TEXTO 6A

Ya que todo el conocimiento que tenemos es solamente de verdades particulares o generales, es evidente que pese a todo lo que pueda hacerse para alcanzar aquéllas, éstas, que son las que, con razón, más se desean, nunca podrán ser perfectamente conocidas, y raramente podrán ser aprehendidas, si no es concibiéndolas y expresándoles por medio de palabras. Por tanto, no queda fuera de nuestras intenciones dentro del examen de nuestro conocimiento el que investiguemos la verdad y la certidumbre de las proposiciones universales....Pero para que en este, caso no nos encontremos perdidos por lo que constituye, en cualquier ocasión, el peligro, me refiero a la dubitabilidad de los términos, resulta necesario advertir que la certidumbre es doble: la certidumbre de la verdad y la certidumbre del conocimiento. Hay certidumbre de verdad cuando las palabras se unen en proposiciones de manera que expresen exactamente el acuerdo o desacuerdo de las ideas que significan, tal y como realmente es. La certidumbre del conocimiento estriba en percibir el acuerdo o el desacuerdo de las ideas, según han sido expresadas en cualquier proposición. Esto es lo que usualmente denominamos conocer, o estar seguros de la verdad de cualquier proposición.
Comentario







































































TEXTO 6B

Ahora bien, puesto que no podemos estar seguros de la verdad de cualquier proposición general, en tanto que no conozcamos los límites precisos y el alcance de las especies que significan sus términos, es necesario que sepamos la esencia de cada especie, que es lo que la constituye y la limita....Esto no es difícil de hacer en todas las ideas simples y en los modos, pues como en estos casos la esencia real y la nominal son las mismas, o, lo que viene a ser igual, la idea abstracta significada por el término general es la única esencia y límite que pueda tener o que puede suponerse a cada especie, no es posible que exista duda sobre la extensión de la especie o sobre las cosas que ese término comprende.... Pero en las sustancias, donde una esencia real, distinta de la nominal, se supone que constituye, determina y delimita a la especie, el alcance de la palabra general es muy incierto, porque al no conocer esta esencia real no podemos saber qué es lo que no es de esa especie y, en consecuencia, lo que se puede afirmar o no con certidumbre de ella. Y de esta manera, cuando hablamos de un hombre, del oro o de cualesquiera otra especie de sustancias naturales, como supuestamente constituidas por una esencia real y precisa que la naturaleza imparte de manera regular a cada individuo de esa, y por la cual ese individuo pertenece a esa especie, no podemos estar seguros de la verdad de esa afirmación o negación que hagamos sobre ella. Porque hombre u oro, tomados en este sentido, y usados para especies de cosas, constituidas por esencias reales, diferentes de la idea compleja que hay en la mente del hablante, significan no sabemos qué cosa, y la extensión de esas especies, a partir de unos límites semejantes, es tan desconocida e indeterminada que resulta imposible afirmar con certidumbre que todos los hombres son racionales, o que todo oro es amarillo.
Comentario







































































TEXTO 6C

Cuando los nombres de las sustancias intentan significar especies que están supuestamente constituidas por esencias reales que no conocemos, entonces se muestran incapaces de llevar la certidumbre a nuestro entendimiento. De esta manera no podemos tener ninguna certidumbre sobre la verdad de las proposiciones generales formuladas con semejantes términos..... Las ideas complejas que nuestros nombres de las especies de las sustancias propiamente significan son colecciones de aquellas cualidades que hemos observado que coexisten en un substrato desconocido al que llamamos sustancia. Pero qué otras cualidades coexisten necesariamente con tales combinaciones es algo que no podremos saber con certeza, a menos que podamos descubrir su dependencia natural, con respecto a la cual nuestras posibilidades de penetración son muy escasas, por lo que toca a sus cualidades primarias;, es decir: 1) Ignoramos la constitución real de las sustancias de la que depende, particularmente, cada una de las cualidades secundarias. 2. Y aunque nosotros la conociéramos, únicamente nos serviría para un conocimiento experimental, y no para un conocimiento universal..... «Que todo sea fijo» es una proposición de la que no podemos tener certidumbre, aunque sea admitida de manera universal.... Como la fijeza, por ejemplo, no tiene ninguna conexión necesaria, que nosotros podamos descubrir, con el color, peso o cualquier otra idea simple de las que componen nuestra idea compleja, o con todo el conjunto de ideas, resulta imposible que podamos saber con certeza la verdad de la proposición antes formulada, es decir, que todo oro es fijo.....Me sentiría muy satisfecho de encontrar una afirmación general sobre cualquier cualidad del oro, de la que se pudiera tener la seguridad de que es verdadera. Y no dudo que se me formulará la siguiente pregunta. ¿acaso no es una proposición universal la que establece que «todo oro es maleable»? A esto respondo que es una proposición muy cierta, siempre y cuando la maleabilidad sea una parte de la idea compleja que la palabra oro significa. Pero todo lo que se afirma aquí acerca del oro no es nada más que ese conjunto de sonidos significan una idea en la que está contenida la de la maleabilidad; y ésta es una verdad y una certidumbre de la misma clase que la que establece que un centauro es un cuadrúpedo. Pero si la maleabilidad no forma parte de la esencia específica que significa la palabra oro, resulta evidente que el que «todo oro es maleable» es una proposición que no contiene certidumbre.
Comentario







































































