FILOSOFÍA DEL MARTILLO
Hemos visto como en Nietzsche los problemas ontológicos
suelen convertirse en problemas axiológicos. Tambien hemos visto como en
Así habló Zarathustra, tal como el mismo Nietzsche dice en Ecce Homo,
se encuentra la «parte de mi tarea que dice sí».
Pues bien, los años posteriores a Asi habló Zarathustra
no los dedica Nietzsche en modo alguno a repensar teóricamente los temas de este libro y
a definir de manera más neta y más profunda la muerte de Dios, la voluntad
de poder y el eterno retorno. Ni siquiera en la obra póstuma titulada La
Voluntad de poder llega la nueva concepción de Nietzsche en lo decisivo, más
allá de Asi habló Zaratustra. El tiempo posterior a esta obra está dedicado
«mitad negadora, destructiva» de la tarea de Nietzsche. Si Asi habló Zarthustra
es la parte constructiva de su filosofía, las obras de los años siguientes son la
parte destructiva. En ellas practica la filosofía del martillo.
Los martiIlazos de su crítica los asesta contra la religion, la filosofía y la moral
tradicionales. Quiere destruir y pulverizar estas formas para dar un nuevo cauce al
proyecto creador de la existencia. Y así como el cincel del artista se ensaña con la
piedra cuando quiere liberar la imagen que yace en el bloque de mármol, así el martillo
de la crítica se ensaña con el hombre tal como éste es y tal como se
entiende a sí mismo. En el hombre duerme la imagen del superhombre.
La crítica aniquiladora del hombre actual es el amargo camino que lleva al futuro.
¡Ay hombres en la piedra dormita para mí una imagen, la imagen de mis
imágenes! ¡Ay, que ella tenga que dormir en la piedra más dura y más fea: Ahora
mi martillo se enfurece cruelmente contra su prisión. De la piedra saltan pedazos: ¿qué
me importa? Quiero acabarlo: pues una sombra ha llegado hasta mí; ¡la más silenciosa y
más ligera de todas las cosas vino una vez a mí! La belleza del superhombre llegó hasta
mí como una sombra. ¡Ay, hermanos míos! ¡Qué me importan ya los dioses!»".
En principio, este punto de partida de Nietzsche es consecuente. Si debe venir el superhombre,
que es el ser que conoce la muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno
retorno, si el superhombre debe ser el futuro humano, entonces resulta
preciso aniquilar y destruir la humanidad que está determinada por la tradición
occidental; es necesario luchar inexorablemente contra el platonismo y el cristianismo.
La última etapa de su producción abarca las obras tituladas Más allá del bien y
del mal y La Genealogía de la moral, Crepúsculo de los idolos,
El Anticristo, Ecce homo (así como otros dos pequeños escritos, en que una
vez más se ocupa de Wagner.
PSICOLOGÍA DE LA SOSPECHA
Sin embargo, el modo particular como Nietzsche conduce esa lucha resulta extraordinariamente discutible. Combate de manera psicológica. Su psicología refinada y astuta, que perfora los trasfondos y destruye la tradición. Esto significa que Nietzsche no vence realmente a sus enemigos, no supera la metafísica, pues no examina, pensándolas, la verdad de sus ideas, sino que las hace sospechosas. No supera el cristianismo, pues lucha contra una caricatura de éste, contra una ficción psicológica del cristianismo. Suponiendo que la filosofía se viera obligada por su propio asunto, desde la perspectiva de su pensar del ser, a combatir la metafísica anterior, la moral anterior y el cristianismo, tal lucha debería ser una guerra abierta y no debería consistir en la difamación psicológica del enemigo, sino sólo en la demostración de la falsedad de la comprensión metafísica - cristiana del mundo. Lo discutible no es que Nietzsche ataque al cristianismo; sólo lo es la forma como lo hace. Si el cristianismo es una revelación propia de Dios, ninguna filosofía puede causarle daño. «Las puertas del infierno» no prevalecerán jamás sobre él y toda sabiduría humana finita quedará aniquilada al chocar contra la palabra del Hijo de Dios. La «parte negativa, destructiva de la tarea de Nietzsche se desarrolla ante todo en forma de sofística. Pero ésta tiene todavía en él un alto rango, lo que la hace tanto más peligrosa. Su sofística, es decir, su arte psicológico de desenmascaramiento está encuadrado en su reconversión filosófica de todas las cuestiones ontológicas en cuestiones axiológicas.
TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES
En Nietzsche, el negar y el destruir tiene la forma de una «trasmutación de todos los valores» -y ésta se realiza como consideración psicologizante. Nietzsche cree fortalecer y confirmar su nuevo punto de partida disolviendo todo el sistema de valores vigente hasta el momento. De esta manera resulta posible, según él piensa, un cauce para la proyección de valores, un nuevo despegue de la vida. En la historia ha habido, sin duda, múltiples trasmutaciones y destrucciones de antiguas tablas de valores, y se han establecido muchas veces otras nuevas. Pero Nietzsche concibe la trasmutación de una manera más radical. Piensa sobre todo en una transformación del valor mismo. Según él, allí donde los valores obligan a todos de manera firme e inmutable, éstos son «objetivos». Mas para Nietzsche, la llamada objetividad de los valores no es otra cosa que una proyección realizada por la existencia, pero una proyección olvidada. Al dictar valores el hombre se trasciende a sí mismo y contrapone a sí, como objeto extraño, lo proyectado por él; tal objeto posee el carácter del más venerable ser-en-sí. Lo que Nietzsche pretende eliminar radicalmente es el dogmatismo teórico de los valores. El hombre no despierta. sin embargo, del sueño de este dogmatismo cuando se convierte en el individuo caprichoso que vive según su «gusto» y que «valora las cosas de un modo totalmente individual. La reflexión axiológica de Nietzsche llega mucho más hondo: llega hasta la proyección trascendental de los valores por parte de la existecia, proyección que, por lo demás, se realiza «inconscientemente». Nietzsche quiere descubrir la productividad inconsciente de la vida estimativa, que dicta las tablas de valores. La existencia humana se trasciende a sí misma en la medida en que proyecta con anterioridad los puntos de vista del valor bajo los cuales le salen luego al encuentro todas las cosas y ella misma. Así pues, Nietzsche no se fija en el acto aislado de valorar, sino en las orientaciones fundamentales previas que anteceden a todos los actos particulares de valoración. Un hombre, un pueblo, una cultura tienen su «a priori de valor», su valoración fundamental, de acuerdo con la cual se organizan en medio de lo existente y desarrollan su vida. En todo caso, este a priori de la valoración fundamental no es un saber axiológico fijo e innato, sino que él mismo tiene su historia, su movilidad. Los auténticos cortes en la historia universal los ve Nietzsche en los cambios de la proyección trascendcntal de los valores. Su filosofía es en este punto el corte de los cortes, el gran mediodía, pues por vez primera se examina aquí, según él piensa, la aparente objetividad de los valores en orden a la vida que los proyecta, interrumpiendo así el sueño dogmático que rodea, por lo demás, la más honda fuerza creadora de la existencia. La doctrina de Nietzsche acerca de la relatividad de los valores está muy por encima de un relativismo barato, basado en el capricho del individuo. Incluso podría decirse que su doctrina de la subjetividad no niega la objetividad fenoménica de los valores, pero muestra que ésta representa una olvidada proyección trascendental de la existencia. La trasmutación de los valores significa. por tanto, la eliminación de la autoalienación de la existencia. Significa la salida de la prisión hacia una superior autoconciencia de la vida, el despertar del sueño del dogmatismo axiológico. En su oposición a la autoalienación de la vida, que Nietzsche lleva a cabo retrocediendo a la proyeción olvidada que está a la base de todos los sistemas de valores, llega a la visión de la «vida misma». Y ésta se le aparece como voluntad de poder, que gira, en eterno retorno, en el círculo del tiempo.
