Capítulo VIII
OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE NUESTRAS IDEAS SIMPLES
1. Ideas positivas que tienen como causa una privación
En lo que se refiere a las ideas simples de la
sensación,
hay que tener en cuenta que todo aquello que esté constituido por la naturaleza
de forma que pueda producir en la mente alguna percepción al afectar a nuestros
sentidos, produce también una idea simple en el entendimiento; dicha idea, sea
cual fuere su causa externa, una vez que nuestra facultad de discernir la
advierte, se ve y se considera por la mente, lo mismo que cualquier otra idea,
como una idea que realmente es positiva en él entendimiento, aunque pudiera ser que su causa no fuera, en el sujeto, sino una privación.
2. La mente distingue las ideas a partir de los casos que los origina
De esta manera, las ideas del calor y del frío, de la luz y
de la oscuridad, de blanco y de negro, de movimiento y de reposo, son
igualmente ideas claras y positivas en la mente; aunque, tal vez, algunas de
las causas que las producen no sean más que simples privaciones en los
sujetos de donde nuestros sentidos extraen esas ideas. Y el entendimiento, al
ver estas ideas, las considera en su totalidad como positivas y distintas, sin
reparar en las causas que las producen, ya que ésa sería una investigación
que no afecta a la idea en cuanto que está en el entendimiento, sino a la
naturaleza de la cosa existente fuera de nosotros. Estas son dos cosas distintas
que se deben diferenciar de manera cuidadosa, porque una cosa es percibir y
conocer la idea de lo blanco y de lo negro y otra muy diferente el examinar
qué clase de partículas tendrán que ser y cómo deberán disponerse en la
superficie para que un objeto cualquiera aparezca como blanco o como negro.
3.Podemos tener ideas cuando ignoramos sus causas
físicas
Un pintor o teñidor que nunca haya investigado las causas de
los colores tienen en su entendimiento las ideas de lo blanco y de lo negro y de
los demás colores de manera tan clara, perfecta y diferenciada, y tal vez con
más nitidez que el filósofo que se ha ocupado de considerar su naturaleza, y
que cree saber en qué grado es positiva o privativa la causa, en uno u otro
caso; y la idea de lo negro no es menos positiva en la mente de aquel pintor que
lo es la idea de lo blanco, aunque la causa de aquel color sólo pueda ser una privación en el
objeto externo.
4.
Por qué una causa
privation
en la naturaleza puede desligar a una idea
positiva
Sí me hubiera propuesto el investigar las causas naturales
y la manera de la percepción, aduciría la siguiente razón para explicar por
qué una causa privativa puede producir, en algunos casos, una idea positiva, y es la siguiente: que, dado que todas las
sensaciones se producen en
nosotros únicamente por diversas formas y gradaciones del movimiento en
nuestros espíritus animales diversamente agitados por los objetos externos,
el cese de cualquier movimiento previo tendría que provocar una sensación
nueva de manera tan inevitable como la provoca la variación o aumento de dicho
movimiento de manera que se introduce así una nueva idea que depende tan sólo
de un movimiento diferente de los espíritus animales según el órgano de que
se trate.
5. Los nombres negativos no significan ideas positivas
Sin embargo, que esto sea así o no, es algo que no voy a
determinar aquí; me conformo con hacer un llamamiento a la experiencia
individual de cada uno para que diga si la sombra de un hombre, aunque sólo consista en la ausencia de luz (pues mientras mayor sea la ausencia de luz,
más visible será la sombra), no provoca, al observarla, una idea tan nítida y
positiva en su mente como la que produce el cuerpo de un hombre cuando está
totalmente bañado por la luz solar. Y el dibujo de una sombra es una cosa
positiva. Ciertamente, poseemos algunos nombres negativos que no significan
directamente ideas positivas, sino su ausencia, tales como insípido,
silencio, nada, etc., palabras que hacen referencia a otras ideas
positivas, como gusto,
sonido y sed, significando su ausencia.
6. Por todo ello se podría asegurar que la oscuridad se ve
Porque imaginemos un agujero totalmente oscuro del que no se
desprende ninguna luz y es evidente que podríamos ver la forma que tiene o
representarla en un dibujo; y cabría preguntarse si la idea que produce la
tinta con la que escribo proviene de una manera diferente. Las causas
privativas que he asignado aquí a ideas positivas coinciden con la opinión
vulgar; pero realmente sería difícil determinar si existe de hecho alguna
idea que derive de una causa privativa hasta que se determine si el reposo es
más una privación que el movimiento.
