afines, que han causado al pensamiento los mayores temores.

19. El tiempo infinito y el limitado dan lugar a un placer igual, si uno mide los límites de éste con la razón.

20. La carne tiene los límites del placer por infinitos y un tiempo infinito lo proporciona. Pero la mente, que ha efectuado el cálculo de la finalidad y el límite de la carne y que ha disipado los temores acerca de la eternidad, proporciona la vida perfecta y no tenemos ya ninguna necesidad del tiempo infinito. Y no rechaza el placer ni, cuando las circunstancias disponen nuestra salida de la vida, acaba como si pasara por alto algo de la vida mejor.

21. Quien conoce exactamente los límites de la vida sabe qué fácil de conseguir es aquello que expulsa el dolor causado por la necesidad y hace perfecta la vida entera. De manera que para nada necesita de cosas que acarrean pleitos.

22. Es preciso considerar el fin propuesto y toda la evidencia hacia la que elevamos nuestras opiniones. Si no, todo estaría lleno de desorden y turbación.

23. Si te opones a todas las sensaciones, no tendrás ni siquiera un principio al que referir aquellas que dices ser falsas.

24. Si rechazas completamente cualquier sensación y no distingues lo figurado en relación a lo que nos espera y lo ya presente en la sensación, los sentimientos y toda percepción representativa de la mente, confundirás también las restantes sensaciones con la vana opinión, de manera que rechazarás todo criterio de juicio. Pero si tienes por seguro todo lo esperado en tus pensamientos opinables y lo que no tiene confirmación, no evitarás el engaño. Así que en todo juicio de lo verdadero o no verdadero estarás conservando una total ambigüedad.

25. Si en toda ocasión no refieres cada uno de tus hechos al fin de la naturaleza, sino que te desvías adoptando sea el rechazo sea la elección hacia cualquier otro, tus acciones no serán conformes con tus palabras.

26. Todos aquellos de los deseos que no conducen al dolor si no son saciados, no son necesarios; pero son un apetito fácil de disolver cuando parecen ser difíciles de obtener o causantes de daño.

27. De cuantos bienes nos proporciona la sabiduría para la felicidad de toda la vida, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad.

28. El mismo conocimiento nos hace confiar en que nada terrible es eterno ni duradero y nos hace ver en extremo completa la seguridad de la amistad dentro de los mismos límites.

29. De los deseos unos son naturales y necesarios. Otros, naturales y no necesarios. Otros, ni naturales ni necesarios, sino nacidos de la vana opinión.

ESCOLIO: Epicuro considera naturales y necesarios a los que eliminan el dolor, como la bebida para la sed. Naturales y no necesarios a los que sólo colorean el placer, pero no alejan el sufrimiento, como los alimentos refinados. Ni naturales ni necesarios, como las coronas o las ofrendas de estatuas.

30. En aquellos de los deseos naturales que no ocasionan dolor si no se sacian se da un intenso afán, nacen de una vana opinión y no se disuelven, no por su propia naturaleza, sino por la vanidad del hombre.

31. Lo justo según la naturaleza es una convención sobre lo que lleva a no hacerse daño unos a otros y a no ser dañado.

32. En relación a todos aquellos animales que no pudieron hacer pactos de no dañarse unos a otros ni ser dañados, nada fue justo ni injusto. Y de la misma manera también, de todos aquellos pueblos que no pudieron o no quisieron hacer los pactos de no dañar ni ser dañados.

33. No es nada en sí misma la justicia, sino cierto pacto de no dañar ni ser dañado en las relaciones de unos con otros en distintas ocasiones y en un cierto tiempo.

34. La injusticia no es en si misma un mal a no ser en el temor por la sospecha de que no pasará desapercibida a los que están puestos para castigar tales acciones.

35. No le es posible a quien obra a escondidas contra alguno de los pactos establecidos entre unos y otros de no dañar ni ser dañado confiar en que pasará desapercibido, aunque diez mil veces haya pasado desapercibido hasta el presente. Es incierto si pasará desapercibido hasta el fin.

36. Según el derecho común, lo justo es lo mismo para todos, pues es algo útil en la relación de unos con otros. Pero según el particular de un país y de cada una de las ocasiones, no para todos resulta ser justo lo mismo.

37. De las leyes que son consideradas justas, aquella que es útil en las exigencias de la relación de unos con otros tiene el carácter de lo justo, tanto si es la misma para todos como si no. Si alguno establece una ley, pero no resulta de utilidad para la relación de unos y otros, ya no tiene ésta la naturaleza de lo justo, y si cambia lo útil en relación a lo justo, pero durante algún tiempo se ajusta a nuestra prenoción, en nada es menos justo durante aquel tiempo para quienes no se dejan confundir con vanas palabras, sino que miran simplemente a la realidad.

38. Cuando, sin resultar nuevas las circunstancias,es evidente que las leyes consideradas justas no se adaptan en los mismos hechos a nuestra prenoción, éstas no son justas. Cuando, resultando nuevas las circunstancias, ya no convienen las leyes consideradas justas, eran justas entonces, cuando convenían a la relación mutua de los conciudadanos; después, cuando no convienen, ya no son justas.

39. El que se ha formado de la mejor manera para no poner su confianza en las cosas de fuera, éste hace que todas las cosas posibles le sean familiares y que las no posibles no le sean al menos extrañas. Y con cuantas cosas no le es posible ni siquiera esto, permanece al margen y se limita a aquello que le es útil hacer.

40. Aquellos que han tenido la capacidad de procurarse la mayor seguridad de sus vecinos, viven así entre ellos con la mayor felicidad, pues tienen la confianza más segura, y aun teniendo la más plena familiaridad no lloran como digno de compasión el fin prematuro del que muere.

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Vida de Epicuro

Para unos ha sido el mejor, para otro el peor. Hay quien lo ha definido como un disoluto, ateo y mujeriego, y quien lo ha tenido por un santo y un profeta. Cicerón lo odiaba, Lucrecio lo veneraba.El mismo vocablo "epicúreo" es desde siempre motivo de equívocos:para el diccionario Nuovo Zingarelli es un hombre «que lleva una vida agitada y dedicada a los placeres», para el Palazzi es «un sensual, un juerguista y uno dispuesto a gozar de la vida»; para nosotros, en cambio, que hemos leído sus escritos, es un moderado que por la noche come poco para no irse a la cama con el estómago pesado. En una carta a uno de sus discípulos Epicuro escribe: «Mi cuerpo desborda de dulzura cuando vivo a pan y agua, y escupo sobre los placeres de la vida suntuosa, no por ellos mismos, quede claro, sino por las incomodidades que suponen.» En otra pide a un amigo: «Envíame una cazuelita de queso para que pueda, de cuando en cuando, refocilarme.»

