En el intento de analizar y descubrir en que consiste la VIRTUD, Aristóteles, analiza las tres clases de cosas que pasan en el alma.: pasiones, facultades y hábitos. Afirma que las PASIONES son afectos que van acompañados de placer o dolor. Por ejemplo, la alegría, o los celos. Por su parte las FACULTADES son aquellas que nos permiten ser capaces de alegrarnos o de tener celos. Por último, los HÁBITOS hacen referencia a aquello que nos lleva a comportárnos bien o mal respecto de las pasiones. Por ejemplo, si nuestra actitud es de alegría por un mal ajeno, estaríamos poniendo en práctica un mal comportamiento; si, por el contrario, la alegría es por algo bueno que ha sucedido a otro, entonces estaríamos comportándonos bien.

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Las virtudes y los vicios no serían, según Aristóteles, sinónimo de las PASIONES. Y esto por las siguientes razones:

  1. No somos buenos o malos por tener pasiones. Por ejemplo, no seríamos buenos o malos por tener miedo o por enfadarnos sino por la utilización que hacemos de nuestro miedo y de nuestro enfado.
  2. Por otro lado, las pasiones surgen en nosotros sin intervenir la elección; mientras que, en el caso de las virtudes, suelen ser elecciones o algo que implica el tener que elegir hacer una cosa u otra.
  3. Por último, las pasiones nos mueven y alteran, mientras que las virtudes únicamente representan cierta disposición para actuar.

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Las virtudes y los vicios no son, según Aristóteles, sinónimo de las FACULTADES. Y es que no se nos dice que somos buenos o malos porque tengamos la facultad de sentir y percibir las pasiones sino por el cómo actuamos ante ellas. Además, las facultades existen en nosotros por naturaleza, mientras que la virtudes no lo son, es decir, no somos buenos o malos por naturaleza, pero si tenemos, por naturaleza, las facultades que nos permiten sentir dolor, tristeza o alegría.
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Dado que las virtudes morales no pueden ser ni pasiones ni facultades, únicamente resta que sean HABITOS. Más adelante, Aristóteles, analiza con detalle esta cuestión.

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