7. Ideas en la mente, cualidades en los cuerpos.
Para mejor descubrir la naturaleza de nuestras ideas y para discurrir
inteligiblemente acerca de ellas será conveniente distinguirlas en cuanto que
son ideas o percepciones en nuestra mente, y en cuanto que son modificaciones de
materia en los cuerpos que causan en nosotros dichas percepciones. Y ello, para
que no pensemos (como quizá se hace habitualmente) que las ideas son
exactamente las imágenes y semejanzas de algo inherente al objeto que las
produce, ya que la mayoría de las ideas de sensación no son más en la mente
la semejanza de algo que exista fuera de nosotros, que los nombres que las
significan son una semejanza de nuestras ideas, aunque al escuchar esos nombres
no dejan de provocarlas en nosotros.
§ 8. Nuestras ideas y las cualidades del cuerpo. Todo aquello que
la mente percibe en sí misma, o todo aquello que es el objeto inmediato de
percepción, de pensamiento o de entendimiento, a eso llamo idea; en cuanto al
poder de producir cualquier idea en la mente, lo llamo cualidad del objeto en
que reside ese poder. Así, una bola de nieve tiene el poder de producir en
nosotros las ideas de blanco, frío y redondo; a esos poderes de producir en
nosotros esas ideas, en cuanto que están en la bola de nieve, los llamo
cualidades; y en cuanto son sensaciones o percepciones en nuestro entendimiento,
los llamo ideas; de las cuales ideas, si algunas veces hablo como estando en las
cosas mismas, quiero que se entienda que me refiero a esas cualidades en los
objetos que producen esas ideas en nosotros.
§ 9. Cualidades primarias. Así consideradas, las cualidades en
los cuerpos son, primero, aquellas enteramente inseparables del cuerpo,
cualquiera que sea el estado en que se encuentre, y tales que las conserva
constantemente en todas las alteraciones y cambios que dicho cuerpo pueda sufrir
a causa de la mayor fuerza que pueda ejercerse sobre él. Esas cualidades son
tales que los sentidos constantemente las encuentran en cada partícula de
materia con bulto suficiente para ser percibida, y tales que la mente las
considera como inseparables de cada partícula de materia aun cuando sean
demasiado pequeñas para que nuestros sentidos puedan percibirlas
individualmente. Por ejemplo, tomemos un grano de trigo y dividámoslo en dos
partes; cada parte todavía tiene solidez, extensión, forma y movilidad. Divídase
una vez más, y las partes aún retienen las mismas cualidades; y si se sigue
dividiendo hasta que las partes se hagan insensibles, retendrán necesariamente,
cada una de ellas, todas esas cualidades. Porque la división (que es todo
cuanto un molino o un triturador o cualquier otro cuerpo le hace a otro al
reducirlo a partes insensibles) no puede jamás quitarle a un cuerpo la solidez,
la extensión, la forma y la movilidad, sino que tan sólo hace dos o más
distintas y separadas masas de materia de la que antes era una; todas las
cuales, consideradas desde ese momento como otros tantos cuerpos distintos,
hacen un cierto número determinado, una vez hecha la división. A esas
cualidades llamo cualidades originales o primarias de un cuerpo, las cuales,
creo, podemos advertir que producen en nosotros las ideas simples de la solidez,
la extensión, la forma, el movimiento, el reposo y el número.
§ 10. Cualidades secundarias. Pero, en segundo lugar, hay
cualidades tales que en verdad no son nada en los objetos mismos, sino poderes
de producir en nosotros diversas sensaciones por medio de sus cualidades
primarias, es decir, por el bulto, la forma, la textura y el movimiento de sus
partes insensibles, como son colores, sonidos, gustos, etc. A éstas llamo
cualidades secundarias. Podría añadirse una tercera clase, que todos admiten
no ser sino poderes, aunque sean cualidades tan reales en el objeto como las que
yo, para acomodarme a la manera común de hablar, llamo cualidades, pero que,
para distinguirlas, llamo cualidades secundarias. Porque el poder del fuego de
producir un nuevo color o una consistencia distinta en la cera o en el barro por
medio de sus cualidades primarias, tan es una cualidad del fuego, como lo es el
poder que tiene para producir en mí, por medio de esas mismas cualidades
primarias, a saber: bulto, textura y movimiento de sus partes insensibles, una
nueva idea o sensación de calor o ardor que no sentía antes.