Basándonos en estas premisas, tenemos la intención de instaurar un proceso de rehabilitación de la figura del filósofo.

Epicuro de Atenas no nació en Atenas, sino en Samos,en el año 341 antes de Cristo, bajo el signo de Acuario.Sin embargo, no podemos considerarlo como extranjero, sea porque era hijo de padres atenienses (Neocles y Oueréstrate eran del demos Gargeto, uno de los barrios más pupulares de Atenas), sea porque vivió hasta la mayoria de edad en una comunidad fundada exclusivamente por ciudadanos atenienses. En efcto, once años antes de su nacimiento, dos mil desocupados, entre los que se contaban sus padres, fueron autorizados por el gobierno de Atenas a fundar una colonia en la isla de Samos, después de haber expulsado de la misma a sus habitantes.

Epicuro era el segundo de cuatro hermanos. Su padre era maestro de escuela y se dice que se hacía acompañar por su hijo durante las lecciones. Aparte de las enseñanzas paternas, Epicuro comenzó a estudiar filosofia cuando tenía apenas catorce anos, o tan sólo doce según algunos: y tuvo como maestro a Pánfilo, un platónico que residía en Samos. En un primer momento el muchacho se había inscrito en la escuela pública, pero al parecer sólo se quedó en ella pocos minutos. He aquí cómo nos relata Sexto Empírico su primer día de clase:

-En un principio surgió el Caos -dijo el maestro a los alumnos.

-¿Y de dónde surgió? -preguntó Epicuro.

-Eso no lo podemos saber: es un punto reservado a los filósofos.

-¿Y entonces a qué vengo aquí a perder el tiempo? -replicó Epicuro-. Ahora mismo voy a ver a los filósofos.

A los dieciocho años fue llamado a Atenas para cumplir con la efebía, es decir el servicio militar: tendrá a su lado, como camarada en la mili, al comediógrafo Meandro. Nos encontramos en el ano 323: Jenócrates enseiña en la Academia y Aristóteles dispensa sabiduría y nociones en el Peripato. No debemos excluir que el soldado Epicuro haya hecho, de vez en cuando, una escapada para asistir a las lecciones de aquéllos. "Xenocratem audire potuit", escribe Cicerón. Curiosamente,sin embargo, el filósofo no quiso nunca admitir estas primeras experiencias escolares:no sentia ningún aprecio por sus colegas, excepción hecha, tal vez, de Anaxágoras y Demócrito.

Entretanto, muere Alejandro Magno y los habitantes de Samos, gracias también al nuevo rey macedonio Perdicas, reconquistan la isla y arrojan al mar a los atenienses y con ellos a los padres de Epicuro. El filósofo, algo preocupado por la suerte de sus familiares,sale en su busca y los encuentra en Colofón, donde funda, junto con sus hermanos Neocles, Queredemo y Aristóbulo, y con su esclavo Mis, el primer nucleo epicúreo.

En ese período, en Teos, en las cercanías de Colofón, enseña filosofía un tal Nausífanes, seguidor de Demócrito. Epicuro, apasionado defensor del atomismo, decide ir a oírlo. Pero, como en el caso de Pánfilo y Jenócrates, tampoco habrá ningún reconocimiento para Nausífanes: lo definirá como «un molusco, un iletrado y una puta». Vaya uno a saber por qué Epicuro, tan dulce y cortés con los humildes y las mujeres, se convertía en una verdadera víbora con los intelectuales y, ante todo, con los platónicos y los aristotélicos: probablemente quería que se lo considerase un autodidacta y rechazaba cualquier relación de su pensamiento con el de los otros.

Siempre con sus hermanos y su esclavo, a los treinta y dos años se traslada a Mitilene y abre oficialmente la primera escuela epicúrea. Al comienzo las cosas no van para nada bien: las sectas platónicas son demasiado fuertes y demasiado politizadas como para poder soportar una escuela que aparta a los jóvenes de la religión y de la política. Pero Epicuro no se da por vencido: vuelve a probar fortuna en Lámpsaco y, después de cinco años en provincias, en el ano 306, desembarca en Atenas, donde se afirma definitivamente. Desde este momento el epicureísmo no conocerá ya fronteras: se difundirá por toda Grecia, Asia Menor, Egipto e Italia. Dice Diógenes Laercio: "Los amigos de Epicuro no se podían contar sino por ciudades enteras."

En Atenas Epicuro compra por ochenta minas una casa y un jardin en pleno campo, y será precisamente dicho jardín el que dé nombre a toda la escuela. Los epicúreos serán llamados«Los del Jardín»,aun cuando luego, en realidad, el jardín tuviera coles, nabos y pepinos en vez de flores.

Para una escuela basada en la amistad, el ingreso sólo podía ser libre. Frecuentaban el Jardín personas de todas las condiciones: hombres y muchachitos, metecos y esclavos, notables atenienses y bellísimas heteras. La presencia de las mujeres provocó de inmediato un escándalo. Las malas lenguas se desencadenaron e hicieron correr la voz de que Epicuro y Metrodoro convivían con cinco heteras, Leoncio (Leoncita para el maestro), Mammario, Hedia, Heroncio y Nicidio, y que dormían, todos juntos, en una sola cama. Cicerón, en particular, define a la escuela como «un jardín de placer, donde los discípulos languidecían entre refinados goces»

Resulta en verdad extraño el destino de Epicuro.Los innumerables:rumores que circulaban referentes a él, en la antigüedad, eran tan calumniosos como absurdos. Una vez, un estoico, un tal Diótimo, escribió cincuenta epistolas obscenas, firmándolas todas con el nombre de Epicuro, al solo efecto de hacerlo quedar mal. Posidonio, otro estoico, contó que incitaba a la prostitución a su hermano menor. Teodoro, en el cuarto de sus libros Contra Epicuro, lo acusa de emborracharse junto con Temista, la mujer de Leonteo. Timón lo define como adulador del vientre». Timócrates escribe que vomitaba dos veces diarias para poder volver a comer. Plutarco, en un libro titulado Non posse suaviter vivi secundum Epicurum, relata que llevaba un diario donde apuntaba cuántas veces había hecho el amor y con quién.

