EL BIEN ES INDEFINIBLE
ÉTICA DE G.E.MOORE
Algunos filósofos morales, hace notar Moore, han considerado adecuada la
definición de la Ética como la actividad que trata de lo bueno y lo malo en la
conducta humana. De hecho, tal definición es demasiado angosta. Porque puede
haber otras cosas, además de la conducta humana, que sean buenas; la ética
puede definirse, pues, como la investigación general de lo bueno. En
cualquier caso, antes de preguntar ¿qué es el bien? queriendo
significar ¿qué cosas y qué tipo de conducta poseen la propiedad de ser
buenos?, parece más propio lógicamente preguntar y responder al
interrogante ¿Qué es lo bueno?, queriendo significar ¿cómo hay que
definir lo bueno?, ¿qué es la la bondad en si? Porque si no
sabemos contestar a esta pregunta, se nos puede decir: ¿cómo podremos
discriminar entre la conducta buena y la mala y decir qué cosas poseen la
propiedad de la bondad?
Moore insiste en que al suscitar la pregunta ¿cómo hay que definir el bien?
no está buscando una definición puramente verbal, la suerte de definición que
consista simplemente en sustituir la palabra a definir por otras palabras. Ni
está tratando tampoco de establecer o justificar el uso común de la palabra bueno.
Mi asunto - señala Moore - es sólo con ese objeto o idea a los que yo creo - con razón o erróneamente
- se refiere generalmente la palabra. Lo que quiero descubrir es la naturaleza
de ese objeto o idea. Con otras palabras, Moore se ocupa más del análisis
fenomenológico que del lingüístico.
Habiendo planteado la pregunta, Moore precede a aseverar que NO
PUEDE SER CONTESTADA, no porque lo bueno sea una cualidad misteriosa, oculta e
irreconocible, sino porque la idea de lo bueno es una noción simple,
como la de lo amarillo. Las definiciones que describen la naturaleza real de un
objeto sólo son posibles cuando el objeto es complejo. Cuando el objeto es
simple, ninguna definición es posible. Por todo ello, lo BUENO
ES INDEFINIBLE. Esto no implica la conclusión de que las cosas que sean buenas
sean indefinibles. Todo lo que se declara es que la noción de lo bueno
como tal, es una noción simple y, por tanto incapaz de cualquier definición,
en el sentido más importante de esa palabra.
De esta doctrina de lo bueno como una propiedad o cualidad indefinible se
deducen CONCLUSIONES importantes. Supongamos, por ejemplo, que alguien dice que
el placer es el bien. El placer puede ser una de las cosas que posean la
propiedad de ser buenas; pero si, como ocurre aquí probablemente, quien habla
imagina que está dando una definición del bien, lo que dice no puede
ser verdadero. Si el bien es una propiedad indefinible, no podemos
sustituirlo por ninguna otra propiedad, como la de lo placentero. Porque aun
cuando admitamos, en procura de argumento, que todas las cosas que posean la
propiedad de ser buenas poseen también la propiedad de ser placenteras, el
placer no sería ni podría ser lo mismo que el bien. Y quien imagine que es o
podría ser lo mismo, es culpable de lo que Moore denomina como FALACIA
NATURALISTICA.
FALACIA NATURALÍSTICA
ÉTICA DE G.E.MOORE
Ahora bien, la FALACIA NATURALÍSTICA consiste básicamente en el
fracaso en distinguir claramente esa única e indefinible cualidad a la que
queremos significar por bien. Todo el que identifica la bondad con cualquier
otra cualidad o cosa, sea el placer, la auto - percepción, la virtud, o
el amor, diciendo que eso es lo que significa el bien, es culpable de tal
falacia. Tales cosas podrían tener perfectamente la cualidad de la bondad en el
sentido, por ejemplo, de que lo placentero tiene también la cualidad de ser
bueno. Pero esto no significa que ser placentero sea lo mismo que ser bueno; del
mismo modo que en el supuesto de que todas las prímulas fueran amarillas,
no se seguiría de allí que una prímula y lo amarillo fueran lo
mismo.