§ 11. Cómo producen sus ideas las cualidades primarias. La próxima
cosa que debe considerarse es cómo los cuerpos producen ideas en nosotros, y
manifiestamente, la única manera en que podemos concebir que operen los cuerpos
es por impulso.
§ 12. Por movimientos externos y en nuestro organismo. Si, por lo
tanto, los objetos externos no se unen a nuestra mente cuando producen ideas en
ella, y, sin embargo, percibimos esas cualidades originales de aquellos objetos
que individualmente caen bajo nuestros sentidos, es evidente que habrá algún
movimiento en esos objetos que, afectando a algunas partes de nuestro cuerpo, se
prolongue por conducto de nuestros nervios o espíritus animales hasta el
cerebro o el asiento de la sensación, hasta producir en nuestra mente las ideas
particulares que tenemos acerca de dichos objetos. Y puesto que la extensión,
la forma, el número y el movimiento de cuerpos de grandor observable pueden
percibirse a distancia por medio de la vista, es evidente que algunos cuerpos
individualmente imperceptibles deben venir de ellos a los ojos, y de ese modo
comunican al cerebro algún movimiento que produce esas ideas que tenemos en
nosotros acerca de tales objetos.
§ 13. Cómo producen sus ideas las cualidades secundarias. De un
modo igual al que se producen en nosotros las ideas de estas cualidades
originales, podemos concebir que también se producen las ideas de las
cualidades secundarias, es decir, por la operación de partículas insensibles
sobre nuestros sentidos. Porque es manifiesto que hay cuerpos, y cuerpos en gran
cantidad, cada uno de los cuales es tan pequeño que no podemos por nuestros
sentidos descubrir ni su volumen, ni su forma, ni su movimiento, como es
evidente respecto a las partículas del aire y del agua, y respecto a otras
extremadamente más pequeñas que ésas; quizá tanto más pequeñas que las
partículas de aire y de agua, como más pequeñas son las partículas de aire y
agua respecto a un guisante o a un granizo. Vamos a suponer, entonces, que los
diferentes movimientos y formas, volumen y número de tales partículas, al
afectar a los diversos órganos de nuestros sentidos, producen en nosotros esas
diferentes sensaciones que nos provocan los colores y olores de los cuerpos; que
una violeta, por ejemplo, por el impulso de tales partículas insensibles de
materia, de formas y volumen peculiares y en diferentes grados y modificaciones
de sus movimientos, haga que las ideas del color azul y del aroma dulce de esa
flor se produzcan en nuestra mente. En efecto, no es más imposible concebir que
Dios haya unido tales ideas a tales movimientos con los cuales no tienen ninguna
similitud, que concebir que haya unido la idea de dolor al movimiento de un
pedazo de acero que divide nuestra carne, movimiento respecto al cual esa idea
de dolor no guarda ninguna semejanza.
§ 14. Las cualidades secundarias dependen de las primarias.
Cuanto he dicho tocante a los colores y olores, puede entenderse también
respecto a gustos, sonidos y demás cualidades sensibles semejantes, las cuales,
cualquiera que sea la realidad que equivocadamente les atribuimos, no son nada
en verdad en los objetos mismos, sino poderes de producir en nosotros diversas
sensaciones, y dependen de aquellas cualidades primarias, a saber: volumen,
forma, textura y movimiento de sus partes, como ya dije.
