Floreció en la Olimpíada 84 Empédocles, según afirma,
Hipoboto, era hijo de Metón, hijo a su vez de Empédocles de
Acragas....Dice tambien Eratóstenes, en los Vencedores Olímpicos, que el
padre de Metón alcanzó una victoria en la Olímpiada 71 y aduce como
testimonio a Aristóteles. El gramático Apolodoro afirma en sus Crónicas
que era hijo de Metón y Glauco dice que fue a Turio poco despues de su
fundación....Aristóteles y tambien Heráclides dicen que murió a los
sesenta años. Anaxágoras de Clazomene, aunque
tenía más años que Empédocles, fue posterior a él en su actividad
filosófica.
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Empédocles de Acragas, nacido no
mucho despues de Anaxágoras, fue admirador, compañero de Parménides y
más aún de los pitagóricos. Iban unos en busca de profecías,
mientras otros, traspasados días y días por atroces sufrimientos,
imploraban la palabra que cura toda enfermedad. |
Sus obras Sobre la naturaleza y
Purificaciones juntas suman como máximo 5.000 versos. |
Necios - pues no tienen
preocupaciones de largo alcance - los que piensan que pueden llegar a ser
lo que no fue previamente o que algo puede nacer o ser destruido
totalmente. Pues es inconcebible la llegada al ser a partir del lo que en
modo alguno es e imposible e inaudito que lo ente sea destruido, ya que
siempre habrá algo en donde se pueda uno seguir apoyando. Ninguna parte del todo está vacía
ni llena en exceso. Y ninguna parte del todo está vacía,
¿pues de dónde podría entrar algo en él? |
Escucha primero las 4 raices de
todas las cosas: Zeus resplandeciente, Hera dadora de vida,
Edoneo y
Nestis que con sus lágrimas empapa las fuentes de los mortales. |
Ea, considera con toda tu fuerza
cómo cada cosa se hace manifiesta y a no depositar mayor confianza en la
vista que en el oido, a no poner el oido rumoroso por encima de las
percepciones de la lengua, ni a detraer la confianza de ninguno de los
demás órganos por los que es posible el conocimiento, sino piensa por
dónde cada cosa se manifiesta. Los ojos son testigos más precisos
que los oidos. |
Y estas cosas jamás cesasn de
cambiar continuamente, confluyen unas veces todas en una sola por acciòn
del Amor y otras se separan entre sí por el rencor de las Disputa. |
Allí no se distinguen ni los
rápidos miembros del sol ni el hirsuto poder de la tierra ni el mar; sino
que, igual (a sí misma) por todas partes y sin fín, está fija en el
fuerte refugio de la Armonía, una esfera redonda que se goza de su
soledad circular. No brotan de su tronco ni manos ni
pies, ni veloces rodillas, ni órganos fecundantes, sino que era una
Esfera igual a sí misma por todas partes. |
Un doble relato te voy a contar: en
un tiempo todas las cosas llegaron de una pluralidad a constituirse en
unidad, y en otro pasaron de unas a ser múltiples; dúplice es la
génesis de los seres mortales y doble su destrucción. A la una la
engendra y la destruye su reunión, y a la otra crece y se disipa a medida
que los seres se dividen de nuevo. Jamás cesan en su constante cambio,
conviniendo unas veces en la unidad por efecto del Amor y separándose
otras bajo el odio de la Discordia. (Así, en la medida en que aprendieron
a desarrollarse en una unidad a partir de una pluralidad) y de nuevo,
cuando dejan de ser unas se convierten en plurales. Así nacen y no tienen
una vida estable, sino que, así como jamás cesan de cambiar
constantemente de lugar, tampoco son siempre inmutables en el ciclo. |
Ea, escucha mis palabras, pues el
aprender acrece la sabiduría. Como antes te dije, al manifestarse los
límites de mis palabras, te voy a contar un doble relato: en un tiempo lo
Uno se acreció de la pluralidad y, en otro, del Uno nació
por división la multiplicidad: fuego, agua, tierra y la altura
inconmesurable del aire y, separada de ellos, la funesta Discordia,
equilibrada por todas partes y, entre ellos, el Amor, igual en
extensión y anchura. Míralo con tu mente y no te sientes con ojos