INTERPRETACIÓN MATERIAL DE LA VIDA
Una crítica universal de los sistemas de valores aparecidos hasta el momento podría
consistir ahora en re-pensarlos hacia atrás, hasta llegar a la proyección axiológica
que los creó, es decir, en someter a crítica, en las valoraciones anteriores, sólo la
forma de la ingenuidad, de la autoalienación. Detrás de todos los mundos de valores
está la vida, que es el gran jugador. ¿No son aquí todos los
valores de igual categoría, no son todos ellos precisamente formas con que la vida ha
hecho experimentos durante cierto tiempo? ¿O existe todavía una posibilidad de
valoración de los sistemas mismos de valores? Encontramos aquí un salto decisivo de
Nietzsche. Este no se detiene en la reflexión filosófica sobre la proyección
trascendental de la ex-istencia, en la cual la vida aparece como lo que en última
instancia realiza ensayos y juega en todas las valoraciones, sino que pasa a una
interpretación «material» de la vida. Esta transición es tal vez el
punto más litigioso de la filosofía de Nietzsche. Se podría imaginar una crítica, por
ejemplo, del cristianismo, o de la moral cristiana que criticara en ésta la cimentación
de todo valor en el ser de Dios, por cuanto en ello los valores tienen el carácter de
algo dado, de algo que oprime exigentemente desde fuera a la existencia; sería pensable
una critica de esta moral como forma de vida autoalienada. Pero tal crítica, que se
remonta a la posición del valor, no necesitaría llevar a una negación de las
valoraciones cristianas en cuanto tales; sólo la fundamentación de los valores sería
distinta. Mas Nietzsche no sólo rechaza el objetivismo de los valores
cristianos sino también su contenido. La retrogradación hasta la vida valorante
se convierte para él en el principio de una nueva posición de valores, pues valora
tácitamente la vida misma, la estima según su «fortaleza»
o su «debilidad».
Ahora bien, Nietzsche emplea estos conceptos familiares a la biología en un
nivel radicalmente distinto.La fortaleza y la salud de la vida
parecen estar para él allí donde se conoce a la vez lo más terrible y lo más bello
de la vida;allí donde se experimenta el dominio constructor-destructor, el juego
dionisíaco de la vida como voluntad de poder y eterno retorno;
allí donde el hombre se instala con valentía en la posición trágica y está
dispuesto heroicamente a la grandeza y a la catástrofe. La
debilidad y la enfermedad restarían, en cambio, allí donde el hombre se
intercepta a sí mismo la mirada terrible, horrorosa y a la vez bella de la gorgona de la
existencia, allí donde mira hacia otro lado, donde evita la lucha y la guerra y busca
la paz y la tranquilidad, el amor al prójimo y la segurídad. La fortaleza de
la vida consiste; por tanto, en el conocimiento de la voluntad de poder, y la debilidad,
en el apartar la vista de ella. Lo peligroso del método de Nietzsche es la confusa
equivocidad de los conceptos aquí empleados a la hora de hablar de la Voluntad de poder.
LA VOLUNTAD DE PODER
Por un lado, Nietzsche entiende la voluntad de poder en general como la tendencia básica de movilidad de todo existente finito. Entendida así, todo es voluntad de poder: tanto la valoración heroico-trágica como la moral cristiana. Pero luego Nietzsche toma la «voluntad de poder», por así decirlo, en un sentido material conocido, como forma heroica de la existencia. Nietzsche no supera esta equivocidad. Y así puede distinguir luego, fijándose en su contenido, entre sistemas dc valores quc son conformes a la esencia de la vida y sistemas de valores que la contradicen, morales que proceden de la debilidad, de la enfermedad. de la decadencia de la vida. Por tanto, la distinción de los sistemas de valores basados en la autoalienación o en el autodominio dc la vida sc entrecruza con la otra distinción de los sistemas de valores por razón de la fortaleza o de la debilidad de ésta.