§ 15. Las ideas de las cualidades primarias son semejanzas; no así las
ideas de las cualidades secundarias. De donde, creo, es fácil sacar
esta observación: que las ideas de las cualidades primarias de los cuerpos son
semejanzas de dichas cualidades, y que sus modelos realmente existen en los
cuerpos mismos; pero que las ideas producidas en nosotros por las cualidades
secundarias en nada se les asemejan. Nada hay que exista en los cuerpos mismos
que se asemeje a esas ideas nuestras. En los cuerpos a los que denominamos de
conformidad con esas ideas, sólo son un poder para producir en nosotros esas
sensaciones; y lo que en idea es dulce, azul o caliente, no es, en los cuerpos
que así llamamos, sino cierto volumen, forma y movimiento de las partes
insensibles de los cuerpos mismos; pero que en nada se asemejan las ideas que en
nosotros
producen las cualidades secundarias. No hay nada que exista en los cuerpos
mismos que se parezca a esas ideas nuestras. Sólo existe un poder para producir en nosotros esas sensaciones en los cuerpos a los que denominamos conforme a
esas ideas; y lo que es dulce, azul o caliente según una idea, no es, en los
cuerpos así denominados, sino cierto volumen, forma y movimiento de las partes
insensibles de los mismos cuerpos.
16. Ejemplos. -Se denomina caliente y ligera a la llama,
blanca y fría a la nieve, al azúcar, blanca y dulce, a causa de las ideas
que en nosotros provocan.
Generalmente se cree que estas cualidades son en esos cuerpos
lo mismo que esas ideas que están en nosotros: equivalencia total las unas de
las otras, como lo serían de reflejarse en un espejo; y la mayoría de los
hombres tendrán por muy extravagante a quien afirme lo contrario. Sin embargo,
el que tenga en cuenta que el mismo fuego, que provoca en nosotros a cierta
distancia la sensación de calor, nos produce, si nos acercamos más, la
sensación totalmente diferente de dolor, tendrá que reflexionar para él
mismo el motivo que pueda tener para afirmar que su idea de calor provocada en
él por el fuego está realmente en el mismo fuego, y que su idea de dolor, que
de igual manera le produjo el mismo fuego, no está en el fuego. ¿Por qué
causa, pues, han de estar la blancura y la frialdad en la nieve, y no debe
estarlo el dolor que produce todas esas ideas en nosotros; ideas que no se
pueden provocar sino por el volumen, la forma, el número y el movimiento de
sus partes sólidas?
17. Sólo existen realmente las ideas primarias
Los perciban o no los sentidos, el volumen, el número, la
forma y el movimiento particulares de las partes del fuego o de la nieve están realmente en esos
cuerpos, y por ello, pueden denominárseles cualidades reales, pues existen en
realidad en esos cuerpo;. Sin embargo, la luz, el calor, la blancura o la
frialdad no existen de una forma más real en los cuerpos que la enfermedad
o el dolor en el azúcar. Suprimamos la sensación de esas cualidades;
evitemos que los ojos vean la luz o los colores, que los oídos escuchen los
sonidos; hagamos que no guste el paladar, y que la nariz no huela, y
todos los colores, sabores y sonidos desde el momento en que son ideas
particulares, des-parecerán y se suprimirán totalmente para quedar reducido a sus causas, o sea, volumen, forma y
movimiento de las partes de los
cuerpos.
18.Las cualidades secundarias sólo existen en las cosas como modos de las
primarias
El volumen de un trozo de azúcar puede producirnos la idea
de una forma redonda o cuadrada y, si se desplaza de un lugar a otro, la de
movimiento. Esta última idea nos representa el movimiento como realmente
ocurre en el azúcar que se desplaza. Ya sea en idea o en existencia, son lo
mismo la forma redonda o cuadrada; bien en la mente, bien en el azúcar. E, independientemente de que se repare o no en ellos, lo mismo el movimiento que la
forma están realmente en el azúcar. Esto es algo que todo el mundo estará
dispuesto a admitir. Además, por su volumen, forma, textura y movimiento de sus
partes, el azúcar puede producir en nosotros la sensación de malestar, y, a veces, la de dolor agudo, a causa de un exótico. Todo el mundo estará
dispuesto a admitir, asimismo, que estas ideas de malestar y de dolor no están
en el azúcar, sino que son efectos de sus operaciones en nosotros y que, cuando
no las percibimos, no están en ninguna parte. Y, sin embargo, difícilmente
podría hacerse creer a los hombres que no están la blancura y la dulzura
realmente en el azúcar y que no son sino los efectos del movimiento provocado por las operaciones del