Los epicúreos sufrieron verdaderas persecuciones de caracter religioso,sobre todo por culpa de los estoicos que hacian lo imposible para indisponerlos con todo el mundo. En Mesenia los timucos, es decir las autoridades del lugar, dieron orden a los soldados de expulsar a todos los seguidores de Epicuro y purificar las casas de los mismos con fuego.En Creta, unos pobres desdichados, acusados de profesar una filosofía afeminada y enemiga de los dioses, fueron condenados al exilio después de haber sido untados con miel y expuestos a la voracidad de moscas y mosquitos. En el caso de que alguno de ellos hubiera retrocedido, regresando a la ciudad,lo habrían lanzado desde una roca vestido de mujer.

Lo que molestaba del epicureísmo era el desprecio que manifestaba por los politicos y la actitud democrátìca para con los inferiores. Epicuro practicaba la amistad en un mundo en que tal sentimiento sólo era concebible entre personas del mismo rango. Mientras Platón, en las Leyes, sugiere el modo mejor para someter a los esclavos (escogerlos de distintas nacionalidades para que no puedan comunicarse entre sí, usar el castigo corporal para que no olviden nunca que son esclavos), Epicuro los acoge con los brazos abiertos y les habla como un viejo amigo. Tres siglos después, también Jesús tendrá problemas por razones similares.

Epicuro murió de cálculos renales a los setenta y un años. He aquí la carta dirigida a un discípulo en donde nos describe su último día de vida:

"Epicuro a Hermarco, salud. Llega mi último día. Tan agudos son los dolores en la vejiga y en las vísceras, que ya no puede sufrirse más. Pero resulta proporcional a los mismos la alegría de mi espíritu al recordar nuestras doctrinas y las verdades que hemos descubierto. Te recomiendo,como conviene a quien se ha mostrado siempre bondadoso conmigo y con la filosofía, que te cuides de los hijos de Metrodoro.

Hermipo cuenta que antes de morir quiso que lo pusieran en una tina de bronce, con agua calíente, donde se dedicó a beber vino y a charlar, hasta que le llegó la muerte.

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La Amistad según Epicuro

Dice Epicuro: "De todos los bienes que nos ofrece la sabiduría,el más precioso es la amistad ,y ésta es la clave para comprender su filosofía. Es mejor una sociedad que confíe en la amistad que una que lo haga en la justicia. En este aspecto, el Jardín, más que una escuela, era una base para misioneros. Para Epicuro, la amistad debía transmitirse de hombre a hombre casi por contagio, del tipo de la cadena de San Antonio. Sustituyamos la palabra amor por la palabra amistad y tenemos en Epicuro a un precursor de San Francisco. Si el mensaje nunca ha sido recibido por las masas, se debe a que la amistad es un valor privado, y no como la justicia, que puede ser un valioso instrumento ideológico para la conquista del poder.

«Cada manana la amistad recorre la tierra para despertar a los hombres, de modo que puedan hacerse felices recíprocamente.» Esta imagen poética de Epicuro nos lo dice todo sobre su pensamiento. En la amistad ve un medio de comunicación, una ideologia, que aun habiendo nacido de la utilidad, termina por identificarse con el placer y convertirse en el objetivo úlimo de la vida.

La tesis epicúrea es menos utópica que lo que se cree: en el siglo pasado el sociólogo alemán Fernindad Tönnies subdividió a las comunidades humanas en dos especies: las primeras,basadas en la justicia (Gesellschaft), y las segundas en la amistad (Gemeinschaft).

Las comunidades Gesellschaft son de tipo horinzontal: todos los ciudadanos tienen iguales derechos ante la Ley. El individuo no debe recurrir a parentescos o recomendaciones de amigos para obtener aquello que le hace falta: si su deseo es legítimo, nadie lo obligará a arrastrarse ante nadie. Un óptimo ejemplo de Gesellschaft es Inglaterra: desde la reina Isabel hasta el último de los lavaplatos del Soho, todos, aun cuando ocupen posiciones diversas, pueden jactarse de tener los mismos derechos ante la ley.

Las comunidades Gemeinschaft,en cambio, son piramidales: en ellas todas las relaciones están reguladas por las amistades. Se forman grupos de carácter familiar, corporativo, político, cultural, y cada clan está caracterizado por tener un jefe en el vértice de la pirámide, y entre el vértice y la base, una jerarquía intermedia. Se adelanta a fuerza de recomendaciones y parentescos. El sur de Italia es el primer ejemplo de Gemeirzschaft que se me ocurre.

Explicada de esta forma, la Gemeinschaft parece una sociedad de tipo mafioso de la que se debe huir como de la peste. Examinémosla en cambio con espíritu epicureo y extraigamos una moral: quien vive en una comunidad basada en la amistad comprende de inmediato que, si quiere sobrevivir debe procurar hacerse la mayor cantidad de amigos que pueda,y eso lo vuelve más sociable y más disponible en su trato con el prójimo; el ciudadano de la Gesellschaft, al contrario, seguro de sus derechos constitucionales, evitará los contactos con los demás y en poco tiempo se convertirá en un individuo extremadamente civil y desapegado». No olvidemos, por último, que tambien Platón, en el Banquete, hacía nacer al Amor de la Pobreza y del arte de arreglárselas.

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Los Deseos según Epicuro

En la ética epicúrea se tiende siempre a alcanzar emociones medias: una buena comida, pero sin exageraciones; una relación amorosa, pero dentro de ciertos límites. Según Epicuro: «La excesiva quietud es desidia y la exagerada actividad es locura.» Pues bien, la amistad es, justamente, un sentimiento medio, a mitad de camino entre la indiferencia y el amor.

Para Epicuro los deseos podían ser de tres tipos: naturales y necesarlos, naturales y no necesarios, no naturales y no necesarios.

Los placeres naturales y necesarios garantizán la vida: comer, beber, dormir y cubrirse cuando hace frío. Quede claro, sin embargo, que hablamos del comer los suficiente, del beber cuando se siente sed y de llevar una vestimenta adecuada a la estación del año. Por ejemplo, no nos parecen admisibles en Nápoles los abrigos de piel.

Los placeres naturales y no necesarios son los que, aun cuando agradables para los sentidos, representan lo superfluo: como, por ejemplo, el comer mejor, el beber mejor, y así sucesivamente. Un buen plato de pasta y judías es sin lugar a dudas un placer natural y no necesario. Si es posible procurárselo sin demasiado esfuerzo, bienvenido sea; de otro modo «gracias igual. Lo mismo sucede en el campo del arte o de los buenos sentimientos. Epicuro sentencia: «Honremos lo bello y la virtud, y todo lo semejante, si nos producen placer; si no, adiós y hasta más ver.»