CRITICA DE LA MODERNIDAD
Despues de la publicación de Asi habló Zaratustra, Nietzsche
pasa al ataque. Es desde ahora un maestro del ataque. Pero ahora se dispone a
asestar el golpe más fuerte. Lucha con todas las armas, pelea con una pasión desbordada,
con un odio que resulta diabólico. Extraña en primer lugar el que, después de Así
habló Zaratustra, después de aquella mirada lejana lanzada al futuro del
hombre, Nietzsche se dedique a lo presente y actual, a lo de hoy, a una crítica
de la modernidad. Pero lo que se presenta como crítica
de la modernidad es algo más que eso, es la repulsa del pasado entero, la
lucha contra la metafísica y contra el cristianismo. Nietzsche contrapone su visión del
futuro; camino recorrido hasta ahora por el hombre. Medido por aquélla, todo el pasado es
un camino errado. Mas Nietzsche no intenta mostrar el error del camino equivocado
examinando de manera explícita las «verdades» en él afirmadas, sino que toma el rodeo
indirecto de la destrucción psicológica. «La psicología es manejada con
una dureza y una crueldad declaradas», dice el mismo Nietzsche de esta
última época de su producción.
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Reanudación de temas tratados en Humano demasiado Humano)
Más allá del bien y del mal es la primera obra que sigue a Asi habló
Zaratustra y aparece en1886. En cierto sentido representa la reanudación
del tema de Humano, demasiado humano. Si aquí la figura, la máscara
elegida por Nietzsche era el «espíritu libre», ahora lo es un
espíritu libre acrecentado, un vagabundeo más temerario, un más audaz ensayar
los «tal vez» que la vida ofrece. Nietzsche dice en Ecce homo que esta
obra es una «crítica de la modernidad»; una crítica de las ideas modernas,
una crítica de la objetividad, del sentido histórico, de la cientificidad. etcétera.
Mas esto sólo en parte es cierto. Lo esencial es que Nietzsche reanuda de nuevo
la temática fundamental de Humano, demasiado humano, pero en un plano superior.
Ahora desarrolla una crítica de la filosofía. la religion y la
moral. La filosofía representa aquí para él el síntoma. La ve con la óptica
de la vida, como signo de una determinada tendencia vital. A Nietzsche le
parece quc todos los filósofos están, sin saberlo, guiados por determinadas decisiones
morales. «Poco a poco se me ha ido manifestando qué es lo que ha sido hasta
ahora toda gran filosofía: a saber, la autoconfesión de su autor y una especie de
mémoires [memorias] no queridas y no advertidas; asimismo, que las intenciones morales (o
inmorales) han constituido en toda filosofía el auténtico germen vital del que ha
brotado siempre la planta entera». Lo que Nietzsche mismo realiza:
la reducción de la problemática ontológica a una problemática axiológica,
eso mismo es lo que él ve en toda filosofía anterior. La examina para ver cuáles son
las valoraciones inexpresas que la mueven. Y por todas partes ve actuar en la filosofía
el instinto de la vida decadente. La filosofía anterior es para él, en lo
esenciall huida a un «mundo verdadero» situado más allá del mundo real,
terrenal: es un signo de la difamación del mundo. Y esto ocurre también en las formas
modernas de la filosofía kantiana, del positivismo y del intento cartesiano
de llegar a una primera certeza. Nietzsche polemiza con sarcasmo contra la
creencia supersticiosa en el yo y en otras denominadas «certezas inmediatas»,
contra la lógica y su pretendido rigor. Detrás de los fenómenos en que se detuvieron
los teóricos del conocimiento, a saber: el yo, la voluntad, la facultad de síntesis,
etc., ve Nietzsche «relaciones de dominio de la vida»,
es decir, productos de la voluntad de poder. «La fuerza de los
prejuicios morales ha penetrado a fondo en el mundo más espiritual, en el mundo
aparentemente más frío y más libre de presupuestos, y, como ya se entiende, ha
producido efectos nocivos, paralizantes, ofuscadores, distorsivos.»
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Psicología Versus Metafísica)
Contra esta tergiversación y menoscabo de la vida se vuelve Nietzsche: se opone a toda la filosofía anterior porque ésta se encuentra guiada por prejuicios morales incluso allí donde, al parecer, es sólo conocimiento puro. Y el instrumento de que Nietzsche se sirve aquí es la psicología. Su filosofía de los filósofos y filosofías anteriores es sofística, pues convierte la psicología en la instancia decisiva, que opera con los equívocos conceptos de la fortaleza y la debilidad. la salud y la enfermedad de la vida. «Nunca antes se ha abierto, se dice al final del capítulo De los prejuicios de los filósofos «un mundo más profundo de conocimiento a viajeros y aventureros temerarios: y al psicólogo..., le será lícito aspirar al menos a que la psicología vuelva a ser reconocida como señora de las ciencias, para cuyo servicio y preparación existen todas las otras ciencias. Pues a partir de ahora vuelve a ser la Psicología el camino que conduce a los problemas fundamentales». Más rudamente no puede decirse que esta psicología de Nietzsche usurpa el lugar de la metafísica.