azúcar,
por el tamaño y por la forma de sus partículas sobre los ojos y el paladar; de
igual manera que el dolor y el malestar provocados por el azúcar no son, según
todos admiten, sino los efectos de sus operaciones en el estómago y en los
intestinos, a consecuencia del tamaño, del movimiento y de las formas de sus
partes no sensibles (ya que, según se ha probado, ningún cuerpo puede obrar
por otro medio diferente). Como si no pudiera obrar el azúcar sobre los ojos y
el paladar, y, de esa manera, provocar en la mente ciertas ideas particulares
y distintas que no tenía en sí, de la misma manera en que admitimos que puede
obrar sobre los intestinos y el estómago y provocar ciertas ideas particulares
que no tenían en sí. No veo por qué motivo aquellas ideas producidas por los
efectos sobre los ojos y sobre el paladar (puesto que todas esas ideas son
efecto de la forma en que opera el azúcar sobre diversas partes de nuestro
cuerpo por el tamaño, la forma, el número y el movimiento de sus partes)
tienen que considerarse como algo que está realmente en el azúcar, y no se
consideran de la misma manera las ideas producidas a causa de los efectos
sobre el estómago y los intestinos; ni tampoco, por qué motivo han de
considerarse ideas que son efectos del azúcar (como el dolor y el malestar)
como no estando en ninguna parte cuando no se perciben; y, sin embargo, será
necesario explicar por qué motivo la blancura y la dulzura, efectos del mismo
azúcar sobre otras partes del cuerpo que operan por modos igualmente
desconocidos, tienen que considerarse, cuando no se ve esa blancura o no se
gusta esa dulzura, como existentes en el azúcar.
19.
Ejemplo
Se consideran semejantes las ideas de las cualidades
primarias; pero no de la misma manera la de las cualidades secundarias.
Consideremos los colores rojo y verde en el pórfido, impidamos que la luz caiga sobre él y
desaparecerán sus colores, y no se producirán esas ideas en nosotros. En el
momento en que la luz vuelva, se producirán de nuevo en nosotros esas ideas:
¿puede alguien pensar que hubo un cambio real en el pórfido por la presencia y
ausencia de la luz, y que las ideas de blancura y de rojo están en realidad en
el pórfido iluminado, cuando, al estar en la oscuridad, no tiene ningún color
y es totalmente llano? Realmente, de día o de noche, tiene una configuración
tal de partículas que puede, por el reflejo de los rayos de la luz en algunas
de las partes de esa piedra dura, provocar en nosotros la idea de rojo, y en
otras partes, la idea de lo blanco. Pero lo blanco y lo rojo no están nunca en
lo pórfido, sino únicamente una textura tal que puede producirnos semejantes
sensaciones.
20. Siguen los ejemplos
Muélase una almendra, y se convertirá su limpio color
blanco en un blanco sucio, y su sabor dulce en un sabor oleaginoso. Pero ¿qué
alteración real pueden producir los golpes de una muela en un cuerpo que no sea
la de su textura?
21. Ejemplos de cómo el agua puede provocar en una mano la idea del frío y en
la otra la del calor
Si entendemos de esta manera y diferenciamos las ideas,
seremos capaces de explicar el porqué la misma agua, en un mismo momento, puede
provocar en una mano la idea del frío y en la otra la del calor; puesto que es
imposible que una misma agua sea fría y caliente al mismo tiempo, lo que
tendría que suceder si realmente estuvieran en ella esas ideas. Pues pensando
que el calor no es, cuando está en nuestras manos, sino un cierto tipo y
clase de movimiento en las partículas pequeñas de nuestros nervios o espíritus
animales, podremos comprender cómo es posible que la misma
agua pueda provocar, al tiempo, la sensación de calor en una mano y la de frío
en la otra; esto, sin embargo, no sucede jamás respecto a la forma, que nunca
produce en una mano la idea de un cuadrado, cuando en la otra ha provocado la de
un globo. Pero si la sensación es de calor y de frío, no son sino el aumento o
la disminución del movimiento de las partes más pequeñas de nuestros
cuerpos, provocado por las partículas de otro cuerpo cualquiera, es fácil comprender que, si este movimiento es mayor en una mano que en
la otra, y si
se les aplica a las dos manos un cuerpo que tenga en sus partículas más
pequeñas un movimiento mayor que el que tiene una de las manos y más pequeño
que el que tiene la otra, ese cuerpo, cuando se aumenta el movimiento de una
mano y se disminuye el de la otra, causa, por ello, las sensaciones distintas
de calor y frío que están relacionadas con esos diferentes grados de
movimiento.
