ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
La ética de Aristóteles (384-322 a de Cristo) es material y teleológica, es decir, parte de la creencia de que toda actividad práctica parece tender a la consecución de un fin que es el bien de tal actividad. Ahora bien, aunque la ética es una actividad práctica ello no significa que toda actividad práctica sea una actividad moral. Actividades de tipo práctico como el arte o la técnica son actividades que tienden a un fin pero no tienen porque ser actividades morales. Más adelante veremos como Aristóteles sitúa el arte y la técnica en el campo de lo que denomina virtudes dianoéticas o intelectuales. Por lo tanto, según Aristóteles, toda actividad práctica tiende a un fin (aunque como hemos visto no toda actividad práctica no tiene contenido moral). Lo que sucede es que existen tantos fines como actividades prácticas existen. Ello explica que, según Aristóteles, si dentro de la multitud de fines existentes hubiera alguno que el hombre deseara por sí mismo y, por encima de todos los demás, ese debería ser el fin o bien último a considerar como objeto de investigación y de estudio. Ahora bien, el fin que Aristóteles considera como deseable por sí mismo debería estar relacionado con la acción y no con la producción, aunque ésta último puede también contribuir a alcanzar un fin. Pues bien, la ciencia que tiene por objeto el estudio de un fin deseable por sí mismo es la POLÍTICA, y, ello se debería, según Aristóteles a las razones siguientes:
¿Qué lugar juega en todo esto la Ética? Según Aristóteles la ética
persigue la mejor forma de que el individuo se realize a sí mismo. Lo mismo
dice de la Economía (debería hacer lo mismo aunque en el ámbito familiar).
Pues bien, ambas ciencias estarían insertadas en el ámbito de la Política ya
que es esta ciencia lo que trata de conseguir es que el hombre se realice a sí
mismo en un lugar más general como es el de la comunidad o polis.
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
El fin último de toda actuación humana es la búsqueda de la FELICIDAD
y la felicidad es concebida por Aristóteles como la actividad del alma
conforme a virtud. Para entender mejor lo que Aristóteles quiere decir con su
definición de la felicidad (actividad del alma según virtud), hay que
comprender cuál es su filosofía acerca de lo que llama la función del hombre.
Para Aristóteles analizar la función del hombre es estudiar su psiquismo. Y en
el estudio del psiquismo humano, Aristóteles, pensaba que en el alma humana
existía una parte irracional y otra racional. La parte irracional del alma
realiza dos funciones: una nutritiva y la otra apetitiva. La nutritiva no tendría
nada que ver con la parte racional del alma y, por ello, tampoco con la virtud y
la felicidad humanas. La parte apetitiva, sin embargo, aunque irracional, por
tender a actuar como le apetece, y, por tanto, en muchas ocasiones, en contra de
los designios de la razón, puede también seguir los dictados de tal razón
obedeciéndola. Pues bien, el vicio sería el resultado de la actuación en sí
de la parte apetitiva del alma; la virtud (y, por tanto, la felicidad) es
posible cuando la parte irracional del alma actúa de acuerdo con los designios
de la razón. En este contexto, la virtudes relacionadas con la parte apetitiva
del alma la denomina Aristóteles como virtudes éticas o morales.
Pero, además, según Aristóteles, existen virtudes relacionadas directamente,
no con la parte apetitiva-irracional del alma sino con la parte racional. Tales
virtudes son denominadas dianoéticas o intelectuales. Las virtudes dianoéticas
deben su origen y su incremento principalmente a la enseñanza y, por ello,
requieren experiencia y tiempo. Por su parte, la virtudes éticas proceden, en
cambio, del hábito y de la costumbre y no son por naturaleza. En ellas, primero
es la operación y, después, la capacidad, a diferencia de las cosas que son por
naturaleza. Antes de pasar, sin embargo, al estudio de las virtudes (éticas y dianoéticas)
es necesario tener en cuenta la diferencia que establece Aristóteles entre ciencias teóricas
y ciencia prácticas. Las ciencias teóricas no persiguen ningún fin o utilidad
y sus verdades son necesarias (matemática, física). Las ciencias prácticas
son contingentes y tratan sobre cuestiones que pueden ser de varias maneras (Política,
Economía, Ética).
Apuntes
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
SOBRE LAS VIRTUDES MORALES
Aristóteles define la virtud moral como el término medio entre el exceso
y el defecto. El término medio puede referirse a las cosas o referirse a
nosotros. Cuando se refiere a la cosas, entonces tal término medio es lo igual
entre los extremos y es algo aceptado por todos (por ejemplo, 5 es el término
medio de 10). Cuando se refiere a nosotros, aunque sea término medio entre
exceso y defecto, sin embargo, tal término medio no es lo mismo e igual para
todos ya que estamos ante algo en lo que intervienen las acciones y las
pasiones.
Según Aristóteles no es fácil alcanzar la virtud moral del término medio.
Por todo ello, es trabajoso ser virtuoso y feliz. Y es que debemos considerar
aquello a lo que nos sentimos más inclinados por exceso y por defecto y tirar en sentido contrario para hallar el
medio.
Aristóteles cita varios ejemplos de virtudes moral como término medio entre el
exceso y el defecto. Algunos de estas virtudes son las siguientes:
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
SOBRE LAS VIRTUDES INTELECTUALES
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
MAS COSAS SOBRE LAS VIRTUDES INTELECTUALES
Aristóteles diferencia entre distintos modos o formas de conocer:
Aristóteles divide las VIRTUDES INTELECTUALES atendiendo tanto a lo que denomina razonamiento científico como a lo denomina razonamiento dialéctico. La facultad del razonamiento científico ( Scientia ) nos permite la contemplación de objetos universales y necesarios y no contingentes o dialécticos. En este contexto, las virtudes intelectuales que proveen esta facultad son las siguientes:
Pues bien, según Aristóteles, la unión de estas dos facultades produce la virtud intelectual de la SABIDURÍA (teórica) que se encuentra orientada hacia el descubrimiento de los objetos más elevados del conocimiento (metafísica, física, matemática).
Por su parte, la facultad del razonamiento dialéctico (disputable, calculable, opinable) se ocupa de objetos contingentes. Las virtudes intelectuales relacionadas con esta facultad son las siguientes:
Tanto el arte como la fronesis (prudencia) producen la virtud intelectual de la SABIDURÍA PRÁCTICA, la cual se ocupa de los silogísmos prácticos del tipo: A es el fin de B. B es el medio. Por consiguiente, B debe hacerse.
Aristóteles habla también de las VIRTUDES NATURALES, es decir, de
virtudes para las que parece que estamos naturalmente dispuestos y que podrían
existir independientemente de las otras virtudes tanto morales como
intelectuales. Por ejemplo, alguien podría ser valiente pero, al mismo tiempo,
no ser afable. Ahora bien, según Aristóteles, para ser virtuoso, en sentido
pleno, es necesario poseer la virtud de la Prudencia. En este sentido tendría
razón Sócrates al afirmar que ninguna virtud podría existir sino hay
prudencia, aunque, según Aristóteles, erraba al suponer que todas las
virtudes son formas de la prudencia. El error de Sócrates estaba en considerar
que todas las virtudes eran formas de conocimiento, de tal modo que saber lo que
es la justicia y, al mismo tiempo, ser justo debían de coincidir, del mismo
modo que una vez que sabemos matemáticas ya somos matemáticos. El fallo de Sócrates,
según Aristóteles, consiste en no haber diferenciado entre ciencia teórica y
ciencia práctica.
