Aunque ya he mostrado, en los capítulos
anteriores, cómo la mente, habiendo recibido ideas simples por medio de
la sensación, llega a extenderse hasta lo infinito.....por razones
metodológicas, me referiré, aunque brevemente, a algunos más, y después
a otras ideas más complejas....Resbalar, rodar, caer, pasear,
arrastrarse, correr, bailar, saltar, y brincar, y muchos otros que podrían
nombrarse, son términos que, tan pronto como son oídos por quienes
comprenden el idioma, provocan en su mente
ideas distintas, que no son sino las diferentes modificaciones del
movimiento. Los modos del movimiento responden a los de la extensión; rápido
y lento son dos ideas diferentes de un movimiento, cuya medida se
establece juntamente por las distancias de tiempo y espacio, de tal manera
que son ideas complejas que incluyen dentro del movimiento el tiempo y el
espacio.....Igual variedad tenemos en lo que se refiere a los sonidos.
Cada palabra articulada es una modificación diferente de sonidos; por lo
cual vemos que, mediante el sentido del oído, la mente puede proveerse,
por tales modificaciones, de ideas distintas, hasta un número casi
infinito. Además, los sonidos, aparte de los distintos gritos de los pájaros
y animales, se ven modificados por la diversidad de notas de diferentes
longitudes reunidas, lo cual forma esa idea compleja llamada tono, que un
músico puede tener en su mente sin oír ni emitir ningún sonido, sino
reflexionando sobre las ideas de estos sonidos, que une silenciosamente en
su imaginación....Son muy variados también los modos de los colores; a
algunos los consideramos grados diferentes, o caen bajo el término de «matices»,
de un mismo color. Pero como muy pocas veces hacemos mezclas de colores,
bien por una necesidad o por el placer de hacerlo, sin incluir ninguna
forma en la que pongamos estos colores, como cuando pintamos, tejemos,
bordamos, etc., aquellas mezclas que observamos pertenecen comúnmente a
los modos mixtos, pues están formadas por ideas de diversas clases, es
decir, la forma y color, como sucede en una mujer bella, en el arco iris,
etc.
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Cuando la mente se contempla a sí
misma y a sus propias acciones, el pensamiento es lo primero que se
origina. En ello, la mente observa una gran variedad de modificaciones, y
de aquí recibe sus distintas ideas. De esta manera, la percepción o
pensamiento que acompaña realmente a cualquier impresión del cuerpo, y
que está anexada a dicha percepción, hecha por un objeto externo, como
es distinta de todas las demás modificaciones del pensamiento, la mente
tiene una idea distinta, que es la que llamamos sensación; ésta es, como
si dijéramos, la recepción real de cualquier idea
en el entendimiento por medio de los sentidos. La misma idea, cuando se
produce sin que ocurra la operación de un objeto semejante sobre lo
sensorial externo, produce la reminiscencia; si la mente busca esta idea,
y la encuentra con dificultad, y tras un esfuerzo para hacerla presente,
entonces provoca el recuerdo. Si la mente la tiene por algún tiempo y la
considera detenidamente, nos hallamos ante la contemplación. Cuando las
ideas flotan en nuestra mente, sin que exista reflexión ni consideración
del entendimiento, nos hallamos ante lo que los Franceses llaman reverie
nuestro idioma carece de un término adecuado para ello. Cuando se repara
en las ideas que se ofrecen a sí mismas (pues, como ya indiqué en otro
lugar, mientras que estamos despiertos siempre hay un encadenamiento de
ideas, que se suceden en nuestra mente) y, cuando se registran en la
memoria, por decirlo así, se trata de la atención; cuando la mente, con
gran diligencia y por su propia voluntad, fija su mirada en una idea, la
considera en todos los aspectos, y no se distrae por la llamada solícita
de otras ideas, tenemos eso que llamamos la intención o estudio. Dormir,
sin soñar, es un descanso de todo lo anterior; y el soñar consiste en
tener algunas ideas (mientras los sentidos externos están paralizados, de
tal manera que no reciben a los objetos externos con su habitual viveza),
no sugeridas por los objetos externos, ni por ninguna ocasión conocida, y
sin que hayan sido elegidas o determinadas por el entendimiento; en lo que
se refiere a lo que denominamos el éxtasis, dejo a la consideración de
los demás si no es un soñar con los ojos abiertos.
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