Existen otras ideas simples que se comunican a la mente mediante todas las vías de la sensación y de la reflexión, a saber:
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El placer o la inquietud se unen, el uno a la
otra, a casi todas nuestras ideas, tanto de sensación como de reflexión; y
apenas existe nada que afecte desde el exterior a nuestros sentidos, o ningún
escondido pensamiento interior de nuestra mente, que no sea capaz de provocar en
nosotros placer o dolor. Quiero que se entienda que el
placer y el dolor significan todo aquello que nos deleita o nos molesta, bien
proceda de los pensamientos en la mente, bien de cualquier cosa que actúa sobre
nuestros cuerpos. Porque ya sea que, por una parte, hablemos de satisfacción,
deleite, placer, felicidad, etc., y por otra de inquietud, pena, dolor,
tormento, angustia, miseria, etc., no son, sin embargo, sino grados diferentes
de una misma cosa, y pertenecen a las ideas de placer y color, deleite o
inquietud; éstos serán los nombres que emplearé con mayor frecuencia para
esas dos clases de ideas. |
La percepción de placer..... Si ésta estuviera
totalmente separada de todas nuestras sensaciones externas y nuestros
pensamientos internos, ningún motivo tendríamos para preferir un pensamiento a
otro, una acción a otra, por ejemplo, no podríamos escoger entre la
negligencia y la atención, o el movimiento y el reposo. De tal manera que no
moveríamos nuestros cuerpos ni mantendríamos la mente ocupada, sino que dejaríamos
que nuestros pensamientos corriesen a la deriva (valga la expresión), sin
ninguna dirección ni propósito, y permitiríamos que aparecieran en nuestra
mente, según fueran ocurriendo y sin otorgarles atención alguna, las ideas,
cual sombras inadvertidas. Y en esta situación el hombre, por muy dotado que
estuviera de las facultades de entendimiento y de la voluntad, resultaría un
ser ocioso e inactivo. |
Tan eficaz y útil resulta el dolor para hacernos
trabajar como el placer, ya que nos mostramos tan dispuestos a usar nuestras
facultades para evitar aquél, como para lograr éste. Y hay algo que merece una
consideración especial: que es frecuente que el dolor lo produzcan los mismos
objetos y las mismas ideas que nos proporcionan el placer....De esta manera, el
calor, muy agradable para nosotros en ciertas condiciones de temperatura,
resulta un tormento nada común cuando se aumenta un poco; y el más placentero
de todos los objetos sensibles, la propia luz, si se da en exceso, si se aumenta
más allá de lo que los ojos admiten, produce una sensación
especialmente dolorosa. Esto ha sido ordenado por la naturaleza de manera sabia
y adecuada, a fin de que cuando cualquier objeto, por la vehemencia de su
operación, amenace destruir los instrumentos de la sensación, cuyas
estructuras son necesariamente muy delicadas y sutiles, pueda el dolor
advertirnos para que nos retiremos antes de que el órgano se destruya
totalmente y pierda su aptitud en el futuro para desempeñar sus funciones
inherentes. La consideración sobre los objetos que la producen podrá
convencernos de que éste es el fin o la utilidad del dolor. |
La existencia y la unidad son otras dos ideas que
llegan al entendimiento por todos los objetos externos y por todas las ideas
internas. Cuando tenemos ideas en la mente, consideramos que están allí de
manera efectiva, de igual manera que consideramos que están efectivamente fuera
de nosotros las cosas, es decir, que existen o que tienen existencia. Y el
entendimiento alcanza la idea de la unidad por todo aquello que podemos
considerar como una cosa sola, sea un ser real, sea una idea....Otra
de las ideas simples que recibimos por medio de la sensación y de la reflexión
es la del poder. Pues al observar nosotros mismos que pensamos y que podemos
hacerlo, que podemos, según nuestro deseo, mover distintas partes de nuestro
cuerpo que antes estaban en reposo, y los efectos que,
asimismo, pueden producir entre sí los cuerpos naturales que se presentan ante
nuestros sentidos a cada momento, llegamos a adquirir la idea del poder a través
de estas dos vías....Además de ésas, existe otra idea que, aunque también se
sugiere con los sentidos, nos la ofrecen de una forma más continua en los
acontecimientos de nuestra propia mente, y es la idea de sucesión. Porque si
nos viéramos de una manera inmediata por dentro a nosotros mismos, y reflexionáramos
sobre lo que allí se puede observar, encontraríamos que nuestras ideas van y
vienen sin interrupción. |
Según creo, éstas son, si no todas, al menos las
ideas simples más importantes que tiene la mente, y el resto de sus
conocimientos se producen a partir de ellas; y todo lo recibe únicamente por
las vías de la sensación y de la reflexión a que antes nos hemos referido.
Y no crea nadie que estamos limitando excesivamente la espaciosa
capacidad de la mente humana que vuela más alto de las estrellas, y que, al no
poder quedar limitada por las fronteras del mundo, extiende con frecuencia sus
pensamientos incluso por encima de las regiones últimas de lo material, y hace
incursiones por el vacío insalvable. Admito todo esto; pero me gustaría que
alguien mencionara cualquier idea simple que no se reciba a través de uno de
esos dos conductos a que antes me refería, o cualquier idea incompleta que no
surja de esas ideas simples. |