LIBRO II DEL ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO
Capítulo XIII

IDEAS COMPLEJAS DE LOS MODOS SIMPLES, Y, PRIMERO, DE LOS MODOS SIMPLES DE LA IDEA DE ESPACIO

1. Modos simples de ideas simples
Aunque en la parte anterior he mencionado a menudo las ideas simples, que son los verdaderos materiales de todo nuestro conocimiento, sin embargo, como las consideré más bien según las vías por las que llegan a la mente, que en cuanto distintas de las otras ideas más complejas, quizá no sea inadecuado echarles de nuevo una ojeada bajo esta consideración, y examinar estas modificaciones diferentes de la misma idea, la cual o bien encuentra la mente en las cosas existentes, o bien es capaz de producir en sí misma sin la ayuda de ningún objeto extrínseco, o de una sujeción extraña.
Estas modificaciones de cualquier idea simple (que, como ya se dijo, llamo modos simples) son ideas tan perfectamente diferentes y distintas en la mente como lo son aquellas que muestran una gran distancia o contrariedad, Porque la idea de dos es tan distinta de la de uno, como lo es la idea de azul de la de color, o como lo son una y otra de la idea de un número cualquiera; y, sin embargo, aquélla no está formada sino a partir de la idea simple de una unidad repetida; y las repeticiones de esta clase de ideas son las que producen, al unirse, esos distintos modos simples de una docena, un grosor, un millón.
2. Idea de Espacio
Voy a empezar con la idea simple de espacio. Ya he mostrado antes, capítulo IV, que adquirimos la idea de espacio tanto por la vista, como por el tacto; pienso que esto resulta tan evidente que sería tan absurdo intentar probar que los hombres perciben la distancia que hay entre dos cuerpos de distintos colores por medio de la vista, o entre las partes de un mismo cuerpo, como sería absurdo probar que ven los mismos colores: no es menos obvio que también pueden percibir en la oscuridad por medio de la sensación y del tacto.
3. Espacio y extensión
Este espacio, considerado únicamente como la longitud entre dos cuerpos, sin tener en cuenta en  abso
luto lo que existe entre ellos, es lo que se llama distancia; si se la considera en longitud, anchura y profundidad, pienso que se la puede llamar capacidad (el término extensión se aplica usualmente al espacio considerado de cualquier forma).
4.
La inmensidad
Cada distancia diferente es una modificación diferente del espacio; y cada idea de una distancia diferente o de un espacio es un modo simple de esta idea. Los hombres, para su utilidad y por la costumbre que han adquirido de medir, han fijado en sus mentes las ideas de ciertas longitudes establecidas, tales como son una pulgada, un pie, una yarda, una braza, una milla, el diámetro de la tierra, etc. Cuando alguna de tales medidas de longitud establecidas o de estas medidas del espacio se hacen familiares a los pensamientos de los hombres, éstos pueden repetirlas en sus mentes cuantas veces lo deseen, sin que necesiten mezclar con ellas o unirlos la idea de cuerpo ni ninguna otra; y de esta manera llegan a fraguar por ellos mismos las ideas de longitud, de cuadrado, de pies cúbicos, de yardas o brazas, para poder aplicarlas a los cuerpos del universo, o a lo que está más allá de los límites de todos los cuerpos; Y de esta manera, mediante la adición de estas ideas, la una a la otra, poder ampliar sus ideas de espacio cuanto lo deseen. El poder de repetir o de duplicar cualquier idea de una distancia que tenemos, y el de añadirla a la idea anterior tantas veces como lo deseamos, sin que nunca podamos llegar a detenernos o a hacer una pausa, aunque las ampliemos cuanto queramos, es lo que nos da la idea de inmensidad.
5. La forma
Existe otra modificación de esta idea que no es sino la relación que tienen entre sí las partes de la deter
minación de la extensión o del espacio circunscrito. Esto es lo que descubre el tacto en los cuerpos sensibles, cuyos extremos entran dentro de nuestro alcance; y lo que el ojo puede observar de los cuerpos y colores, cuyos límites entran en su radio visual; por lo que, observando cómo terminan las extremidades, o por las líneas rectas que se encuentran en ángulos discernibles, o por las líneas curvas en las que no se puede percibir ningún ángulo, considerándolas en cuanto a las relaciones que guardan las unas con las otras, en todas las partes de las extremidades de un cuerpo o espacio, llegamos a tener esa idea que llamamos forma y que se presenta ante la mente con una variedad infinita. Porque, además del amplio número de formas diferentes que existen en realidad en las masas coherentes de materia, la reserva que tiene la mente en su poder, solamente con variar la idea de espacio, y fabricando mediante ello nuevas composiciones, mediante la repetición de sus propias ideas y la unión tal y como le plazca, es totalmente inagotable. Y de esta manera la mente puede multiplicar las formas in infinitum.