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
VIRTUDES DIANOÉTICAS O INTELECTUALES EN EL LIBRO
VI DE LA ÉTICA A NICÓMACO
CAPÍTULO PRIMERO:
Comienza haciendo referencia a la división de las virtudes del alma en virtudes morales (éticas) y virtudes dianoéticas (intelectuales). Tal división tiene su base en que alma posee dos funciones: a) una es capaz de razón (entendimiento) b) la otra carece de razón (apetito). Sobre la primera función reposan las virtudes intelectuales y sobre la segunda las virtudes morales.
Señala que sobre las virtudes morales ya ha tratado en capítulos anteriores y que, ahora, tocar analizar las virtudes intelectuales. Por ello afirma que, dentro de la razón o entendimiento, existen dos facultades: una nos permite ver (inmediatamente) y establecer (demostrativamente) principios que son así y no pueden dejar de serlo. Otra se ocupa de las cosas contingentes, es decir, de cosas que pueden ser de otra manera a como son. A la primera de estas facultades la denomina Aristóteles como lo Scible (facultad de demostración científica que trata del razonamiento mediato de tipo inductivo-deductivo, así como de los principios que no necesitan demostración. A la segunda la denomina como lo Disputable (facultad de razonamiento dialéctico o de opinión).
Al finalizar el capítulo I, Aristóteles, señala que, en adelante, va a considerar cual es la virtud que se corresponde con cada una de estas dos facultades.
CAPÍTULO SEGUNDO:
Antes de analizar las virtudes intelectuales, Aristóteles, señala lo siguiente: todo obrar es una mezcla de intelecto y de apetito. Esto quiere decir que para poder alcanzar la verdad y poder obrar correctamente, es necesario contar con la existencia de los sentidos, del entendimiento y del apetito. Los sentidos son esenciales para poder conocer, pero, sin embargo, no son imprescindibles para el obrar. Por su parte, el entendimiento es la base de la verdad tanto teórica como práctica. Por último, el apetito es la base de toda actuación buena o mala.
Las virtudes tienen su base tanto en el intelecto como en el apetito. Por eso dice Aristóteles: la virtud moral es hábito (acto-apetito) escogido voluntariamente (intelecto), y la elección voluntaria (intelecto) es apetito puesto en consulta. En definitiva, para que exista la virtud la razón ha de actuar siguiendo la al entendimiento y al apetito según el deseo recto.
CAPITULO TERCERO:
Aristóteles comienza, a partir de este este capítulo, el análisis e cada una de las virtudes intelectuales. Inicia su análisis con la que denomina como Sciencia y que se correspondería con la virtud intelectual que da lugar a la denominada Sabiduría y que abarcaría lo que anteriormente hemos denominado como Epísteme y Nous.
La Scientia trata sobre cuestiones que no pueden ser de otra manera a como son. La base de las mismas reside en cosas que son entendidas por inducción y por deducción.
La Scientia es una hábito demostrativo que actúa sobre principios universales y necesarios bien de modo inductivo o bien de modo deductivo o bien sin necesidad de demostración (primeros principios).
Cuando una persona domina todo el tipo de saber señalado podría decirse que posee la virtud intelectual de la SABIDURÍA TEÓRICA.
CAPITULO CUARTO:
En este capitulo, Aristóteles, trata sobre la virtud intelectual del ARTE ( tejné-técnica ). Sus ideas principales son las siguientes:
La virtud del arte está relacionada con las cosas que pueden suceder de otro forma, es decir, se encuentra inserta en lo que denomina como razonamiento dialéctico o de opinión.
Establece una diferencia entre hacer conforme a razón y obrar conforme a razón. Tal diferencia está relacionada con la facultad intelectual del razonamiento científico (obrar) y con la facultad de razonamiento dialéctico (hacer). Ambas facultades son hábitos intelectuales; la diferencia estriba en que el obrar trata sobre cosas universales y necesarias; mientras que el hacer trata sobre cosas contingentes. Por ello dice Aristóteles: todo arte considera como se ha de hacer alguna cosa de las que no acaecen de necesidad...El arte no se ejercita en las cosas que necesariamente se hacen o suceden de necesidad.
Aunque el texto sobre la virtud del arte no hace referencia más que al arte entendido como oficio, hay que tener presente que para Aristóteles, de la misma forma que los oficios o artes que se hacen conforme a la recta razón, son virtudes, también el hombre actúa sobre otras cosas contingentes que se refiere a cuestiones de su comportamiento en sociedad (política), en la familia (economía), o en su comportamiento individual (ética). Tal disposición a actuar en esos campos da lugar a la aparición de la virtud de la Fronesis (prudencia) que, junto con el arte, forman la virtud intelectual de la SABIDURÍA PRÁCTICA.
CAPITULO V
En este capítulo, Aristóteles, trata sobre la virtud intelectual de la PRUDENCIA. Sus ideas principales son las siguientes:
La prudencia es una virtud que se encuentra relacionada, principalmente, con la esfera de la contingencia y de la opinión aunque, como puede verse leyendo el capítulo VIII, habría que diferenciar entre la esfera particular y la esfera general en el uso de la prudencia.
En este capítulo, Aristóteles, se centra en el análisis de las diferencias existentes entre la virtud intelectual de la prudencia y las virtudes de la sciencia y el arte.
Señala que, en principio, parece que el oficio del hombre prudente consiste en actuar sobre cosas buenas y útiles, no de tipo particular, sino referidas a aquellas que ayudan al hombre en general a desarrollarse y prosperar. Más adelante matiza esta cuestión al diferenciar entre asuntos humanos y asuntos de negocios particulares.
El tema central de este capítulo, como ya hemos señalado, es describir las diferencias existentes entre la Prudencia y las virtudes de la sciencia y del arte. Afirmar que la Prudencia no es es scientia ya que ésta se alcanza por demostración y sus principios son necesarios. Por su parte la prudencia se ocupa de cosas contingentes (leyes comunes y negocios particulares). Se diferencia del arte en que éste hace pero no obra, es decir, mientras que la prudencia es un hábito verdadero, ya que no se puede ser prudente sin saber lo que es el bien, y un hábito práctico, ya que no llega con saber lo que es bien para ser prudente sino que es necesaria la vida práctica).
Aristóteles continúa tratando sobre el Prudencia en el CAPITULO VIII de la Ética a Nicómaco. Allí hace referencia a las distintas formas de entender la virtud de la prudencia señalando lo siguiente: a) Aún que la prudencia parece una virtud subjetiva (hombre que es prudente en su vida particular), la prudencia, en sentido estricto o general es aquélla que se encuentra relacionada con el bien como virtud ética. b) Además existen aspectos particulares o prácticos de la prudencia y que están unidos a la buena marcha de la República o el Estado. En este sentido, Aristóteles, distingue entre la disposición prudente en el gobierno de la familia (economía); la disposición prudente en la promulgación de leyes (política), y la disposición prudente en el gobierno de la República (Consulta-Juicio)
Aunque parece que la virtud de la prudencia necesita de la virtud del entendimiento ya que aquel que es prudente es porque entiende, existen diferencias entre entre las dos. No se puede olvidar que, aunque es cierto que quien sabe lo que es bien y lo cumple, es un hombre prudente, lo cierto (y aquí Aristóteles se separa de Sócrates y de Platón) es que los hombres prudentes destinados a gobernar la República no únicamente deben ser sabios sino hombres curtidos en los negocios y en el trato con los hombres y, sobre estas cuestiones, no hay una certidumbre necesaria como sucede con las ciencias teóricas (matemática, lógica, etc) Tampoco existen la necesidad de consultar con la experiencia en relación con ciencias formales como la matemática y la geometría; sin embargo, tal experiencia es necesario tenerla en cuenta cuando se quiere actuar con prudencia. Por todo ello, la prudencia es un habito contrario al hábito del entendimiento ya que éste considera principios que no necesitan demostración.