estupefactos, pues se le considera inmortal en su miembros; con él tienen
amistosos pensamientos y realizacn acciones de concordia, dándole el
nombre de Gozo y de Afrodita. Ningún mortal le conoce, cuando gira
entre los demás, pero tú presta atención al orden no engañoso de mi
discurso. Todos ellos son iguales y coetáneos, aunque cada uno tiene una
prerrogativa diferente y su propio caracter y predomina, alternativamente,
cuando le llega su momento. Nada nace ni perece fuera de ellos, ya que, si
estuvieran siendo destruidos constantemente, ya no serían; pues ¿qué es
lo que podría aumentar a este todo y de dónde podría venir?, ¿cómo es
posible, a su vez, que perezcan todas estas cosas, dado que nada está
privado de tales principios? Sólo ellos, en efecto, existen, que,
trasmutándose entre sí, se convierten ora en unas cosas y ora en otras,
mientras ellos siguen siempre siendo lo que son. |
Postula cuatro elementos
materiales, fuego, aire, agua y tierra; todos eternos, que aumentan y
decrecen mediante la mezcla y la separación; pero sus auténticos
primeros principios, los que imparten el movimiento a aquéllos,
son el Amor y la Discordia. Los elementos están constatemente sometidos a
un cambio alternante, mezclándose unas veces por obra del Amor y
separándose otras por la acción de la Discordia; sus primeros
principios, en consecuencia, son seis. |
De estos elementos nacieron todos
cuantos seres existieron, existen y existirán, los árboles, los
varones y las mujeres, las bestias, las aves, los peces que se nutren del
agua y tambien los dioses de larga vida, muy superiores en su
prerrogativas. Pues sólo estas cosas existen, las cuales, entremezclándose,
adoptan pluralidad de formas: tantos cambios produce la mezcla. |
Tambien Empédocles sostiene una
opinión absurda, ya que identifica el bien con el Amor, y éste es un
principio como motor (puesto que une) y como materia (pues es una parte de
la mezcla). |
Pues si se sigue la opinión de
Empédocles y se extraen las consecuencias que se derivan de su
mentalidad y no de lo que pueda decir a manera de balbuceo, resulta que el
Amor es la causa del bien y la Discordia del mal. De manera que si
dijéramos que (Empédocles) fue el primero en declarar que el mal y el
bien son principios, es posible que afirmáramos con acierto.... |
Y a la vez no menciona causa alguna
del movimiento en sí, salvo que los seres son así por naturaleza. Pues
sus versos: cuando la Discordia poderosa cobró fuerza en sus miembros y
alcanzó sus prerrogativas, al cumplirse el tiempo fijado para su retorno
por un amplio juramento, implican que el cambio era necesario. Pero al comenzar de nuevo la
Discordia su predominio vuelve a surgir el movimiento en la Esfera: pues
todos los miembros de los dioses comenzaban a su vez a agitarse. |
No hay discordia ni pugna
indecorosa en su miembros. |
Ea, te hablaré en primer lugar del
sol y del principio desde el que se hicieron manifiestas todas las cosas
que ahora contemplamos, la tierra, y el mar abundoso en olas, el aire
húmedo y el Titán éter que estrecha su círculo en torno a todos los
seres. |
Empédocles sostiene que el primero
en separarse fue el éter, luego el fuego y después la tierra. De ésta,
al ser excesivamente constreñida por la fuerza de la rotación, surgió
el agua y de la evaporación del agua nació el aire. Los cielos surgieron
del éter, el sol del fuego y los seres terrestres se formaron de los
otros elementos por comprensión. |
Empédocles de Acragas...sostiene
que el aire que se separó de la mezcla original de los elementos se
desparramó circularmente y que después de esto el fuego salió corriendo
hacia fuera y, al no tener ningún otro lugar a donde ir, se lanzó hacia
arriba bajo la periferia solidificada en torno al aire. Hay allí, según
dice, dos hemisferas que giran en torno a la tierra, la una
compuesta totalmente de fuego y la otra mezcla de aire con algo de fuego;
a esta última la supone noche. Su movimiento surge del hecho de que la