6.
Variedad ilimitada de las formas
Porque, como la mente tiene el poder de repetir la idea de cualquier longitud extendida en una dirección recta, y de unirla a otra en la misma dirección, lo cual significa doblar la longitud de esa línea recta; o como tiene el poder de unirla a otra en la inclinación que le parezca más oportuna, y conseguir de esta manera el tipo de ángulo que desee; como también puede acortar cualquier línea que se imagine, restando la mitad de la otra, o una cuarta parte, o el fragmento que desee, sin que nunca pueda llegar al fin de semejantes divisiones, de la misma manera puede construir un ángulo de cualquier división. De igual forma puede hacer también los lados de la longitud que lo desee, uniéndolos a otras líneas de diferentes longitudes y a otros ángulos diferentes, hasta que haya cerrado totalmente cualquier espacio; por lo que resulta evidente que puede multiplicar las formas in infinitum, tanto en su trazado como en su capacidad; todo lo cual no son sino muy distintos modos simples del espacio.
Lo mismo que se puede hacer con las líneas rectas, se puede realizar con las curvas y rectas juntas; y lo mismo que se puede hacer con las líneas, se puede realizar con la superficie, por lo que podemos llegar a la conclusión de la ilimitada variedad de formas que la mente tiene el poder de fabricar, y, por tanto, de multiplicar los modos simples del espacio.
7.
Otra idea que encaja aquí, y que pertenece a la misma familia de las señaladas, es la que denominamos lugar
Al igual que en el espacio simple consideramos la relación de distancia existente entre dos cuerpos o puntos cualesquiera, de la misma manera en nuestra idea de lugar consideramos la relación de distancia existente entre una cosa y dos o más puntos que se consideran tienen la misma distancia entre sí y que igualmente se considera que están en reposo. Porque, cuando comprobamos que algo está a la misma distancia hoy de la que estaba ayer con respecto a otros dos o más puntos, y que no ha cambiado la distancia existente entre ellos desde entonces, y cuando comparamos esta distancia con esos puntos, entonces afirmamos que esa cosa ha conservado su mismo lugar; pero si ha alterado de manera sensible su distancia con alguno de esos puntos, afirmamos que ha cambiado de lugar; aunque, hablando vulgarmente, y según la noción común de lugar, no siempre observamos exactamente la distancia con respecto a esos puntos precisos, sino con respecto a porciones más amplías que los objetos sensibles, con los que consideramos que la cosa tiene una relación, y respecto a los cuales tenemos alguna razón para observar su distancia.
8.
El lugar relativo a los cuerpos particulares
De esta manera podemos decir que un conjunto de piezas de ajedrez, cuando están en las casillas donde las dejamos, se encuentran todas en el mismo lugar, o que permanecen inmóviles, aun cuando el tablero tal vez haya sido llevado a otra habitación durante un descanso del juego; y esto es porque comparamos las piezas solamente con las casillas del tablero, que tienen la misma distancia entre sí. También decimos que el tablero permanece en el mismo lugar si se encuentra en la misma parte del camarote, aunque quizá el barco en donde se encuentra haya estado navegando mientras tanto, y afirmamos que el barco está en el mismo lugar en tanto guarde la misma distancia con la costa, aunque la tierra haya estado girando; de manera que, tanto las piezas del ajedrez como el tablero y el barco han cambiado de lugar con respecto a cuerpos remotos que mantienen la misma distancia entre sí. Pero como la distancia de ciertas casillas del tablero es la que determina el lugar de las piezas, y como la distancia de las partes fijas del camarote (con respecto a las cuales establecimos la comparación) es la que determina el lugar del tablero, y corno las partes fijas de la tierra son las que determinan el lugar del barco, puede afirmarse que estas cosas están en el mismo lugar, aunque la distancia respecto a otras cosas, que en este momento no se tienen en cuenta, haya variado, y aunque resulte indudable que ellas también han cambiado de lugar en este sentido, y nosotros mismos no tendremos ningún inconveniente en pensar que esto es así cuando tengamos ocasión de compararlas con esas otras cosas.
9.
