PERIODO PATRISTICO
(Los primeros Apologistas)
(Según Copleston)
El primer grupo de pensadores cristianos cuyas obras contiene elementos
religiosos puede considerarse formado por los antiguos APOLOGISTAS que se
ocuparon particularmente de la defensa de la fe cristiana contra los ataques
paganos o, quizá mejor, en mostrar a las autoridades paganas imperiales que el
cristianismo tenía derecho de existencia y que no representaba ningún tipo de
peligro para los poderes públicos. En esta sección señalaremos algunos de los
más importantes apologistas cristianos así como los elementos filosóficos que
contienen.
Hacia el año 140 d. d. Cristo MARCIANO ARISTIDES escribió
una apología dirigida al emperador Antonino Pio. Gran parte de la obra la
dedica a atacar a las divinidades paganas de Grecia y Egipto así como la
concepción moral de los griegos. Se declara también maravillado por el
orden del mundo y afirma que tal orden se tiene que deberse al impulso que otro
le da y al ser consciente que el que mueve tiene que ser más poderoso que el
movido, lo lógico sería concluir que el motor que todo lo mueve tiene que ser
Dios. Por su parte, JUSTINO MARTIR (nace hacia el año 100 de padres paganos en
Neápolis) se convertirá al cristianismo y será martirizado hacia el año 164
de nuestra era. Escribe una obra titulada Diálogo con Trifón en donde defiende
a la filosofía como un don de Dios. Reconoce haber sido discípulo de estoicos,
peripatéticos y pitagóricos aunque también señala que ninguno de ellos fue
capaz de mostrarle la verdad. Esta parece descubrirla de la mano de los
platónicos y su teoría de las ideas, aunque será el cristianismo que le
muestra de verdad el auténtico camino a la verdad. Este recorrido por las
distintas corrientes filosóficas de su época marca claramente el pensamiento
de Justino. Reconoce que el conocimiento seguro y cierto de Dios se adquiere a
través de la revelación. De todas formas en sus apologías utiliza
frecuentemente la filosofía platónica al identificar al demiurgo platónico
con Dios. Dice sentir también una gran admiración por la figura de Sócrates.
Según Justino, Sócrates, sería un instrumento del Logos (Dios) ya que a
través de la palabra y el diálogo habría intentado llevar a los hombres hacia
la verdad por lo que acabará siendo condenado a muerte de forma injusta, algo
que en su época sucede con los cristianos y que sucederá con él mismo. Afirma
que Sócrates es un antecesor de la figura de Jesús. Además en Justino está
presente una idea que tendrá gran influencia más adelante. Según Justino hay
una sabiduría filosófica que se revela perfectamente en Cristo pero de la cual
solo participaron de forma accidental los mejores representantes de la filosofía
(los platónicos). Por su parte TACIANO fue un discípulo de Justino. Era de
nacionalidad Siria y fue educado en la literatura y la filosofía griegas,
aunque, a juzgar por su discursos contra los griegos, no compartía la simpatía
de Justino hacia los filósofos griegos. Al final, sin embargo, se inclinó
hacia el radicalismo maximalista y se apartó de la iglesia para unirse al
gnosticismo valentiniano y fundó la secta de los encratitas que denunciaban el
beber vino, el uso de ornamento en las mujeres, el matrimonio no era más que
fornicación y violación. Por su parte ATENAGORAS que vivió hacia el año
177 d.d. Cristo escribe a los emperadores Marcos Aurelio y Cómodo una
"Legación para los cristianos" en donde intenta defender al
cristianismo contra tres de la acusaciones de los paganos: fiestas de
antropofagia, incesto y ateismo. Se apoya en Platón para defender la creencia
en un único Dios ( monoteismo ) y se pregunta porque se declara, por esto, ateos
a los cristianos y no a Platón. Su posición es muy cercana a Justino: no hay
más que una sabiduría y ésta se alcanza mediante la revelación, aunque la
filosofía griega es válida en cuanto adivinó parte de esta verdad.