Los deseos no naturales y no necesarios son los provocados por la opinión. Tomemos el caso de un Rolex de oro: seguramente no es un bien necesario. Si nos causa placer poseerlo, ello se debe a que todos lo consideran un objeto de valor. Si experimentáramos verdaderamente placer al comtemplarlo, tendríamos que entusiasmarnos también por un Rolex falso. Hoy la humanidad se siente más atraída por la firma que por la calidad del producto, y la firma, forzoso es admitirlo, no es natural ni necesaria.

¿Y con sexo cómo hacemos? Como natural, es natural, ¿pero es también necesario? Es decir, necesario prescindiendo de la procreación. Epicuro manifiesta dudas al respecto: "Si te complaces en los placeres de Venus, y no violas las leyes ni las buenas costumbres, y no dañas tu cuerpo adelgazándote, y no te arruinas, haz lo que te dé la gana, pero haz saber que es extremadamente difícil evitar todos estos inconvenientes. ¡Con Venus, ya es ganar no perder nada!"

En resumen, la regla de la ética epicúrea es elemental: los placeres naturales y necesarios es preciso satisfacerlos siempre, ya que, de otra forma, peligra la supervivencia; los no naturales y no necesanos, nunca, porque son fuente de competición; los intermedios, después de haberse contestado a esta-ptegunta: ¿Me conviene o no me conviene?»"

Para sintetizar lo que acabamos de decir, expongamos algunas reglas aureas de Epicuro (una especie de manual Bon ton del Jardín):

-Si quieres enriquecer a Pitocles, no acrecientes sus posesiones, sino reduce sus deseos.

-Demos gran importancia a la frugalidad, no porque debamos vivir siempre entre estrecheces, sino para estar menos preocupados.

-Liberémonos de la cárcel de los negocios y de la política.

-Mejor dormir sin miedo en un camastro de hojas que inquieto en un lecho de oro.

-Ningún placer es un mal en sí, pero pueden serlo los medios para alcanzarlo, cuando producen más inquietudes que alegrías.

-No estropees el bien que tienes con el deseo de lo que no tienes.

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El Placer según Epicuro

En lo relativo al placer Epicuro solía decir: «El objetivo de la vida es el Placer, pero no el placer de los disolutos y de los juerguistas, sino el no sufrir, en lo referente al cuerpo, y el no perturbarse, en lo referente al alma.» De esto deducimos que estar enamorado, dado que perturba al alma, no es un placer sino una especie de neurosis.

Para tener claro, en cambio, qué es el placer, el verdadero, basta con escuchar a nuestro cuerpo: «La carne grita: no quiero sufrir hambre, no quiero sufrir sed, no quiero sufrir frío. Quien considere haber alcanzado ya estos objetivos, puede considerarse igual a Zeus en felicidad.

Todo esto es muy sabio; pero resulta difícil explicárselo a un muchacho de catorce años que quiere a toda costa la moto.

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La Muerte según Epicuro

"¿Por qué tener miedo a la la muerte », observa el filósofo. "Cuando estamos nosotros, no está la muerte y cuando está ella, no estamos nosotros." Sí, agrego yo, pero están los que sobreviven a los seres queridos y sufren como animales. Pero esto no le interesa a Epicuro: él,como siempre, quiere liberarnos de cualquier preocupación, presente y futura, incluso de la de la muerte. En realidad es como si dijera: «¿Qué ganas con preocuparte por la muerte? No puedes hacer nada; más vale vivir lo mejor posible y no pensar en eso: a menudo hace más daño el temor de morir que la muerte.» Animo, entonces; no pensemos en la muerte y cantemos todos a coro:

¡Te advierto, oh Muerte, que estoy precavido contra todas tus insidias, y cuando llegue el momento, escupiendo bien sobre la vida Y sobr los gue se aferran a ella, me iré cantando un peán sobre los días gue he vivido!

Para resolver todos nuestros problemas, Epicuro tiene preparado un medicamento: el cuadrifármaco

-No temer a los dioses.

-No temer a la muerte.

-Haz de saber que el placer está al alcance de todos.

-Haz de saber que el dolor, cuando dura, es soportable, y cuando es fuerte, es de breve duración; y recuerda que el sabio es feliz incluso en medio de los tormentos».

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La Concepción Física de Epicuro

La física de Epicuro no presenta caracteres de originalidad que la hagan inconfundible: en ella el filósofo sigue las huellas de los atomistas, y termina presentándonos un Universo que es casi la fotocopia del Universo de Demócrito. Una vez advertido esto, pasemos a detallar sus puntos principales:

-Nada nace de la Nada. El Universo es infinito y está formado por los cuerpos y el vacío.

-La existencia de los cuerpos queda demostrada por los sentidos.La existencia del vacío queda demostrada por el movimiento: si no existiera el vacío, los cuerpos no sabían adónde ir cuando se mueven.

-El vacío no es un «no-ser» que no existe, sino un ser» que existe, aunque sea impalpable.

-Los cuerpos se dividen en compuestos y simples: estos últimos son los átomos y no son divisibles, como la palabra misma dice.

Demócrito había dicho que, «en el principio», los átomos caían todos de arriba hacia abajo, como una lluvia, hasta que un buen día, del choque de dos de ellos, nació una serie de otros choques, de rebotes y uniones, que finalmente dió origen al mundo y a los cuerpos compuestos. Pero la teoría ofrecía un punto débil a la critica: si las trayectorias de los átomos eran todas paralelas, ¿cómo habían podido chocar una vez? A lo sumo, decían los opositores del sistema, se habrían podido taponar unos a otros.

A estos con el mayor descaro, responde:

Varios átomos, durante la caída, se desviaron un poco y entraron así en colisión unos con otros.» «¿Y por qué se desviaron un poco?», preguntamos entonces nosotros. Él no responde. Digamos, pues, la verdad: esta desviación de los átomes, conocida también como teoría del clinamen es un remiendo vistoso que no convenece a nadie. Sin embargo, nos damos cuenta de que para Epicuro debía de ser muy importante: por una parte le permitía salvar con un corner» la explicación materialista del Universo, y por la otra introducía el concepto de «libre albedrío», es decir la posibilidad de alejarse de una vision demasiado mecánica y fatalista del mundo. Desde entonces, por tanto, nada de Zeus, Demiurgos y Motores Inmóviles ante quienes inclinarse, pero tampoco Destino y Necesidad con las suertes ya escritas. Lo más raro es que Epicuro, después de haberse tomado un trabajo enorme por liberarse de lo trascendente, afirma de golpe la existencia de los dioses. Parece increíble, pero así es: agrega sólo que viven por su cuenta y no se ocupan de nosotros.