acumulación del fuego en una zona determinada le otorga su predominio. |
El sol no es por naturaleza fuego, sino
reflexión del mismo, similar a la que nace del agua. Afirma que la luna
se formó del aire aislado por el fuego y que este aire se solidificó
somo si fuera granizo. La luna recibe su luz del sol |
Cuantos dicen que los cielos tienen
nacimiento sostienen que la tierra llegó al centro por esta razón. Al
buscar la causa de su reposo, unos la explican de esta manera: que se debe
a su anchura y magnitud; otros, como Empédocles, opinan que el cielo, con
su rotación más rápida que la traslación de la tierra, impide que el
movimiento de ésta, como ocurre con el agua dentro de los cazos. Cuando
el cazo se mueve circularmente, aunque con frecuencia se vuelve de tal
manera que el fondo queda arriba y el agua abajo, ésta no es llevada
hacia abajo, a pesar de su aptitud pra dicha dirección, por la misma
causa. |
Empédocles sostuvo que las
primeras generaciones de animales y plantas no fueron completas, sino que
constaban de miembros disyectos sin unir; las segundas, nacidas de
la unión de dichos miembros, fueron seres fantásticos; la tercera
generación fue la de las formas totalmente naturales; la cuarta no
surgió ya de sustancias homeomeras como la tierra y el agua, sino por
generación, como resultado unas veces de la condensación de sus
alimentos y otras debido a que la hermosura de la hembra excitaba el
apetito sexual; las diversas especies de animales se distinguieron por la
calidad de sus mezclas. |
Brotaron sobre la tierra numerosas
cabezas sin cuellos, erraban brazos sueltos faltos de hombros y vagaban
ojos solos desprovistos de frentes. |
Pero a medida que un elemento
divino se iba mezclando más y más con el otro, continuamente se iba
uniendo al azar, donde cada uno se encontraba, y además fueron naciendo
sin cesar otros más. ...de andar ondulante y manos
inumerables. Nacían numerosos seres con dos
cabezas y dos pechos, seres bóvinos con rostros humanos y viceversa,
creaturas, mezcla de elementos masculinos y femeninos y dotados de partes
sombrías (o estériles). |
Por tanto, donde todas las
cosas acontecieron como si en su génesis estuvieran orientadas a un fin
determinado, estos seres sobrevivieron, a pesar de estar por azar
constituidos de un modo apto; pero las creaturas en que no se dio esta
circunstancia, perecieron y siguen pereciendo como dice Empédocles que
les acontece a los seres bovinos con rostro humano. |
Ea, escucha como el fuego, al
separarse, dio origen a los vástagos nocturnos de los hombres y de las
mujeres lacrimosas, pues mi relato no es ni inoportuno ni indocumentado.
Surgieron, en primer lugar, de la tierra masas informes, partícipes a la
vez del agua y del fuego; éste deseoso de llegar a su afín, los iba
empujando a ellos, que no mostraban forma alguna atrayente en sus miembros
ni en su voz ni órgano alguno propio de hombre. |
Por lo demás, podría alguien
llegar a preguntar si es posible o no que cuerpos sometidos a un
movimiento desordenado se mezclen a veces en combinaciones como aquellas
de las que se componen los cuerpos naturales, p. e., los huesos y la
carne, como dice Empédocles que sucede por obra del Amor; pues dice:
numerosas cabezas sin cuello brotaron. Como Empédocles dijo donde cabezas
sin cuello de numerosos seres brotaron, se unen por obra del Amor. Con la expresión en el período
del Amor no quiere decir que el Amor esté ejerciendo ya su dominio, sino
que está a punto de ejercerlo. |
Al mismo tiempo afirma que el mundo
está AHORA durante el reinado
de la Discordia en el mismo estado en que estuvo antes bajo el dominio del
Amor. |
Pues sólo éstas existen, las cuales,
traspasándose mutuamente, se convierten en hombres y en otras clases de
fieras, conviniendo unas veces en un solo orden por efecto del Amor y
separándose otras bajo el odio de la Discordia, hasta que, congregadas en
una sola, quedan totalmente sometidas. Muchas
veces a lo largo de sus escritos el Amor separa y la Discordia une.