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Filósofos del Futuro)
Frente a los filósofos tradicionales encadenados a la moral, Nietzsche exige «filósofos del futuro» que admitan que la «índole errónea del mundo» es todavía «lo más seguro y firme» que podemos tener; que no necesitan la veracidad de Dios para conocer las cosas extramundanas, como hace Descartes. Por ello Nietzsche los llama «tentadores», personas contra cuyo gusto va el que su verdad deba ser una verdad para cualquiera: filósofos que se atrevan a conocer de manera peligrosa y que puedan poseer los misterios. «En última instancia, las cosas tienen que ser tal como son y tal como han sido siempre: las grandes cosas están reservadlas para los grandes, los abismos, para los profundos, las delicadezas y extremecimientos, para los sutiles, y, en general, y dicho brevemente, todo lo raro, para los raros.»
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Los espíritus libres)
Nietzsche concibe ahora el espíritu libre esencialmente más escondido, más misterioso, mas laberíntico todavía que en Humano, demasiado humano. Ya no se proclama el pathos de la veracidad de una forna tan ingenua e incondicionada. Ahora está despierta una mayor - más dura desconfianza precisamente contra los prejuicios morales de la voluntad de verdad. El espíritu libre es visto de modo más abismal, más nocturno. Todo lo que es profundo ama la máscara: las cosas más profundas de todas sienten incluso odio por la imagen y el símbolo»
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Crítica al cristianismo)
En el apartado titulado El ser religioso encontramos una crítica del cristianismo que toca ya todos los temas que en El Anticristo fulmina Nietzsche con una ardiente elocuencia llena de odio. El cristianismo es orientación del mundo antiguo y laa peor inversión de todos los valores nobles de Grecia y de Roma; es la rebelión de los esclavos orientales contra sus señores, es una neurosis religiosa, una enfermedad de la vida. Nietzsche niega el cristianismo por su carácter plebeyo, por los valores plebeyos que en él predominan. El espíritu libre ve en la religion tan sólo su uso como medio de poder. Las religiones son para él instrumentos con los que juega de manera soberana y atea; las toma como «medios de disciplina y de educación», hace experimentos con ellas, fijándose en cómo conforman y configuran a los hombres, guiadas por la voluntad de poder. En este aspecto Nietzsche ve en las religiones algunas cosas buenas: «ascetismo y puritanismo son medios casi ineludibles de educación y ennoblecimiento cuando una raza quiere triunfar de su procedencia plebeya...» Pero tales cosas son funestas cuando no son medios en manos de los filósofos, cuando dominan ellas solas autónomamente. Las dos religiones más grandes el budismo y el cristianismo, son religiones de los dolientes, de los enfermos, de los débiles. Los dieciocho siglos de cristianismo han tenido, según Nietzsche, el efecto de hacer del hombre europeo un aborto sublime.
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Moral y Pasiones)
En el apartado titulado Para la historia natural de la moral Nietzsche interpreta la moral como «lenguaje de signos de las pasiones». Todo sistema de valores morales es una jerarquía encubierta de los instintos que dominan la vida, de los instintos plenos de vida o de los instintos de vida débil. Nietzsche distingue sobre todo entre moral de individuos, de pocos, y moral de rebaño. Y, además, entre moral como temor y moral como autodisciplina de una voluntad audaz, poderosa. Y así valoraba la aparición de Napoleón como un «alivio tan grande», como una «liberación de una presión que se volvia insoportable»; un hombre que «manda incondicionalmente» en medio de los «europeos-animales de rebaño» También Alcibíades, César y Federico II Hohenstaufen son para él imágenes de la vida grande. Nietzsche concluye así: «La moral es hoy en Europa moral de animal de rebaño.»
