Platón describe a continuación la llegada de Sócrates e Hipócrates a la
casa donde se hospedaba Protágoras. Describe el gran boato y respeto que todos
le dispensaban relatando, incluso, el modo como paseaba Protágoras acompañado
de sus oyentes: Calias, Prodicos, Hipias, Jantipo (hijo de Pericles), Agatón,
etc. Sócrates se dirige a Protágoras y le presenta a Hipócrates y le dice que
éste desea hacerse un hombre de ciudad virtuoso y ,por ello, necesita ser
instruido. Le plantea si será mejor hablar a solas o en público. Protágoras
aprovecha la ocasión para hacer un alegato acerca de su profesión de sofista
afirmando que no se avergüenza en absoluto de ella y que, por tanto, está
dispuesto a hablar en público. Defiende que el arte de la sofística es un arte
de gran tradición en Grecia y cita como sofistas (aunque situados en otro
contexto) a Homero y Hesíodo. Como prefiere que la conversación sea pública se
invita a todos los asistente. (Ver Texto2)