CAPÍTULO VI
En el capítulo VI trata sobre la virtud intelectual del ENTENDIMIENTO. Las ideas a destacar son las siguientes:
Comienza señalando que el Entendimiento es aquélla facultad que entiende los principios de la cosa que se demuestra, es decir, el entendimiento es sinónimo de una facultad natural presente en el hombre, cuya función sería exclusivamente la de entender los principios, que no necesitan demostración.
Por todo ello, el entendimiento no es ni ciencia, ni Arte, ni Prudencia. Todo ello se debe a que la ciencia necesita de demostración, mientras que el entendimiento considera principios que no necesitan demostración. Por su parte, el arte y la prudencia tratan sobre cosas que podrían suceder de otra manera y no de cosas necesarias como sucede con el entendimiento. Habría que diferenciar por tanto el entendimiento tanto de las virtudes intelectuales del arte y de la prudencia como de la virtud intelectual de la ciencia, ya que, según Aristóteles, es propio del sabio tener demostración de cada cosa.
CAPITULO VII
En el capítulo VII, Aristóteles, trata acerca de la virtud intelectual de la SABIDURÍA. Las ideas a destacar son las siguientes:
Comienza hablando de la sabiduría práctica y señala lo siguiente: en las artes atribuimos sabiduría a los que en ellas son más acabados. Por ejemplo, en el oficio del escultor, seria sabio el que domina a la perfección tal oficio.
Aristóteles habla también de la sabiduría común y general como la más perfecta ciencia. Parece referirse aquí a la sabiduría teórica que posee aquélla persona que es un virtuoso tanto en el dominio de la virtud de la ciencia (principios que necesitan demostración) como en la virtud del entendimiento (principios que no necesitan demostración).
Aristóteles hace referencia también a la superioridad de la sabiduría teórica sobre la práctica ya que las cuestiones prácticas humanas (economía, política) no son las más excelsas ni las mejores del mundo. Existen objetos más elevados y más importantes para el conocimiento humano como sería el conocimiento y dominio de las ciencias teóricas (matemática, física, metafísica)
Ahora bien, la sabiduría teórica no hace, por sí
misma, a los hombres buenos y prudentes como creía Sócrates. Hace
referencia a Tales y Anaxágoras de los cuales se dice que fueron sabios
pero no prudentes ya que se despreocuparon de los asuntos humanos. Es por
tanto necesario abarcar las virtudes de la sabiduría tanto teórica como práctica
para poder ser seres completos.
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ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
ACERCA DE LA JUSTICIA
Aristóteles entiende la Justicia desde dos puntos de vista: 1) Como sinónimo de lo legal. 2) Como sinónimo de lo equitativo.
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
ACERCA DE LA INCONTINENCIA Y SU CONTRARIO LA
CONTINENCIA
(LIBRO VII)
Según Aristóteles, existen tres clases de condiciones morales que se deben rehuir: el vicio, la incontinencia y la brutalidad. Sus contrarios son la virtud, la continencia y la virtud sobrehumana, es decir, lo contrario a la brutalidad ya que consiste en una virtud heroica y divina que permite, a quien la posee, demostrar (contrariamente al que se excede en brutalidad) una sobreabundancia de virtud.
Aristóteles comienza analizar la INCONTINENCIA (molicie, blandura) así como de la continencia y la resistencia. Comienza preguntándose como es posible que un hombre que juzga rectamente puede ser, al mismo tiempo, incontinente. Hace referencia a Sócrates el cual pensaba que era imposible ya que sostenía la idea de que nadie obra contra lo mejor a sabiendas, sino por ignorancia. De ahí que el incontinente no sería un vicioso sino un ignorante. Ahora bien, esta manera de razonar, según Aristóteles, estaría en desacuerdo con lo que vemos continuamente en la experiencia, por lo que sería necesario investigar acerca de la naturaleza de la afección de la incontinencia.
Y es que, según Aristóteles, todos aquellos que no son dominados por la pasión de la incontinencia creen que no deben ser incontinentes, es decir, parece que saben que no es buena la incontinencia. Sin embargo, llega un momento en que, aún sabiéndolo, que caen en esa pasión y comienzan a ser incontinentes. ¿Cómo es posible que, aún sabiendo que no es algo bueno, caigan en el vicio de ser incontinente? Muchos afirman que cuando uno es dominado por una pasión no tiene realmente conocimiento sino OPINIÓN. Ahora bien, si ello es así, afirma Aristóteles, entonces deberíamos tener indulgencia con los incontinentes ya que podría decirse que realmente son dominados por la pasión a la que únicamente pueden enfrentarse con la pobre arma de la opinión. Lo que sucede es que no lo somos sino que condenamos moralmente la conducta del incontinente.
Aristóteles diferencia entre incontinencia y desenfreno. El incontinente es aquel que obra deliberadamente pues cree que siempre se debe perseguir el placer; por el contrario el desenfrenado es aquel que cree que el placer no se debería perseguir por sí mismo, pero, sin embargo, lo persigue.
En relación con el tema, planteado anteriormente, acerca de si los incontinentes obran con conocimiento o no, Aristóteles, distingue entre dos clases de saber: 1) poseer conocimiento de algo, y, sin embargo, aún sabiendo que se hace el mal, hacerlo. 2) poseer conocimiento y no servirse de él correctamente por las circunstancias, como le ocurre a un borracho, o a un loco. Pues bien, según Aristóteles, esto último es lo que le sucede al que es dominado por las pasiones como la de la incontinencia: los accesos de ira, los deseos sexuales y pasiones semejantes producen trastornos en el cuerpo que pueden llevar a la desmesura y a la perdida de la conciencia de la realidad. Es evidente, según Aristóteles, que los incontinentes se encuentran en una situación semejante. Por lo tanto, intentar hacer referencia al problema del conocimiento para explicar tales pasiones, no nos explica realmente nada.
Otra de las causas que explicarían, según Aristóteles, la existencia de la incontinencia estaría relacionada, según Aristóteles, con la existencia de LEYES DE LA NATURALEZA que llevan a establecer lo siguiente: por un lado, parece natural que aceptar que todo lo dulce es algo que debe gustarse. Ahora bien, si se establece una ley que nos prohíbe gustar todo lo que nos apetece y tiene que convivir con otra que nos dice que lo dulce es agradable, entonces se produce un choque entre nuestros deseos y una ley teórica que parece contradecirlos. La ley nos dice que debemos rehuir todo aquello que nos guste, mientras que los deseos nos empujan a lo contrario. Por lo tanto, señala Aristóteles, somos incontinentes movidos en cierto modo por la razón y la opinión. Ahora bien no es la opinión la que se opone a la razón sino los deseos que nos impulsan a cuestionar tanto la opinión que nos lleva a ver claro que no es bueno que debamos gustar de todo, como lo que establece la recta razón que nos demuestra que tampoco debemos hacerlo. Lo que sucede es que los deseos nos llevan a caer en impulsos que cuestionan nuestras opiniones y razones correctas.
