Aristóteles se pregunta también si deberíamos hacernos el
MAYOR
NÚMERO de amigos posibles o no. ¿No sería lo más adecuado no
carecer absolutamente de amigos, pero tampoco tenerlos en exceso? Su
respuesta es la siguiente: en principio puede pensarse que aquellos que afirman
que deben tenerse pocos amigos lo hacen pensando en la utilidad o en el placer.
Es más útil responder a las necesidades de pocos amigos que a la de muchos ya
que muchos resultan molestos y embarazosos para vivir bien; del mismo modo,
desde el punto de vista del placer, bastan unos pocos, como un poco de
condimento en la comida. Por consiguiente, por utilidad, sería mejor tener
pocos amigos. Pero la utilidad, según Aristóteles, no forma parte de la
auténtica amistad.
Aristóteles se plantea también lo siguiente: ¿qué sucede con los amigos
que no lo son por placer o por utilidad sino por carácter y bondad? ¿Es
mejor tenerlos en el número más elevado posible?. Su respuesta es
negativa: el número de amigos verdaderos tiene que ser limitado pues, de lo
contrario, la convivencia y respeto mutuo es muy difícil. Según Aristóteles,
las amistades célebres han sido siempre entre dos. Los que tienen muchos amigos
y a todos los tratan familiarmente, dan la impresión de no se amigos de nadie,
a no ser por civilidad, y se les debería denominar como obsequiosos. Y es que,
según Aristóteles, por cortesía es posible dar la apariencia de tener muchos
amigos pero, por excelencia y verdadera amistad, es muy difícil tener muchos
amigos; gracias - afirma Aristóteles - si se encuentran unos pocos que lo
merezcan.