  Lugar relativo a un propósito actual
Pero como esta modificación de la distancia que denominamos lugar ha sido realizada por los hombres para su utilización común, que consiste en ser capaces
de designar la posición particular de las cosas, cuando tuvieron la necesidad y determinan este lugar mediante la referencia de aquellas cosas adyacentes que mejor sirvieron para sus propósitos en esos momentos, sin tener en cuenta otras cosas que servirían, en otros fines, mejor para determinar el lugar de la misma cosa. De esta manera, como en el tablero de ajedrez la utilidad de la designación del lugar de cada pieza viene determinado por el sitio que debe ocupar, resultaría absurdo determinar este lugar por cualquier otra cosa; pero cuando estas piezas de ajedrez están metidas en una caja, si alguien pregunta dónde está el rey negro, lo más apropiado será determinar el lugar por las partes de la habitación en la que se encuentra, y no por las casillas del tablero, puesto que la utilidad para la que se designa el lugar en que se encuentra ahora es diferente de cuando estaba, durante la partida, en el tablero, y por ello su posición debe determinarse mediante otros cuerpos. Igualmente, si alguien pregunta en qué lugar se encuentran los versos que narran la historia de Niso y Nurialo, resultaría muy impropio determinar este lugar afirmando que están en tal o cual parte del globo terráqueo, o en la biblioteca de Bodley, puesto que la correcta designación del lugar consistiría en señalar el lugar en que se encuentran dentro de la obra de Virgilio; y la contestación más adecuada sería que estos versos están hacia la mitad del libro noveno de su Eneida y que han estado allí siempre desde que Virgilio los escribió; lo que es cierto, aunque el mismo libro haya cambiado de lugar en mil ocasiones, pues la utilidad de la idea del lugar aquí consiste en conocer en qué parte del libro está esa historia, de manera que, cuando lo necesitemos, sepamos dónde encontrarla exactamente para poder recurrir a ella.
10. Lugar del Universo
Que nuestra idea de lugar no es sino una posición relativa a algo, como ya he mencionado anteriormen
te, pienso que resulta evidente y que será fácilmente admitido cuando consideremos que no podemos tener ninguna idea del lugar del universo, aunque la podamos tener de todas sus partes; porque más allá de éste no tenemos la idea de ningún ser fijo, distinto y particular, con referencia al cual podamos imaginar que tiene cualquier relación de distancia; sino que todo lo que está más allá es un solo espacio uniforme o una expansión en la que la mente no encuentra ninguna variedad ni señales. Porque afirmar que el mundo está en alguna parte no significa nada más que decir que existe, pues aunque esta frase esté tomada en el sentido de lugar, solamente significa existencia, y no localización; y cuando exista alguien que pueda descubrir y representarse en su mente de manera clara y distinta el lugar del universo, será capaz de decirnos si se mueve o si permanece en reposo en el vacío indistinguible del espacio infinito; con todo, sin embargo, es cierto que la palabra lugar tiene a veces un sentido más confuso, y significa el espacio que cualquier cuerpo ocupa: así el universo estaría en un lugar.
Por tanto, la idea que tenemos de lugar la adquirimos por los mismos medios que la idea de espacio (y ésta no es sino una consideración más limitada de aquélla), es decir, por nuestra vista y tacto, por las cuales recibimos en nuestra mente las ideas de extensión o de distancia.
11. La extensión y el cuerpo no son lo mismo
Hay algunos que quisieran convencernos de que el cuerpo y la extensión son la misma cosa; y éstos, o cambian la significación de las palabras, lo cual no me gustaría sospechar de ellos, pues se trata de personas que han condenado con gran seguridad la filosofía de los demás porque estaba basada en el sentido incierto o en una oscuridad engañosa de ciertos términos dudosos o desprovistos de significado, o bien, si significan con los términos cuerpo y extensión lo mismo que otras personas, es decir, «cuerpos» algo que es sólido y extenso, cuyas partes son separables y movibles de diferentes maneras; y «extensión» solamente el espacio que está entre los extremos de estas partes coherentes y sólidas, y que está ocupado por ellas, digo que en este caso ellos confunden ideas muy diferentes entre sí. Pues apelo a los pensamientos de cualquier hombre para saber si la idea de espacio no es tan distinta de la de solidez como de la idea de un color escarlata. Es verdad que la solidez no puede existir sin la extensión, lo mismo que no puede existir el color escarlata sin la extensión, pero esto no obsta para que sean ideas completamente distintas. Muchas ideas necesitan de otras para existir o para que se las conciba, y, sin embargo, son ideas muy diferentes. El movimiento no puede existir ni ser concebido sin el espacio; y, sin embargo, el movimiento no es el espacio ni el espacio el movimiento; el espacio puede existir sin él, y son ideas muy diferentes ,al igual que me parece que lo son las del espacio y la solidez. La solidez es tan inseparable de la idea de cuerpo, que de eso depende que ocupe un espacio, que esté en contacto con otro cuerpo, que lo impulse, y que le comunique el movimiento a partir de este impulso. Y si esta razón resulta válida para probar que el espíritu es diferente al cuerpo, porque el pensamiento no incluye la idea de extensión, la misma razón deberá resultar igualmente válida, me imagino, para probar que el espacio no es cuerpo, porque no influye la idea de solidez en él; pues espacio y solidez son ideas tan distintas como pensamiento y extensión, y tan totalmente separables en la mente la una de la otra. Así pues resulta evidente que cuerpo y extensión son dos ideas distintas, ya que:
12.  Primero, la extensión no es la solidez
La extensión no incluye la solidez, ni la resistencia al movimiento de un cuerpo, como sucede con el cuerpo mismo.
