PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
«Tal vez pudiera parecerle a alguno inadmisible que una misma sustancia, a
saber, la de nuestra alma, esté en potencia para todo inteligible, cosa
perteneciente al entendimiento posible, y que convierta lo inteligible en acto,
que es propio del entendimiento agente, pues nadie obra cuando está en
potencia, sino cuando está en acto. Esto parece excluir la posibilidad de una
coexistencia del entendimiento agente y del entendimiento posible en una una
sustancia del alma.
Pero si uno considera esto rectamente, no encontrará dificultad ni
inconveniente. Pues nada impide que esto con respecto a aquello esté, en cierto
sentido, en potencia, y en otro sentido, en acto; por ejemplo, en las cosas de
la naturaleza vemos que el aire es húmedo en acto y seco en potencia., y la
tierra viceversa. Esta es la comparación que hay entre el alma intelectiva y
los fantasmas, porque el alma intelectiva posee unas veces en acto lo que el
fantasma tiene en potencia, y otras está en potencia con respecto a lo que en
el fantasma se encuentra en acto. La sustancia del alma humana posee la
inmaterialidad, y, como consta por lo ya dicho, por esto tiene naturaleza
intelectual, pues toda sustancia inmaterial es intelectual Sin embargo, esto no
le basta para que se asimile a esta o aquella cosa determinada, requisito
necesario para que nuestra alma conozca esta o aquella cosa determinada, porque
todo conocimiento es el resultado de la asimilación de lo conocido por el
cognoscente. Luego el alma intelectiva permanece en potencia respecto a
determinadas semejanzas de las cosas cognoscibles, que son las naturalezas de
las cosas sensibles. Y estas determinadas naturalezas de las cosas sensibles son
las que en realidad nos presentan los fantasmas. Sin embargo, carecen todavía
de inteligibilidad, porque son semejanzas de las cosas sensibles según sus
condiciones materiales, es decir, las propiedades individuales.,y están aún en
los órganos materiales. No son, pues, inteligibles en acto. Y, no obstante,
como es posible tomar en este hombre, cuya semejanza representan los fantasmas,
la naturaleza universal despojada de todas las condiciones individuales; son ya
inteligibles en potencia. Luego tienen la inteligibilidad en potencia, pero una
determinada semejanza de las cosas en acto. En el alma intelectiva se da lo
contrario, porque en ella hay una potencia activa respecto de los fantasmas, que
los hace inteligibles en acto, y se llama entendimiento agente; y hay otra que
está, en potencia para recibir las semejanzas determinadas de las cosas
sensibles, y es el entendimiento posible.
Tendríamos un ejemplo absolutamente semejante de esto si el ojo, a la vez.
que es diáfano susceptivo del color, tuviera tal cantidad de luz. que pudiese
hacer los colores visibles en acto, como se dice de ciertos animales, que con la
luz. de sus ojos iluminan suficientemente los objetos, y por eso ven más de
noche que de día; pero son débiles de ojos, pues se mueven con poca luz. y,
sin embargo, con mucha se confunden. Algo parecido pasa con nuestro
entendimiento, que respecto de lo evidente es como el ojo de la lechuza frente
al sol; y así, una luz. inteligible pequeña, que no es connatural, basta para
nuestro entendimiento.
Que la luz inteligible connatural a nuestra alma baste para activar el
entendimiento agente, lo ve quien considere la necesidad de contar con el
entendimiento agente. Porque el alma aparecía en potencia respecto de los
inteligibles, como el sentido respecto de los sensibles; y así como no sentimos
siempre, tampoco .entendemos siempre. Y estos inteligibles que entiende el alma
intelectiva humana, dijo Platón que eran en sí mismos, es decir, ideas; y no
era necesario contar con el entendimiento agente para los inteligibles. Mas, si
esto fuera verdadero, seria necesario que cuanto más inteligibles son algunas
cosas, mas las entendiéramos, y esto es falso, pues resulta que lo más
próximo al sentido es para nosotros lo más inteligible, cuando, considerado en
si, es realmente menos inteligible. De donde Aristóteles decidíose a establecer
que lo inleligib1e para nosotros no es por si mismo inteligible, sino que nace
de las cosas sensibles. Por esto fue necesario que pusiera una potencia o
facultad para hacer esto. Y es el entendimiento agente. Luego el entendimiento
agente está para hacer los inteligibles proporcionados a nosotros. Esto no
excede el alcance de la luz inteligible que nos es connatural. Luego nada impide
atribuir la acción del entendimiento agente a la luz de nuestra alma, y sobre
todo, cuando Aristóteles compara el entendimiento a la luz.
(Summa contra
gentiles, lib.2, cap. 77.)