Cuando, en efecto, el universo se disgrega en sus elementos por obra de la
Discordia, el fuego y cada uno de los demás elementos se congregan en un
todo; y cuando los elementos vuelven a unirse por efecto del Amor, es
necesario que las partes de cada uno se disgreguen de nuevo. |
Pues la Discordia separó (los elementos). Y es
éter fue llevado hacia arriba no por obra de la Discordia, sino que a
veces habla como si aconteciera por azar: pues algunas veces resulta
moverse asi, pero otras muchas (veces) de modo distinto, mientras que, a
veces, afirma que el fuego tiende por naturaleza a ascender. Empédocles dice que no siempre el
aire se separa hacia la región superior, sino como resulte. |
Pero no es conforme a razón el
hacer derivar la generación de seres distantes y sujetos a movimiento.
Por este motivo, omite Empédocles el período del predominio del Amor,
pues no hubiera podido constituir los cielos, estructurándolo a partir de
cuerpos separados y haciéndolos reunirse por obra del Amor. Porque el
mundo está constituido por elementos separados y presupone, en
consecuencia, un estado previo de unidad y de combinación. |
Pero ahora voy a retornar a la vía de los cantos
que antes enumeré, exrtrayendo de mi discurso otro discurso. Una vez que
la Discordia llegó al abismo inferior del torbellino y el Amor estuvo
en medio del remolino, todas las cosas convinieron en la unidad bajo su
acción, no en seguida, sino que se congregaron desde direcciones
diferentes según su voluntad. Cuando se estaban juntando, la Discordia
comenzó a moverse hacia la circunferencia. Alternando con las cosas que
se estaban mezclando, quedaron sin mezclarse otras muchas, todas las que
la Discordia, aún en lo alto, retenía; pues aún no se había retirado
de ellos, irreprochablemente, hacia los límites externos del círculo,
sino que, mientras aue algunas de sus partes se habían ido, otras
permanecían aún dentro, y a medida que constantemente iba saliendo hacia
afuera, iba introduciéndose una benévola corriente inmortal de
intachable Amor. Y al punto se convirtieron en mortales cuantas cosas
habían obtenido antes la inmortalidad y lo que antes estuvo sin
mezclarse, cambiando sus senderos, se mezcló entonces. Y a medida que
estas cosas se mezclaban, se derramaron en derredor innumerables especies
de mortales, dotadas de toda clase de formas; una maravilla digna de
contemplarse. |
Y asi todos los seres inhalan y
exhalan; hay canales sin sangre en la carne de todos ellos extendidos por
toda la superficie de sus cuerpos; la superficie exterior de la piel está
perforada en las bocas de dichos canales por numerosos poros, de manera
que la sangre se mantiene dentro, pero el aire tiene un facil camino a su
través. Si la sangre fluida sale precipitadamente, el aire burbujeante se
precipita dentro en furiosa oleada; cuando, en cambio, salta hacia arriba,
el aire es espirado de nuevo, como cuando una niña juega con una
clépsidra de reluciente bronce. Cuando coloca la boca del tubo contra su
bien formada mano y la sumerge en la masa fluida del agua brillante, no
entra líquido alguno en la vasija, sino que la masa interior del aire, al
presionar sobre los numerosos agujeros, la retiene hasta que descubre la
densa corriente, y cuando el aire cede, se introduce una masa igual de
agua. De la misma manera, cuando el agua ocupa las partes inferiores de la
vasija de bronce y la mano humana cierra el paso de su boca, el aire
exterior, que pugna por entrar, retiene el agua, manteniendo firme su
superficie a las puertas del cuello rechinante hasta que la deja pasar con
su mano; entonces (al contrario de lo que sucedía antes), a medida que va
entrando el aire va saliendo una cantidad igual de agua. Del mismo modo,
cuando la sangre fluida agitándose a través de los miembros se lanza en
su retorno hacia dentro, al punto una corriente de aire se introduce con
férvida hinchazón, y cuando (la sangre) salta de nuevo hacia arriba, una
cantidad igual de aire es aspirada de nuevo. |
Pues con la tierra vemos la tierra,
con el agua el agua, con el aire el aire brillante y con el fuego el fuego
destructor; con el Amor vemos al Amor y a la Discordia con la funesta
Discordia. Empédocles sostiene la
misma teoría respecto a todos los sentidos; afirma que la percepción
surge cuando alguna cosa encaja en los poros de alguno de los sentidos.