Indice
Principal
La labor principal de los padres de la iglesia abarca dos aspectos:
A) Intentar por todos los medios el
reconocimiento por parte del poder imperial. Por ejemplo, Justino
(165 d. d. Cristo) asegura a los destinatarios de su apología que los
cristianos no buscan un reino en la tierra sino en el cielo. Obedecen en todo al
Estado y únicamente rechazan la idolatría. Afirma también que la filosofía
griega es un antecesor de la revelación divina por lo que también podrían ser
salvados por Cristo igual que todos los cristianos. Por consiguiente el
principio que afirma que extra eclesiam nulla salus está muy lejos de
defenderse ahora. Este principio aparecerá más tarde cuando la iglesia ya está
reconocida y consciente de su poder. Teofilo de Antioquia sigue la misma
línea que Justino. Lo mismo sucede con Melitón de Saudes y con Irineo.
Uno de los rasgos más característicos de esta aceptación del poder del Estado
es la actitud que ahora mantiene el cristianismo ante el servicio de las armas y
el desempeño de cargos públicos. Es cierto que en una primera fase de la
Iglesia cristiana existió cierto desinterés hacia todo lo público y mundano;
sin embargo, poco a poco, esta idea cambió. Por ejemplo, Tertuliano,
(197 d. d. Cristo) en el Apologeticum propugnaba que los fieles se
diseminasen por todos los sectores de la vida del imperio, incluidos los ejércitos,
aunque 14 años más tarde, en su fase montanista, criticara esta posición. Por
su parte, Orígenes y Lactancio, aunque parecen condenar esta
afiliación en los ejércitos romanos, lo cierto es que, tal práctica, jamás
llegó a ser condenada de modo absoluto por la iglesia. Por ejemplo, Clemente de
Alejandría sanciona claramente la compatibilidad del cristianismo con la
profesión de las armas: "con la persecución que los cristianos sufrieron
por parte de Roma sucede algo similar a lo que ocurre con los 8 siglos de
nuestra conquista. Parece que no fue tanto y la prueba está en que mucho antes
del reconocimiento del cristianismo como doctrina del Estado se llegó a
reconocer por la autoridad civil la propiedad de la iglesia.".
B) Incorporar el cristianismo al legado de la filosofía greco-romana.
Aunque muchas veces se da entender que la filosofía cristiana surge a partir de
sí misma y sus cabezas pensantes es evidente su dependencia de la filosofía
griega pagana. Y serán los padres de la iglesia los principales responsables de
este hecho. Superada ya la etapa de la lucha paulista en contra de la Urgemeinde
y reconocida en lo esencial las tesis paulinas llega el momento de intentar
situar al cristianismo no solo en el ámbito teológico sino también filosófico.
Es evidente que esta labor patrística revela cierto cinismo ya que llega a
afirmarse que la filosofía griega únicamente llegó a captar de un modo fragmentario la verdad del
logos universal. Los griegos aunque no llegaron a
captar totalmente la verdad de la revelación si llegaron a captar intuiciones
inteligentes de la misma. Es la famosa tesis del robo. Ahora resulta que el
cristianismo no es quien toma prestados elementos de los filósofos griegos sino
que estos tuvieron una revelación parcial de la divinidad lo que hace que
ciertos elementos de la verdad se encuentren ya presentes en ellos pero no como
producto de su reflexión personal sino como un préstamo divino.
Entre los padres de la iglesia se observan, como veremos, POSTURAS DIVERGENTES relacionadas sobre todo con la crisis gnóstica
de los siglos II.-III d. d. Cristo. Así mientras algunos padres de la Iglesia
como San Ireneo (que insiste ante los gnósticos en los límites de la razón
humana y en que la finalidad de la fe es la salvación y no la sabiduría) e
Hipolito que culpa a los filósofos de las herejías; otros como Clemente de
Alejandría (150-125) u Orígenes (185-253) dedican sus esfuerzos a la elaboración
de una gnosis verdadera que recoja el legado de la filosofía pagana.
Más tarde cuando el arrianismo, en los
siglos IV-V, procedan a racionalizar el cristianismo, aplicando la lógica aristotélica
al análisis de los dogmas de la trinidad y de la encarnación, la doble reacción
volverá a producirse. Así, por ejemplo Gregorio de Nacianceno (350) postulará
el retorno a la simplicidad de la fe; mientras que Gregorio de Nisa (335-395)
recoge y reelabora la herencia filosófica de Orígenes.