Aunque Dios no nos ha dado ninguna idea innata sobre El mismo; aunque no
nos imprimió ningunos caracteres originales en nuestras mentes por los que
podamos contemplar su existencia, sin embargo, como nos dotó de estas
facultades que nuestras mentes poseen, no se ha quedado sin nuestro
reconocimiento, desde el momento en que tenemos sentidos, percepción y
capacidad de razonamiento, y en que no podemos carecer de una prueba tan clara
de El, puesto que lo llevamos en nosotros mismos. Ni podemos tampoco quejamos
con justicia de nuestra ignorancia en este punto tan trascendental, puesto que
nos ha dotado suficientemente de los medios para descubrirlo y conocerlo, en la
forma en que sea necesario para los fines de nuestro ser, y para el importante
asunto de nuestra felicidad. Pero aunque ésta sea la verdad más obvia que la
razón puede descubrir y aunque su evidencia sea (si no me equivoco) igual a la
certidumbre matemática, sin embargo, requiere meditación y atención, y la
mente debe aplicarse regularmente a deducirla de alguna parte de nuestro
conocimiento intuitivo, o, de lo contrario, estaríamos en una incertidumbre e
ignorancia tan grande de ello, como de otras proposiciones cualesquiera, con
respecto a las cuales fuéramos capaces de una clara demostración. Para
mostrar, por tanto, que somos capaces de conocer, es decir, de estar seguros de
que hay un Dios, y para mostrar cómo podemos llegar a esta certidumbre, pienso
que no necesitamos ir más allá de nosotros mismos, y de nuestro conocimiento
indubitable que tenemos de nuestra propia existencia.
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Si alguien tiene la pretensión de ser tan escéptico como
para negar su propia existencia (pues dudar de ella es materialmente imposible),
dejésele disfrutar su amada felicidad de no ser nada, hasta que el hambre o algún
otro dolor le convenza de lo contrario..... Por lo mismo, el
hombre sabe, por una certidumbre intuitiva, que la pura nada no puede producir
mejor un ser real... Si, por tanto, sabemos que hay algún ser real, y que la
nada no puede producir ningún ser real, resulta una demostración evidente que
ha existido algo desde la eternidad, puesto que lo que no ha existido desde la
eternidad tuvo un comienzo, y lo que tuvo un comienzo debió ser producido.....Aemás,
resulta evidente que...todas las potencias que tenga las
habrá recibido y tendrán su origen en la misma fuente. Esta fuente eterna, por
tanto, de todas las cosas deberá ser también la fuente de origen de toda
potencia... Además, el hombre encuentra en
sí mismo la percepción y el conocimiento. Nosotros podemos avanzar un paso más
y tener la certidumbre de que no existe solamente un ser, sino que, al mismo
tiempo, este ser existente está dotado de inteligencia y es capaz de
conocimiento. Hubo un momento, pues, en que no éramos capaces de conocimiento y
en el que el conocimiento empezó a ser, o, más bien, en que desde la eternidad
hubo un Ser capaz de conocimiento. Si se dice que hubo un tiempo en que ningún
ser tenía conocimiento alguno, cuando el Ser eterno no estaba dotado de todo
entendimiento, replicaré que era imposible que hubiera habido alguna vez, en
ese caso, ningún conocimiento, pues es imposible que las cosas absolutamente
carentes de conocimiento, y que operan ciegamente, y sin ninguna percepción,
puedan haber producido un ser dotado de conocimiento, lo mismo que resulta
imposible que un triángulo haga por sí mismo que sus tres ángulos sean
mayores a dos rectos. Porque tan repugnante resulta para la idea de materia sin
sentido el poder incluir en sí misma la sensación, la percepción y el
conocimiento, como repugnante es a la idea de triángulo el que pueda incluir
unos ángulos mayores a dos ángulos rectos.... De esta manera, a partir de la
consideración sobre nosotros mismos y sobre lo que nosotros encontramos
infaliblemente en nuestra propia constitución, nuestra razón nos lleva al
conocimiento de la siguiente verdad segura y evidente: que existe un Ser eterno,
todopoderoso y sapientísimo, y que no tiene la mayor importancia el que se le
llame Dios o no. |
Ninguna verdad es más evidente que la que establece que tiene que
existir algo sobre la eternidad. Nunca he oído a nadie tan falto de razón, ni
a nadie que supusiera una contradicción tan manifiesta como para admitir un
tiempo en el que existiera una nada perfecta. Pues sería el mayor de todos los
absurdos el imaginar que la pura nada, la negación perfecta y ausencia de todo
ser, pudiera una vez producir cualquier existencia real. Así pues, siendo
inevitable que toda criatura racional llegue a la conclusión de que «algo» ha
existido desde la eternidad, veamos a continuación «qué clase de cosa» tiene
que ser ello.... Existen únicamente en el mundo dos clases de seres que el
hombre pueda conocer o imaginar: En primer lugar, aquellos que son puramente
materiales, desprovistos de sentidos, percepción o pensamiento, como lo son los
recortes de nuestras barbas o de nuestras uñas. En segundo lugar, los seres
sensibles, dotados de pensamiento y de percepción, tal y como nos encontramos a
nosotros mismos. A los cuales, si os parece, los denominaremos de ahora en
adelante seres «cogitantes» y seres «no cogitantes»;.... Por tanto, si debe haber algo eterno, veamos qué clase de ser tiene que
ser. Y en este sentido parece totalmente obvio para la razón que necesariamente
deberá ser un ser cogitante; porque es imposible es concebir que alguna vez la
pura materia no cogitante pudiera producir un ser inteligente y pensante,....