Ningún sentido puede juzgar los objetos de otro, ya que los poros de
algunos son demasiado anchos y los de otros demasiado estrechos para el
objeto percibido, de manera que unos objetos pasan a su través sin tocar,
mientras que otros no pueden en modo alguno entrar. Considera el tema según
las propias palabras de Empédocles sabiendo que todas cuantas cosas
nacieron, emiten efluvios. No sólo los animales, las plantas, la tierra y
el mar, sino tambien las piedras, el bronce y el hierro emiten
continuamente numerosas corrientes; pues todas las cosas se consumen y
perecen por el movimiento continuo de un incesante flujo. |
Y así todas las cosas poseen pensamiento
por voluntad de la Fortuna. ....(El
corazón) que mora en el mar de la sangre que entra y sale de él, es lo
que especialmente llaman los hombres pensamiento, pues la sangre que
circunda el corazón de los hombres es su pensamiento. La
misma teoría sustenta sobre la sabiduría y la ignorancia. La sabiduría
que se identifica o es muy afín a la percepción, surge a través de las
cosas iguales y la ignorancia a través de las desiguales. Porque,
después de haber enumerado cómo conocemos cada cosa por su equivalente,
añadió al final: Y todas las cosas fueron compuestas convenientemente de
estos (elementos) y por su medio piensan, gozan y sufren. Y ésta es,
sobre todo, la razón por la que piensan con la sangre; ya que en ella
están mezclados las demás partes de los elementos. |
Y no tenían ningún dios Ares, ni Kidimo, ni Zeus
rey, ni Krono ni Posidón, sino una sola reina Cypris. Los hombre la
propiciaban con imágenes piadosas, con pinturas de animales, con
ungüentos de primorosa fragancia, con sacrificios de mirra pura y de
oloroso incienso, derramando sobre el suelo libaciones de dorada miel. No
humedecía el altar la sangre pura de los toros, sino que se consideraba
como una gran abominación entre los hombres el quitar violentamente la
vida (a los demás seres) y devorar sus nobles miembros. |
No está provista de (o no se jacta de tener)
cabeza humana en su cuerpo, ni brotan de su tronco dos manos ni pies, ni
rápidas rodillas, ni órganos de generación, sino que fue sólo una
sagrada e inefable mente que flecha al mundo entero con sus rápidos
pensamientos. |
¿No cesaréis con la horrible matanza? ¿Es qué
no veis que os estaís devorando reciprocamente en vuestra insensata
locura? El
padre, pobre necio, levantando en alto a su propio hijo querido, que ha
cambiado de forma, lo degüella en actitud de oración; están perplejos
cuando sacrifican a su víctima implorante; y él, sordo a su gritos, la
degüella y prepara en sus mansiones un macabro festín. Dle mismo modo el
hijo coge a su padre y las hijas a sus madres y, despues de quitarles
violentamente la vida, se comen las carnes de sus seres queridos. |
Ay de mí, que no me destruyó el día sin
compasión antes de que maquinara la funesta acción de comer carne con
mis labios. |
Hay un oráculo de la Necesidad, antiguo decreto
de los dioses, eterno, sellado con amplios juramentos: siempre que algunos
de los semidioses, cuyo lote es una vida de larga duración, ha manchado
inicuamente sus queridos miembros con derramamiento de sangre, anda
errante, desterrado de los bienaventurados por tres veces diez mil
estaciones, naciendo durante dicho tiempo en todas clase de especies de
seres mortales y cambiando un penoso sendero de vida por otro. La fuerza
del aire le persigue hasta el punto que lo escupe de nuevo hacia tierra
firme; ésta lo lanza dentro de los rayos del sol abrasador y él a su vez
en los torbellinos del éter. Va pasando de unos a otros y todos le odian.
