JENOFONTE


Jenofonte, sea dicho entre nosotros, no era un aguila de inteligencia filosófica:a lo sumo podemos definirlo como un general de buena planta y un buen escritor de memorias.De adolescente había tomado parte en la «dolce vita» de Atenas: banquetes, palestras, competencias atléticas, etcétera, hasta que un buen día se encuentra con Sócrates en un callejón estrecho. El filósofo lo mira fijamente a los ojos, le impide el paso poniendo su bastón en medio y dice:
 -¿Sabes dónde venden pescado?
 -Sí, en el mercado. 
-¿Y sabes dónde se hacen virtuosos los hombres?
 -No. 
-Entonces sígueme.

Y así fue como Jenofonte, más por darse aires con sus amigos que por amor de la sabiduría, empezó a seguir a Sócrates en sus paseos; pero después de un par de años, exhausto tal vez por el exceso de discusiones, parte en calidad de voluntario a la primera guerra que consigue encontrar. Frecuenta las cortes de Ciro el Joven, de Agesilao, rey de los espartanos, y muchos otros lugares donde su maestro jamás habría llegado a poner el pie. Transcurre toda su vida entre batallas y escaramuzas, sirviendo casi siempre en ejércitos extranjeros. Cuando habla de Sócrates, lo hace como si fuese un defensor designado de oficio: procura rehábilitar su memoria después del proceso y nos lo presenta como un hombre integro,
santurrón y problemático para con las autoridades.
(Ver Diógenes Laercio)


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ZEUGITAS


Sócrates pertenecía a la clase de los zeugitas los cuales constituían la tercera y última, en orden de importancia, entre las clases de Atenas que contaban para algo.


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EROMENOS


En aquellos tiempos, cuando había una relación amorosa entre dos hombres, se llamaba erastés al amante de más edad y erómenos al más joven.


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GAY


La homosexualidad en aquellos tiempos era cosa normalísima y no por casualidad ha pasado a la historia como amor griego. Incluso ha habido quien, como Plutarco, la ha definido pederastria pedagógica. En cualquier caso, no era motivo de escándalo: cuando Hierón, tirano de Siracusa, se enamora del jovencito Dailoco, comenta el hecho diciendo sencillamente: Es natural que me guste lo que es bello; que lo bello resultara ser un muchachito, un hombre o una mujer era apenas un detalle de poca importancia. Los verdaderos problemas para los homosexuales comenzaron con el cristianismo: la nueva moral convirtió el sexo sólo como medio de procreación y consideró pecaminoso cualquier otro tipo de relación sexual,de lo que se derivaron las persecuciones y los prejuicios tan difundidos aún hoy. En años posteriores Sócrates tuvo otros amores de este tipo, entre los cuales es célebre el que sintió por Alcibíades. Contrariamente a lo que afirme Aristipo en el cuarto libro Sobre la lujuria de los antiguos no fue Sócrates quien se enamoró de su discípulo, sino éste de él, como resulta claro del siguiente extraordirio fragmento del Banquete en el que el joven Alcibíades,algo achispado por el vino,confiesa su desesperado amor por Sócrates:

¡cuando lo escucho,el corazón me late mucho más que a los coribantes!"..... Y más adelante: "Me encontraba, amigos, a solas con él y pensaba de pronto me haría uno de esos discursos que por lo general hace un amante al objeto de su amor cuando se encuentran solos, y por este motivo me sentía lleno de júbilo. Pero sin embargo el tiempo pasaba y no ocurría nunca nada: conversaba conmigo como siempre y, habiendo pasado el día juntos, me dejaba plantado y se iba. Entonces lo invité a hacer gimnasia, esperando que al menos allí podría conseguir que ocurriera algo. Y bien, hacía todos los ejercicios conmigo, y a menudo también la lucha, sin que hubiese nadie presente, pero ¿qué debo decir? No sucedía nada. Viendo que de este modo no lo conseguía, me pareció necesario agredir a este hombre con violencia y no desistir hasta no aclarar el asunto. Y así una noche lo invité a cenar, exactamente como hacen los amantes que tienden una trampa al amado. Pero tampoco de esta forma obtuve nada. Sin embargo, con el tiempo, paulatinamente, se dejó persuadir. Cuando por fin vino a casa, quiso irse inmediatamente después de haber cenado, y yo, sintiéndome un poco avergonzado, lo dejé partir. Pero la noche siguiente preparé otra trampa, y después de haber cenado, me quedé hablando con él hasta entrada la noche. Cuando hizo ademán de marcharse, lo convencí para que se quedara con el pretexto de que era demasiado tarde. Descansaba en un lecho junto al mío. En la habitación no dormía nadie, estábamos solos...