13. Segundo, las partes del espacio son inseparables real y mentalmente
En segundo lugar, las partes del espacio puro son inseparables las unas de las otras, de manera que la continuidad no se puede separar, ni real ni mentalmente. Porque me gustaría ver cómo alguien podía separar una parte de otra con la cual es contigua, incluso en su pensamiento. Pienso que dividir y separar realmente es hacer dos superficies al separar las partes que antes tenían una continuidad; y que dividir mentalmente consiste en formarse en la mente dos superficies cuando antes había una continuidad, y considerarlas distanciadas la una de la otra; y esto solamente se puede hacer en las cosas que la mente considera susceptibles de separarse, y de adquirir, mediante la separación, nuevas superficies diferenciadas que en ese momento no tienen, pero que pueden llegar a tener. Pero ninguna de estas maneras de separación, real o mental, me parece que resulta compatible con el espacio puro.
Es cierto que un hombre puede considerar una porción tal de espacio que responda a la medida de un pie o que sea mensurable con él sin tener en cuenta lo demás; lo cual es realmente una consideración parcial, pero no una separación o división mental, puesto que un hombre no puede dividir mentalmente, sin considerar dos superficies separadas la una de la otra, mejor de lo que podría dividir realmente sin hacer dos superficies desunidas la una de la otra, ya que una consideración parcial no es una separación. Un hombre puede considerar la luz del sol sin tener en cuenta el calor, o la movilidad de un cuerpo sin hacer lo mismo con su extensión, y lo puede hacer sin pensar en su separación. Lo uno no es sino una consideración parcial que termina en una parte única, en tanto que lo otro es una consideración de ambas partes como existiendo separadamente.
14.
Las partes del espacio son inmóviles
En tercer lugar, las partes del espacio puro son inmóviles, lo cual se deduce de su inseparabilidad, ya que el movimiento no es sino el cambio de distancia entre dos cosas cualesquiera; pero esto no puede ser entre las partes que sean inseparables, las cuales, por lo mismo, necesitan estar en un perpetuo reposo la una entre las otras.
De esta manera la idea determinada del espacio simple se distingue llana y suficientemente de la de cuerpo, puesto que sus partes son inseparables, inmóviles y sin resistencia al movimiento del cuerpo.
15. La definición de extensión no lo explica
Si cualquier persona me preguntara qué es el espacio del que hablo, le diría que se lo podría explicar cuando me dijera qué es la extensión. Porque afirmar, como usualmente se hace, que la extensión es tener artes extra partes» es lo mismo que decir que la extensión es la extensión. Porque, ¿cuál es la información que se me da sobre la naturaleza de la extensión, cuando se me dice que la extensión consiste en tener partes que son extensas, exteriores a partes que son extensas, es decir, que la extensión consiste en partes extensas? La misma información que yo daría a quien me preguntara lo que es una fibra, si le respondiera que es una cosa hecha de distintas fibras. ¿Comprendería ahora mejor esta persona lo que es una fibra de lo que lo entendía antes? ¿O quizá no tendría razones más que suficientes para pensar que yo intentaba más bien burlarme de él que instruirlo seriamente?
16.
La división de los seres en cuerpos y espíritus no prueba que el espacio y el cuerpo sean lo mismo
Aquellos que afirman que el espacio y el cuerpo son la misma cosa, plantean el siguiente dilema; o este espacio es algo o no es nada; si no es nada lo que hay entre dos cuerpos, entonces éstos se tocarán necesariamente; y si se afirma que es algo, ellos preguntan si es cuerpo o espíritu. A esto yo respondo con otra pregunta: ¿quién les contó a éstos que no hay, o que no puede haber, sino cuerpos sólidos, que no puedan pensar, y seres pensantes que no sean extensos? Pues esto es todo lo que significan los términos cuerpo y espíritu.
17.
La sustancia que no conocemos no es prueba contra el espacio sin cuerpo
Si se me pregunta (como usualmente se hace) si este espacio vacío de cuerpo es una sustancia o un accidente, responderé con presteza que lo ignoro; y no me sentiré avergonzado de mi ignorancia en tanto que los que esta pregunta me formulan no me aporten una idea clara y distinta de sustancia.
