De acuerdo con estas reflexiones se ve que nada es más
injusto que las objeciones que nos hacen. El existencialismo no es nada más que
un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente.
No busca de ninguna manera hundir al hombre en la desesperación. Pero sí se
llama, como los cristianos, desesperación a toda actitud de incredulidad, parte
de la desesperación original.
El existencialismo no es de este modo un ateísmo en el
sentido de que se extenuaría en demostrar que Dios no existe. Más bien
declara: aunque Dios existiera, esto no cambiaría; he aquí nuestro punto de
vista. No es que creamos que Dios existe, sino que pensamos que el problema no
es el de su existencia; es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se
convenza de que nada pueda salvarlo de sí mismo, así sea una prueba válida de
la existencia de Dios. En este sentido, el existencialismo es un optimismo, una
doctrina de acción, y sólo por mala fe, confundiendo su propia desesperación
con la nuestra, es como los cristianos pueden llamarnos desesperados.
Jean Paul Sartre El existencialismo es un humanismo
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