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JANTIPA


Sócrates se casó con Jantipa cuando tenía casi cincuenta años, quizá más por tener un hijo que una esposa. Hasta aquel momento se había mantenido siempre apartado del matrimonio y, al que le pedía consejo sobre si debía casarse o no, le respondía invariablemente: Haz como te plazca; de todos modos, en ambos casos te arrepentirás. Jantipa, mujer de carácter fuerte, ha pasado a la historia como el estereotipo de la esposa pelma y posesiva: sin embargo, no es de excluir que el propio Sócrates le deba algo en términos de popularidad. Hasta la  Revista de los Niños, de la década del los 30 le dedicaba cada semana una tira que comenzaba siempre con la misma cuarteta:

Todos saben que Jantipa loca iba por las tripas.Tripa almuerzo, tripa cena, ¡Dios, a Sócrates qué pena!.

Sobre la relación entre Sócrates y Jantipa siempre se ha cargado la mano. Con toda probabilidad conyugal debía ser mucho más normal que lo que se piensa: ella era un ama de casa como tantas, dotadas de sentido práctico, cargada de problemas concretos, con uno (o tres) hijos que criar y con un marido que, aparte de una pequena renta que le dejara su madre, no llevaba a la casa ni un duro. El, un buen hombre,rico en ironia, que la quería y la soportaba con resignación. Lo que más enfurecía a Jantipa era el hecho que su marido no le dirigía casi nunca la palabra: tan dicharachero con los amigos por las calles de Atenas como taciturno en casa. Diógenes Laercio cuenta que una vez, durante una discusión, Jantipa perdió hasta tal punto los estribos que le arrojó un cubo lleno de agua, ante lo cual Sócrates dijo por todo comentario: Sabía que el trueno de Jantipa se transformaría antes o después en lluvia. ¿Pero cómo puedes soportarla?, le preguntó un día Alcibíades. Y él contestó: A veces, vivir con una mujer de su tipo puede ser útil como domar un caballo furioso: después uno encuentra más preparado para afrontar a sus semejantes en el agorà. Y además, qué quieres que te diga, ya me he acostumbrado:es como sentir el ruido incesante de un cabrestante. ¡Sócrates machista!


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MIRTO


Era hija nada menos que de Arístides el justo. Según Plutarco, el filósofo se casó dos veces sólo por bondad de alma, ya que la famosa Mirto, aun siendo pariente próxima de Arístides, había acabado en la más negra de las miserias.Otros sostienen, en cambio, que era sólo una concubina a la que se había llevado a casa una noche en que había bebido. De todas formas, mujer o amante, Mirto le regaló dos hijos, Sofronisco y Menexeno, que, junto a Lámprocles, el primogénito, hijo de Jantipa, hicieron ascender a tres la descendencia del filósofo. El asunto no nos debe asombrar tanto dado que el gobierno de Atenas, para aumentar el número de los verdaderos atenienses, animaba a los ciudadanos a tener más hijos con mujeres distintas. 


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BRUNETTO LATINI


Es este el ser Brunetto que Dante Alighieri coloca en el Infierno en el recinto de los sodomitas. La cita de este autor nos permite comprender cómo se veía en la Edad Media la relación entre Sócrates y Jantipa. 

"Sócrates fue un grandísimo filósofo en aquel tiempo. Y fue un hombre muy feo de ver, ya que era sumamente pequeño, con el rostro peludo, las narices amplias, la cabeza calva y excavada, peludo el cuello y los hombros, las piernas delgadas y torcidas. Y tenía dos mujeres a un tiempo, que peleaban y gritaban muy a menudo porque el marido mostraba hoy más amor a una y mañana más a la otra. Y él, cuando las encontraba chillando,las azuzaba para hacer que se tiraran del pelo y se burlaba de ellas, viendo que se disputaban por un hombre tan sucio.De modo que un día,mientras se burlaba así de ellas que se arrancaban los cabellos, las dos de común acuerdo dejaron de pelearse,se le echaron encima, lo tendieron en el suelo y lo pelaron, de modo que de los pocos pelos que tenía no le quedó uno solo en la cabeza."


