El término
Falacia se usa cuando se pretende que un Argumento tiene validez sin realmente poseerla, aunque tal argumento contiene algún elemento que nos puede llevar a engaño y, por ello, si nos estamos suficientemente atentos, a pensar que es válido. A veces se establece una diferencia entre Falacia y Sofisma lo que lleva a algunos a afirmar que con los Sofismas, además de ser argumentos inválidos, lo que se pretende realmente, a través de ellos, es confundir o engañar.
Se usa a veces el término "falacia" como equivalente a "sofisma". Es decir, en el sentido de "argumento aparente" o argumento que no es en realidad, un argumento, esto es, un buen argumento - que es lo que se supone que deben ser todos los argumentos, ya que, de lo contrario, no son propiamente argumentos, sino justamente falacias o sofismas.Una falacia,lo mismo que un sofisma,es una forma de argumento no válida.
(Ferrater Mora.Diccionario de Filosofía)
Alprincipio todos nos gustan, todos nos asombran con su cuidada manera de hablar. Pronto nuestro oido se va educando y aprendemos a distinguir diversos estilos de oratorio. Unos utilizan analogías de la vida doméstica; otros mueven mucho las manos y elevan la voz en los momentos más importantes de sus discursos; hay quien hace pausas para llamar la atención; algunos utilizan frases históricas célebres para identificarse con los grandes hombres del pasado, etc.Todos estos recursos psicológicos son semejantes a los que has visto utilizar a autores y actores de teatro para concitar el interés y las emociones del público en la obra. Con el tiempo empezamos a descubrir que hay más cosas que aprender de los oradores que lo que nos puedan enseñar en una escuela de Retórica.
Empezamos, por ejemplo, a descubrir que uno de ellos -quizá el más sobrio en su oratoria-, cuando llega al punto central de sus discursos, expone lo que hay que hacer para el bien de la ciudad con una trabazón tal que resulta difícil ponerle pegas. Al mismo tiempo, suele emplear esa habilidad en desmontar las propuestas de los opositores, demostrando que lo que aquellos presentan no tiene trabazón, resulta incoherente.
Decididos a investigar a fondo el asunto, copiamos todos sus discursos para poderlos examinar en casa. Alli vemos con facilidad que los puntos centrales del discurso son frases que se engarzan y se suceden como hombres que fueran cogidos de la mano; una nos lleva a la siguiente,y todas ellas a una última frase en la que se expone lo que el orador quería demostrar a la Asamblea de ciudadanos. Como esta última frase cierra la cadena acostumbramos a llamarla conclusión y a todas las anteriores pasos, pues nos dirigen a la conclusión; por último, llamamos premisas al primer o primeros pasos que el orador mismo ha señalado como puntos de partida y desde los que ha empezado a construir la cadena. A ésta la llamamos argumento.(Grup Embolic. Logos para Legos )
En ocasiones se distingue entre "sofisma" y "falacia" indicándose que mientras el primero se caracteriza por ser "intencional",es decir,por el ser el tipo de razonamiento producido por un "sofista" con el fin de derrotar y confundir al contrario,la segunda se caracteriza por ser simplemente un "error" o "descuido" en el razonamiento.Según ésta distinción,el sofisma es una argucia retórica, mientras que la falacia es un tipo de argumento no válido. Sin embargo, como el "sofista" produce en el curso de su sofisma semejante tipo de argumento, no hay razón para establecer semejante distinción entre sofisma y falacia.
Por todo ello, SOFISMA o falacia se llama a una refutación aparente,
refutación sofística, y también a un silogismo aparente, o silogismo sofístico, mediante los cuales se quiere defender algo falso y confundir al contrario. A veces se distingue entre sofisma y paralogismo; en el artículo sobre esta última noción nos hemos referido a varias distinciones propuestas. Lo usual, sin embargo, es usar los términos 'sofisma',
'paralogismo' y 'falacia' en el mismo sentido. Siguiendo esta última tendencia incluimos en el presente artículo todos los géneros de
«argumentos aparentes».
Aristóteles fue el primero en presentar una lista de sofismas en su escrito Sobre las refutaciones sofísticas (De sophisticis elenchis), el cual es considerado como un apéndice de los Tópicos. El Estagirita indica que hay dos clases de argumentos: unos verdaderos y otros que no lo son aunque lo parecen. Estos últimos son los sofismas o refutaciones
sofísticas. A su vez éstas se dividen en dos clases: las refutaciones sofisticas que dependen del lenguaje usado, (fallaciae in dictione) y las refutaciones sofísticas que no dependen del lenguaje usado, ( fallaciae
extra dicfionem ) (De Soph. EI., 4, 165 b 23).Las primeras pueden llamarse también lingüísticas; las segundas, extralingüísticas.
En el articulo
Sofisma (VÉASE) nos hemos referido a la anfibolía como uno de los razonamientos sofísticos in dictione. La anfibolía (tambien denominada Anfibología) consiste en la ambigüedad en una proposición. Esta ambigüedad puede existir en todas las lenguas, pero a consecuencia de su mayor libertad de ordenación sintáctica, se acentúa sobre todo en las lenguas clásicas. Así, la anfibolía citada por Aristóteles: «¿No debe haber conocimiento de lo que conoce?» muestra tal carácter mucho mejor en el original griego, a base del cual resulta impreciso si el conocimiento se refiere al sujeto o al objeto conocido. Ejemplo de anfibolía en español son los versos de Lope de Vega en La boba para los otros y discreta para sí (Acto I, esc. 1):
ya que puede suponerse que el amor fue el primer hijo que la Naturaleza tuvo, y también que el amor fue el primer hijo (de quien fuese) que poseyó una naturaleza. Por lo demás, aparte de que la anfibolía anterior puede resolverse (como la mayor parte de sus análogos) mediante el buen sentido, puede alegarse que depende menos de la estructura lingüística que de falta de precisión tipográfica; si escribimos 'Naturaleza' con inicial mayúscula (significando la Naturaleza), la anfibolía desaparece. En suma, se habla de anfibolía de una proposición o de un juicio cuando posee un doble sentido, cuando revela una ambigüedad y es susceptible de equívoco. (Ferrater Mora.Diccionario de Filosofía)
Stuart Mill queriendo encontrar las causas de los fenómenos naturales, propuso cuatro métodos experimentales:
Para que se entienda mejor, conviene representar esquemáticamente estos métodos inductivos. Usaremos X, X' Y X''para indicar los diferentes casos observados; a, b,c, d, e, f y g, para las circunstancias antecedentes, y p para representar el fenómeno que estamos considerando.