En relación con la incontinencia de la IRA, Aristóteles,
señala lo siguiente: es una disposición menos vergonzosa que la de otros
apetitos. Y es que la ira parece que oye en parte a la razón, aunque la
escucha mal. Debido al acaloramiento y la precipitación oye, si, a la razón,
pero no se entera de lo que ésta le ordena, y se lanza a la venganza.