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POTIDEA


Era una pequeña ciudad situada en el norte de Grecia que se había rebelado contra el poder omnímodo de Atenas.Nos encontramos en plena Guerra del Peloponeso: los atenienses, temiendo que la revuelta pueda extenderse a toda la Tracia, se ven obligados a enviar al lugar una expedición punitiva. Es en esta ocasión cuando Sócrates se gana su primera medalla al valor, salvando la vida al joven Alcibiades: lo ve herido en el campo de batalla, lo carga,sabre sus hombros, y lo pone a salvo entre una selva de enemigos; pero no es tanto el coraje del filósofo lo que nos sorprende como su total indiferencia a las incomodidades de la guerra: oigamos al respecto lo que nos cuenta el mismo Alcibíades en el Banquete:

 Estuvimos juntos en el campamento de Potidea y comíamos el rancho en común. Para empezar, no sólo era superior a mí en las fatigas militares, sino también a los otros.Cuando teníamos que soportar el hambre, como a menudo sucede en la guerra, todos nosotros no valemos absolutamente nada en comparación con él. En los convites, en cambio, sólo él se divertía al máximo. No era que lo quisiera, pero cuando se lo forzaba a beber era capaz de derrotar a todos sin emborracharse una sola vez. En cuanto a soportar el invierno, que en el norte es tremendo, hacía realmente milagros. Un día había un hielo de espanto: todos se habian guarecido en los refugios y los que salían al aire libre tenían la precaución de envolverse en una increíble cantidad de ropas y de cubrirse los pies con fieltros y pieles; pues bien, él salió a caminar con su viejo abrigo de siempre y, descalzo, caminó sobre el hielo como si no fuera nada, hasta el punto que algunos soldados pensaron que quería mortificarlos. Otra vez, completamente absorto en alguna idea, se quedó de pie en medio del campamento, hasta el alba, para meditar;y como no conseguía llegar a una conclusión, siguió pensando, siempre inmóvil en el mismo sitio, también durante el día. Cuando llegó el mediodía, algunos hombres, advirtiendo esta actitud extraña, comenzaron a decirse unos a otros:"Sócrates está empalado desde el alba en un pensamiento." Por fin, unos jonios, al caer la noche, ya que aquella vez era verano, llevaron fuera sus yacijas y se pusieron a descansar al aire libre para controlar si se quedaba allí plantado toda la noche.Y allí se quedó hasta que vio amanecer de nuevo.

Este relato de Alcibiades nos hace pensar que Sócrates era capaz de caer en estado cataléptico, como ocurre a algunos chamanes en la India. Lo cierto es que el hombre era absolutamente indiferente a las comodidades de la vida moderna. Su vestimenta habitual, hicera calor o frío, se componía de una especie de breve túnica llamada chitón, o, como mucho, de un tribon, un manto de tela que tenía por costumbre llevar directamente sobre la piel, acomodándolo en pliegues sobre el hombro derecho (epí dexiá). De sandalias o camisetas de lana, ni hablar. Por lo que se refiere a los artículos de lujo, no había nada que consiguiese interesarlo. Un día se detuvo ante una tienda de Atenas, y, mìrando la mercancía expuesta, exclamó asombrado. ¡Mira cuántas cosas necesitan los atenienses para mantenerse vivos!
(Ver Diógenes Laercio)


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 MORALES

Un día Critias, convertido en jefe del gobierno de los Treinta Tiranos, ordena a Sócrates y a otros cuatro atenienses prender en Salamina al demócrata Leonte y llevarlo a Atenas, para condenarlo luego a muerte. Por toda respuesta el filósofo se vuelve a su casa, como si no le hubiesen dicho nada, aun a sabiendas de que tal falta de obediencia habría podido costarle la vida. Suerte para él que, entretanto, Critias muere. Es él mismo quien nos cuenta el episodio en la Apología : 

Y yo entonces hice ver a los atenienses que nada me importaba la muerte,mientras que mucho me importa no cometer injusticia o impiedad contra Leonte.