Pero podríamos preguntar: ¿por qué habría tal falacia de ser descrita
como naturalística? La única razón para definirla así sería evidentemente
la creencia de que la bondad no es una cualidad natural. Dada esta
creencia, se deduciría que aquellos que identifiquen la bondad con una cualidad
natural serían culpables de una falacia naturalística. Pero aunque
en los Principios éticos, Moore, sin duda sostiene que la bondad
es una cualidad no-natural, complica grandemente las cosas cuando establece una
distinción entre
dos grupos de filósofos, ambos sindicados como culpables de la falacia
naturalística. El primer grupo contiene a aquellos que defienden una
especie de ética naturalista definiendo el bien como una cierta
propiedad de las cosas, que existe en el tiempo. El hedonismo, que
identifica el placer y el bien, sería un ejemplo. El segundo grupo está
formado por aquellos que basan la ética en la metafísica y definen el bien en
términos metafísicos, es decir, en términos de o por referencia a una
realidad suprasensible que trasciende la naturaleza y no existe en el tiempo.
Según Moore, Spinoza, es un ejemplo de esto cuando nos dice que nos
tornamos perfectos en proporción a cuanto estemos unidos con la Sustancia
Absoluta, nombre que él da al Amor intelectual de Dios. Otro ejemplo lo
constituyen quienes dicen que nuestro fin ultimo, el bien supremo, es la
realización de nuestro verdadero yo, y que el verdadero yo
no es nada de lo que existe aquí y ahora en la naturaleza.
DIFICULTADES PRESENTES EN LA TEORÍA DE
MOORE
ÉTICA DE G.E.MOORE
¿Qué significa, pues, decir que el bien sea una cualidad no
natural, si al mismo tiempo aquellos que definen al bien en términos de o
con referencia a una realidad o cualidad o experiencia no natural
son considerados culpables de la falacia naturalística?
La respuesta que inmediatamente se nos ocurre es que no hay incompatibilidad
entre la afirmación de que el bien sea una cualidad no natural indefinible y la
negación de que pueda definírsele por otra cualidad no natural. Sin duda, la
afirmación implica la negación. Pero esta consideración no nos dice por sí
sola en qué sentido el bien sea una cualidad no natural. En los Principios éticos
Moore aclara que no tiene la más mínima intención de negar que el bien pueda
ser una propiedad de los objetos naturales. Y sin embargo he dicho que el bien no es en sí una propiedad natural.
Qué significa,
pues, que el bien pueda ser, y sin duda sea, una propiedad no natural de por lo
menos algunos objetos naturales?
La respuesta que se nos da en los Principios éticos es extrañísima. Una
propiedad natural o, en cualquier caso, la mayoría de las propiedades
naturales, puede existir por si misma en el tiempo, pero el bien no puede
existir por sí mismo. ¿Podemos imaginarnos el bien existiendo
por sí mismo en el tiempo, y no como una simple propiedad de algunos objetos
naturales? No ciertamente no podemos. Pero tampoco podemos imaginarnos que
una cualidad natural tal el ser valeroso, exista por sí misma en el tiempo. Y
cuando el profesor C. D. Broad. por ejemplo, señaló este hecho, Moore
dijo que estaba completamente de acuerdo. No es de extrañar. pues, que luego
reconociera rotundamente que en los Principios no había dado una explicación
sostenible de lo que quería significar al decir que el bien no era una
propiedad natural.
En su ensayo sobre la concepción del valor intrínseco, en Estudios
filosóficos,
Moore explicó otra vez la relación entre las propiedades naturales y las no
naturales. Más tarde reconoció que esta explicación era realmente dos
explicaciones; pero sostuvo que una de ellas podría ser cierta. Cuando a una
cosa se le atribuye una cualidad natural intrínseca, en cierto modo siempre se
define esa cosa. Pero si se le atribuye a una cosa una cualidad intrínseca no
natural, la cosa no queda definida en absoluto. Obviamente, si el bien es una
cualidad intrínseca no natural y si atribuir tal cualidad a un objeto no es
definirlo en modo alguno surge inmediatamente la tentación de concluir que el término
bien expresa una actitud valorativa, por decirlo así, y que decir
que una cosa es buena es expresar tal actitud y al mismo tiempo un deseo de que
los demás la compartan. Pero si se llega a tal conclusión, la idea be que el
bien sea una cualidad intrínseca de las cosas tiene que ser abandonada. Y Moore
no estaba dispuesto a hacerlo. Creía que podemos reconocer qué cosas poseen la
cualidad de ser buenas, aunque no podamos definir la cualidad. Y cuando escribió
los Principios éticos, estaba convencido de que una de las principales misiones
de la filosofía moral consistía en determinar los valores en este sentido, es
decir, en determinar qué cosas poseen la cualidad del bien y qué cosas la
poseen en más alto grado que otras.