La continencia y la incontinencia tienen que ver con los placeres y los dolores. Ahora bien, según Aristóteles, de las cosas que producen placer unas son necesarias y otras son apetecibles por sí mismas. Son necesarias las corporales (alimento, sexo); son apetecibles por sí mimas los honores, las victorias, las riquezas y todos los placeres de esta índole. Pues bien, según Aristóteles, no hay depravación en apetecer estas cosas ya que son naturalmente apetecibles. Lo malo son los excesos y eso es lo que debería rehuirse. Pues bien el incontinente no es malo porque desee placeres necesarios o que sean apetecibles por sí mismos sino porque cae en excesos a la hora de elegir entre ellos. La incontinencia y la continencia se refieren, por tanto, a los APETITOS Y PLACERES CORPORALES, aunque hay que establecer una diferencia entre éstos. Y es que unos son humanos y naturales, y otros son brutales o debidos a a mutilaciones o enfermedades. Es a los primeros a los que se refieren realmente la templanza y el desenfreno
Entre los excesos de la incontinencia, Aristóteles, hace referencia a la la BRUTALIDAD. Considera como brutales actos como los llevados a cabo por mujeres que abren las entrañas a las preñadas y se comen a sus niños; o los actos realizados por los salvajes del Ponto que comen carne humana o se entregan los niños unos a otros para sus banquetes. Otras disposiciones brutales son el efecto de enfermedades que, al llevar a la locura, llevan a actos como quien sacrifica a su madre y se la come o la del esclavo que se come el hígado de sus compañeros. Aristóteles sitúan también dentro de la incontinencia bruta a la homosexualidad. Sin embargo, aquí, diferencia entre relaciones sexuales naturales entre varones y relaciones producto del hábito. Afirma que cuando la causas de la homosexualidad son producto de la naturaleza, no se es incontinente quien tiene relaciones sexuales con otros hombres. La incontinencia surgiría cuando se tiene una disposición morbosa producto, no de la naturaleza, sino del hábito.
En relación con la incontinencia de la IRA, Aristóteles, señala lo siguiente: es una disposición menos vergonzosa que la de otros apetitos. Y es que la ira parece que oye en parte a la razón, aunque la escucha mal. Debido al acaloramiento y la precipitación oye, si, a la razón, pero no se entera de lo que ésta le ordena, y se lanza a la venganza. En este contexto, Aristóteles, distingue entre la ira y el apetito. Este último no escucha a la razón ya que con que solo con que los sentidos le muestren algo agradable se lanza a disfrutarlo. Además la ira y el mal genio son más naturales que los apetitos y los excesos. Además el que, en un momento, es dominado por la ira obra abiertamente y no de forma solapada como suelen hacer los dominados por otros apetitos. Es claro, por tanto, según Aristóteles que es más vergonzosa la incontinencia relativa al apetito que la de la ira.
Según Aristóteles aquel que es dominado por los placeres es incontinente y el que los domina es el continente. Por su parte, el que domina el dolor es el resistente, mientras que el es dominado por tal dolor es el blando. Por lo tanto, se opone al incontinente el continente, y al blando el hombre paciente o resistente. Por ello, la paciencia consiste en resistir y la continencia en dominar, y, por ello, el resistir y el dominar son cosas diferentes. Aristóteles afirma que es preferible la continencia a la resistencia.
Según Aristóteles la incontinencia es o apresuramiento o debilidad. Son débiles los que, aún reflexionando, se dejan llevar por la pasión y no siguen (por debilidad) las resoluciones de la razón; por su parte, otros, por no reflexionar, se apresuran, y, son arrastrados por la pasión. Los coléricos suelen ser incontinentes con incontinencia de apresuramiento ya que, debido a la vehemencia y a sus impulsos descontrolados, no se atienen a la razón y son propensos a dejarse llevar por la imaginación.
Según Aristóteles la incontinencia y el vicio son de géneros totalmente distintos. El incontinente es curable mientras que el vicioso no lo es. Y es que el incontinente no persigue por convicción los placeres corporales excesivos y contrarios a la razón; mientras que el vicioso o licencioso lo hace por convicción. Por ello, el incontinente es muy propenso a arrepentirse, mientras que el licencioso no. Por todo ello, afirma Aristóteles, la incontinencia no es un vicio porque obra siempre contra la propia elección; mientras que el vicioso obra siempre de acuerdo con ella. Ahora bien, en las acciones suelen parecerse mucho ambas pasiones; aunque el incontinente sea mejor que el vicioso.
Aristóteles trata también acerca de las diferencias existentes entre el sujeto continente y el sujeto obstinado. Señala que existen algunas semejanzas entre ellos, tal como sucede entre el el pródigo y el generoso, o entre el temerario y el valiente. Y es que tanto el continente como el obstinado mantienen firme su opinión acerca de lo que debe hacerse. Sin embargo, el obstinado no suele ser proclive a la persuasión debido a su tozudez; mientras que el continente suele ser propicio a la persuasión y respetuoso con la razón. El obstinado, por el contrario, es testarudo y, muchas veces, debido al placer que sienten al lograr algún tipo de victoria debido a su tozudez. En este sentido, al pecar por exceso, el obstinado se parece más al incontinente que al continente.
Dado que existen sujetos que gozan menos de lo debido (morigerado) de los placeres corporales, el hombre continente ocupa el lugar INTERMEDIO entre éste y el incontinente. El incontinente se aparta de la regla por exceso; éste, por defecto; el continente se atiene a ella y no se desvía en un sentido u otro. Tanto el continente como el morigerado no hacen nada contrario a la razón. Lo que sucede es que el continente tiene apetitos malos, mientras el morigerado no siente nada. Del mismo modo, se parecen el incontinente y el desenfrenado ya que ambos persiguen los placeres corporales. Lo que sucede es que uno (desenfrenado) cree que está bien y debe hacerlo, mientras que el segundo piensa que no debe hacerlo aunque, al desoír a su razón, acaba haciéndolo.
La incontinencia tampoco es identificable con la prudencia ya que un hombre prudente sabe como se debe actuar mientras que el incontinente se equivoca en su actuación. Lo que sucede es que muchas veces se confunde la prudencia con la HABILIDAD cuando, en realidad, ésta es muy diferente de la prudencia ya que uno puede ser un político hábil y, sin embargo, no poseer ninguna dosis de prudencia. En este contexto, nada impide, según Aristóteles, que un hombre hábil sea, al mismo tiempo, incontinente.
A continuación, Aristóteles, analiza la naturaleza del PLACER. En relación con el placer señala lo siguiente: 1) Los placeres son un obstáculo para el pensamiento, y tanto mayor cuanto mayor es el goce. 2) Aunque no todos los placeres son malos tampoco es cierto afirmar que el bien supremo es el placer (hedonismo) ya que existen placeres que son objeto de censura. 3) El placer no es el bien supremo ya que el placer no es el fin, sino devenir.
Aristóteles señala que todos parecen considerar que la
la vida FELIZ es agradable y, por lo tanto, meten al
placer en la trama de la felicidad. En este contexto, Aristóteles, no niega
la importancia de los bienes corporales para la consecución de la felicidad
y critica a aquellos que piensan que un hombre desafortunado en su vida
cotidiana, pero, que al mismo tiempo es bueno, puede ser feliz. Es una
vaciedad - afirma Aristóteles- creer que aquel que carece de los bienes
necesarios para poder vivir (alimento, vivienda digna, etc) es feliz por la
sencilla razón de que es bueno. Según Aristóteles, sería bueno pero
infeliz. Y es que, según Aristóteles, la felicidad necesita de la fortuna.
Ahora bien, también habría que señalar que, para Aristóteles, la posesión
de los bienes materiales, por sí mismos, no dan la felicidad; únicamente
ayudan.
Apuntes
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
ACERCA LA LA AMISTAD
(LIBROS VIII-IX)
Según Aristóteles, la amistad es un virtud y, además, es algo necesario en la vida de cualquier persona ya que sin amigos es muy difícil vivir, aún cuando se poseyeran todos los demás bienes. En la pobreza y en los demás infortunios se considera a los amigos como el único refugio. Los jóvenes la necesitan para evitar el error; los viejos para su asistencia y como ayuda. La amistad parece darse de un modo natural en el padre para el hijo, y el hijo para con el padre, no sólo entre hombres, sino entre las aves y en la mayoría de los animales parece existir algo parecido a la amistad. Además la amistad parece que mantiene unida a las ciudades ya que la concordia política es algo parecido a la amistad. Por otro lado, la amistad, muchas veces, suplanta a la justicia ya que cuando los hombres son amigos ninguna necesidad tienen de la justicia, mientras que aún siendo justos necesitan además de la justicia. La amista es también, según Aristóteles, algo hermoso y digno de alabanza ya que solemos alabar siempre a aquellos que no solo tienen amigos sino que también saben mantenerlos a lo largo de su vida.