Otra vez, es sorteado como juez y participa en el consejo de de los Prítanos. Aquel día deben ser juzgados diez estrategas por no haber salvado la vida a algunos marineros atenienses caidos al mar durante la batalla las Arginusas. Es claramente un caso de justicia sumaria, al no ser posible determinar qué comandante se ha hecho culpable de omisión de socorro y cuál no. El pueblo desearia una condena indiscriminada. Sócrates, en cambio, se opone y afronta con serenidad las amenazas de los parientes de los náufragos. Por desgracia para Sócrates, no hubo igual serenidad de juicio cuando le tocó a él sentarse en el banco de los imputados.


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OSCOFORIAS


Eran unas fiestas realizadas en honor al dios Dioniso. Comenzaban con un cortejo de niños y niñas ( no huérfanos ) que llevaban ramas de vid cargadas de uva, y terminaban con un borrachera general al grito de elelu iu iu.


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CALLE


Plutarco narra que las calles eran tan estrechas que, para evitar colisiones, cada vez que se salía de casa, se tenía la obligación de golpear la puerta para advertir a los transeúntes. 


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CUERDA BERMEJA


Era una soga roja con pintura aún fresca que, manchando al ciudadano, lo habría privado por un año del misthós ecclesiasticós , o sea los derechos de participar en la asamblea.


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CLEROTERION


Eran unas urnas de marmol con hendiduras horizontales, dentro de las cuales cada candidato introduciría una tablilla de bronce con sus datos. Estas tablillas eran, de hecho, verdaderos documentos de identidad: llevaban grabado el nombre, el patronímico y el demos de proveniencia. Por ejemplo: Calión, hijo de Filónides, del demos Escambónida Z. Esta última letra servía para indicar que Calión pertenecía a la sexta sección de su tribu. Una vez introducida la tablilla, un mecanismo interno hacía rodar, a través de una serie de conductos, un dado blanco o uno negro: según el dado que salía del cleroterion, el ciudadano era admitido o no en el jurado. Por su actuación, los jueces recibían una ficha de presencia: tres óbolos al día, más o menos el 60 por ciento de la paga de un obrero.


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FREATTÓ


El Freattó era un tribunal especial que se reunía sólo si era preciso juzgar a un ateniense ya condenado al exilio. El implicado, no pudiendo contaminar con su cuerpo el suelo de su patria, se veía obligado a defenderse desde un barco, a unos metros de la costa, mientras sus jueces se ubicaban en la playa. 


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ÓSTRACON


Era una piedra de cerámica dispuesta para tal caso. Apenas la persona señalada totalizaba 6.000 denuncias, tenía diez días de tiempo para saludar amigos y parientes, después de lo cual era obligado a tomar el camino del exilio. La condena podía durar de cinco a diez años, según el número de los que habían firmado. La ciudadanía no tenía que prestar ninguna justificación. Esta práctica había sido querida por Clístenes, el verdadero fundador de Atenas, como expediente contra el mito de la personalidad. Plutarco la define como una moderada satisfacción,generada por la envidia.


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IMPIEDAD


Mientras en la vida cotidiana los atenienses se mostraban muy tolerantes en cuestión de religión, en algunos casos particulares bastaba con expresar la más mínima duda sobre la existencia de los dioses para encontrarse en dificultades. La verdad es que en Atenas nadie prestaba atención a la religiosidad de los demás, pero cualquier excusa era buena para aniquilar a un adversario político o a uno como Sócrates, que con su dialéctica inexorable amenazaba día tras día al poder constituido. Entre los filósofos acusados de impiedad recordemos a Anaxágoras, Protágoras, Diógenes de Apolonia y Diágoras: todos, excepción hecha de Sócrates,se salvaron dándose a la fuga.


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MELETO


Ciudadano particular acusador de Sócrates. En los tribunales de Atenas no existía la figura del fiscal del estado. La acusación podía ser llevada a cabo por un ciudadano cualquiera que lo hacía por su cuenta y riesgo: si el culpable resultaba condenado, se llevaba la décima parte de su patrimonio; si en cambio era absuelto, pagaba una multa de mil dracmas. Tampoco existian los abogados defensores.