22. Una excursión por la Filosofía natural
En todo lo que acabo de decir me he metido algo más en
investigaciones físicas de lo que en un principio era mi intención;
pero como ello era necesario para explicar un poco cuál es la naturaleza de la
sensación, y para que se conciba de manera diferenciada la diferencia
existente entre las cualidades en los cuerpos y las ideas que éstas producen en
la mente, sin lo que sería totalmente imposible disertar de forma inteligible
sobre este asunto, espero que se me disculpe esta breve intuición en el campo
de la filosofía natural, pues es necesario para nuestra investigación actual
el distinguir las cualidades primarias y reales de los cuerpos, las que siempre
se encuentran en ellos (es decir: solidez, extensión, forma, número y
movimiento o reposo, y que algunas veces percibimos, fundamentalmente, cuando
los cuerpos en que se encuentran son lo suficientemente grandes para poder
discernirlos de manera individual), de aquellas cualidades secundarias que no son sino
las potencias de combinaciones distintas de esas otras cualidades primarias,
cuando actúan sin que se las distinga de manera clara. De donde también podremos
llegar a saber qué ideas son y qué ideas no son semejantes de algo
existente de manera real en los cuerpos a los que otorgamos nombres que
provienen de esas ideas.
23.
Clases de cualidades en los cuerpos
Las cualidades, si se consideran de manera debida, que
realmente existen en los cuerpos son de tres clases:
Primero, el volumen, la forma, el número, la situación
y el movimiento o reposo de sus partes sólidas: estas cualidades están en los
cuerpos, las percibamos o no. Y cuando los cuerpos tienen el tamaño suficiente
para poder percibirlas, tenemos, a través de ellas, una idea de la cosa como es
en sí misma, según acontece normalmente en las cosas artificiales. Yo llamo a
estas cualidades cualidades primarias.
En segundo lugar, el poder que existe en cualquier cuerpo, a
causa de sus cualidades primarias insensibles, para obrar conforme a una
manera peculiar sobre cualquiera de nuestros sentidos, y de esta forma provocar en nosotros las ideas diferentes de diversos
colores, sonidos, olores,
gustos, etc. A estas cualidades se las denomina usualmente cualidades sensibles.
En tercer lugar, el poder que existe en cualquier cuerpo, en
razón con la constitución particular de sus cualidades primarias, para
producir un cambio de esa clase en el volumen, en la forma, en la textura y en
el movimiento de otro cuerpo que lo haga actuar sobre nuestros sentidos de una
manera diferente a la que operaba antes. De esta manera, el Sol tiene el poder
de blanquear la cera y el fuego de derretir el plomo. Normalmente, a estas
cualidades se las denomina potencias.
Como ya se dijo, podría llamarse, a las primeras de estas
tres clases, con propiedad cualidades reales originales o cualidades
primarias, ya que se encuentran, se las perciba o no, en las cosas mismas; y las
cualidades secundarias dependen, precisamente, de sus diversas
modificaciones.
Las otras dos clases solamente son potencias para obrar de un
modo distinto sobre cosas diferentes, dichas potencias provienen de las
distintas modificaciones de aquellas cualidades primarias.
24. Las primeras son semejanzas; se piensa que lo son las
segundas, pero no es así; las terceras, ni lo son ni se piensa que lo sean
Pero aunque estas dos últimas clases de cualidades sean
únicamente, y nada más, que potencias, que se refieren a otros cuerpos varios
y que provienen de los distintos cambios de las cualidades originales, se piensa, sin embargo, de un modo distinto de ellas de
manera general. Puesto que
las de la segunda clase, es decir, las potencias que producen en nosotros varias
ideas con nuestros sentidos, son consideradas como cualidades reales en las
cosas que nos afectan de esta manera. Sin embargo, a las de la tercera clase se
las denomina potencias, y como tales se las tiene. Por ejemplo, las ideas del
calor o de la luz que por nuestros ojos o por el tacto recibimos del sol, son
consideradas normalmente como cualidades reales que existen en el sol y como
algo más que meras potencias en él. Pero cuando consideramos el sol con
referencia a la cera, a la que derrite o blanquea, tenemos en cuenta la blancura
y la blandura que en ella produce, y no como cualidades que se encuentran en el
sol, sino como efectos producidos por potencias en él; en tanto que, si lo
consideramos de manera debida, estas cualidades de luz y calor, percepciones
mías cuando este sol me calienta o ilumina, no están más en el sol, que lo
están en él por los cambios que opera, cuando la
blanquea o la derrite, en la cera. En todos los casos se
trata igualmente de potencias en el sol, que dependen de sus cualidades
primarias, por las que puede, en un caso, cambiar hasta tal punto el volumen, la
forma, la textura o el movimiento de algunas partes insensibles de mis ojos o
de mis manos, que puede provocarme la idea de luz o la de calor; y, en el otro
caso, puede cambiar de tal manera el volumen, la forma, la textura o el
movimiento de las partes insensibles en la cera como para hacer que provoquen
las ideas distintas de blanco y de blando.