La materia, pues, por su propia fuerza, no puede producir por sí
misma, ni mucho menos, el movimiento; .... Pero supongamos que el movimiento es
eterno también; sin embargo, la materia no cogitante y el movimiento, sean
cuales fueren los cambios que puede producir en la forma y en el volumen, jamás
podrá decir el pensamiento....Divídase la materia en cuantas partes se quiera
... y nunca podrá producir la sensación, el pensamiento y el conocimiento...Porque
es imposible concebir que la materia, con o sin movimiento, pueda tener
originariamente en ella misma, y a partir de ella misma, la percepción y el
conocimiento, como se deduce con evidencia a partir de que, entonces, la sensación,
la percepción y el conocimiento tendrían que ser propiedades eternamente
inseparables de la materia y de. cada una de sus partículas....Por tanto, ya
que es preciso que el primer ser eterno sea necesariamente un ser cogitante.
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Esta es, según me imagino, la
noción a la que más se inclinan los hombres que piensan en Dios como un
Ser material, ya que se les sugiere de un modo más inmediato al concepto
ordinario que tienen de sí mismos, y de otros hombres a quienes
consideran como seres materiales
pensantes. Pero este pensamiento, aunque sea muy natural, no deja de ser
menos absurdo que los demás; porque suponer que el Ser eterno y pensante
no es sino una composición de partículas de materia, cada una de las
cuales es no cogitante, es lo mismo que adscribir toda la sabiduría y el
conocimiento de ese Ser eterno únicamente a la yuxtaposición de las
partes, lo cual no puede ser más absurdo. Porque las partículas no
pensantes de materia, se reúnan de la forma que sea, sin embargo, no
pueden añadir a sí mismas ninguna cosa a no ser una nueva relación de
posición, lo cual es imposible que les aporte ningún pensamiento y
conocimiento.....En segundo lugar hay otros que quisieran que la materia
fuera eterna, reconociendo, no obstante, que existe un Ser eterno,
cogitante e inmaterial. Esto, aunque no niegue que existe un Dios, sin
embargo, desde el mismo momento en que niega la primera y principal obra
suya, es decir, la creación, es algo que merece la pena considerar más
detenidamente. ¿Por qué es preciso que la materia sea eterna? .... ¿por
qué no admitir la posibilidad de que una potencia igual haya fabricado de
la nada un ser material?.... la materia pudo haber sido hecha en un
principio. |
Pero se me podrá objetar si no es imposible
admitir la formación de algo a partir de la nada, ya que no es posible que
nosotros podamos concebirlo. A ello respondo que no. Porque no resulta
irrazonable el negar el poder de un Ser infinito tan sólo porque no podemos
comprender sus operaciones.... Así, por ejemplo, mi mano derecha escribe
mientras mi mano izquierda descansa. ¿Qué es lo que causa el descanso en una y
el movimiento en la otra? Nada, sino mi voluntad, un pensamiento de mi mente; y
sólo con que mi pensamiento cambie mi mano derecha permanecerá en reposo y
comenzará a moverse la izquierda. Esto es algo evidente, que no puede negarse;
explíquese y hágase inteligible, y el paso siguiente consistirá en entender
la creación.
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