LIBRO IV DEL ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO

Capítulo XXI
ACERCA DE LA DIVISIÓN DE LAS CIENCIAS

1. Las ciencias se pueden dividir en tres clases
Ya que que todo lo que puede caer dentro de la competencia del entendimiento humano es, primero, la naturaleza de las cosas como son en sí mismas, sus relaciones y sus maneras de operar; o, segundo, aquello que el hombre mismo debe hacer, como un agente racional y voluntario, para alcanzar cualquier finalidad y especialmente su felicidad; o, tercero, las maneras y medios a través de los cuales el conocimiento de uno y otro aspecto se adquiere y se comunica, pienso que la ciencia se puede dividir propiamente en estas tres clases:
2. Primero, la Física
El conocimiento de las cosas como son en su propio ser, en su constitución, propiedades y operaciones. Con ello me refiero no sólo a la materia y al cuerpo, sino también a los espíritus que tienen sus propias naturalezas, constituciones y operaciones como los demás cuerpos. Esto, tornando en un sentido un poco más amplio del término, es lo que llamo phisiqué o Filosofía natural. El fin de ésta es la pura verdad especulativa, y todo lo que pueda enriquecer a la mente humana en cualquier sentido, cae bajo su jurisdicción, sea el mismo Dios, los ángeles, los espíritus, los cuerpos o cualquiera de sus atributos como el número, la figura, etc.
3. Segundo, la práctica
Prakziké
o la habilidad de aplicar correctamente nuestras propias potencias y actos para llegar a alcanzar cosas buenas y útiles. Lo más importante que cae bajo esta definición es la Etica, que es el descubrimiento de aquellas reglas y medidas de las acciones humanas que llevan a la felicidad, y los medios de ponerlas en práctica. El fin de esta rama no es la mera especulación y el conocimiento de la verdad, sino la justicia y una conducta acorde con ella.
4. Tercero, semeioziké
La tercera rama se puede llamar semeioziké o doctrina de los signos, y como las palabras constituyen lo más usual en ella, se le aplica también el término de logiké, Lógica. La materia de esta ciencia estriba en considerar en la naturaleza de los signos de los que la mente hace uso para la comprensión de las cosas, o para comunicar su conocimiento a los demás. Porque como entre las cosas que la mente contempla no hay ninguna, además de ella misma, que esté presente en el entendimiento, resulta necesario que alguna otra cosa actúe como signo o representación de la cosa que considera para poder presentarse a él, y éstas son las ideas. Y como la escena de las ideas que forman los pensamientos de un hombre no se puede representar de una manera inmediata a la vista de otro, ni mantenerse en otra parte que no sea la memoria, que no es un depósito demasiado seguro, nos resulta tan necesario utilizar signos de nuestras ideas para comunicar nuestros pensamientos a los demás, y para mantenerlos almacenados para nuestro propio uso. Y los que los hombres han encontrado más convenientes y, por tanto, los que generalmente utilizan, son los sonidos articulados. Así, pues, la consideración de las ideas y de las palabras como los instrumentos principales del conocimiento, forma una parte no despreciable de la contemplación de quienes intentan ver el conocimiento humano en toda su extensión. Y, tal vez, si fueran cuidadosamente sopesados y considerados con detenimiento, estos instrumentos nos podrían ofrecer otra clase de lógica y de crítica, además de las que hasta aquí han sido frecuentes.
5.
Esta es la primera división y la más general de los objetos de nuestro entendimiento
Esta me parece la primera y la más general, al igual que la más natural división de los objetos de nuestro entendimiento. Porque un hombre no puede aplicar sus pensamientos a nada distinto de la contemplación de las cosas mismas para descubrir la verdad; o a las cosas que están en su poder, que son sólo sus propias acciones, para la consecución de sus propios fines; o a los signos que la mente utiliza en uno y otro caso, y  a  la clara ordenación de estos signos, para llegar a una información más clara. Y todos estos tres objetos, es decir, las cosas en cuanto cognoscibles en sí mismas, las acciones en cuanto dependen de nosotros para nuestra felicidad, y el uso correcto de los signos para el conocimiento, como son toto coello diferentes, me parecieron que formaban las tres grandes provincias del mundo intelectual, totalmente separadas y diferenciadas la una de la otra.

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