18. Diferentes significados de sustancia
Intento con todas mis fuerzas librarme de estas falacias con las que nos mostramos dispuestos a engañarnos al tomar las palabras en lugar de las cosas. En nada auxilia a nuestra ignorancia fingir un conocimiento que no tenernos, haciendo solamente el ruido de emitir sonidos que no llevan consigo significados claros y distintos. Los nombres hechos según el deseo de cada uno no alteran la naturaleza de las cosas, ni nos hacen entenderlas, sino en cuanto son signos de algo y expresan ideas determinadas. Y mucho me gustaría que quienes tanto insisten en pronunciar las sílabas de la palabra sustancia consideraran si al aplicarlas, como lo hacen, al infinito, al incomprensible Dios, a los espíritus finitos y al cuerpo, lo hacen con un mismo sentido, y si significan una misma idea cuando llaman sustancia a cada uno de esos tres seres tan diferentes. Si es así, necesariamente se deberá deducir que Dios, los espíritus y el cuerpo, al compartir la misma naturaleza común de sustancia, no difieren más que en una modificación diferente de esa sustancia, lo mismo que un árbol y una piedra que, siendo cuerpos en el mismo sentido, y teniendo en común la misma naturaleza de cuerpo, difieren solamente en una mera modificación de esa materia común, lo cual sería una doctrina bastante inaceptable. Y si afirman que la aplican a Dios, a los espíritus finitos y a la materia con tres significados diferentes, y que significa una idea cuando se dice que Dios es una sustancia, otra cuando se llama sustancia al alma, y una tercera idea cuando se aplica este término al cuerpo, si, por tanto, el nombre sustancia significa tres ideas distintas y diferenciadas, deberían dar a conocer estas tres ideas distintas, o al menos darles tres nombres diferentes, para evitar, en una noción tan importante, la confusión y los errores que siguen forzosamente del uso promiscuo de un término equívoco; término del que se está tan lejos de sospechar que tenga tres significados diferentes que apenas tiene, en el empleo ordinario, una significación clara y distinta. Y si, de esta manera, aquellos pueden hacer tres ideas distintas de sustancia, ¿qué es lo que impide que otra persona elabore una cuarta?
19. La sustancia y los accidentes son de poca utilidad en la Filosofía
Aquellos que fueron los primeros en acuñar la noción de accidente como una clase de seres reales que necesitaban algo a lo que ser inherentes, se vieron obligados a encontrar la palabra sustancia para que les sirviera de soporte. Si al pobre filósofo hindú (que imaginaba que también necesita la tierra algo en lo que apoyarse) se le hubiera ocurrido pensar en la palabra sustancia, no habría tenido necesidad de molestarse en encontrar un elefante que sustentara la tierra, y una tortuga que sostuviera a este elefante, ya que la palabra sustancia habría hecho ambas cosas sin ninguna dificultad. Y cualquiera que le preguntara debería sentirse tan satisfecho con la respuesta del filósofo hindú de que es la sustancia lo que sostiene la tierra (aunque no sepa qué es la sustancia), como nosotros nos sentimos satisfechos de las respuestas de los filósofos europeos y de su doctrina, cuando afirman que la sustancia, aunque desconocen lo que es, es la que soporta los accidentes. De esta manera, no tenemos ninguna idea de qué es la sustancia, y sólo tenemos una idea confusa y oscura de lo que hace.
20. «Adherirse» y «sostener»
Aunque un hombre instruido pudiera hacerlo, ningún americano inteligente y preocupado por investigar la naturaleza de las cosas se sentiría satisfecho si, deseando conocer nuestra arquitectura, se le dijera que una columna es algo sostenido por una basa, y que una basa es algo que sostiene una columna. ¿No se sentiría más bien burlado que instruido por una explicación semejante? Y alguien que no conociera los libros se sentiría muy librescamente instruido sobre su naturaleza si se le dijera que todos los libros de ciencia consisten en papel y letras, que las letras son cosas adheridas al papel, y que el papel es una cosa que sostiene las letras: notable manera ésta de explicar claramente las ideas de letras y papel. Pero cuando las palabras latinas inherentia y substancia se tradujeran a las equivalentes del inglés corriente, pasando a ser stícking y under-propping, se descubriría fácilmente la muchísima claridad que existe en la doctrina de las sustancias y los accidentes, y se mostraría su utilidad para resolver cuestiones filosóficas.