TEXTO 6D

En el caso de que nosotros tuviéramos unas ideas tales de las sustancias corno para conocer qué constituciones reales producen esas cualidades sensibles que encontramos en ellas, y de qué manera esas cualidades emanan de ellas, podríamos, por las ideas específicas de sus esencias reales en nuestras mentes, encontrar con mayor certidumbre sus propiedades y descubrir qué cualidades tienen y cuáles no tienen, que como lo hacemos por nuestros sentidos. Y de esta manera no sería necesario, para conocer las propiedades del oro, que el oro existiera y que realizáramos experimentos en él, al igual que no resulta necesario, para conocer las propiedades de un triángulo, el que éste exista en alguna materia, ya que la idea en nuestra mente bastaría en ambos casos. Pero tan lejos estamos de poder penetrar en los secretos de la naturaleza que apenas nos hemos aproximado nunca a la entrada que conduce hacia ellos.
Comentario







































































TEXTO 6E

Estamos, pues, totalmente perdidos cuando pensamos que las cosas contienen en sí mismas las cualidades que vemos en ellas; y en vano buscaremos en el cuerpo de una mosca o de un elefante esa constitución de la que dependen aquellas cualidades y potencias que observamos en ellos. Pues para entenderlos correctamente quizá fuera preciso no sólo buscar más allá de esta tierra y esta atmósfera nuestras, sino incluso más allá del sol o de la estrella más remota que nuestros ojos hayan podido alcanzar. Porque nos resulta imposible determinar hasta qué punto el ser y las operaciones de las sustancias particulares de este mundo nuestro dependen de causas que están fuera de nuestra vida..... Una cosa es cierta: las cosas, aunque parezcan muy absolutas y enteras en sí mismas, no son sino fragmentos de otras partes de la naturaleza, por las que advertimos la existencia de aquéllas. Sus cualidades observables, sus acciones y potencias dependen de algo que está fuera de ellas, y no conocemos ninguna parte tan completa y perfecta de la naturaleza que no deba su ser y sus excelencias a sus vecinos; y por ello no debemos confinar nuestros pensamientos a lo superficial de cualquier cuerpo, sino que debemos mirar mucho más allá para comprender perfectamente aquellas cualidades que están en él..... Si esto es así, no resulta extraño que nosotros tengamos unas ideas tan imperfectas de las sustancias, y que nos sean desconocidas las esencias reales de las que dependen sus propiedades y operaciones.... Esta consideración, por sí sola, es suficiente para poner fin a todas nuestras esperanzas de tener ideas de las esencias reales; en tanto carecemos de éstas, las esencias nominales que usamos para sustituirlas no servirán sino para proporcionarnos un conocimiento general muy pobre, o unas proposiciones universales capaces de muy poca certidumbre.
Comentario







































































TEXTO 6F

No debe sorprendernos, por tanto, si la certidumbre se encuentra en muy pocas proposiciones generales que se establecen sobre las sustancias: nuestro conocimiento sobre sus cualidades y propiedades muy rara vez va más allá de lo que nuestros sentidos pueden alcanzar a informarnos.... Porque todo conocimiento general radica sólo en nuestros propios pensamientos, y únicamente consiste en la contemplación de nuestras propias ideas abstractas. Dondequiera que percibamos un acuerdo o desacuerdo entre ellas, tendremos un conocimiento general; y colocando los nombres de esas ideas, de manera adecuada, dentro de las proposiciones, podremos pronunciar con certidumbre verdades generales. Pero... la certidumbre de las proposiciones universales sobre las sustancias es muy estrecha y muy escasa.....Pues como desconocemos su constitución real.... nosotros deberemos en estos casos, y en otros semejantes, ceñirnos a la experimentación en los sujetos particulares, por lo que deberemos contentarnos con la probabilidad; pero no tendremos ninguna certidumbre general mientras nuestra idea específica no contenga esa constitución real que es la raíz en la que se juntan todas sus cualidades inseparables, y de donde manan.....Para concluir, las proposiciones generales, sean de la clase que fueren, únicamente son capaces de certidumbre cuando los términos empleados en ellas significan ideas cuyo acuerdo o desacuerdo puede ser descubierto por nosotros según esté expresado en la proposición. Y tendremos la certidumbre de su verdad o falsedad cuando veamos que las ideas significadas por esos términos están de acuerdo o desacuerdo, según se afirman o se niegan las unas de las otras. De aquí podemos inferir que la certidumbre general nunca se encuentra sino en nuestras ideas. Cuando pretendemos alcanzarla en otra parte, en experimento u observaciones fuera de nosotros, nuestro conocimiento no va más allá de lo particular. Pues sólo la contemplación de nuestras propias ideas abstractas puede proporcionarnos un conocimiento general.
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