Ahora bien, yo me pregunto: ¿qué necesidad había de sacar a relucir a los dioses en un Universo ya tan bien explicado como el de Demócrito? La única hipótesis posible es que Epicuro tuvo que hacer estas concesiones para vivir en paz y evitar el acostumbrado proceso por impiedad. Parece que,interrogado al respecto, respondió: «Queridos amigos, si en todas partes del mundo se cree en los dioses, ¿qué queréis que os diga? Los dioses tendrán que existir de alguna forma, ¿o no? En todo caso, lo importante es no imaginarlos como se los imagina el vulgo.»

Examinemos ahora cómo se había formado el Universo, según Epicuro: los átomos, moviéndose al azar y a altísima velocidad, habían terminado por agruparse en diversos puntos y por crear asi infinitos mundos, distanciados los unos de los otros por espacios inmensos llamados intermundos. En cada una de estas concentraciones,los átomos más pesados se habían colocado en el centro, generando la tierra, y los más livianos habían sido expulsados hacia el exterior, dando origen al cielo. Algunos átomos pesados, por último, a causa de la excesiva presión, se habían transformado en agua.

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Psicología de Epicuro

Según Epicuro alma debia estar compuesta de átomos.Obviamente se trataba de átomos de primera calidad: ígneos, aeriformes y ventosos para el alma irracional, y de extrema delgadez para la racional.En verdad, en esta última definición, Epicuro nos parece quedarse algo corto en adjetivos: evidentemente no sabe ya cómo describir la impalpabilidad y sale del paso hablando de extrema delgadez. Resulta casi inútil precisar que, en cuanto materia, el alma es mortal y se disuelve junto con el cuerpo. Dante Alighieri lo tiene en cuenta y castiga a Epicuro, arrojándolo al infierno, en la zona reservada a los herejes.

Suo cimitero da questa parte hanno con Epicuro tutti i suoi seguaci, che l'anima col corpo morta fanno.

Sobre las sensaciones:,Epicuro pensaba que los cuerpos emanan imágenes o simulacros (éidola), que después de haber vagado por el espacio hieren nuestros sentidos y nuestro pensamiento:algo así como lo que producen las ondas televisivas que atraviesan el éter para ofrecer los éidola de Mike Bongiorno a todos los italianos.

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Lucrecio

Gracias a Dios no se perdió la obra maestra de Lucrecio,el De Rerum Natura , aun cuando debe de haber corrido algún pequeño riesgo en tal sentido. Efectivamente, el poema, aun cuando apreciado en la época imperial, desapareció de la circulación inmediatamente después de la conversión de Constantino al cristianismo, señal de que no había de ser muy amado por las altas jerarquías de la nueva religion. Reapareció sólo en 1417 gracias a un humanista, Poggio Bracciolmi, que encontró una copia semienterrada en un monasterio de Suiza.

La importancia del De rerum natura es enorme: en realidad, es la única obra que expone de modo completo la teoría atomística de Epicuro. Alguien podría preguntarse si es posible explicar una filosofía en versos. Lo es: basta con usar como términos de comparación los innumerables ejemplos que ofrece la naturaleza. Así es como Lucrecio explica el movimiento de los átomos, incluso en aquellos cuerpos que aparentemente parecen estáticos: un rebaño, visto de lejos, desde la cima de un monte, parece una mancha blanca inmóvil; visto de cerca, en cambio, "pace pastos alegres por dondequiera que la hierba lo invita, resplandeciente de rocío, y corren los corderos saciados de plácidos juegos". Es cierto que en latín la fascinación de su estilo es mayor: no hay relación posible entre «visto de lejos parece una maraña confusa» y «longe confusa videntur»; de todos modos, sea latín o la lengua moderna que sea, es siempre agradable ver a poesía y filosofía caminar del brazo como dos antiguas compañeras de escuela.

A veces Lucrecio nos deja un tanto perplejos. Así da comienzo el segundo libro del De rerum natura:

Es bello, cuanddo en el mar se encuentran los vientos y la sombría vastedad de las aguas se turba...

y uno piensa: «¡Qué capaz es Lucrecio, qué sensibilidad poética!» Después lee:

...mirar desde la tierra un naufragio lejano y alegrarse del espectáctllo de la ruina ajena.

¡¿Pero cómo: es bello asistir a un naufragio?! No, Lucrecio no es un sádico. Habla así para hacernos comprender que en la vida siempre es preciso mirar a los que están peor que nosotros, para apreciar mejor los bienes que ya poseemos. Y en aquellos tiempos se veían muchísimas atrocidades: es suficiente recordar la guerra civil y la insurrección a cuyo frente se puso Espartaco, que terminó con el espectáculo final de seis mil esclavos crucificados a lo largo de la vía Apia.

Pese a su sabiduría, Lucrecio acabó mal sus días:una mujer perversa, improba foemina, lo indujo a beber un filtro amoroso, debido al cual, enloquecido de celos,se suicidó; cuando sólo contaba cuarenta y cuatro años, arrojándose sobre una espada. Epicuro no lo habría justificado.