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LOGOGRAFO


Era un letrado de confianza capaz de escribìr un texto de defensa que se aprendía de memoria. Excepcionales logógrafos fueron Antifonte, Pródico, Demóstenes y Lisias.


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PSEPHOS


Era un guijarro negro usado para significar el voto de condena a muerte.


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LOS ONCE


Colegio de magistrados, a cuyo cuidado estaban las prisiones.


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PRITANEO


Era un edificio sagrado donde se mantenía, a costas del estado, a los ciudadanos que habían conquistado el laurel olímpico.


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PALAMEDES


Fué acusado de hurto y lapidado, por culpa de Ulises que había escondido en su tienda el oro de Príamo. Ayax, hijo de Telamón, se suicidó por haber sido privado injustamente de las armas de Ulises.


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DELOS


Cuando Teseo partió hacia Creta con las siete parejas de vírgenes y niños para ofrecer al Minotauro, los atenienses hicieron una promesa: si las víctimas se salvaban, enviarían a Delos, cada año, una embajada en honor del dios Apolo y en Atenas, durante todo el viaje de la nave, nadie sería ejecutado por orden el estado.


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INMORTALIDAD


Las reflexiones que se realizan sobre la inmortalidad asi como los personajes que se citan ( Simmias,Cebes... ) están tomadas del diálogo que Platón denominó como Fedón..


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VERDADERA TIERRA


Sobre lo que Sócrates denomina como la la Verdadera Tierra afirma lo siguiente:  tiene el aspecto de una bola de cuero formada por doce unidades y es iridiscente y taraceada con diversos colores. En algunas partes, tiene el esplendor del oro y en otras es más blanca que la nieve, en unas terceras es argéntea o púrpura. Sus mismas cavidades, vistas desde el exterior, por estar llenas de agua o de aire, brillan en una iridiscente variedad de colores. Del mismo modo también los árboles, las frutas, las flores, las rocas y las montañas de la Verdadera Tierra son tan pulidos y transparentes que, en comparación con ellos, resultan opacas esas pequeñas piedras que aquí tienen tanto valor. En aquel lugar, hombres felices habitan en las riberas del aire así como nosotros, aquí abajo, vivimos en las riberas del mar.


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AQUERUSIADA


Aquí, en la laguna Aquerusíada, eran llevadas las almas de los que se habían manchado con graves culpas. Algunas de ellas, por haber actuado en un momento de cólera, después de un período más o menos largo, podrían volver a la superficie; otras, en cambio, por la gravedad de sus crímenes se encuentran condenadas por toda la eternidad. Esta es pues la suerte que corresponde a las almas de los vivos: los desdichados en el Tártaro y los puros en la Verdadera Tierra. He aquí, pensaba Sócrates, por qué conviene adquirir en la vida virtud y sabiduría con la filosofía; pues bello es el premio y grande la esperanza.


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IRONIA


La palabra viene del griego y quiere decir interrogar disimulando (de eiromai, interrogar y eironéuomai, disimular).


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MAYEUTICA


O sea, el arte de hacer parir a las mentes


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FABULA


Sócrates cuenta en el Fedro que:

Habia una vez un dios egipcio que se llamaba Theuth. Fue el inventor de los números, de la geometría, de la astronomía, del juego de los dados y de la escritura. Un día, Theuth se presentó ante Thamus, el rey del Alto Egipto, y le mostró todos sus inventos. Cuando llegaron al alfabeto, Theuth dijo:
Esta ciencia será una medicina milagrosa para la sabiduría y para la memoria de tus súbditos .
Y el rey respondió:
Oh ingenioso Theuth, tu alfabeto producirá exactamente lo contrario de lo que me dices.

Los egipcios, en efecto, confiándose de la sabiduría escrita, ya no ejercitarán su memoria y evocarán las cosas a su mente, no ya desde el interior de sí mismos, como deberían, sino desde el exterior, a través de signos extraños.

Fedro, cuando se da cuenta de que Sócrates se ha inventado la fábula de cabo a rabo, protesta vivamente y el filósofo le responde: 

A vosotros, los jóvenes, lo único que os importa es saber si he relatado una anécdota verdadera o falsa y no tomáis en consideración el hecho de que contenga la verdad que buscamos.