Aristóteles se pregunta acerca de la NATURALEZA de la amistad ya que, al existir múltiples definiciones sobre la misma, se hace necesario analizar y definir en que consiste. Y es que algunos la consideran como una especie de semejanza ya que parece que los amigos se asemejan en muchas cosas. Otros afirman que es la diferencia es la base de la amistad ya que, como dice Heráclito, lo opuesto es lo que conviene, y que la armonía más hermosa es la producida por tonos diferentes. Aristóteles critica estos planteamientos ya que, según él, están muy dominados por cuestiones de tipo físico (presocráticos), y prefiere analizar la amistad poniéndola en relación con el carácter y con los sentimientos.
No se emplea el nombre de amistad cuando se trata de la afición a cosas inanimadas ya que no existe reciprocidad. Para que exista amistad es necesario que existan al menos dos personas que se desean un bien recíproco. Por todo ello, si alguien desea el bien a otro y por parte del otro se produce el mismo sentimiento, entonces puede decirse que existe amistad. Por ello, Aristóteles, afirma que cuando la benevolencia es recíproca, y cada uno desea el bien del otro sin que esto les sea desconocido, decimos que existe amistad.
Según Aristóteles existen TRES CLASES de amistad en donde, en cada una de ellas, se la la reciprocidad no desconocida.. En este contexto, los que se quieren por interés no se quieren por sí mismos sino por los beneficios que pueden alcanzar. El cariño obedece al propio bien de ellos. Del mismo modo los que se quieren por placer, solo piensan en aquello que les resulta agradable y, por ello, son personas frívolas. El cariño obedece a su propio gusto y no al modo de ser del amigo. También puede darse amistad por utilidad. Tales amistades, señala Aristóteles, lo son por accidente, puesto que no se quiere al amigo por lo que es, sino porque procura utilidad o placer. Por todo ello, estas amistades son muy fáciles de romper. Según Aristóteles la amistad por utilidad está presente sobre todo en los viejos ya que a esa edad ya no se busca lo agradable o placentero sino lo útil. En cambio en los jóvenes la amistad puede tener más su base en el placer que en la utilidad, ya que éstos persiguen sobre todo lo que les es agradable y lo presente. Por eso los jóvenes suelen hacerse fácilmente amigos pero también suelen muy fácilmente dejar de serlo. Además, señala Aristóteles, las amistades que reposan en el interés suelen se objeto de reclamaciones y disputas ya que los amigos se tratan con vistas a la utilidad por lo que cada uno de ellos exige cada vez más y cree recibir menos de lo que le corresponde. Por el contrario en las amistades perfectas, producto de la virtud, no suele haber reclamaciones ni reproches ya que ningún verdadero amigo tiene envidia de los éxitos del otro. Tampoco suelen darse quejas en las amistades que buscan el placer, puesto que ambos obtienen lo que desean, si se complacen en el mutuo trato, y resultaría ridículo quien reclamara contra el que no le agrada pudiendo no pasar el tiempo con él.
La amistad perfecta, según Aristóteles, es la de los hombres buenos e iguales en virtud ya que éstos quieren el bien el uno del otro. Los que quieren el bien de sus amigos por causa de ellos mismos son los mejores amigos, puesto que es por su propia índole por lo que tienen esos sentimientos y no por accidente como sucedía en las clases de amista señaladas anteriormente. Aristóteles afirma que tales amistades son raras, ya que los hombres de este talante son pocos. Además requieren tiempo y trato para poder conocerse a fondo.
La amistad puede ser por DISPOSICIÓN y por ACTUACIÓN. Los amigos que están separados no ejercen directamente su amistad pero tienen la disposición adecuada para ejercitarla, porque el espacio no impide la amistad, sino su ejercicio. Lo que sucede es que si la ausencia se prolonga demasiado tiempo, entonces la amistad puede caer en el olvido. La amistad por actuación es la que lleva consigo el trato directo y la convivencia y es más perfecta que la que se practica por disposición ya que, según Aristóteles, nada hay tan propio de los amigos como la convivencia.
Aristóteles afirma que no es es posible ser amigo de muchos con amistad perfecta, como tampoco estar enamorado de muchos/as a la vez. Tal sentimiento parece un exceso. Y es que no es fácil que muchos agraden extraordinariamente a uno; y, además, es preciso llegar con el amigo a un cierto grado de intimidad, algo que resulta más difícil con muchos. Cuando son muchos los que intervienen no existe amistad perfecta sino amistad por interés, por placer o por utilidad. Aristóteles afirma que la amistad por placer (ya lo había señalado anteriormente) es la que existe, sobre todo, entre los jóvenes; la que busca el interés se da principalmente entre los comerciantes, mientras que entre los poderosos parecen existir amigos de diferentes clases: unos les son útiles y otros les son agradables pero que no suelen ir acompañados de virtud. Esto explica que sea muy difícil hacer amistad con un poderoso. Únicamente sería posible si entre el poderoso (que está por encima) y su amigo (que está por debajo), éste último lo aventajase en virtud; si no, con la superioridad del poderoso no podría haber entre ambos igualdad proporcional. Lo que sucede -afirma Aristóteles- es que no suele haber hombres así.
De entre las amistades fundadas en la SUPERIORIDAD, Aristóteles, hace referencia a la existente entre el padre y el hijo, entre el que tiene más edad y menos edad, entre el hombre y la mujer, etc. Aunque tienen matices diferentes existe algo que es común en las amistades fundadas en la superioridad: el afecto existente entre los amigos debe ser proporcional, ya que cuando el afecto es proporcionado al merito, se produce una igualdad, y esto parece ser propio de la amistad.
La igualdad, presente en la amistad, es diferente a la presente en la justicia. En la justicia, señala Aristóteles, es igualdad primariamente la proporcionada al merito, y secundariamente la cuantitativa; mientras que en la amistad lo es primariamente la cuantitativa, y secundariamente la proporcionada al merito.
Aristóteles pone en relación con la COMUNIDAD, tanto la justicia como la amistad. Y es que en toda comunidad parece haber alguna clase de justicia y también de amistad ya que en la medida en que participan de tal comunidad hay amistad entre ellos y también justicia. Por lo tanto, parece natural que la justicia crezca juntamente con la amistad y viceversa. Al mismo tiempo todas las comunidades (padres-hijos/comerciantes/etc) forman parte de la comunidad política ya que suelen convivir juntos dentro de la ciudad. Por lo tanto, todas ellas parecen estar subordinadas a la comunidad política, porque ésta no se propone como fin la convivencia concreta, sino lo que conviene para todos.
Según Aristóteles hay tres especies de REGÍMENES POLÍTICOS, y otras tantas desviaciones de los mismos. Estos regímenes son: la realeza, la aristocracia y la timocracia (régimen basado en la propiedad), aunque suele llamarse república. Las desviaciones son: la tiranía (desviación de la realeza); la oligarquía (desviación de la aristocracia); la democracia (desviación de la timocracia). Según Aristóteles, la tiranía es un desviación de la monarquía ya que, en ambos casos, son monarquías. Las diferencias, sin embargo, son importantes ya que el tirano mira a su propio interés, mientras que el rey, al de los gobernados. El tirano persigue únicamente su propio bien y, por ello, es el peor régimen posible. Por su parte, la oligarquía. Ésta distribuye los bienes de la comunidad en contra de los merecimientos atribuyéndoselos todos únicamente los ricos, de tal modo que no gobiernan los mejores sino los que tienen más dinero. La democracia es la menos mala de las desviaciones, porque se desvía muy poco de la forma de la República.