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El Epicureismo

Pero hay textos, como los de Epicuro, que no presentan la complicada y masiva estructura de otros clásicos, como Arisóteles, Kant, Hegel, Husserl, por ejemplo. La Carta a Meneceo, los escuetos aforismos de las Máximas capitales, e incluso la Carta a Herodoto, que utiliza una buena parte de la terminologia atomista, no ofrecen estas dificultdes "intratextuales," que caracterizan a las obras de los filósofos anteriormente citados, y que constituyen un continuo reto a sus intérpretes. Tal vez se debe al hecho de que, hasta el presente, poseemos escasos restos de la obra epicúrea: pero, de todas formas, el mensaje fluye en un lenguaje inmediato, bajo la apariencia de exhortaciones personales, para cuya exacta interpretación tenemos que recurrir a otros principios metodológicos que aquellos que necesitamos para el análisis de las obras de otros autores. La filosofía de Epicuro parece consistir en un esfuerzo por establecer una nueva forma de diálogo y de inteligencia sobre el sentido de la vida y de la felicidad. Concebida como una teoría del hombre y su destino en el mundo. Fruto de esta perspectiva metodológica debieron ser probablemente las Máximas Capitales, que Diógenes Laercio nos transmite.La literatura de las máximas implica una especial concepción del "uso" del lenguaje y de la filosofía.Estos ajustados "consejos," no "dialogan" ya con su posible interlocutor, no le preguntan, sino que responden indistintamente a un impreciso interlocutor que parece reclamar,en esa máxima,la ayuda a unas determinadas necesidades personales, la orientación en el camino de las decisiones individuales,de aquellas que nos llevan a la felicidad. No hay en la filosofía griega un planteamiento semejante. Los fragmentos de Heráclito, que por su estructura formal podrían parecerse a las Máximas de Epicuro, no fueron pensadas como máximas. Su carácter fragmentario se debe fundamentalmente a su procedencia como citas de autores posteriores y, por las referencias que poseemos, parece ser que formaban parte de un escrito unitario.

De todas formas, aunque en la tradición literaria griega hay ejemplos de apotegmas y «máximas» en las que se sintetizaba una cierta experiencia popular, una sabiduna cotidiana, la prosa de los aforismos de Epicuro tiene distinto origen. Después de los diálogos de Platón o de los "tratados" Aristotélicos, Epicuro presenta, al menos en los escritos que nos transmite Diógenes Laercio, una peculiar idea de la "comunicación" intelectual. Se trata de "hacerse entender". Los resúmenes de obras más amplias, como son las tres cartas, insisten en el caracter de escritos para ser «asimilados» y convertidos a través de la memorización, en guías de conducta, en módulos de comportamiento que ayuden a conseguir lo que constituye el principio esencial de todo saber,la tranquilidad de ánimo,la vida feliz.

Pero además, las Máximas tienen un peculiar carácter privado. Hablan a un individuo solitario, separado del ámbito colectivo o al menos del ámbito político. Ese individuo, desarraigado, de los complejos ideales de una polis, apenas ya existente, necesita la instalación de un nuevo espacio real o al menos, ideológico. Desorientado en una polis que ha perdido su capacidad de conexión entre los individuos de una comunidad, que no ofrece suficientes estimulos colectivos, que no da sentido "politico" al quehacer del ciudadano, la doctrina de Epicuro tiene que presentarse no como el monocorde tratado que habla de una comunidad de élite; ni como aquellos diálogos en los que aparecía el individuo engarzado en el espacio de un lenguaje compartido y discutido desde situaciones comunes, desde idénticos proyectos. La "máxima" introduce en el reducto de la individualidad el núcleo de una solidaridad teórica, no fundada en supuestos ideales, «pedagógicos», para construir una polis perfecta. (LLEDO, E.: El Epicureismo;Ed.Montesinos, págs. 43-45, Barcelona. 1984.)

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ELOGIO DE EPICURO

Cuando la vida humana yacía vergonzosamente en tierra a la vista de todos, oprimida por el peso de la religión, que desde las regiones del cielo asomaba su cabeza, amenazando desde lo alto a los mortales con su horrible aspecto, fue un griego el primer mortal que se atrevió a elevar contra ella sus ojos y el primero en enfrentarse a ella.Al cual no le detuvo ni cuanto se dice de los dioses ni los rayos ni el cielo en su amenazante rugido,sino, que más aún, estimula el vivo valor de su ánimo para desear hacer saltar el primero los apretados cerrojos de las puertas de la naturaleza. Y así la vívida fuerza de su ánimo venció y avanzó lejos, más allá de los llameantes muros del mundo, y recorrió con su mente y su ánimo el Todo inmenso,de donde, vencedor, nos trae lo que puede y lo que no puede nacer, en qué medida, por fin, tiene cada cosa limitado su poder y fijado profundamente el mojón. Por lo que la religión es aplastada de nuevo por nuestros pies y la victoria nos iguala al cielo. (LUCRECIO: De rerum natura. I. 62-79.)

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Ética de G.E.Moore.