21. El vacío, más allá de los límites del cuerpo
Pero volvamos a nuestra idea de espacio. Si no se supone que el cuerpo es infinito (lo cual creo que nadie supondrá), pregunto si un hombre que hubiera sido situado por Dios en los extremos de los seres corporales podría extender sus manos más allá de su cuerpo. En caso afirmativo, podría poner su mano donde antes había espacio sin cuerpo, y si abriera sus dedos, habría espacio sin cuerpo entre ellos. Si no podía extender su mano, ello sería debido a algún impedimento externo (pues suponemos que está vivo, con el mismo poder de mover las partes de su cuerpo que ahora tiene, lo que no resulta imposible si Dios lo quiere de esa manera, o al menos no es imposible para Dios el moverlo de esa manera), y entonces yo pregunto si aquello que le impide extender su mano hacia afuera es sustancia o accidente, algo o nada. Y cuando hayan resuelto esta cuestión serán capaces de resolver por sí mismos qué cosa es eso que está, o que puede estar entre dos cuerpos, a distancia, que no es cuerpo y que no tiene solidez. Entre tanto, el argumento de que cuando nada lo impide (como más allá de los últimos límites de los cuerpos) un cuerpo en movimiento puede continuar moviéndose, es tan bueno como el que establece que, cuando no hay nada entre ellos, dos cuerpos deben tocarse necesariamente. Porque el espacio puro entre ellos es suficiente para desechar la necesidad de contacto mutuo; pero el mero espacio en el trayecto no es suficiente para detener el movimiento. Lo cierto es que estos hombres tienen que admitir que, o piensan que el cuerpo es infinito, aunque no gusten de declararlo, o el espacio no es cuerpo. Pues me gustaría encontrarme con un hombre reflexivo que pudiera, en sus pensamientos, ponerle más límites al espacio que a la duración, o que, por medio del pensamiento, esperara llegar al final del uno o de la otra. Y, por tanto, si su idea de eternidad es infinita, lo será de la misma manera su idea de inmensidad, pues ambas son igualmente finitas o infinitas.
22.
La potencia de aniquilación prueba el vacío
Más aún, quienes aseguran la imposibilidad de que exista el espacio sin materia, no sólo hacen infinitos a los cuerpos, sino que también niegan el poder de Dios de aniquilar cualquier parte de materia. Supongo que no habrá nadie que negará que Dios pueda poner fin a todo movimiento existente en la materia, y dejar a todos los cuerpos del universo en una perfecta quietud y reposo, manteniéndolos así cuanto le plazca. El que admita, entonces, que Dios puede, durante semejante descanso general, aniquilar este libro o el cuerpo del que lo lee, deberá necesariamente admitir la posibilidad del vacío. Porque resulta evidente que el espacio que había estado ocupado por las partes de un cuerpo aniquilado seguirá existiendo, y será un espacio sin cuerpo. Pues, como los cuerpos circuncambiantes están en reposo perfecto, son como una pared de adamante, y en ese estado constituyen una perfecta imposibilidad de que otro cuerpo ocupe ese espacio. Y, además, el movimiento necesario de una partícula de materia hacia el lugar que antes ocupaba otra partícula de materia, no es sino la consecuencia de la suposición de la plenitud; y éste, por tanto, necesitará alguna prueba mejor que la de un supuesto asunto de hecho que nunca se podrá comprobar por la experimentación, pues nuestras propias ideas claras y distintas nos satisfacen plenamente de que no existe ninguna conexión necesaria entre el espacio y, la solidez, desde el momento en que podemos concebir el uno sin la otra. Y quienes disputan a favor o en contra del vacío confiesan con ello que tienen ideas distintas del vacío y de la plenitud, es decir, que tienen una idea de la extensión vacía de solidez, aunque nieguen su existencia; pues, si no, es que disputan sobre nada. Porque aquellos que alteran el significado de las palabras hasta el punto de llamar a la extensión cuerpo, y que, consecuentemente, hacen que toda la esencia del cuerpo no sea nada, sino pura extensión, sin solidez, deben hablar absurdos cuando se refieren al vacío, ya que resulta imposible que la extensión exista sin la extensión. Porque el vacío, independientemente de que afirmemos o neguemos su existencia, significa espacio sin cuerpo, y su existencia nadie la puede negar como posible, a no ser aquellos que quieran hacer infinita a la materia, y quitar a Dios el poder de aniquilar cualquier partícula de ella.
23.