Según Aristóteles la amistad parece acomodarse a cada uno de los regímenes políticos. Así, por ejemplo, el modelo político de la realeza que se caracteriza por la superioridad del rey sobre los súbditos se parece a la amistad existente entre padre e hijos. La diferencia estriba en que la superioridad del padre es para con sus hijos mientras que la del rey es sobre sus súbditos; pero, tanto en un caso como en otro, es en la superioridad en la que estriba la amistad. Por su parte, la amistad del marido y de la mujer se parece al régimen político de la aristocracia, porque se funda en la excelencia y al mejor le corresponde el bien y a cada uno el adecuado. Por supuesto que, para Aristóteles, la excelencia está al lado del marido y no de la mujer. Por su parte, la amistad entre hermanos se parece al modelo político de la timocracia ya que la igualdad entre hermanos parece corresponderse con la igualdad y equidad que persigue la timocracia en el plano político. En definitiva, la superioridad (realeza) estaría presente en las relaciones amistosas entre padres e hijos; la excelencia (aristocracia) estaría presente en las relaciones amistosas entre marido y mujer; y la igualdad (timocracia) estaría presente en las relaciones amistosas entre hermanos. La comunidad política, por tanto, en la base de toda amistad. Por su parte, en las desviaciones de los regímenes políticos no existe amistad como tampoco existe justicia. En la tiranía no existe amistad ya que no hay justicia.
Aristóteles diferencia entre AMISTAD LEGAL y AMISTAD MORAL. La amistad legal se funda en estipulaciones e implica siempre recibir algo a cambio de algo. Por ejemplo, un amigo hace un préstamo a otro, pero siempre con la condición de que se lo devuelva en un plazo establecido. Por eso dice Aristóteles que en esta clase de amistad la deuda es manifiesta y no equívoca, en que se da tiempo, pero tiene de amistoso el aplazamiento. Por su parte la amistad moral no se apoya en estipulaciones, sino en el obsequio. Por ejemplo, un amigo hace a otro algún tipo de regalo. En estos casos, afirma Aristóteles, se considera justo recibir, a cambio, algo del mismo valor, o mayor, como si no se hubiera regalado algo sino prestado. Todo esto ocurre, según Aristóteles, porque los hombres no solamente queremos los hermoso sino también lo provechoso. Esto quiere decir que si un amigo hace un regalo a otro porque considera que es hermoso llevar a cabo tal acción, lo cierto es que también piensa en la compensación y en el provecho, lo que le llevará a esperar (aunque no lo diga) algo a cambio.
En el libro IX de la Ética a Nicómaco, Aristóteles, continúa su análisis sobre la naturaleza de la AMISTAD. Comienza hablando de lo que denomina como amistad civil, amistad amorosa y amistad fundada en el carácter. Todas ellas están fundadas en la proporción que establece la igualdad. Por ejemplo, en la amistad civil, el zapatero obtiene la compensación debida por sus zapatos. La medida común que establece la igualdad se lleva a cabo a través del dinero. En la amistad amorosa debe existir correspondencia entre amante y amado, de lo contrario puede ser que el amante proteste de que, amando él en exceso, no es correspondido; por su parte, el amado se puede quejar de que el amante, que antes había prometido mucho, ahora nada cumple. En este caso la proporción, basada en la igualdad, se rompe porque el amante quiere al amado por causa el placer y el amado al amante por interés, pero ninguno de los dos obtiene lo que desea. En definitiva no habría amistad verdadera sino posesión, y como ésta no es permanente; de ahí que no lo sea tampoco la amistad. Por su parte, en la amistad fundada en el carácter, ésta se busca por sí misma y, en este sentido, se vuelve permanente porque no se persigue únicamente placer ni interés. En tal tipo de amistad la compensación debe ser libre (sin papeles por medio) y ser medida siempre por la intención.
En relación con las RELACIONES AMISTOSAS, Aristóteles, se plantea las preguntas siguientes: ¿deben deshacerse las amistades cuando los amigos no siguen siendo como era? Su respuesta: cuando los amigos los son por el interés o por el placer, no hay nada absurdo en que se separen cuando ya no reúnen tal condición. Por otro lado - sigue preguntándose - si se acepta a alguien en la idea de que es bueno y luego se vuelve malo: ¿deberá seguir queriéndolo o abandonar la amistad? Su respuesta: Es evidente que lo malo no es amable; ahora bien, si el mal es curable, entonces, en el caso de ser un verdadero amigo, debería ayudársele en la corrección de su mal. Por último, si unos de los amigos permanece tal como era, y el otro llega a aventajarle mucho en virtud: ¿deberá éste seguir tratando al primero como amigo?. Su respuesta: Es evidente que si la separación es muy grande, como, por ejemplo, si uno sigue teniendo la mentalidad de un niño en la consideración de la amistad y el otro ha madurado para convertirse en un hombre, entonces es muy difícil mantener esa amistad. En tal caso es imposible la convivencia y, por tanto, la amistad debería romperse. Ahora bien, ello no implica que uno no deba acordarse que, en algún momento, fueron grandes amigos y, por ello, debería tenerse esto presente por si algún momento tal amigo necesitara ayuda.
Entre las DEFINICIONES que Aristóteles hace de la amistad, podrían destacarse las siguientes: 1ª) El amigo es aquel que quiere y hace el bien para el otro tal como para sí mismo. 2ª) El amigo es aquel que vive con otro y tiene las mismas preferencias que éste. 3ª) El amigo es aquel que se duele y se goza con su amigo. 4ª) El amigo es aquel que tiene para con su amigo las mismas disposiciones que para consigo mismo.
Aristóteles analiza también las semejanzas y diferencias que existen entre la amista y la BENEVOLENCIA. Señala que aunque parecen ser sentimientos muy parecidos existen entre ellos importantes diferencias. Y es que la benevolencia se da incluso hacia personas que no conocemos algo que es imposible en la amistad. Por ejemplo, en los certámenes el público siente benevolencia hacia competidores que no conoce y con los que no tiene ningún tipo de amistad. Además la benevolencia no implica necesariamente afecto ya que éste se produce con el trato y podemos sentir benevolencia hacia alguien con el que no tenemos ningún tipo de trato. Ahora bien, al mismo tiempo, según Aristóteles, la benevolencia es el principio de la amistad, así como el placer visual lo es del amor, porque nadie ama sin antes haber gozado con la forma visible del ser amado. Además no es es posible tener amigos sin haber sentido benevolencia hacia ellos. Hasta aquí llegan las semejanzas. Por todo ello, no debería confundirse amistad y benevolencia. Por ello, Aristóteles, define a ésta última como amistad inactiva ya que únicamente el paso el tiempo y el trato continúo puede hacerla desembocar en la amistad.
En relación con el sentimiento de UNANIMIDAD o CONCORDIA y su relación con la amistad, Aristóteles, señala lo siguiente: no debe confundirse la unanimidad, que es un sentimiento amistoso, con la mera igualdad de opinión ya que ésta puede darse incluso entre aquellos que no se conocen. La unanimidad amistosa hace referencia a la concordia existente, por ejemplo, entre ciudadanos que desean y piensan de la misma manera sobre aquello que conviene a la ciudad. Por ello, afirma Aristóteles, la unanimidad o concordia podría definirse como la amistad civil.