ETICA DE G.E.MOORE


Algunos filósofos morales, hace notar Moore, han considerado adecuada la definición de la ética como la actividad que trata de lo bueno y lo malo en la conducta humana.De hecho, tal definlaon es demasiado angosta. Porque puede haber otras cosas, además de la conducta humana, que sean buenas; la ética puede definirse, pues, como "la investigación general de lo bueno".En cualquier caso, antes de preguntar "¿qué es el bien?", queriendo significar "¿qué cosas y qué tipo de conducta poseen la propiedad de ser buenos?", parece más propio lógicamente preguntar y responder al interrogante "¿Qué es bueno?", queriendo significar "¿cómo hay que definir lo bueno?", "qué es la la bondad en si?".Porque si no sabemos contestar a esta pregunta, se nos puede decir, ¿cómo podremos discriminar entre la conducta buena y la mala y decir qué cosas poseen la propiedad de la bondad?
Moore insiste en que al suscitar la pregunta "¿cómo hay que definir el bien?, no está buscando una definición puramente verbal, la suerte de definición que consista simplemente en sustituir la palabra a definir por otras palabras. Ni está tratando tampoco de establecer o justificar el uso común de la palabra "bueno". "Mi asunto es sólo con ese objeto o idea a los que yo creo -con razón o erróneamente- se refiere generalmente la palabra. Lo que quiero descubrir es la naturaleza de ese objeto o idea." Con otras palabras, Moore se ocupa más del análisis fenomenológico que del lingüístico.
Habiendo planteado la pregunta, Moore precede a aseverar que no puede ser contestada, no porque lo bueno sea una cualidad misteriosa, oculta e irreconocible, sino porque la idea de lo bueno es una noción simple,como la de lo amarillo. Las definiciones que describen la naturaleza real de un objeto sólo son posibles cuando el objeto es complejo. Cuando el objeto es simple, ninguna definición tal es posible. Así lo bueno es indefinible. Esto no implica la conclusión de que las cosas que sean buenas sean indefinibles. Todo lo que se declara es que la noción de lo bueno como tal, es una noción simple y, por tanto "incapaz de cualquier definición, en el sentido más importante de esa palabra."
De esta doctrina de lo bueno una propiedad o cualidad indefinible se deducen conclusiones importantes. Supongamos, por ejemplo, que alguien dice que el placer es el bien. El placer puede ser una de las cosas que posean la propiedad de ser buenas; pero si, como ocurre aquí probablemente, quien habla imagina que está dando una definición del bien, lo que dice no puede ser verdadero.Si el bien es una propiedad indefinible,no podemos sustituirlo por ninguna otra propiedad, como la de placentero. Porque aun cuando admitamos, en procura de argumento, que todas las cosas que posean la propiedad de ser buenas poseen también la propiedad de ser placenteras, el placer no sería ni podría ser lo mismo que el bien. Y quien imagine que es o podría ser lo mismo, es culpable de la "falacia naturalística".
Ahora bien, la falacia en cuestión es básicamente "el fracaso en distinguir claramente esa única e indefinible cualidad a la que queremos significar por bien".Todo el que identifica la bondad con cualquier otra cualidad o cosa, sea el placer o la autopercepción o la virtud o el amor, diciendo que eso es lo que significa "bien", es culpable de tal falacia. Tales cosas podrían tener perfectamente la cualidad de la bondad en el sentido, por ejemplo, en que lo placentero tiene también la cualidad de ser bueno. Pero esto no significa que ser placentero sea lo mismo que ser bueno como, en el supuesto de que todas las prímulas fueran amarillas, no se seguiría de allí que una prímula y lo amarillo fueran lo mismo.
Pero podríamos preguntar, ¿por qué habría tal falacia de ser descrita como "naturalística"? La única razón para definirla así sería evidentemente la creencia de que la bondad no es una cualidad "natural". Dada esta creencia, se deduciría que aquellos que identifiquen la bondad con una cualidad "natural" serían culpables de una falacia naturalista. Pero aunque en los Principios éticos Moore sin duda sostiene que la bondad es una cualidad no natural, complica grandemente las cosas al distinguir entre dos grupos de filósofos, ambos sindicados como culpables de la falacia naturalística. El primer grupo consiste en aquellos que defienden una especie de ética naturalística definiendo el bien como"una cierta propiedad de las cosas, que existe en el tiempo".El hedonismo,que identifica el placer y el bien, sería un ejemplo. El segundo grupo está formado por aquellos que basan la ética en la metafísica y definen el bien en términos metafísicos, es decir, en términos de o por referencia a una realidad suprasensible que trasciende la Naturaleza y no existe en el tiempo. Según Moore, Spinoza es un ejemplo, cuando nos dice que nos tornamos perfectos en proporción a cuanto estemos unidos con la Sustancia Absoluta, nombre que él da al amor intelectual de Dios. Otro ejemplo lo constituyen quienes dicen que nuestro fin ultimo, el bien supremo, es la realización de nuestro "verdadero" yo, y que el "verdadero" yo no es nada de lo que existe aquí y ahora en la Naturaleza.
Dificultades

¿Qué significa, pues, decir que el bien sea una cualidad "no natural", si al mismo tiempo aquellos que definen al bien en términos de o con referencia a una realidad o cualidad o experiencia "no natural" son considerados culpables de la falacia naturalística?
La respuesta que inmediatamence se nos ocurre es que no hay incompatibilidad entre la afirmación de que el bien sea una cualidad no natural indefinible y la negación de que pueda definírsele por otra cualidad no natural. Sin duda, la afirmaclon implica la negación. Pero esta consideración no nos dice por sí sola en qué sentido el bien sea una cualidad no natural. En los Principios éticos Moore aclara que no tiene la más mínima intención de negar que el bien pueda ser una propiedad de los objetos naturales. "Y sin embargo he dicho que el "bien" no es en sí una propiedad natural." "Qué significa, pues, que el bien pueda ser, y sin duda sea, una propiedad no natural de por lo menos algunos objetos naturales"?
La respuesta que se nos da en los Principios éticos es extrañísima. Una propiedad natural o, en cualquler caso, la mayoría de las propiedades naturales, puede existir por si misma en el tiempo, pero el bien no puede existir por sí mismo."¿Podemos imaginarnos el "bien" existiendo por sí mismo en el tiempo,y no como una simple propiedad de algunos objetos naturales?" No ciertamente no podemos. Pero tampoco podemos imaginarnos que una cualidad natural tal el ser valeroso, exista por sí misma en el tiempo. Y cuando el profesor C. D. Broad. por ejemplo, señaló este hecho, Moore dijo que estaba completamente de acuerdo. No es de extrañar. pues, que luego reconociera rotundamente que "en los Principios no di una explicación sostenible de lo que quería significar al decir que el 'bien' no era una propiedad natural".
En su ensayo sobre la concepción del valor intrínseco, en Estudios filosóficos, Moore explicó otra vez la relación entre las propiedades naturales y las no naturales. Más tarde reconoció que esta explicación era realmente dos explicaciones;pero sostuvo que una de ellas podría ser cierta. Cuando a una cosa se le atribuye una cualidad natural intrínseca, en cierto modo siempre se define esa cosa. Pero si se le atribuye a una cosa una cualidad intrínseca no natural, la cosa no queda definida en absoluto. Obviamente, si el bien es una cualidad intrínseca no natural y si atribuir tal cualidad a un objeto no es definirlo en modo alguno surge inmediatamente la tentación de concluir que el término "bien" expresa una actitud valorativa, por decirlo así, y que decir que una cosa es buena es expresar tal actitud y al mismo tiempo un deseo de que los demás la compartan. Pero si se llega a tal conclusión, la idea be que el bien sea una cualidad intrínseca de las cosas tiene que ser abandonada.Y Moore no estaba dispuesto a hacerlo. Creía que podemos reconocer qué cosas poseen la cualidad de ser buenas, aunque no podamos definir la cualidad. Y cuando escribió los Principios éticos, estaba convencido de que una de las principales misiones de la filosofía moral consistía en determinar los valores en este sentido, es decir, en dcterminar qué cosas poseen la cualidad del bien y qué cosas la poseen en más alto grado que otras.
Dificultades

Moore definió la obligación refiriéndola a la producción del bien. "Nuestro 'deber' pues, puede definirse como la acción que hará que en el universo exista más bien que cualquier otra posibilidad." En efecto, en los Principios éticos Moore llegó a decir que es una verdad demostrable que la afirmación de que uno se siente moralmente inclinado a realizar una acción es idéntica a la afirmación de que tal acción producirá la mayor cantidad posible de bien en el universo. Pero cuando escribió su Ética ya no se atrevía a decir que ambas afirmaciones fueran idénticas. Y más tarde admitió la necesidad de distinguir claramente entre la afirmación de que es moralmente obligatoria la acción que produzca la mayor medida de bien como un efecto subsecuente a la acción y la afirmación de que es moralmente obligatoria la acción que, debido a su realización y debido a su naturaleza intrínseca, hace al universo intrínsecamte mejor de lo que sería si se hubiera realizado cualquier otra acción. En cualquier caso el punto a senalar es que Moore no ve su teoría del bien como propiedad no natural indefinible como incompatible con una vision teleológica de la etica que interprete el deber como producción del bien, es decir, como producción de cosas o experiencias que posean la cualidad intrínseca del bien. Ni de hecho parece haber ninguna incompatibilidad.