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Moral de señores y Moral de esclavos)
Finalmente, en el apartado titulado «¿Qué es aristocrático?», traza Nietzsche la distinción esencial entre moral de señores y moral de esclavos. Con frecuencia se ha reprochado a estos conceptos ser signos de un orgullo insoportable, de una injusticia, que tienen todavía el impudor de autodenominarse moral. Pero con la indignación y la repugnancia no se ha entendido todavía nada. Al distinguir estas dos formas contrapuestas de moral, la moral noble y la no noble, no se ha querido significar sólo la diferencia entre una valoración exaltadora de la vida y una valoración debilitadora de la misma. A esto se añade ahora un nuevo problema. La moral de señores, moral noble, ha nacido del pathos de la distancia, de los estados de alma soberbios, elevados: es una moral de la jerarquía. En cambio, la moral de esclavos se basa en la tendencia a la nivelación, en la rebelión contra la jerarquía, en la voluntad de igualdad. La moral de señores opera con la contraposición «bueno» y «malo»: bueno es todo lo que eleva al individuo, lo que le lleva a lo auténtico de su vida, a su autenticidad; bueno es lo que da nobleza a la existencia, lo que le da «grandeza»; bueno es el héroe, el guerrero. La moral de señores es sobre todo una moral de las virtudes guerreras, es una moral caballeresca. Estima a los miembros de una comunidad reducida, donde el hombre elevado se encuentra entre sus iguales, entre los que tienen su mismo rango; pero desprecia a todos los inferiores, a los que piensan con bajeza, a los que viven del provecho común, a los que no se prodigan. Lo bajo es lo malo. Distinta de ésta es la moral de esclavos; ésta se halla impregnada por el instinto de venganza contra la vida superior; quiere igualar todas las cosas; censura la excepción como algo contrario a la moral; glorifica lo que hace soportable la vida a los pobres, a los enfermos, y a los débiles de espíritu: la gran hermandad de todos los hombres, el amor al prójimo, la apacibilidad. La moral de esclavos opera con la contraposición entre el bien y el mal: la vida señorial, la vida consciente de su poder y de su potencia es para el esclavo precisamente lo peligroso, el mal. El mal no es despreciado como lo pequeño, sino que es concebido y odiado como el peligro. Nietzsche traza la imagen de estas dos morales contrapuestas señalando muchos rasgos peculiares. Uno de ellos, importante, es el siguiente: la moral noble es creadora, implantadora de valores; en cambio, la moral de esclavos encuentra los valores ante si; la primera es, por tanto, activa, en tanto la segunda es pasiva. Con ello, esta distinción es re-proyectada en cierto modo a la diferencia entre autoalienación y autodominio de la existencia cuando ésta proyecta sistemas de valores. Tal vinculación no se expresa de manera explícita. Sin embargo, resuena allí y constituye un equívoco más en las equívocas obras de Nietzsche posteriores a Asi habló Zaratustra.
Filosofía en Más allá del Bien y del Mal
(Genio del corazón)
Para terminar, Nietzsche expresa la esencia de la vida noble, señorial, la
existencia sobrepoderosa que se derrama y que se prodiga, con una referencia simbólica:
la denomina «genio del corazón».
«El genio del corazón, tal como lo posee aquel gran oculto, el dios-tentador
y cazarratas nato de las conciencias. cuya voz sabe descender hasta el inframundo de toda
alma, que no dice una palabra, no lanza una mirada en las que no haya un propósito y un
guiño de seducción, de cuya maestría forma parte el saber parecer... Lo mismo que le
ocurre, en efecto, a todo aquel que desde la infancia ha estado siempre en camino y en el
extranjero, también a mí me han salido al paso muchos espíritus extraños y peligrosos,
pero sobre todo ese de quien acabo de hablar, y ése lo ha hecho una y otra vez, nadie
menos, en efecto, que el dios Dioniso, ese gran dios ambiguo y tentador, a quien en otro
tiempo, como sabéis, ofrecí mis primicias con todo secreto y con toda veneración...
Entre tanto he aprendido muchas más cosas, demasiadas cosas sobre la filosofia de este
dios. Y, como queda dicho, de boca a boca, yo, el último discípulo e iniciado del dios
Dionisos...»