Aristóteles se plantea también la cuestión de si el HOMBRE FELIZ NECESITA O NO DE LOS AMIGOS. Y es que hay muchos que afirman que los hombres dichosos son aquellos que se bastan a sí mismos y, por tanto, parece que no necesitan amigos para llevar su vida feliz. De todos modos, según Aristóteles, esto no parece cierto ya que si el hombre feliz es aquel que posee el bien, parece absurdo que no posea el bien de la amistad. Además si el hombre feliz es un hombre bueno, lo lógico es que necesite amigos a los que favorecer y ser bueno con ellos. En este contexto, Aristóteles afirma que si los amigos se necesitan más en el infortunio que en la prosperidad, ello se debe a que al hombre feliz necesita amigos a los que favorecer y que, por diversos motivos, han caído en algún tipo de desgracia. En definitiva, según Aristóteles, es absurdo hacer al hombre dichoso solitario, porque nadie querría poseer todas las cosas a condición de estar solo. Y es que el hombre es, por naturaleza, un ser social, y naturalmente formado para la convivencia. Por lo tanto, el hombre feliz necesita amigos. Y los que afirman lo contrario es que no saben en que consiste la verdadera amistad y la confunden con la utilidad o el placer. Por otro lado, la felicidad es una actividad y es imposible que el hombre solitario tenga una actividad completa y enriquecedora sólo consigo mismo. No se puede olvidar, señala Aristóteles, que la actividad propiamente humana está condicionada por el sentir y por el pensar. Ahora bien, ambas condiciones deben estar unidas a una vida humana buena y agradable y ello es muy difícil si falta el objeto sobre el que interactuar. Y tal objeto es el amigo. Con él puede producirse en la convivencia y en el intercambio de palabras y pensamientos la actividad propiamente humana. De lo contrario convertimos al hombre en un animal de ganado que únicamente pace en el mismo lugar pero sin relación verdadera con los miembros de su misma especie.
Aristóteles se pregunta también si deberíamos hacernos el MAYOR NÚMERO de amigos posibles o no. ¿No sería lo más adecuado no carecer absolutamente de amigos, pero tampoco tenerlos en exceso? Su respuesta es la siguiente: en principio puede pensarse que aquellos que afirman que deben tenerse pocos amigos lo hacen pensando en la utilidad o en el placer. Es más útil responder a las necesidades de pocos amigos que a la de muchos ya que muchos resultan molestos y embarazosos para vivir bien; del mismo modo, desde el punto de vista del placer, bastan unos pocos, como un poco de condimento en la comida. Ahora bien: ¿qué sucede con los amigos que no lo son por placer o por utilidad sino por carácter y bondad? ¿Es mejor tenerlos en el número más elevado posible?. Su respuesta es negativa: el número de amigos verdaderos tiene que ser limitado pues, de lo contrario, la convivencia y respeto mutuo es muy difícil. Según Aristóteles, las amistades célebres han sido siempre entre dos. Los que tienen muchos amigos y a todos los tratan familiarmente, dan la impresión de no se amigos de nadie, a no ser por civilidad, y se les debería denominar como obsequiosos. Y es que, según Aristóteles, por cortesía es posible dar la apariencia de tener muchos amigos pero, por excelencia y verdadera amistad, es muy difícil tener muchos amigos; gracias -afirma Aristóteles- si se encuentran unos pocos que lo merezcan.
Por último, Aristóteles, se pregunta algo que ya había
planteado anteriormente: ¿necesitamos más los amigos en la
PROSPERIDAD o en el INFORTUNIO? Su respuesta:
Por utilidad la amistad parece ser mejor en los infortunios; sin embargo, es
más noble en la prosperidad. De todos modos, la presencia misma de los
amigos debería estar presente tanto en los casos de infortunio como de
prosperidad. En este sentido la amistad es algo mixto ya que ver a un amigo
nos resulta grato en los momentos de infortunio pero, al mismo tiempo, es
doloroso ver al amigo que se aflige y sufre, a veces con gran ansiedad, al
ver el infortunio de un amigo querido. Por eso -afirma Aristóteles- los
hombres de naturaleza fuerte procuran evitar que sus amigos tomen parte en
sus penas y, por ello, no admiten compañeros de duelo para evitarles un mal
trago. Por eso parece que deberíamos invitar gustosamente a nuestros amigos
a todos nuestras alegrías, pero rehuir en lo posible invitarlos a
participar de nuestros infortunios, porque los males deben compartirse lo
menos posible. Lo que suele sucede, en estos casos de infortunio, es que el
verdadero amigo suele acudir a acompañar al amigo desafortunado aunque no
haya sido invitado por éste. En este caso el hombre fuerte nunca debería
mostrarse displicente con el amigo que ha acudido a acompañarle en sus
momentos de dolor aunque no hubiera sido invitado.
Apuntes
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
ACERCA DEL PLACER Y LA FELICIDAD
(LIBRO X)
Aristóteles comienza señalando que el PLACER parece estar asociado de un modo muy íntimo a nuestra propia naturaleza lo que explica el que, por ejemplo, los educadores se sirvan del placer y del dolor como un timón para dirigir a la infancia. Por otro lado parece ser también un elemento de suma importancia en relación con la virtud moral y, consiguiente, con la felicidad ya que todos parecen perseguir lo agradable y rehuir lo molesto. Además el placer ha sido una constante en las reflexiones de múltiples filósofos lo que justificaría, según Aristóteles, la necesidad de intentar analizar y definir su naturaleza.
Con el objeto de llevar a cabo tal análisis, Aristóteles, comienza exponiendo algunas de las OPINIONES que se habían expresado en el mundo griego sobre la naturaleza del placer. Hace referencia a Eudoxo ( matemático y astrónomo perteneciente a la Academia de Platón) el cual defendía que el placer era el BIEN SUPREMO ya que todos los seres (tanto racionales como irracionales) aspiraban a él. Además, el placer sería algo que se elige por sí mismo lo que justificaría aún más el que fuera un bien. Por su parte, Platón, pensaba que el bien no era el bien supremo ya que una vida agradable y feliz no es la reposa en el placer sino en la sabiduría. Por otro lado existen otros (Aristóteles no los cita por su nombre) que el placer no es un bien ya que éste no se define por ser algo a lo que todos tienden. Aristóteles critica esta posición ya que no son sólo los seres sin inteligencia los que parecen perseguir el placer pos sí mismo sino también los seres racionales. También critica el argumento de aquellos que afirman que el placer no es un bien debido a que existe su contrario (el dolor) ya que también se podría oponer un mal a otro y ello no implicaría que uno de ellos fuera un bien por tener un contrario. Según Aristóteles esta forma de argumentar es absurda ya que si el placer y el dolor fueran lo mismo (al no ser contrarios), entonces lo lógico sería esperar que los dos produjeran aversión, lo que no parece suceder en la realidad. Aristóteles critica también a aquellos que afirman que el bien es determinado mientras que el placer es algo indeterminado pues admite el más y el menos. Y es que si se razona así, también habría que concluir que lo mismo puede ocurrir con la justicia y con las demás virtudes ya que personas de determinado carácter están más o menos dotadas de ellas u obran más o menos de acuerdo con las virtudes: hay hombres más o menos justos, y es posible practicar más o menos la justicia y la continencia. Por otro lado, hay quien afirma que el bien es perfecto y el movimiento y el devenir es imperfecto. Pues bien, como el placer es un movimiento y devenir, no puede ser identificado con el bien. Según Aristóteles no es totalmente correcto afirmar que el placer es un movimiento ya que éste implica velocidad y lentitud, y al placer no le pertenecen ni una cosa ni otra. Es cierto que uno puede sentirse rápidamente afectado por un placer; ahora bien, ello no quiere decir que tal persona esté gozando rápidamente o lentamente, como cuando uno anda de prisa o crece. Por consiguiente, se puede entrar en un estado de placer rápidamente, o lentamente, pero no es posible ejercer rápida o lentamente la actividad misma de placer, es decir, gozar. Tampoco es correcto afirmar que el placer es un devenir: el devenir implica que algo se disuelve en aquello de donde deviene, por ejemplo, los hijos devienen como algo natural de los padres, mientras que, por ejemplo, el dolor que también deviene del placer no es algo natural ya que implica la destrucción de su génesis (el placer).
