TEXTO 7A

Hay una clase de proposiciones que, bajo el nombre de máximas o axiomas, han pasado por ser principios de la ciencia; y porque son de suyo evidentes, se ha supuesto que son innatas, sin que nadie (que yo sepa) haya intentado mostrar la razón y los fundamentos de su claridad y coherencia. Sin embargo, se debería investigar la razón de su evidencia y comprobar si sólo es propia de ellas, así como examinar hasta qué punto influyen y dirigen nuestros conocimientos.
Comentario

































































TEXTO 7B

Según ya he indicado, el conocimiento consiste en la percepción del acuerdo o desacuerdo de las ideas. Ahora bien, cuando ese acuerdo o desacuerdo es percibido inmediatamente por sí mismo, sin la intervención o ayuda de ninguna otra cosa, tenemos entonces un conocimiento de suyo evidente. Esto es algo que podrá advertir cualquiera que considere una cualquiera de esas proposiciones a las que, sin ninguna prueba, concede su asentimiento a primera vista; porque en todas ellas descubrirá que la razón de su asentimiento proviene del acuerdo o desacuerdo que la mente, por una comparación inmediata entre ellas.
Comentario

































































TEXTO 7C

Siendo esto así, consideremos a continuación si esta evidencia de suyo es peculiar tan sólo a esas proposiciones que comúnmente caen bajo el nombre de máximas, y a las que se otorga la dignidad de axiomas. Y aquí resulta evidente que algunas otras verdades, no tenidas por axiomas, participan igualmente con aquéllas en esta evidencia de suyo. Esto lo podremos comprobar si examinamos las distintas clases de acuerdo o desacuerdo de las ideas que he mencionado más arriba, es decir: la identidad, la relación, la coexistencia y la existencia real.... Porque, primero, como la percepción inmediata de] acuerdo o desacuerdo de identidad está fundada en que la mente tiene distintas ideas, esto nos proporciona tantas proposiciones evidentes por sí mismas como ideas distintas tenemos.... Cualquier persona puede advertir en sí misma que conoce las ideas que tiene, del mismo modo que sabe cuándo se encuentra en su entendimiento cualquiera de ellas y en qué consiste; y que cuando hay allí más de una sabe que puede distinguirlas sin ninguna confusión. Y siendo esto así (ya que no hay más remedio de percibir lo que se percibe), no puede caber ninguna duda, cuando una idea está en la mente, de que está allí, y de que es la idea que es; ni de que dos ideas distintas, cuando están en la mente, están allí y no son una ni la misma idea..... y lo mismo sucederá con respecto a aquellas proposiciones cuyos términos significan ideas más o menos generales, v. gr.: cuando la idea general de ser se afirma de sí misma, como ocurre en esta proposición: «todo lo que es, es»; o cuando una idea más particular se afirma de sí misma, como en «un hombre es un hombre», o en «todo lo que es blanco, es blanco»; o ya sea que la idea de ser en general sea negada del no ser, que es la única idea (si es que puedo llamarla así) diferente del ser, como ocurre en la proposición «es imposible que la misma cosa sea y no sea»; o que cualquier idea de cualquier ser particular sea negada de otra que es diferente de ella, como en «un hombre no es un caballo», o «lo rojo no es azul». La diferencia de las ideas, tan pronto como son entendidos los términos, hace que la verdad de la proposición se haga inmediatamente manifiesta, y esto con igual certidumbre y facilidad en las proposiciones menos generales como en las más generales; y todo ello por una misma razón, a saber: porque la mente percibe, en cualquier idea que tenga, que una idea es idéntica a sí misma, y que dos ideas distintas son diferentes y no las mismas; y ello con la misma certidumbre en las ideas más generales como en las menos.... Pues no significando estas dos máximas generales sino que «lo mismo es lo mismo», y que «lo mismo no es diferentes, se trata de verdades que podemos encontrar en ejemplos más particulares...Y apelo a la mente individual de cada uno para comprobar si la proposición «un círculo es un círculo» no es una proposición tan evidente de suyo como esta otra, que contiene términos más generales y que establece que «todo lo que es, es»; y la proposición «lo azul no es rojo», ¿no es acaso una proposición de la que la mente no puede dudar, en el momento en que entiende sus términos, más de lo que lo hace en el axioma «es imposible que la misma cosa sea y no sea»?..... En segundo lugar, por lo que se refiere a la coexistencia, o a una conexión tan necesaria entre dos ideas, de manera que cuando una de ellas se supone en un sujeto, la otra tiene que estar allí necesariamente, la mente sólo tiene una percepción inmediata de tal acuerdo o desacuerdo en muy pocas de estas ideas. Y por ello, nuestro conocimiento intuitivo es muy pequeño en estos casos,.... por ejemplo, puesto que la idea de ocupar un espacio igual al contenido de sus superficies va unida a nuestra idea de cuerpo, creo que será una proposición de suyo evidente la que establezca que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio.... En tercer lugar, en cuanto a las relaciones de modos, los matemáticos han formulado muchos axiomas relativos solamente a esa relación de igualdad.... sin embargo, creo que cualquiera que las considere detenidamente encontrará que no tienen una evidencia en sí misma más clara que «uno más uno igual a dos», o «si quitas dos dedos de una mano y otros dos de la otra, el número de dedos restantes en ambas manos será el mismo». Estas proposiciones, y otras mil similares que se pueden encontrar en los números, llevan al asentimiento nada más escuchadas, y conllevan una claridad igual, si no mayor, que aquellos axiomas matemáticos... En cuarto lugar, en cuanto a la existencia real, puesto que no tiene ninguna conexión con ninguna de nuestras ideas, a no ser las de nosotros mismos y la del Ser Primero, no tenemos, en lo que se refiere a la existencia real de los otros seres, ni siquiera un conocimiento demostrativo, y menos un conocimiento evidente por sí mismo, y, por tanto, no hay máximas por lo que a eso se refiere.
Comentario

































































