En relación con la incontinencia de la IRA, Aristóteles, señala lo siguiente: es una disposición menos vergonzosa que la de otros apetitos. Y  es que la ira parece que oye en parte a la razón, aunque la escucha mal. Debido al acaloramiento y la precipitación oye, si, a la razón, pero no se entera de lo que ésta le ordena, y se lanza a la venganza. 

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En este contexto, Aristóteles, distingue entre la ira y el apetito. El apetito no escucha a la razón, ya que con que solo los sentidos le muestren algo agradable se lanza a disfrutarlo. La ira y el mal genio son más naturales que los apetitos y los excesos. Además el que, en un momento, es dominado por la ira obra abiertamente y no de forma solapada como suelen hacer los dominados por otros apetitos. Es claro, por tanto, según Aristóteles que es más vergonzosa la incontinencia relativa al apetito que la de la ira.

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