Según Aristóteles todos aspiramos al placer porque todos deseamos vivir. Y dado que la vida es una actividad y cada uno se ejercita en aquello que más ama, de ahí que el placer, al perfeccionar la actividad, perfeccione también la vida y, por ello, todos lo deseen. Por ejemplo, el músico se ejercita oyendo y elaborando melodías; todo esta actividad le produce, al mismo tiempo, placer, por lo que puede decirse que éste forma parte esencial de la vida que se quiere perfeccionar. En este contexto, Aristóteles, se plantea la cuestión siguiente: ¿apetecemos la vida por causa del placer o el placer por causa de la vida? Responde que ambas cuestiones están íntimamente unidas y que no admiten separación, ya que sin actividad no hay placer, y el placer perfecciona toda actividad.
Al mismo tiempo, según Aristóteles, cada placer está íntimamente unido a la actividad que perfecciona. Esto quiere decir que cada actividad es intensificada por el placer que le es propio. Por ejemplo, llegan a ser geómetras o músicos aquellos que comprenden mejor estas disciplinas y se deleitan en ellas. Por otro lado, parece evidente también que el placer producido por un actividad es un obstáculo para otra. Por ejemplo, los aficionados a la flauta son incapaces de prestar atención a una conversación si están oyendo a un flautista. En este sentido, por tanto, el placer de la flauta destruye la actividad de la conversación. En definitiva parece que lo más agradable expulsa a las demás cosas. Ello explicaría, según Aristóteles, que hagamos una cosa cuando no nos agrada otra; por ejemplo comer golosinas en los teatros cuando la función y los actores son muy malos. Por último, Aristóteles, afirma que cada animal tiene un placer que le es propio y éste suele corresponderse con la actividad propia que le define. Uno es el placer del caballo, otro el del perro y otro distinto el del hombre. En los animales la cuestión del placer está muy definida: los placeres de animales específicamente distintos, difieren también específicamente. En el caso del hombre la cuestión es menos definida: una misma cosa agrada a unos y molesta a otros. Ahora bien, ello no implica, según Aristóteles, tener que defender el relativismo moral ya que de lo dicho parece inferirse que daría lo mismo un placer bueno o malo ya que todo dependería del modo como cada uno lo percibiese. En este contexto, Aristóteles, diferencia entre los placeres vergonzosos y propios de hombres corrompido y los placeres buenos y propios del hombre virtuoso. ¿Cómo poder diferenciar los unos de los otros? Según Aristóteles, teniendo muy en cuenta lo que es la actividad específica del ser humano. Únicamente los placeres que acompañen a este tipo de actividad serán placeres buenos y propios del hombre. Los demás serán secundarios y no esenciales para la consecución de una vida feliz.
En los últimos apartados (6,7,8,) del Libro X de la Ética a Nicómaco, Aristóteles, decide tratar sumariamente el tema de la FELICIDAD ya que ésta parece ser el fin último del ser humano. Por ello resume todo lo que anteriormente ha dicho sobre este tema: 1) La felicidad no es un hábito o disposición, ya que si lo fuera, podría darse también en quien se pasara la vida durmiendo, o en quien sufriera las mayores desgracias posibles. 2) La felicidad consiste en una actividad deseable por sí misma y no por causa de otra cosa. 3) La actividades que se eligen por sí mismas son las actividades virtuosas ya que lo que es bueno y honesto pertenece al número de las cosas que son deseables por sí mismas. 4) Todo lo dicho hasta ahora implica que el hombre feliz es es hombre virtuoso. Por ello, la felicidad es definida por Aristóteles como la actividad conforme a virtud. Por lo tanto, la felicidad no está en la diversión sino que implica una vida de esfuerzo y no de juego. En este contexto, según Aristóteles, el esclavo nunca podría ser un hombre, y no tanto por su naturaleza de esclavo, sino por la actividad que realiza que nada tendría que ver con la actividad específicamente humana. 5) La actividad específica del ser humano reside en la posesión del entendimiento lo que hace que en él predomine la actividad puramente contemplativa. Tal actividad es la más excelente y, además, la más continua, pues podemos contemplar continuamente más que hacer cualquier otra cosa. 6) El placer debe hallarse mezclado con la felicidad ya que el hombre feliz siente placer al llevar a cabo su actividad específica de carácter contemplativo. Por otro lado, tanto la felicidad como la actividad contemplativa son realidades que se bastan por sí mismas ya que el que lleva a cabo tal actividad nada saca de ella aparte de la contemplación, mientras que de las actividades prácticas obtenemos siempre algo, más o menos aparte de la acción misma. 7) La vida más excelente, por tanto, es la vida conforme a la mente, ya que eso es primariamente el hombre. Esta vida será también, por consiguiente, la más feliz. 8) Para ser completamente feliz, el hombre contemplativo, tendrá necesidad del bienestar externo, ya que nuestra naturaleza no se basta a sí misma para la contemplación, sino que necesita de la salud del cuerpo, del alimento y de los demás cuidados. Ahora bien, todo esto no quiere decir que el hombre necesite una superabundancia de tales bienes materiales, ya que no es necesario dominar el mar y la tierra para ejercitar una actividad noble. Con recursos moderados se puede practicar la virtud, por lo que bastará con disponer de una medida sencilla de recursos materiales.
La virtud no basta con conocerla sino que es necesario también practicarla. Los simples razonamientos bastan únicamente para aquellos hombres excelentes y bondadosos, pero resultan incapaces para excitar a la bondad y a la nobleza al vulgo, que de un modo natural no obedece por pudor, sino por miedo, y no se aparta de lo que es vil por vergüenza, sino por temor al castigo. Como la mayor parte de los hombres viven a merced de sus pasiones no tienen noción de lo que es verdaderamente hermoso y agradable ya que no lo han probado nunca. A tales hombres, se pregunta Aristóteles, ¿qué tipo de razonamiento podrá reformarlos? Es muy difícil desarraigar con la razón lo que está desde antiguo arraigado en el carácter.
Algunos afirman que se puede llegar a ser bueno por obra de la naturaleza; otros piensan que a través del hábito; y, por último, algunos a partir de la instrucción. Según Aristóteles, no está en nuestra mano ser buenos por naturaleza. Únicamente unos pocos afortunados parecen ser sabios por naturaleza. Por su parte la instrucción no tiene fuerza en todos los casos sino que se requiere de los discípulos haya sido trabajada de antemano por los buenos hábitos. Y es que, en general, la pasión no parece ceder ante al razonamiento, sino ante la fuerza. Es necesario, por tanto, que el carácter sea de antemano apropiado de alguna manera para la virtud. Por ello es difícil encontrar desde joven la dirección recta para la virtud si no se ha educado uno bajo las leyes. Pero además es necesario no olvidar y dejar de practicar lo aprendido y, por ello, necesitamos leyes para toda la vida, porque la mayor parte de los hombres obedecen más bien a la necesidad que a la razón, y a los castigos que a la bondad.
Aristóteles, por tanto, no parece tener gran confianza
en la naturaleza humana. Por ello, el razonamiento, por sí mismo, nunca
podría lograr que los hombres fueran virtuosos. Ahora bien, si no son
virtuosos, tampoco podrían ser felices. De ahí la necesidad de la
intervención de las LEYES y de la POLÍTICA
en el ámbito de la educación. Aristóteles, ya en el siglo IV, habla de la
necesidad de legislar políticamente en el ámbito educativo ya que, según
él, la felicidad tiene su base última en una buena educación cultural.
Pero el estudio detallado de todo esto lo lleva a cabo, Aristóteles,
en su obra titulada Política. De todos modos, Aristóteles, no parece
reducir la educación únicamente a lo público sino que parece tener muy
presente la importancia que juega el papel de la familia en tal educación.