TEXTO 7D

Pienso que con estas palabras se quieren establecer dos cosas: primero, que estos axiomas son aquellas verdades que la mente conoce primero; y, segundo, que las otras partes de nuestro conocimiento dependen de ellas.
Primero. Que no son las verdades que la mente conoce en primer lugar, es algo que resulta evidente por la experiencia... Pues ¿ quién no es capaz de observar que un niño sabe con certeza que una persona extraña no es su madre? O que su botella no es la palmeta del maestro, mucho antes de que sepa que «es imposible que la misma cosa sea y no sea».... La razón de todo esto es muy simple: como aquello que hace que la mente asienta a tales proposiciones no es nada más que la percepción que tiene del acuerdo o desacuerdo de sus ideas, según encuentre que se afirman o se niegan la una de las otras en aquellas palabras que entiende, y sabiendo además que cada idea es lo que es, y que cada dos ideas distintas no son la misma idea, necesariamente deberá deducirse que aquellas verdades de suyo evidentes que consten de ideas que primero estén en la mente, serán las que primero se conozcan. Y las ideas que primero están en la mente, evidentemente, son sobre cosas particulares, a partir de las cuales, y de manera paulatina, el entendimiento procede hacia algunas pocas ideas generales, las cuales, como están tomadas de los objetos familiares y ordinarios de los sentidos, se sitúan en la mente, junto con los nombres ,generales a ellas asignados. De esta manera son las ideas particulares las primeras en ser recibidas y distinguidas, lográndose así el conocimiento sobre ellas... Por todo ello, partir de cuanto se ha dicho, se evidencia que estas maravillosas máximas no son los principios y fundamentos de todos nuestros otros conocimientos... y resulta evidente que todo conocimiento no depende de ciertos praecognita o de determinadas máximas generales que llamamos principios, o bien que aquellas proposiciones son principios; y si se han de contabilizar como principios....Porque cuando un hombre tiene en su entendimiento las ideas de uno y de dos, la idea de amarillo y la idea de azul, no puede menos de saber con certeza que la idea de uno es la idea de uno, y que no es la idea de dos; y que la idea de amarillo es la idea de amarillo y no la de azul. Pues un hombre no puede confundir las ideas que tiene en su mente, y que él ha diferenciado, ya que eso significaría que las ha distinguido y confundido al mismo tiempo, lo cual es una contradicción..... Newton, en su libro nunca lo bastante admirado, ha demostrado varias proposiciones, que son otras tantas verdades nuevas, antes desconocidas para el mundo y que suponen importantes avances en el conocimiento matemático. Sin embargo, para descubrir éstas no fueron las máximas generales que establecen que «lo que es, es», o que «el todo es mayor que una parte», u otras semejantes la que le ayudaron. Ni fueron éstas las claves que lo condujeron al descubrimiento de la verdad y de la certidumbre de aquellas proposiciones.