Yo soy ahora uno de ellos, desterrado de los dioses, errabundo, yo que
puse mi confianza en la furiosa Discordia. Lloré y gemí cuando vi el
lugar desacostumbrado. Un
lugar triste, donde el Asesinato, el Odio y también las demás razas de
los Keres, las secadoras Enfermedades, las Corrupciones y las Inundaciones
vagan en la oscuridad por las praderas del Ate. |
Allí estaban Ctonia y la
longevidente Heliope, la sangrienta Disputa y la Harmonía del amable
rostro, la Hermosura y la Fealdad, la Rapidez y la Lentitud, la amable
Verdad y la Oscuridad de su negra cabellera. |
Yo fuí en otro tiempo muchacho y
muchacha, arbusto, ave y mudo pez marino. |
Nacen de entre las fieras, bajo la
forma de leones que acechan en sus montaraces guaridas y de los árboles
de hermoso follaje en figura de laureles. |
Y al final llegan ser adivinos,
cantores de himnos, médicos y príncipes entre los hombres de la tierra;
de aquí surgen como dioses colmados de honores, partícipes de la tierra
y de la mesa con los demás dioses inmortales, carentes de las pesadumbres
y de las fatigas humanas. |
Oh amigos, que habitáis cerca de
la acropolis, en la gran ciudad de la dorada Acragas, cuidadosos de buenas
acciones, puestos respetuosos de los extranjeros, ignorantes de la maldad,
salve. Yo camino entre todos vosotros como un dios inmortal, ya no
mortal, honrado como merezco, con la cabeza ceñida de bandeletas y
coronas floridas. Cuando, con mis seguidores, hombres y mujeres, entro en
las prósperas ciudades, se me tributan honores; me siguen en número
incontable, preguntándome por el sendero del lucro; unos buscan la
adivinación, afligidos desde mucho tiempo por atroces dolores, desean oir
la palabra que cura toda clase de enfermedades. |
Y a éste jamás le recibirán ni
las techadas mansiones de Zeus, portador de la égida, ni la morada de
Hades. Y
al final llegan ser adivinos, cantores de himnos, médicos y
príncipes entre los hombres de la tierra; de aquí surgen como dioses
colmados de honores, partícipes de la tierra y de la mesa con los
demás dioses inmortales, carentes de las pesadumbres y de las fatigas
humanas. |
No es posible acercarse a la divinidad
y ponerla ante nuestros ojos, ni asirla con nuestras manos - y éste es el
más ancho camino de persuasión que incide en la mente de los
hombres. |
Y esto es lo que Empédocles dice
sobre su nacimiento: yo soy ahora también uno de ellos, desterrado de los
dioses y errabundo. Llama dios a lo Uno y su unidad, en la que él
mismo moraba antes de ser separado de allí por la Discordia y de
nacer dentro del mundo de la pluralidad organizado por ésta (la
Discordia). |
Pues la sangre que circunda el
corazón de los hombres es su pensamiento. |
De éstos (los cuatro elementos)
surgió la sangre... |
Pues con la tierra vemos la tierra,
con el agua el agua, con el éter el éter brillante, con el fuego el
fuego abrasador, con el Amor el Amor y la Discordia con la funesta
Discordia. |
Es igualmente absurdo identificar
el alma con una proporción de la mezcla; pues la mezcla de los elementos
que produce carne no tiene la misma proporción que la que produce el
hueso. Habrá, pues, que concluir que, si todas las cosas constan de una
mezcla de los elementos y si la proporción de la mezcla es una armonía,
i. e., el alma, hay muchas almas distribuidas por todo el cuerpo. |
Pues no son nuestra sangre, según
él, ni la mezcla de nuestro aliento los que causan el principio esencial
del alma; antes al contrario, son estos ingredientes los que componen el
cuerpo, nacido de la tierra y mortal. Y, puesto que el alma le viene de
otro lugar, por eufemismo denomina al nacimiento estancia en el
extranjero - el más consolador de todos los hombres -; pero el
alma, en realidad de verdad, anda huida y errante, desterrada por los
decretos y leyes de los dioses.
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