El movimiento prueba el vacío
Pero para no llegar tan lejos como los últimos límites del cuerpo en el universo, y para no remitirnos a la omnipotencia de Dios para encontrar el vacío, me parece que el movimiento de los cuerpos que caen bajo nuestro campo visual y que están cerca de nosotros lo evidencia suficientemente. Porque desearía que alguien intentara dividir un cuerpo sólido, de las dimensiones que quisiera, de manera que hiciera posible que las partes sólidas se movieran libremente arriba y abajo dentro de los límites de esa superficie, sin que quedara en ella un espacio vacío tan grande como la parte más íntima en que ha dividido dicho cuerpo sólido. Y si la parte más pequeña de ese cuerpo que se ha dividido es tan grande como una semilla de mostaza, un espacio vacío igual al volumen de una semilla de mostaza se requerirá para permitir el libre movimiento de las partes del cuerpo dentro de los límites de su superficie; y cuando las partículas de materia sean 100 millones más pequeñas que una semilla de mostaza, se necesitará también un espacio vacío de materia sólida que sea tan grande como la cienmillonésima parte de una semilla de mostaza; porque si esto se mantiene para uno, también se deberá mantener para otro, y así sucesivamente. Y cuando se deje que este espacio vacío sea tan pequeño como se quiera, se destruirá la hipótesis de la plenitud. Porque si puede existir un espacio vacío de cuerpo igual a la más diminuta partícula de materia separada existiendo ahora en la naturaleza, será un espacio sin cuerpo; y habrá una diferencia tan grande entre espacio y cuerpo como si fuera mega jastia, una distancia tan amplia como cualquier otra en la naturaleza. Y, por tanto, si no suponemos que el espacio vacío necesario para el movimiento es igual a la partícula más pequeña de la materia sólida dividida, sino a una décima o milésima parte de ella, la misma consecuencia se seguirá siempre del espacio sin materia.
24.
Las ideas de espacio y cuerpo son distintas
Pero como la cuestión aquí estriba en saber si la idea de espacio o de extensión es la misma que la idea de cuerpo, no es necesario probar la existencia real del vacío, sino la de la idea del mismo; la cual es una idea que los hombres evidentemente tienen, desde el momento en que inquieren y disputan sobre si existe o no el vacío. Porque si ellos no tuvieran la idea de espacio sin cuerpos, no podrían cuestionarse su existencia; y si su idea de cuerpo no incluyera algo más que la meta idea de espacio, no podrían tener ninguna duda sobre la plenitud del mundo, por lo que sería tan absurdo preguntar si hay un espacio sin cuerpo, como si hay un espacio sin espacio, o un cuerpo sin cuerpo, ya que no serían sino nombres diferentes de una misma idea.
25.
Que la extensión sea inseparable del cuerpo, no prueba que sea lo mismo que él
Es verdad que la idea de extensión se une tan inseparablemente a todas las cualidades visibles, y más aún a las sensibles, que no podemos ver ningún objeto exterior, o sentir muy pocos, sin tener también las impresiones de extensión. Esta presteza de la extensión en la unión de las ideas de una manera tan constante, pienso que ha sido la ocasión de que algunos hayan hecho consistir la total esencia del cuerpo en la extensión; lo cual no debe extrañarnos demasiado, porque algunos hombres se han llenado tanto sus mentes, por medio de la vista y del tacto, con la idea de extensión (pues estos sentidos son los más utilizados), y están, como si dijéramos, tan poseídos de esa idea, que llegaron a negar la existencia de todo lo que no tuviera extensión. No voy a argumentar ahora en contra de unos hombres que toman la medida y la posibilidad de todos los seres solamente de sus estrechas y groseras imaginaciones; pero como aquí solamente me dirijo a aquellos que concluyen que la esencia del cuerpo es la extensión, porque dicen que no pueden imaginar ninguna cualidad sensible de ningún cuerpo sin la extensión, les pediré que consideren que, si hubieran reflexionado sobre sus ideas de gustos y olores como lo han hecho sobre las de vista y tacto, es decir, que si hubieran examinado sus ideas de hambre y sed, y de algunas otras molestias, habrían encontrado que ellas no incluyen ninguna idea de extensión, la cual no es sino una afección del cuerpo descubrible, como todas las demás, por nuestros sentidos, que no poseen la suficiente agudeza como para asomarse a las esencias puras de las cosas.
26. Esencias de las cosas
Si aquellas ideas que constantemente se unen a todas las demás, deben establecerse como la esencia de aquellas cosas que constantemente tienen esas ideas que están unidas a ellas, y que son inseparables de ellas, entonces la unidad es, sin lugar a dudas, la esencia de todas las cosas. Porque no hay ningún objeto de sensación o reflexión que no conlleve la idea de unidad: pero la debilidad de esta clase de argumentos es algo que ya hemos mostrado suficientemente.