Comentario

































































TEXTO 7E

Aquí solicito el permiso del lector para preguntar si la necesidad de esas máximas para este fin no vendría dada de la siguiente manera: habiendo convertido las escuelas a las disputas en la piedra de toque para conocer las habilidades de los hombres y en criterio para evaluar el conocimiento....El que las disputas se convirtieran en un interminable devenir de silogismos, se introdujeron en las escuelas determinadas proposiciones generales, la mayor parte de las cuales eran evidentes de suyo, que como por ser de tal naturaleza que debían ser admitidas por todos los hombres, fueron tomadas como medidas generales de la verdad, y sirvieron, en vez de principios....Y de esta manera, estas máximas tildadas con el nombre de principios, más allá de las cuales los hombres que tenían una disputa no podían retroceder, fueron erróneamente tomadas como las fuentes y orígenes de donde manaba todo conocimiento, y como los cimientos sobre los que se erigían todas las ciencias....Este método de las escuelas se desarrollaban con el fin de tapar la boca a los pensadores a quienes cualquiera puede cortar en la disputa cuando niegan esos principios evidentes por sí mismos y generales,.... su único uso consiste aquí en poner punto final a las disputas.... y de esta manera las máximas tendrían la utilidad de poner punto final a la perversidad de quienes, por su talento, embrollan a los ingenuos.... Por tanto, esas máximas generales son, como ya dije, de gran utilidad en las disputas, para cerrar la boca a los vocingleros, pero de muy poco sirven para el descubrimiento de verdades desconocidas o para ayudar a la mente en su búsqueda en pos del conocimiento. Pues ¿quién jamás ha empezado a construir su conocimiento sobre la base de la proposición general «lo que es, es», o de la que «es imposible que la misma cosa sea y no sea»?.... Verdad es que, como dije algunas veces, sirven en las argumentaciones para tapar la boca a los vocingleros, al mostrar el absurdo de lo que se afirma y al exponerlo a la flagrante vergüenza de contradecir lo que todo el mundo sabe, y que él mismo no puede admitir como verdadero. Pero una cosa es hacer ver a un hombre que se encuentra en un error, y otra muy distinta al llevarlo a la posesión de la verdad.... Razonemos lo mejor que podamos a partir de estas dos proposiciones y veremos que solamente son predicados de identidad.
Comentario

































