Presentación
OBLIGACIÓN Y DEBER MORAL
ÉTICA DE G.E.MOORE
Moore definió la OBLIGACIÓN refiriéndola a la producción del bien.
Nuestro DEBER MORAL, pues, puede definirse como la acción que hará que en el
universo exista más bien que cualquier otra posibilidad. En efecto, en
los Principios éticos Moore llegó a decir que es una verdad demostrable
que la afirmación de que uno se siente moralmente inclinado a realizar una acción
es idéntica a la afirmación de que tal acción producirá la mayor cantidad
posible de bien en el universo. Pero cuando escribió su Ética ya no se
atrevía a decir que ambas afirmaciones fueran idénticas. Y más tarde admitió
la necesidad de distinguir claramente entre la afirmación de que es moralmente
obligatoria la acción que produzca la mayor medida de bien como un efecto subsecuente
a la acción y la afirmación de que es moralmente obligatoria la acción
que, debido a su realización y debido a su naturaleza intrínseca, hace al
universo intrínsecamente mejor de lo que sería si se hubiera realizado cualquier
otra acción. En cualquier caso el punto a señalar es que Moore no ve su teoría
del bien, como propiedad no - natural indefinible, como algo totalmente incompatible con una
visión
teleológica de la ética que interprete el deber como producción del bien, es
decir, como producción de cosas o experiencias que posean la cualidad intrínseca
del bien. Ni de hecho parece haber ninguna incompatibilidad.
De esta teoría del deber no se deduce, sin embargo, que en cualquier
circunstancia, sea la que sea, estemos moralmente obligados a realizar una acción
determinada. Porque puede haber dos o más acciones posibles que, a nuestro modo
de ver, sean igualmente productoras de bien. Podemos, pues, describir tales
acciones como correctas o moralmente permisibles, pero no como moralmente
obligatorias, aun cuando estuviéramos obligados a realizar la una o la otra.
Moore presuponía sin duda que si un hombre pronuncia un juicio
moral específico o una acción, su juicio, en cuanto es precisamente un juicio
moral, puede ser verdadero o falso. Tomemos, por ejemplo, la afirmación de que
Bruto hizo bien apuñalando a Julio César. Si tal aserción es intentada con un
sentido específicamente ético, no es reductible ni a la afirmación de que
quien la formule adopte una actitud subjetiva de aprobación hacia la acción de
Bruto, ni a la afirmación de que, como materia de hecho histórico: Bruto apuñaló
a César. Y en su irreductible carácter moral es o verdadera o falsa. Así, la
discusión entre quien diga que la acción de Bruto estuvo bien y quien diga que
estuvo mal será una disputa acerca de la verdad o la falsedad de una proposición
moral.
Presentación
TEORÍA EMOTIVA
ÉTICA DE G.E.MOORE
Cuando Moore se enfrentó con la llamada TEORÍA
EMOTIVA de la ética,
Moore ,empezó a dudar de la verdad de la posición que hasta entonces había
adoptado. Como puede verse en su A Reply to My Critics
( Respuesta a mis críticos ), concedió que el profesor C. L.
