CLEANTES

1. Cleantes, hijo de Fanio, natural de Asso. Al principio fue púgil como dice Antístenes en las Sucesiones, pero pasándose a Atenas con solas cuatro dracmas, como dicen algunos, y uniéndose a Zenón, se dedicó fuertemente a la Filosofía, y persistió en los dogmas de aquél. Fue celebrado por su aplicación al trabajo; tanto, que apretado de la necesidad, se aplicaba con ahínco al jornal de noche sacando agua en ciertos jardines, y de día se ejercitaba en el estudio, por lo cual se llamaba (phreantles: sacador de agua de pozos). Dicen fue conducido al tribunal para que dijese de qué se mantenía y vivía tan robusto, y que se purgó de esto dando por testigos a aquel en cuyo jardín sacaba agua, y a la vendedora de polenta a quien giraba la tahona. Celebráronlo mucho los areopagitas, y decretaron darle diez minas, las que Zenón le prohibió tomar. Añaden que Antígono le dio tres mil dracmas. Como condujese una vez ciertos jóvenes a un espectáculo, un soplo de aire te retiró el palio y fue visto sin túnica; por lo cual los atenienses le dieron un crocoto, (vestidura amarilla propia de mujeres) como dice Dernetrio de Magnesia en sus Colombroños, por lo cual fue generalmente admirado.

2. Dícese que Antígono, que era de su escuela, le preguntó por qué sacaba agua, y que él respondió: «¿Sólo saco agua? ¿Y por qué no también cavo, riego y hago todas las cosas por amor de la Filosofía? Aun Zenón lo animaba a ejercitarse en esto, y de su jornal le mandaba traer un óbolo diariamente; y habiendo de esto recogido con el tiempo buena cantidad, la manifestó a los condiscípulos diciendo: Cleantes podría sustentar a otros Cleantes si quisiese; los que tienen bienes de que sustentarse van solicitando de otros lo que han de comer, y no obstante, filosofan sin ahínco.» Por esta razón era Cleantes llamado el segundo Hércules. Era muy aplicado, pero de naturaleza tarda y obtusa, por lo cual Timón habla de él así:

¿Quién es ese carnero,
que discurriendo va por el gentío? ¿Ese parlero de Asso?
¿Ese mortero, estólido, gallina?

Sufría con paciencia la burla de sus condiscípulos; y como se oyese llamar asno, se conformaba y decía que él sólo podía llevar la carga de Zenón-.

3. Motejándolo una vez de cobarde, respondió: «Aun por eso cometo pocos pecados.Prefería su pobre vida a la de los ricos, diciendo:  «Mientras ellos juegan a la pelota, yo cavo la tierra yerma y estéril.» Reprendíase muchas veces a sí mismo; lo cual oído por Aristón, le dijo: «¿A quién reprendes?- Y él respondió, riendo: «A un viejo que tiene canas y entendimiento no.- Diciéndole uno que Arcesilao no hacía lo que debía, le respondió: «Cesa y no lo culpes, pues aunque él no cumpla de palabra, lo ejecuta con obras.» A esto dijo Arcesilao: «No gusto de lisonjas», a lo que repuso Cleantes: «Sí, yo te lisonjeo diciéndote que unas cosas dices y otras haces. - Preguntándole uno qué era lo que debía amonestar a su hijo, respondió: «Aquello de Electra:

Calla, guarda silencio, pisa quedo.»

4. Diciendo un lacedemonio que el trabajo es bueno, respondió muy alegre:

De sangre generosa eres, oh hijo.

Refiere Hecatón en sus Críos que preguntándole un joven que si de quien se da golpes en el muslo se dirá que musliza, como de quien se los da en el vientre decimos que ventriza, respondió: «Mancebo, quédate para ti esas muslizaciones, y sábete que las voces análogas no siempre significan las cosas análogas.- Disputando una vez con otro joven, le preguntó si sentía, y diciéndole que sí, respondió Cleantes: «¿Pues cómo no siento yo que tú sientes?- Como el poeta Sositeo se le pusiese delante estando en el teatro y te dijese:

A quienes la estulticia
de Cleantes conduce como bueyes

no se alteró ni inmutó en nada. Admirados de esto los circunstantes, aplaudieron a Cleantes y echaron de allí a Sositeo; mas arrepentido éste de haberlo ultrajado, fue por aquél admitido, diciendo que «era un absurdo indignarse él por una palabra injuriosa, cuando ni LiberoPadre ni Hércules se indignan burlados de los poetas».

5. Decía que «a los peripatáticos les acontece lo que a las liras, las cuales suenan bien, pero no se oyen a sí mismas». Se refiere que habiendo dicho, en sentencia de Zenón, que por el aspecto se pueden comprender las costumbres, algunos jóvenes alegres le trajeron un bardaja rústico y campesino, y le preguntaron acerca de éste. Estuvo dudoso un rato, y luego mandó que se fuese; pero como al irse estornudase, al punto dijo Cleantes: -Ya lo cogí, muelle es.- A un hombre solitario que hablaba consigo mismo, le dijo: «Hablas con un hombre no malo.» Objetándole uno la vejez, respondió: «También yo quiero marcharme; pero luego que me considero perfectamente sano, y que escribo y leo, vuelvo a quedarme.» Dicen que escribía en ostras y en omoplatos de buey cuanto había oído a Zenón, careciendo de dinero para papel. Así que, siendo tal consiguió sólo él entre tantos discípulos ilustres suceder a Zenón en la escuela.

6. Dejó los excelentes libros que se siguen: Del tiempo, De la filosofía de Zenón, dos libros; cuatro de Exposiciones de Heráclito, Del sentido, Del arte, Contra Demócrito, Contra Aristarco, Contra Herilo, dos libros Del apetito, Antígüedades, De los dioses, De los gigantes, De los himeneos, Del poeta, tres libros Del oficio, Del buen consejo, De la gracia, Exhortatorio, De las virtudes, De la bueno índole, De Gorgipo, De la envidia, Del amor, De la libertad, Arte amatoria Del honor, De la gloria, El político, Del consejo, De las leyes, Del juzgar, De la educación, Del raciocinio tres libros; Del fin, De lo honesto, De los negocios, De la ciencia, Del reino, De la amistad, Del convite, Que la virtud de los hombres y mujeres es todo una, Que es propio del sabio el filosofar, Críos, dos libros de Diaffibas, Del deleite, De las propiedades De las cosas ambiguas, De la dialéctica, De los tropas o modos De los predicamentos. Hasta aquí sus libros.

7. Murió de esta manera: Habiéndosele entumecido las encías, estuvo dos días sin tomar alimento por orden de los médicos; con lo cual curó tan bien, que los médicos le permitieron comiese ya lo mismo que solía. No lo ejecutó; antes bien, permaneció así, diciendo que «ya tenía mucho camino andado»; y de esta suerte sufrió más tiempo hasta que murió. Igualó en edad a Zenón, y vivió ochenta años, corno dicen algunos, habiendo sido discípulo suyo por espacio de diecinueve. Hícele yo los versos siguientes:

A Cleantes celebro;
pero más a la muerte, que no quiso, mirándolo ya anciano,
retardarle el descanso (bien que muerto) si agotó tanto pozo cuando vivo.

PRESENTACIÓN