Las impresiones
pueden ser divididas en dos géneros: las de la sensación y las de la
reflexión. El primer género surge en el
alma, originariamente por causas desconocidas. El
segundo se deriva, en gran medida, de nuestras ideas y en el siguiente
orden. Una impresión nos excita a
través de los sentidos y nos hace percibir calor o frío, sed o
hambre, placer o dolor de uno u otro género. De esta impresión existe
una copia tomada por el espíritu y
que permanece después que la impresión cesa, y a esto llamamos
una idea. La idea de placer o perla produce, cuando vuelve a presentarse
en el alma, las nuevas impresiones de deseo
y aversión, esperanza y temor que pueden ser
llamadas propiamente impresiones de reflexión porque derivan de ella.
Estas son a su vez copiadas por la
memoria e imaginación y se convierten en ideas que quizá
a su vez dan lugar a otras impresiones e ideas; de modo que las
impresiones de reflexión no son
sólo antecedentes a sus ideas correspondientes sino también posteriores
a las de sensación y derivadas de ella....
Como las impresiones de reflexión, a saber:
pasiones, deseos y emociones, que principalmente exigen nuestra atención,
surgen las más veces de ideas, debemos
invertir el método que a primera vista parecía más
natural, y para explicar la naturaleza y principios del espíritu humano,
dar una noticia particular de las
ideas antes de que pasemos a las impresiones. Por esta razón
prefiero comenzar con las ideas.
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