27. Las ideas de espacio y solidez son distintas
Para concluir, y con independencia de lo que piensen los hombres sobre la existencia del vacío, me parece evidente que tenemos una idea tan clara del espacio distinta de la de solidez, como la idea que tenemos de solidez distinta de la de movimiento, o la de movimiento distinta de la de espacio. No tenemos ningunas otras ideas que sean tan distintas, y podemos concebir tan fácilmente el espacio sin solidez, como podemos concebir el cuerpo o el espacio sin movimiento, aunque no sea cierto que ni el cuerpo ni el movimiento puedan existir sin el espacio. Pero, bien se tome el espacio solamente como una relación resultante de la existencia de otros seres que están a distancia, o bien se quieran mantener las palabras del sapientísimo rey Salomón: «El cielo y el cielo de los cielos no te pueden contener», o aquellas otras más enfáticas del inspirado filósofo San Pablo: «en él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser», entendidas en un sentido literal, es algo que dejo a la consideración de cada uno; para mí, la idea de espacio es como la he referido, y distinta a la idea de cuerpo. Porque, ya consideremos en la misma materia la distancia de sus partes sólidas coherentes, y que las llamemos extensión, en relación con aquellas otras partes sólidas; o ya, considerando esa distancia como algo que está entre las extremidades de un cuerpo, en sus distintas dimensiones, la llamemos longitud, latitud y profundidad; o ya considerando que está entre dos cuerpos, o entre seres positivos, sin ninguna consideración sobre si hay o no materia entre ellos, la llamemos distancia, cualquiera que sea el nombre que le otorguemos o la consideración que se le dé, siempre será la misma idea simple y uniforme de espacio, tomada de los objetos sobre los que nuestros sentidos se han ocupado; de manera que, teniendo ideas determinadas en la mente, podemos revivirlas, repetirlas y añadirles otras tantas veces como lo deseemos, y considerar el espacio o la distancia imaginados de esta manera, bien como lleno de partes sólidas, de forma tal que otro cuerpo no pueda llegar allí sin desplazar y echar fuera al cuerpo que había antes, bien como vacío de solidez, de manera que un cuerpo de dimensión igual a la de ese espacio vacío o puro pueda ocuparlo, sin remover o echar fuera nada de lo que había antes. Pero, para evitar malentendidos en los discursos sobre esta materia, sería de desear que el nombre extensión se aplicara sólo a la materia o a la distancia de los extremos de los cuerpos particulares. Y que el término de expansión se aplicara sólo al espacio en general, con o sin materia sólida, ocupándolo, de manera que se dijera que el espacio es expandido y que el cuerpo es extenso. Pero en este terreno, cada uno tiene libertad; yo me limito a proponer esta terminología para intentar una manera más clara y distinta de hablar.
28. Los hombres difieren poco en las ideas claras y simples
Imagino que el conocer con exactitud lo que significan nuestras palabras podría en este asunto, como en muchos otros, terminar rápidamente con la disputa. Porque me inclino a pensar que los hombres, cuando las examinan, encuentran que todas sus ideas simples concuerdan generalmente, aunque en las discusiones con los demás quizá confunden unas con otras a causa de los distintos nombres que les dan. Creo que los hombres que abstraen sus pensamientos, y que examinan detenidamente las ideas de sus mentes, no pueden diferir mucho en sus pensamientos, aunque se confundan a causa de las palabras, según las distintas maneras de hablar de las diversas sectas o escuelas en que se han educado; sin embargo, entre hombres poco reflexivos, que no examinan sus propias ideas de manera escrupulosa y con cuidado, y que nos las desnudan de los signos que los hombres utilizan, sino que las confunden con palabras, debe haber disputas sin fin, polémicas y jerigonza, especialmente si éstos son hombres que sólo han extraído su sabiduría de los libros, devotos de alguna secta, acostumbrados a su lenguaje y a expresarse a partir de lo que han oído de los demás. Pero si negara a suceder que dos hombres reflexivos tuvieran realmente ideas diferentes, no llego a ver cómo podrían argumentar o discutir entre sí. No quiero que se confunda lo que aquí digo y se piense que todas las imaginaciones que flotan en las mentes de los hombres son esa clase de ideas de las que estoy hablando. No resulta fácil para la mente despojarse de esas nociones confusas y de esos prejuicios de los que se encuentra embebida por sus costumbres, por desidia o por las conversaciones vulgares. Se requieren esfuerzo y constancia para examinar las ideas, hasta que la mente pueda reducirlas a esas ideas simples, claras y distintas, de las que están formadas; y también para ver cuáles, entre las ideas simples, tienen o no una conexión necesaria y una dependencia mutua. Hasta que un hombre no haga esto en las nociones primarias y originales de las cosas, seguirá construyendo sobre principios confusos e inciertos, y a menudo caerá en los extravíos.

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