25. Por qué las cualidades secundarias se toman
frecuentemente
como cualidades reales y no como meras potencias
Parece ser que el motivo por el que unas cualidades se
tienen frecuentemente por cualidades reales y las otras por meras potencias es
porque como las ideas que tenemos de distintos colores, sonidos, etc., no contienen nada de volumen, forma o movimiento en ellas, no somos capaces de
considerar los efectos de esas cualidades primarias; las cuales a nuestros
sentidos no aparecen como agentes que actúan para producirlas, y respecto a las
cuales no guardan ni una congruencia aparente, ni una conexión visible. Por
esto se explica que tendamos a concebir que esas ideas son la semejanza de
algo realmente existente en los objetos mismos; porque la sensación no
permite descubrir que contribuya a la producción de esas ideas, el volumen, la
forma o el movimiento de partes y también porque la razón no puede demostrar
hasta qué punto puedan producir los cuerpos en la mente las ideas de azul, de
amarillo, etc., por su volumen, su forma y su movimiento. Pero en el otro
caso, en el de la acción de los cuerpos cuyas cualidades se alteran
recíprocamente, podemos descubrir de manera evidente que la cualidad que ha
sido producida no tiene ninguna semejanza, de manera general, con nada en la
cosa que la
produce; de donde se infiere que la consideramos como un mero
efecto de una potencia. Porque, si bien nos inclinamos, al recibir la idea de
calor o de luz solar, a pensar qué es la percepción y la semejanza de estas
cualidades con el sol, sin embargo, cuando observamos que mudan el color la cera
o el blanco rostro al exponerse al sol, no podemos concebir que sea la emanación o la semejanza de algo existente en el sol, puesto que no hallamos en el
mismo sol esos colores diferentes. Porque, desde que en el momento que
nuestros sentidos pueden advertir una semejanza o una diferencia de unas
cualidades sensibles de dos objetos exteriores distintos, tenemos que llegar a
la conclusión sin ninguna dificultad de que la producción de cualquier
cualidad sensible en cualquier objeto es el efecto de una mera potencia, y no la
transición de alguna cualidad que realmente existía en el actuante, puesto
que no encontramos dicha cualidad insensible en la cosa que la produjo. Pero,
puesto que nuestros sentidos no pueden advertir ninguna diferencia entre la idea
que se ha producido en nosotros y la cualidad del objeto que la produce,
tendemos a imaginar que nuestras ideas son la semejanza de algo que se encuentra
en los objetos, y no los efectos de ciertas potencias que radican en los
cambios de sus cualidades primarias, con cuyas cualidades primarias no guardan
ninguna similitud las ideas que provocan en nosotros.
26. Las cualidades secundarias son de dos clases: una, las percibidas de manera
inmediata; dos, las que lo son de manera mediata
Para terminar, además de las cualidades primarias ya
mencionadas, es decir, volumen, forma, extensión, número y movimiento de sus
partes sólidas, todas las demás, por las que llegamos a notar a los cuerpos y
los distinguimos los unos de los otros, no son sino diversas potencias que se
encuentran en ellos, que dependen de aquellas cualidades primarias, por medio
de las que operando de manera inmediata sobre nuestros cuerpos pueden producirnos varias ideas
diferentes u
operando sobre otros cuerpos alterar sus cualidades primarias, para hacerlas
capaces de provocar en nosotros unas ideas distintas de las que antes nos producían. Creo que se podría llamar a las primeras
cualidades secundarias
inmediatamente perceptibles, y a las segundas cualidades secundarias
mediatamente perceptibles.