TEXTO 7F

Así como, por ejemplo, el que tomando como base a Descartes se forje en la mente una idea de lo que aquél llama cuerpo, y piense que no es sino la pura extensión, podrá llegar a demostrar con facilidad que no existe el vacío, es decir, que no hay espacio sin cuerpo, mediante la máxima que establece que «lo que es, es». Porque la idea a la que él anexa el nombre cuerpo, como sólo está basada en la extensión, hace posible que su conocimiento de que no pueda haber espacio sin cuerpo resulte cierto. Así pues, él conoce con claridad y distinción la idea que tiene de la extensión y sabe que esa idea es lo que es, que no es otra ideal aunque sea llamada por estos tres nombres: extensión, cuerpo, espacio. Tres palabras que desde el momento en que significan una idea única e idéntica pueden, sin lugar a dudas, ser afirmadas con la misma evidencia y certidumbre las unas de las otras con que cada término lo puede ser de sí mismo; y tan cierto resulta, que mientras los emplee todos para afirmar una idea única e idéntica, esta predicación que establece que el «espacio es cuerpo», es tan verdadera e idéntica como la predicación de que «el cuerpo es cuerpo», tanto en lo que se refiere a su significado como a su sonido.... Pero si otra persona viene habiéndose forjado una idea diferente de la de Descartes sobre la misma cosa pero sirviéndose, como él, del mismo nombre de cuerpo, y hace que su idea, que él ha expresado mediante el término cuerpo, sea la de una cosa que tiene a la vez extensión y solidez podrá fácilmente demostrar que puede existir un vacío o espacio sin cuerpo, al igual que Descartes demostró lo contrario. Porque como la idea a la que da el nombre de espacio no es sino tan sólo la idea simple de extensión, y la idea a la que otorga el nombre de cuerpo es la idea compleja de extensión y solidez unidas en un mismo sujeto, esas dos ideas no son exactamente una y la misma,... y, por tanto, la predicación de ellas en nuestras mentes o en términos que las signifiquen no es de identidad, sino que la negación de ellas, la una de la otra (por ejemplo, esta proposición: «la extensión o el espacio no es un cuerpo») es tan verdadera y tan evidentemente cierta como la máxima que establece que «es imposible que la misma cosa sea y no sea».....Del mismo modo, supongamos que el hombre sea el sujeto sobre el cual queremos demostrar algo por medio de estos primeros principios, y veremos que en la medida en que esta demostración está sujeta a estos principios es solamente verbal, y que no nos ofrece ninguna proposición cierta, universal y verdadera, ni ningún conocimiento de un ser existente fuera de nosotros. En primer lugar, cuando un niño se forja la idea de un hombre, es probable que.... como el color blanco es en Inglaterra el predominante en la piel de los hombres, el niño podrá demostrar que un negro no es un hombre porque el color blanco es una de las ideas simples que permanecen constantemente en la idea compleja que él denomina hombre. Por tanto, él puede demostrar, a partir del principio que establece que «es imposible que la misma cosa sea y no sea« que un negro no es un hombre.... En segundo lugar, otra persona que tenga un mayor progreso dentro de la formación y colección de la idea que llama hombre, y que haya añadido a la apariencia externa la risa y el raciocinio, podrá demostrar que los niños y los imbéciles no son hombres, valiéndose de la máxima que determina que «es imposible que la misma cosa sea y no sea».....En tercer lugar, tal vez otra persona construya la idea compleja que llama hombre solamente a partir de la idea de cuerpo en general, añadiéndole la facultad del lenguaje y del razonamiento y dejando al margen la forma. Este hombre será capaz de demostrar que un hombre puede muy bien no tener manos, y ser cuadrúpedo, ya que ninguna de estas dos cosas están incluidas en su idea de hombre; y en cualquier cuerpo o forma en que encontrara unidos el habla y el razonamiento, vería un hombre, porque teniendo un conocimiento claro de semejante idea compleja, resulta cierto que «lo que es, es».
Comentario

































































TEXTO 7G

«Lo que es, es» y « la misma cosa no puede ser y no ser»,.... Puesto que estos principios universales y evidentes por sí mismos no son sino nuestro conocimiento constante, claro y distinto de nuestras propias ideas más generales y comprehensivas, nada nos pueden asegurar de lo que existe fuera de la mente; su certidumbre está fundada solamente sobre el conocimiento que tenemos acerca de cada idea por sí misma... Esto lo planteo con el fin de mostrar a los hombres que estas máximas, aun que se tengan como los grandes baluartes de la verdad, no les aseguran de no incurrir en el error cuando emplean sus palabras de manera imprecisa. Pero sea cual fuere su utilidad en las proposiciones verbales, no pueden descubrirnos ni probarnos el menor conocimiento sobre la naturaleza de las sustancias, tal como se encuentran y existen fuera de nosotros, más allá de lo que tiene su fundamento en la experiencia.
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