De esta teoría del deber no se deduce, sin embargo, que en cualquier circunstancia, sea la que sea, estemos moralmente obligados a realizar una acción determinada. Porque puede haber dos o más acciones posibles que, a nuestro modo de ver, sean igualmente productoras de bien. Podemos, pues, describir tales acciones como correctas o moralmente permisibles, pero no como moralmente obligatorias, aun cuando estuviéramos obligados a realizar la una o la otra.
Moore presuponía sin duda e implicaba que si un hombre pronuncia un juicio moral específico o una acción, su juicio, en cuanto es precisamente un juicio moral, puede ser verdadero o falso. Tomemos, por ejemplo, la afirmación de que Bruto hizo bien apuñalando a Julio César. Si tal aserción es intentada con un sentido específicamente ético, no es reductible ni a la afirmación de que quien la formule adopte una actitud subjetiva de aprobación hacia la acción de Bruto, ni a la afirmación de que, como materia de hecho histórico, Bruto apuñaló a César. Y en su irreductible carácter moral es o verdadera o falsa. Así, la discusión entre quien diga que la acción de Brute estuvo bien y quien diga que estuvo mal será una disputa acerca de la verdad o la falsedad de una proposición moral.

No obstante, cuando se enfrentó con la llamada teoría emotiva de la ética, Moore empezó a dudar de la verdad de la posición que hasta entonces había adoptado. Como puede verse en su "A Reply to My Critics" ("Respuesta a mis críticos"), concedió que el profesor C. L. Stevenson pudiera estar en lo cierto al sostener que quien dice que la acción de Bruto estuvo bien (donde la palabra "bien" se usa en un sentido específicamente ético) no está diciendo nada acerca de lo cual la verdad o falsedad pudiera ser predicada, excepto tal vez que Bruto efectivamente apuñaló a César, afirmación que es claramente histórica y no ética. Más tarde, Moore admitió que si uno dice que la acción de Bruto fue justa, mientras otro dice que fue errónea, "me siento inclinado a pensar que su desacuerdo es simplemente un desacuerdo en la actitud, como el que se da entre quien dice juguemos al póker' y el que dice' no, escuchemos un disco'; y no sé si no estoy tan inclinado a pensar en esto como a pensar que están formulando afirmaciones incompatibles". Al mismo tiempo Moore confesaba que se sentía también inclinado a pensar que su antigua opinión era la cierta; y sostenía que, en cualquier caso, Stevenson no había demostrado que fuera falsa. "Justo", "erróneo", "deber", tal vez tengan sólo un significado emotivo. Y en tal caso, lo mismo debe decirse de "bien". "Me siento inclinado a pensar que esto es así,pero también me siento inclinado a pensar que no sea así; y no sé hacia qué lado me incline con más fuerza."
Tales dudas pueden razonablemente ser descritas como típicas de Moore.Fue, como se ha indicado a menudo, un gran formulador de preguntas. Planteaba un problema, trataba de definirlo precisamente y proponía una solución. Pero cuando se enfrentaba con la crítica, jamás la desechaba. Cuando pensaba que ella se basaba en un malentendido de lo que él había dicho, procuraba explicar su significado con mayor claridad. Pero cuando la crítica era sustancial y no simplemente el fruto de un malentendido su costumbre era prestar una atención seria a las indicaciones del crítico y dar el debido peso a su punto de vista. Moore jamás dio por supuesto que lo que él hubiera dicho debiera ser cierto y lo que el otro dijera debería ser falso. Y no dudó en expresar ingenuamente sus reflexiones y perplejidades. Hay que recordar, pues, que está pensando en voz alta, por decirlo así, y que sus vacilaciones no deben ser necesariamente tomadas como una definitiva retractación de sus ideas anteriores. Se compromete a sopesar el nuevo punto de vista sugerido por un crítico, y trata de estimar la suma de verdad que haya en él. Además, como hemos visto, es terriblemente sincero con respecto a sus impresiones subjetivas, dejando que sus lectores sepan, sin ningún intento de ocultarlo, que se siente inclinado a aceptar el nuevo punto de vista, y al mismo tiempo a afirmarse en su visión anterior. Moore jamás se sintió inevitablemente comprometido con su pasado, es decir, con lo que hubiera dicho en el pasado. Y cuando se convencía de que se había equivocndo, lo decía llanamente.

No obstante, respecto al problema de si la verdad y la falsedad pueden predicarse adecuadamente de los juicios morales, no puede decirse que que Moore se convenclera de que su idea primitiva estuviera equivocada. En cualquier caso, las tesis éticas que siempre se asocian a su nombre son las de la indefinibilidad del bien en tanto cualidad intrínseca no natural, y la de la necesidad de evitar la llamada falacia naturalística en cualquiera de sus formas. La posición básica de Moore, en especial la desarrollada en los Principios éticos puede ser proclamada como realista, pero no naturalística; realista en el sentido de que considera el bien como una cualidad intrínseca objetiva y reconocible; no naturalística, en el sentido de que esta cualidad es descrita como no natural. Pero Moore jamás, logró explicar satisfactoriamente lo que significa, por ejemplo, decir que el bien es una cualidad no natural de los objetos naturales. Y es comprensible que la teoria emotiva de la ética eventualmente viniera a primer plano de la discusión filosófica. Después de todo, esta teoría puede declararse libre de la "falacia naturalistica", lo cual puede servirle de arma para acometer a las teorías contrarias. Al mismo tiempo, la teoría es inmune a la acusación de cometer lo que Moore llama la falacia naturalística, sencillamente porque en ella "el bien" ha sido completamente eliminado de la esfera de las cualidades intrínsecas objetivas.
Frederick Copleston.Historia de la Filosofía.Tomo 8,pags.394-399) Volver a Teorías Éticas