Luego de lo cual añade:

 La escritura es semejante a la pintura: asi como las figuras pintadas no hablan cuando las interrogas, del mismo modo las palabras escritas no saben responder sino siempre del mismo modo, el elegido por el autor cuando ha escrito el libro.


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UNIVERSAL


Veamos un ejemplo de este concepto tal como aparece en el Menón:

SÓCRATES: ¿Sabrías decirme, Menón, qué es la Virtud?

MENÓN: ¿Hace falta muy poco para decirlo? La Virtud del hombre reside en ser capaz de desarrollar bien una actividad política, en ayudar a los amigos y en hacer daño a los enemigos. La Virtud de la mujer consiste, en cambio, en saber administrar la casa y ser fiel al marido. Después está la Virtud del niño, la del anciano, la...

SÓCRATES: ¡Mira qué suerte esta manana! Buscaba yo una Virtud sola y me he encontrado con un enjambre...A propósito de enjambre, Menón, ¿a tu parecer, existen muches tipos de abejas?

MENÓN: Muchas, ciertamente, y cada tipo difiere del otro en tamaño, belleza y color.

SÓCRATES: ¿Y entre todas estas diferencias hay algo que te hace decir: ¡Oh, ahí hay una abeja!?

MENÓN: Sí, el hecho de que, en cuanto abeja, no es muy distinta de las otras abejas.

SÓCRATES: Así pues, eres capaz de reconocer una abeja prescindiendo del tipo al que pertenece. ¿Y si te preguntara qué es la Bondad?

MENÓN:Te responderia que significa ayudar al prójimo y dar dinero a un amigo que no lo tiene.

SÓCRATES:Mientras que si ayudas a uno que no es amigo tuyo no es un acto de bondad.

MENÓN: No, señor; incluso si ayudo a uno que no es mi amigo, se trata de una buena acción.

SÓCRATES: Y si al dar dinero a un amigo supieras que se valdrá de él para cometer una mala acción, ¿sería aún una buena acción, la tuya? 

MENÓN: No,en ese caso, ciertamente no.

SÓCRATES: Recapitulemos entonces: dar dinero a un amigo podría ser y no ser una buena acción, mientras podría ser una buena acción dar dinero a uno que no es un amigo.

En este punto, Menón se da por vencido y Sócrates, la apisonadora, prosigue impertérrito demostrándole que todas las buenas acciones posibles e imaginables tienen algo en común y que sólo este algo en común,esta esencia, es la Bondad. Se llega así al concepto de universal que preludia el mundo de las ideas de Platón. Nos queda la duda de que Sócrates no haya dicho nada de todo esto. y que haya sido Platón quien se sirvió de él para introducir la más conocida de sus teorías. 


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ESCRITO


El personaje que relata tal escrito es el adivino Teócrito.

Un día, ocurrió un hecho muy extraño: éramos un grupo de amigos y regresábamos a Atenas después de haber comido en casa de Andócides. Con nosotros estaban Sócrates, el flautista Carilo, el adivino Eutifrón, Cebes y algunos jóvenes atenienses. El humor de la tropa era alegre, como sucede a menudo cuando uno ha dejado de beber hace sólo unos instantes: los más jóvenes cantaban en coro y Sócrates se burlaba de Eutifrón por sus artes adivinatorias. Y he aquí que de repente vemos a nuestro maestro detenerse, permanecer un momento absorto y después cambiar de camino: en vez de seguir por la calle de los Hermoglifos, como habría debido hacer para llegar al agorà, dobló por la calle de los Carroceros. A quien le preguntó el porqué de tal decisión, le respondió que así se lo había aconsejado el dáimon. Los jóvenes rieron ante esta salida y siguieron por la calle de los Hermoglifos, junto con el flautista Carilo, mientras que nosotros, los mayores, por no dejarlo solo, seguimos a Sócrates por la calle de los Carroceros. Los que continuaron por el camino más corto, después de un centenar de metros se encontraron a bocajarro con una piara de cerdas que venía en sentido contrario. La piara era tan numerosa y compacta que muchos de ellos se vieron forzados a volver sobre sus pasos. El flautista Carilo,que se obstinó en cambio en pasar por allí, llegó al agorà con las piernas y los vestidos todos sucios de barro.


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