Stevenson pudiera estar en lo cierto al sostener que quien dice que la acción
de Bruto estuvo bien ( donde la palabra "bien" se usa en un sentido
específicamente ético ) no está diciendo nada acerca de que la verdad o
falsedad pudiera ser predicada, excepto tal vez que Bruto efectivamente apuñaló
a César, afirmación que es claramente histórica y no ética. Más tarde,
Moore admitió que si uno dice que la acción de Bruto fue justa, mientras otro
dice que la acción de Bruto fue errónea: me siento inclinado a pensar que su desacuerdo es
simplemente un desacuerdo en la actitud, como el que se da entre quien dice
juguemos al póker y el que dice ' no, escuchemos un disco'; y no sé si no
estoy tan inclinado a pensar en esto como a pensar que están formulando
afirmaciones incompatibles. Al mismo tiempo Moore confesaba que se sentía
también inclinado a pensar que su antigua opinión era la cierta; y sostenía
que, en cualquier caso, Stevenson no había demostrado que fuera falsa.
"Justo", "erróneo", "deber", tal vez tengan sólo
un significado emotivo. Y en tal caso, lo mismo debe decirse de
"bien". Me siento inclinado a pensar que esto es así, pero también
me siento inclinado a pensar que no sea así; y no sé hacia qué lado me
incline con más fuerza.
Tales dudas pueden razonablemente ser descritas como típicas de Moore. Fue, como
se ha indicado a menudo, un gran formulador de preguntas. Planteaba un problema,
trataba de definirlo precisamente y proponía una solución. Pero cuando se
enfrentaba con la crítica, jamás la desechaba. Cuando pensaba que ella se
basaba en un malentendido de lo que él había dicho, procuraba explicar su
significado con mayor claridad. Pero cuando la crítica era sustancial y no
simplemente el fruto de un malentendido su costumbre era prestar una atención
seria a las indicaciones del crítico y dar el debido peso a su punto de vista.
Moore jamás dio por supuesto que lo que él hubiera dicho debiera ser cierto y
lo que el otro dijera debería ser falso. Y no dudó en expresar ingenuamente
sus reflexiones y perplejidades. Hay que recordar, pues, que está pensando en
voz alta, por decirlo así, y que sus vacilaciones no deben ser necesariamente
tomadas como una definitiva retractación de sus ideas anteriores. Se compromete
a sopesar el nuevo punto de vista sugerido por un crítico, y trata de estimar
la suma de verdad que haya en él. Además, como hemos visto, es terriblemente
sincero con respecto a sus impresiones subjetivas, dejando que sus lectores
sepan, sin ningún intento de ocultarlo, que se siente inclinado a aceptar el
nuevo punto de vista, y al mismo tiempo a afirmarse en su visión anterior.
Moore jamás se sintió inevitablemente comprometido con su pasado, es decir,
con lo que hubiera dicho en el pasado. Y cuando se convencía de que se había
equivocado, lo decía llanamente.
No obstante, respecto al problema de si la verdad y la falsedad pueden
predicarse adecuadamente de los juicios morales, no puede decirse que que Moore
se convenciera de que su idea primitiva estuviera equivocada. En cualquier caso,
las tesis éticas que siempre se asocian a su nombre son las de la
indefinibilidad del bien en tanto cualidad intrínseca no natural, y la de la
necesidad de evitar la llamada falacia naturalística en cualquiera de sus
formas. La posición básica de Moore, en especial la desarrollada en los Principios
éticos puede ser proclamada como realista, pero no naturalística; realista
en el sentido de que considera el bien como una cualidad intrínseca objetiva y
reconocible; no naturalística, en el sentido de que esta cualidad es descrita
como no natural. Pero Moore jamás, logró explicar satisfactoriamente lo que
significa, por ejemplo, decir que el bien es una cualidad no natural de los
objetos naturales. Y es comprensible que la teoría emotiva de la ética
eventualmente viniera a primer plano de la discusión filosófica. Después de
todo, esta teoría puede declararse libre de la falacia naturalistica,
lo cual puede servirle de arma para acometer a las teorías contrarias. Al mismo
tiempo, la teoría es inmune a la acusación de cometer lo que Moore llama la
falacia naturalística, sencillamente porque en ella el bien ha sido
completamente eliminado de la esfera de las cualidades intrínsecas objetivas.
Frederick Copleston. Historia de la Filosofía. Tomo 8 ,pags .394-399)