LIBRO II SOBRE EL ENSAYO DEL ENTENDIMIENTO HUMANO
Capítulo XXX
DE LAS IDEAS REALES Y FANTÁSTICAS
1. Las ideas consideradas en relación con sus arquetipos
Además de lo que ya hemos mencionado referente a las ideas,
hay otras consideraciones que les pertenecen, con respecto a las cosas de
donde se toman, con referencia a lo que se puede suponer que representan; de
manera que pienso se pueden ordenar en la siguiente distinción en tres
partes, que son:
Primero, reales o fantásticas.
Segundo, adecuadas o inadecuadas.
Tercero, verdaderas o
falsas.
Primero, por ideas reales significo aquellas que tienen
fundamento en la naturaleza, aquellas que observan conformidad con el ser
real, con la existencia de las cosas o con sus arquetipos. Llamo fantásticas o
quiméricas a aquellas que no tienen fundamento en la naturaleza ni observan
ninguna conformidad con esa realidad de ser a la cual se refieren tácitamente
sus arquetipos. Si examinamos las distintas clases de ideas antes mencionadas,
encontraremos que:
2. Las ideas simples son todas apariencias reales de las cosas
Primero, nuestras ideas simples son todas reales, todas
están de acuerdo con la realidad de las cosas. No es que todas sean la imagen o
representación de lo que en efecto existe, pues lo contrario ya lo hemos
mostrado en todo menos en las cualidades primarias de los cuerpos. Pero, aunque
la blancura y la frialdad no están más en la nieve que lo están en el dolor,
sin embargo, como esas ideas de blancura y de frialdad, de dolor, etc., son el
efecto que en nosotros produce las potencias de las cosas externas, potencias
ordenadas por nuestro Creador para que produzcan semejantes sensaciones en
nosotros, se trata de ideas que están en nosotros, por medio de las que diferenciamos cualidades que realmente se encuentran en las cosas mismas. Porque como
estas apariencias diversas que están diseñadas para ser las señales por las
que debemos conocer y distinguir las cosas con las que tenemos relación,
nuestras ideas nos sirven lo mismo para ese propósito, constituyen rasgos
reales igualmente distintivos, bien sean únicamente efectos constantes, bien
semejanzas exactas de algo que está en las cosas mismas, ya que la realidad
consiste en esa correspondencia permanente que tiene con las mismas constituciones de los seres reales. Pero el que respondan a estas
constituciones como a causas o modelos, no importa nada, pues basta con que
estas constituciones las produzcan de manera constante. Y así, ocurre que todas
nuestras ideas simples son reales y verdaderas, desde el momento en que
responden y se adecuan a esas potencias de las cosas que las producen en nuestras mentes, que es todo lo que se refiere para
hacerlas reales, y no
ficciones a nuestro gusto. Pues en las ideas simples (según ya se ha
demostrado) la mente se encuentra totalmente limitada a las operaciones de las
cosas sobre ella y no puede proponerse a sí misma ninguna idea más de las
que ha recibido.
3. Las ideas complejas son combinaciones
voluntarias
Aunque la mente sea totalmente pasiva en lo que a sus ideas
simples se refiere, creo que podemos afirmar, sin embargo, que no
ocurre lo mismo en sus ideas complejas. Pues al ser estas combinaciones de ideas
simples reunidas y unidas en un nombre general, parece resultar evidente que la
mente humana goza de alguna suerte de libertad para formar esas ideas complejas.
Pues, ¿cómo, si no, puede suceder que las ideas que un hombre tiene sobre el
oro a lo justicia sean diferentes de las que tienen otros hombres, si no es
porque ha incluido o excluido en su idea compleja alguna idea simple que el
otro, respectivamente, no haya hecho? La cuestión entonces estriba en saber
cuáles de esas combinaciones son reales y cuáles son únicamente imaginarias.
En saber qué colecciones de esas ideas están de acuerdo con la realidad de las
cosas y cuáles no lo están. Y a esto digo que:
4.
Los modos mixtos y las relaciones, formados de ideas compatibles, son
reales
Segundo, los modos mixtos y las relaciones, careciendo de otra
realidad que la que tienen en la mente de los hombres, no requieren de esa clase de ideas para ser
reales, sino únicamente necesitan estar formados de tal manera que haya una
posibilidad de existencia conforme a ellos. Como estas ideas son, en sí
mismas, arquetipos, no pueden diferenciarse de sus arquetipos, de manera que no
pueden ser quiméricas) a menos que se le mezclen ideas compatibles. Realmente, como estas ideas poseen unos nombres del lenguaje habitual asignado,
nombres por los que quien los tiene en su mente intenta significarl
as a los
otros, no basta la mera posibilidad de existencia, sino que necesitan observar
una conformidad con la significación habitual del nombre asignado, para
que no se las tenga por fantásticas, como sucedería si un hombre les diera
el nombre de justicia a la idea que normalmente se denomina libertad. Pero
esta fantasía se relaciona más bien con la propiedad de hablar que con la
realidad de las ideas. Porque que un hombre se muestre imperturbable ante un
peligro y considere tranquilamente lo que debe hacer, llevándolo a cabo con
firmeza, es un modo mixto, o una idea compleja de una acción que puede existir.
Pero permanecer imperturbable ante el peligro, sin emplear la razón ni el arte,
también es algo que posiblemente puede suceder, de manera que es una idea tan
real como otra cualquiera. Sin embargo, como a la primera de éstas se les da el
nombre de valor, puede, en lo que se refiere a ese nombre, ser una idea correcta
o falsa; pero como la otra no tiene un nombre que se le haya asignado en ningún
lenguaje conocido, no puede ser susceptible de ninguna deformidad, pues está
hecha sin ninguna referencia a nada que no sea ella misma.
5. Las ideas complejas de sustancias son reales cuando
están de acuerdo con la existencia de las cosas
Tercero, como nuestras ideas complejas de las sustancias
están formadas en referencia a cosas existentes fuera de nosotros, pero
intentan ser representaciones de las sustancias tal como realmente son, esas
ideas
no son reales sino en la medida en que son combinaciones de
ideas simples realmente unidas y que coexisten en las cosas que están fuera
de nosotros. Por el contrario, son fantásticas aquellas que están formadas de
tales colecciones de ideas simples que realmente nunca han estado unidas, nunca
se han encontrado juntas en ninguna sustancia: por ejemplo, una criatura
racional que conste de una cabeza de caballo unida a una forma humana, o como
se describe que son los centauros: o bien un cuerpo amarillo, muy maleable,
fusible y fijo, pero más ligero que el agua común; o un cuerpo uniforme, no
organizado, que conste, según los sentidos, de partes similares, dotados de
percepción y movimiento voluntarios. El que estas sustancias y otras semejantes
puedan existir o no, es algo que tal vez nunca sabremos; pero sea como fuere,
dado que estas ideas de sustancias no se conforman a ningún modelo existente
conocido, a ningún modelo existente que nosotros conozcamos, y como consisten
en una colección de ideas que ninguna sustancia nos ha mostrado reunidas,
debemos tenerlas únicamente como ideas imaginarias; pero, además, mucho más
imaginarias son aquellas ideas complejas que contienen en sí mismas alguna
inconsistencia o contradicción en sus partes.