El estudio, que ahora se inicia sobre el significado de la ciencia,
surge en relación con los conceptos de lo agradable (placer) y el bien. En este
contexto, Sócrates, avanza una posible definición de lo que él considera que
es la ciencia: cosa bella, capaz de gobernar a los hombres, de manera que el
que conoce el bien y el mal se niega irrevocablemente a hacer nada en contra de
las prescripciones de la ciencia y la sabiduría, siendo ésta un punto de apoyo
seguro.
En principio, Protágoras, se manifiesta de acuerdo con la definición
aunque, es el mismo Sócrates, quien avanza también un reparo a la
definición dada por él mismo. Por ello afirma, a continuación, lo siguiente: Tu
(se refiere a Protágoras) no desconoces que la mayoría de los hombres
no nos hacen caso ni a ti ni a mí; antes afirman que, con frecuencia, sabiendo
lo que está bien, hacen unas cosas muy distintas de este bien que podrían
realizar; y siempre que me he preguntado la razón de esta conducta se me ha
respondido que los que obran de esta manera son aquellos que se dejan vencer por
el placer.
Nota: más adelante veremos que, según Sócrates, los que obran de esta
manera es porque ignoran lo que realmente es el bien; y lo ignoran porque
prefieren el bien menor al mayor.
Pues bien, a estas alturas del diálogo, Sócrates, ya ha decidido tomar las
riendas del mismo pues es consciente que el sistema de preguntas y de respuestas
no funcionaba con Protágoras. Ello explica que, en la parte final del diálogo,
las intervenciones de Sócrates sean más largas y contundentes. Pues bien,
teniendo esto en cuenta, Sócrates, a partir de lo señalado más arriba, se
pregunta lo siguiente: ¿en qué consiste el dejarse vencer por el placer y
cómo es posible que, por su causa, no sea posible hacer lo bueno?
Su análisis consta de los niveles siguientes: