PROLOGO
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)

Seguir manteniendo la jovialidad en medio de un asunto sombrío y sobremanera responsable es hazaña nada pequeña: y, sin embargo, ¿qué sería más necesario que la jovialidad? Ninguna cosa en la que no intervenga la petulancia sale bien. Sólo la demasía de la fuerza es la prueba de la fuerza. - Una transvaloración de todos los valores, ese signo de interrogación tan negro, tan enorme, que arroja sombras sobre quien lo coloca - semejante tarea, que es un destino, compele en todo instante a correr hacia el sol, a arrojar de sí una seriedad gravosa, que se ha vuelto demasiado gravosa. Todo medio es bueno para esto, todo «caso» es un caso afortunado. Ante todo, la guerra. La guerra ha sido siempie la gran listeza de todos los espíritus que se han vuelto demasiado interiores, demasiado profundos; incluso en la herida continúa habiendo una fuerza curativa. Una sentencia, cuyo lugar de origen yo mantengo oculto a la curiosidad docta, viene siendo desde hace largo tiempo mi divisa: increscunt animi, virescit volnere virtus [se crecen los ánimos, se fortalece la fuerza con la herida].Otra curación, a veces incluso más apetecida por mí, es auscultar a los idolos... Hay más ídolos que realidades en el mundo: este es mi «mal de ojo» para este mundo, este es también mi «mal de oido».. Hacer aquí alguna vez preguntas con el martillo, y oír acaso, como respuesta, aquel famoso sonido a hueco que habla de entrañas llenas de aire - qué delicia para quien tiene todavía orejas por detrás de las orejas, - para mí, viejo psicólogo y cazador de ratas, ante el cual tiene que dejar oír su sonido cabalmente aquello que querría permanecer en silencio...
También este escrito - el título lo delata - es ante todo un esparcimiento, un rincón soleado, una escapada a la ociosidad de un psicólogo. ¿Acaso también una nueva guerra? ¿Y son auscultados nuevos ídolos?... Este pequeño escrito es una gran declaración de guerra y en lo que se refiere a la auscultación de los idolos, esta vez no son ídolos de nuestro tiempo, sino idolos eternos los que aquí son tocados con el martillo como con un diapasón,-no hay en absoluto ídolos más viejos, más convencidos, más llenos de aire que éstos... Tampoco más huecos... Esto no impide que sean los rnás creídos; tampoco se dice en modo alguno ídolos, sobre todo en el caso más aristocrático...

Turín 30 de septiembre de 1888,
día en el cual el primer libro de la Transvaloración
de todos los valores
quedó terminado.
FRIEDRICH NIETZSCHE
Presentación  
HOME




































































































































































































































































































































































































































SENTENCIAS Y FLECHAS
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)

1
La ociosidad es el comienzo de toda psicología. ¿Cómo?, ¿sería la psicologia un -
vicio?
2
Aun el más animoso de nosotros sólo raras veces tiene ánimos para lo que él propiamente sabe...
3
Para vivir solo hay que ser un animal o un dios - dice Aristóteles. Falta el tercer caso: hay que ser ambas cosas - un filósofo...
4
«Toda verdad es simple.»- ¿No es esto una mentira duplicada? -
5
Muchas cosas, quede dicho de una vez por todas, quiero no saberlas. - La sabiduría marca límites también al conoclmiento.
6
En nuestra propia naturaleza salvaje es donde mejor nos resarcimos de nuestra no-naturaleza, de nuestra espiritualidad...
7
¿Cómo?, ¿es el hombre sólo un desacierto de Dios? ¿O Dios sólo un desacierto del hombre?-
8
De la escuela de guerra de la vida. - Lo que no me mata me hace más fuerte-
9
Ayúdate a ti mismo: entonces te ayudarán además todos. Principio [Princip] del amor al projimo.
10
¡No cometamos una cobardía con nuestras acciones!, ¡no las dejemos en la estacada después de hechas! - El remordimiento de conciencia es indecoroso.
11
¿Puede un asno ser trágico? ¿Sucumbir bajo un peso que no se puede ni llevar ni arrojar?... El caso del fílósofo.
12
Cuando uno tiene su propio ¿por qué? de la vida se aviene a casi todo ¿cómo? - El ser humano no aspira a la felicidad; sólo el inglés hace eso.
13
El varón ha creado a la mujer - ¿pero de qué?  De una costilla de su Dios, - de su «ideal»...
14
¿Cómo?, ¿andas buscando?, ¿te gustaría decuplicarte, centuplicarte?, ¿andas buscando adeptos? ¡Busca ceros! -
15
Los hombres póstumos -yo, por ejemplo - son peor comprendidos que los tempestivos, pero mejor
oídos. Dicho con más rigor: no somos comprendidos jamas - y de ahí nuestra autoridad...
16
Entre rnujeres. - «¿La verdad? ¡Oh, usted no conoce la verdad! ¿No es ella un atentado a todos nuestros pudeurs [pudores]»-
17
Ese es un artista como a mí me gusta, modesto en sus necesidades: propiamente quiere sólo dos cosas, su pan y su arte, - panem et Circen [pan y Circo]...
18
Quien no sabe introducir su voluntad en las cosas, introduce en ellas al menos un sentido: es decir, cree que hay ya allí dentro una voluntad (principio de la «fe»).
19
¿Cómo?, ¿vosotros habéis elegido la verdad y el pecho alzado, y a la vez miráis de reojo hacia las ventajas de los hombres sin escrúpulos? - Mas con la virtud se renuncia a las «ventajas»... (en la puerta de la casa de un antisemita).
20
La mujer perfecta incurre en la literatura de la misma manera que incurre en un pecado pequeño: por probar, de pasada, mirando alrededor por si alguien lo nota y para que alguien lo note...
21
Exponerse sólo a aquellas situaciones en las que no es lícito tener virtudes aparentes, en las que, antes bien, lo mismo que el volatinero sobre su cuerda, uno o bien cae o bien se tiene en pie - o bien escapa...
22
«Los hombres malvados no tienen canciones.»- ¿Cómo es que los rusos las tienen?
23
«Espiritu alemán»: desde hace dieciocho años una contradictio in adjecto [contradicción en los términos].
24
A fuerza de andar buscando los comienzos se convierte uno en un cangrejo. El historiador mira hacia atrás; al final cree también hacia atrás.
25
El sentirse contento protege incluso del resfriado. ¿Se ha resfriado alguna vez una mujer que se supiese bien vestida? - Supongo el caso de que apenas estuviera vestida.
26
Yo desconfío de todos los sistemáticos y me aparto de su camino. La voluntad de sistema es una falta de honestidad.
27
Se considera profunda a la mujer - ¿por qué?, porque en ella jamás se llega al fondo. La mujer no es ni si siquiera superficial.
28
Cuando la mujer tiene virtudes masculinas es para salir corriendo; y cuando no tiene virtudes masculinas es ella misma la que sale corriendo.
29
«¡Cuánto tenía que remorder la conciencia en otro tiempo!, ¡qué buenos dientes tenía! - ¿Y hoy?, ¿qué es lo que falta!» - Pregunta de un dentista.
30
Raras veces se incurre en una sola precipitación. En la primera se va siempre demasiado lejos. Justo por ello se suele incurrir luego en una segunda -y esta vez se queda uno demasiado corto...
31
El gusano pisado se enrosca. Esto es inteligente.Con ello reduce la probabilidad de ser pisado de nuevo. En el lenguaje de la moral: humildad. -
32
Existe un odio a la mentira y a la simulación nacido de un concepto irritable del honor; existe un odio similar nacído de la cobardla, en cuanto que la mentira está prohibida por un mandamiento divino. Demasiado cobardes para mentir...
33
¡Qué poco se requiere para ser feliz! El sonido de una gaita.-Sin música la vida sería un error.¡El
alemán se imagina a Dios mismo cantando Canciones!
34
On ne peut penser et écrire qu'assis [No se puede pensar ni escribir más que sentado] (G. Flaubert).- ¡Con esto te tengo, nihilista! La carne del trasero es cabalmente el pecado contra el espíritu santo. Sólo tienen valor los pensamientos caminados.
35
Hay casos en que somos como caballos, nosotros los psicólogos, y nos ponemos inquietos: vemos nuestra propia sombra oscilar hacia arriba y hacia abajo delante de nosotros. El psicólogo tiene que apartar la vista de sí para llegar a ver algo.
36
¿Si nosotros los inmoralistas hacemos daño a ia virtud? - Tan poco como los anarquistas a los príncipes. Sólo desde que se dispara contra éstos vuelven a estar firmemente asentados en su trono. Moraleja: hay que disparar contra la moral.
37
¿Vas corriendo delante?- ¿Lo  haces como pastor?, ¿o como excepción? Un tercer caso seria el que corre huyendo... Primer caso de conciencia.
38
¿Eres autentico?, ¿o sólo un comediante? ¿Un represetante?, ¿o la cosa misma representada? - En última instancia no eres más que un comediante simulado.. Segundo caso de conciencia.
39
Habla el desengañado. - Yo buscaba hombres grandes, nunca encontré más que monos de su ideal.
40
¿Eres tú uno que se queda mirando?, ¿o que echa una mano?-¿o que aparta la vista, se margina?... Tercer caso de conciencia.
41
¿Quieres ir junto a los demás2, ¿o precederlos?, ¿o caminar solo?... Hay que saber qué se quiere y que se quiere. Cuarto caso de conciencia.
42
Para mí eran escalones, subí por encima de ellos,- para esto tuve que pasar sobre ellos. Pero opinaban que yo quería ponerme a descansar sobre ellos...
43
¡Qué importa que yo tenga razón! Tengo demasiada razón. -Y el que hoy más ríe será también el que reirá al final.
44
Fórmula de mi felicidad: un sí, un no, una línea recta, una meta.
Presentación







































































































































































































































































































































































EL PROBLEMA DE SÓCRATES
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)

En todos los tiempos los sapientísimos han juzgado igual sobre la vida: no vale nada... Siempre y en todas partes se ha oido de su boca el mismo tono, - un tono de duda, lleno de melancolía, lleno de cansancio de la vida, lleno de oposición a la vida. Incluso Sócrates dijo al morir: «vivir- significa estar enfermo dutante largo tiempo: debo un gallo a Asclepio salvador». Incluso Sócrates estaba harto. - ¿Qué prueba esto? ¿Qué indica? -En otro tiempo se habría dicho (- ¡oh, se lo ha dicho, y bien alto, y nuestros pesimistas los primeros! ): «¡Aquí, en todo caso, algo tiene que ser verdadero! El consensus sapientium [consenso de los sabios] prueba la verdad.»- ¿Continuaremos nosotros hablando así hoy?, ¿nos es licito hablar así? «Aquí, en todo caso, algo tiene que estar enfermo» - es
la respuesta que nosotros damos: ¡a esos sapientísimos de todos los tiempos se los debería examinar de cerca primero! ¿Acaso es que ninguno de ellos se sostenía ya firme sobre sus piernas!, ¿acaso es que eran hombres tardíos?, ¿que se tambaleaban?, ¿décadents [decadentes]? ¿Acaso es que la sabiduría aparece en la tierra como un cuervo, al que un tenue olor a carroña lo entusiasma?..

2
A mí mismo esta irreverencia de pensar que los grandes sabios son tipos decadentes se me ocurrió por vez primera justo en un caso en que a ella se opone del modo más enérgico el prejuicio docto e indocto: yo me di cuenta de que Sócrates y Platón son síntomas de decaimiento, instrumentos de la disolución griega, pseudogriegos, antigriegos (El nacimiento de la tragedia, 1872) Ese consensus sapientitum [consenso de los sabios] -esto lo he ido comprendiendo cada vez mejor - lo que menos prueba es que tuvieran razón en aquello en que coincidían: prueba, antes bien, que ellos mismos, esos sapientísimos, coincidían fisiológicamente en algo, para adoptar-para tener que adoptar- una misma actitud negativa frente a la vida. Los juicios, los juicios de valor sobre la vida, en favor o en
contra, no pueden, en definitiva, ser verdaderos nunca: únicamente tienen valor como síntomas, únicamente importan como síntomas,-en si tales juicios son estupideces. Hay que alargar del todo los dedos hacia ella y hacer el intento de agarrar esta sorprendente finesse [finura], que el valor de la vida no puede ser tasado. No por un viviente, porque éste es parte, más aún, incluso objeto de litigio, y no juez; no por un muerto, por una razón distinta. - El que por parte de un filósofo se vea un problema en el valor de la vida no deja de ser, pues, incluso un reparo contra él, un signo de
interrogación puesto junto a su sabiduría, una falta de sabiduría. - ¿Cómo?, ¿Y es que todos esos grandes sabios no sólo habrían sido décadents, sino que ni siquiera habrian sido sabios! - Pero vuelvo al problema de Sócrates.

3
Sócrates pertenecía, por su ascendencia, a lo más bajo del pueblo: Sócrates era plebe. Se sabe, incluso se ve todavía, que feo era. Mas la fealdad, en si una objeción, es entre los griegos casi una refutación. ¿Era Sócrates realmente un griego? Con bastante frecuencia la fealdad es expresión de una evolución cruzada, estorbada por el cruce. En otros casos aparece como una evolución descendente. Los antropólogos entre los criminalistas nos dicen que el criminal típico es feo:
monstrum in fronte, monstrum in animo [monstruo de aspecto, monstruo de alma]. Pero el criminal es un décadent. ¿Era Sócrates un criminal típico?-Al menos no estaría en contradicción con esto aquel famoso juicio de un fisonornista, que tan chocante pareció a los amigos de Sócrates. Un extranjero que entendía de rostros, pasando por Atenas, le dijo a Sócrates a la cara que era un monstrum,-que escondía en su interior todos los vicios y apetitos malos. Y Sócrates se limitó
a responder: «¡Usted me conoce, señor mío! »

4
No sólo el desenfreno y la anarquía confesados de los instintos son un indicio de décadence [decadencia]l en Sócrates: también lo son la superfetación de lo lógico y aquella maldad de raquítico que lo distingue. No olvidemos tampoco aquellas alucinaciones acústicas a las
que, con el nombre de «demón de Sócrates», se les ha dado una interpretación religiosa. En él todo es exagerado, buffo [bufo, caricatura, todo es a la vez oculto, lleno de segundas intenciones, subterráneo.- Yo intento averiguar de qué idiosincrasia procede aquella ecuación socrática de razón = virtud = felicidad: la ecuación más extravagante que existe y que tiene en contra suya, en especial, todos los instintos del heleno antiguo.

5
Con Sócrates el gusto griego da un cambio en favor de la dialéctica: ¿qué es lo que ocurre aquí propiamente? Ante todo, con esto queda vencido un gusto aristocrático; con la dialéctica la plebe se sitúa arriba. Antes de Sócrates la gente, en la buena sociedad, repudiaba los modales dialécticos: eran considerados como malos modales, le comprometían a uno. A la juventud se la prevenia contra ellos. También se desconfiaba de toda exhibición semejante de las propias razones. Las cosas honestas, lo mismo que los hombres honestos, no llevan sus razones en la mano de ese modo. Es indecoroso mostrar los cinco dedos. Poco valioso es lo que necesita ser probado. En todo lugar donde la autoridad sigue formando parte de la buena costumbre, y lo que se da no son «razones», sino órdenes, el dialéctico es una especie de payaso: la gente se ríe de él, no lo toma en serio. - Sócrates fue el payaso que se hizo tomar en serio: ¿qué ocurrió aquí propiamente?-

6
A la dialéctica se la elige tan sólo cuando no se tiene ningún otro medio. Se sabe que con ella se inspira desconfianza, que ella persuade poco. Nada es más fácil de borrar que el efecto de un dialéctico: la experiencia de toda reunión en que haya discursos lo prueba. La dialéctica sólo puede ser un recurso obligado, en manos de quienes no tienen ya otras armas. Es preciso tener que
lograr por la fuerza el propio derecho: antes no se hace ningún uso de ella. Por eso fueron dialécticos los judíos; también lo fue el zorro Reinecke: ¿cómo¿, ¿y también lo fue Sócrates? -

7
- ¿Es la ironía de Sócrates una expresión de rebeldía?, ¿de resentimiento plebeyo?, ¿disfruta él, como optimido, su propia ferocidad en las cuchilladas del silogismo?, ¿toma venganza de los aristócratas a los que fascina? - Si uno es un dialéctico tiene en la mano un instrumento implacable; con el  puede hacer el papel de tirano; compromete a los demas al vencerlos. El dialéctico deja a su adversario la tarea de probar que no es un idiota: hace rabiar a los demás, y al mismo tiempo los
deja desamparados. El dialéctico vuelve impotente el intelecto de su adversario. - ¿Cómo?, ¿es la dialéctica en Sócrates tan sólo una forma de venganza?

8
He dado a entender con qué cosas podía Sócrates provocar repulsión: tanto más queda por aclarar que fascinaba. - Una razón es que él descubrió una especie nueva de agón [lucha], que en esto él fue el primer maestro de esgrima para los círculos aristocráticos de Atenas. Fascinaba en la medida en que removía el instinto agonal de los helenos, - introdujo una variante en la lucha pugilistica entre los jóvenes y los adolescentes. Sócrates era también un gran erótico.

9
Pero Sócrates adivinó algo más. Vio lo que habia detrás de sus aristocráticos atenienses; comprendió que su caso, la idiosincrasia de su caso, no era ya un caso excepcional. La misma especie de degeneración se estaba preparando silenciosamente en todas partes: la vieja Atenas
caminaba hacia su final. Y Sócrates comprendió que todo el mundo tenía necesidad de él, - de su remedio, de su cura, de su ardid personal para autoconservarse... En todas partes los instintos se encontraban en anarquía; en todas partes se estaba a dos pasos del exceso: el monstrum in animo era el peligro general. «Los instintos quieren hacer de tirano; hay que inventar un contratirano que sea más fuerte...» Cuando aquel fisonomista le hubo desvelado a Sócrates quién era él, una
madriguera de todos los apetitos malos, el gran irónico pronunció todavía una frase que da la clave para comprenderlo. «Es verdad, dijo, pero he llegado a ser dueño de todos» ¿Cómo llegó Sócrates a ser dueño de sí?- En el fondo su caso era sólo el caso extremo, sólo el caso que más saltaba a la vista, de aquello que entonces comenzaba a volverse calamidad general: que nadie era ya dueño de sí, que los instintos se volvían unos contra otros. Sócrates fascinó por ser ese caso extremo -su
fealdad, que inspiraba miedo, era a los ojos de todos la expresión de ese caso: y, como es fácil comprender, fascinó más fuertemente aún como respuesta, como solución, como apariencia de cura de ese caso.-

10
Cuando se tiene necesidad de hacer de la razón un tirano, como hizo Sócrates, por fuerza se da un peligro no pequeño de que otra cosa distinta haga de tirano. Entonces se adivinó que la racionalidad era la salvadora, ni Sócrates ni sus «enfermos» eran libres de ser racionales, - era de rigueur [de rigor], era su último remedio. El fanatismo con que la reflexión griega entera se lanza a la racionalidad delata una situación apurada: se estaba en peligro, se tenía una sola elección: o bien perecer o bien-ser absurdamente racionales... El moralismo de los filósofos griegos a partir de Platón tiene unos condicionamientos patológicos; y lo mismo su aprecio de la dialéctica. Razón = virtud = felicidad significa simplemente: hay que imitar a Sócrates e implantar de manera permanente, contra los apetitos oscuros, una luz diurna - la luz diurna de la razón. Hay que ser inteligentes, claros, lúcidos a cualquier precio: toda concesión a los instintos, a lo inconsciente, conduce hacia abajo...

11
He dado a entender con qué cosas fascinaba Sócrates: parecía ser un mtdico, un salvador. ¿Es necesario mostrar todavía el error que había en su fe en la «racionalidad» a cualquier precio? -Es un autoengaño por parte de los filósofos y moralistas el creer que salen ya de la décadence por el hecho de hacerle la guerra. El salir es algo que está fuera de su fuerza: lo que ellos escogen como remedio, como salvación, no es a su vez más que una expresión de la décadence - modífican la
expresión de ésta, pero no la elimínan. Sócrates fue un malentendido: la moral toda del mejoramiento,también la cristiana, ha sido un malentendido... La luz diurna más deslumbrante, la racionalidad a cualquier precio, la vida lúcida, fria, previsora, consciente, sin instinto, en oposición a los instintos, todo esto era sólo una enfermedad distinta- y en modo alguno un camino de regreso a la «virtud», a la «salud», a la felicidad... Tener que combatir los instintos-ésa es la fórmula de la
décadence: mientras la vida asciende es felicidad igual a instinto. -

12
- ¿LIegó a comprender esto él, el más inteligente de todos los que se han engañado a sí mismos? ¿Acabó por decirse esto, en la sabiduria de su valor para la muerte?... Sórates queria morir; - no Atenas, él fue quien se dio la copa de veneno, él forzó a Atenas a dársela... «Sócrates no es un médico, se dijo en voz baja a sí mismo: únicamente la muerte es aquí un médico... Sócrates mismo había estado únicamente enfermo durante largo tiempo.
Presentación







































































































































































































































































































































































LA RAZÓN EN LA FILOSOFIA
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)

¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni [desde la perspectiva de lo eterno],- cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, -se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones, - incluso refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es... Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Más como no pueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se les retiene. «Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador? -«lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo verdadero. Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia [Historie], de la mentira, - la historia no es más que fe en los sentidos, fe en la mentira. Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él es «pueblo». ¡Ser filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! - ¡Y, sobre todo, fuera el cuerpo, esa lamentable idée fixe [idea fija de los sentidos!, ¡sujeto a todos los errores de la lógica que existen, refutado, incluso imposible, aún cuando es lo bastante insolente para comportarse como si fuera real!...»

2
Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras que el resto del pueblo de los filósofos rechazaba el testimonio de los sentidos porque éstos mostraban pluralidad y modificación, él rechazó su testimonio porque mostraban las cosas como si tuviesen duración y unidad. También Heraclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como
creen los eleatas ni del modo como creía él. - no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de su testimonio, eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La «razón» es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos
no mienten... Pero Heraclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El mundo «aparente» es el único: el «mundo verdadero» no es más que un añadido mentiroso...

3
- ¡Y qué sutiles instrumentos de observación tenemos en nuestros sentidos! Esa nariz, por ejemplo, de la que ningún filósofo ha hablado todavía con veneración y gratitud, es hasta este momento incluso el más delicado de los instrumentos que están a nuestra disposición: es capaz de registrar incluso diferencias mínimas de movimiento que ni siquiera el espectroscopio registra. Hoy nosotros poseemos ciencia exactamente en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio
de los sentidos, -en que hemos aprendido a seguir aguzándolos, animándolos, pensándolos hasta el final. El resto es un aborto y todavía -no-ciencia: quiero decir, metafísica, teología, psicología, teoría del conocimiento. O ciencia formal, teoría de los signos: como la lógica, y esa lógica aplicada, la matemática. En ellas la realidad no llega a aparecer, ni siquiera como problema; y tampoco como la cuestión de qué valor tiene en general ese convencionalismo de signos que es la lógica. -

4
La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al final- ¡por desgacia!, ¡pues no debería siquiera venir! -los «conceptos supremos», es decir, los conceptos más generales, los más vacíos, el último humo de la realidad que se evapora. Esto es, una vez más, sólo expresión de su modo de venerar: a lo superior no le es licito provenir de lo inferior, no le es licito provenir de nada... Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que ser causa sui [causa de sí mismo]. El proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo que pone en entredicho el valor. Todos los valores supremos son de primer rango, ninguno de los conceptos supremos, lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto - ninguno de ellos puede haber devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui. Mas ninguna de esas cosas puede ser tampoco desigual una de otra, no puede estar en contradicción consigo misma... Con esto tienen los filósofos su estupendo concepto «Dios»... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum [ente realísimo]... ¡que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas! - ¡Y lo ha pagado caro!

5
- Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros ( - digo nosotros por cortesía...) vemos el problema del error y de la apariencia. En otro tiempo se tomaba la modificación, el cambio, el devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en la exacta medida en que el
prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en cierto modo cogidos en el error, necesitados al error; aun cuando, basándonos en una verificación rigurosa, dentro de nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error. Ocurre con esto lo mismo que con los movimientos de una gran constelación: en éstos el error tiene como abogado permanente a nuestro ojo, allí a nuestro lenguaje. Por su génesis el lenguaje
pertenece a la época de la forma más rudimentaria de psicologia: penetramos en un fetichismo grosero cuando adquirimos consciencia de los presupuestos básicos de la metafísica del lenguaje, dicho con claridad: de la razón. Ese fetichismo ve en todas partes agentes y acciones: cree que la voluntad es la causa en general; cree en el «yo», cree que el yo es un ser, que el yo es una
Sustancia, y  proyecta sobre todas las cosas la creencia en la sustancia -yo- asi es como crea el concepto «cosa... El ser es añadido con el pensamiento, es introducido subrepticíamente en todas partes como causa; del concepto «yo» es del que se sigue, como derivado, el concepto «ser»... Al comienzo está ese grande y funesto error de que la voluntad es algo que produce efectos, - de que la voluntad es una facultad... Hoy sabemos que no es más que una palabra... Mucho más tarde, en un mundo mil veces más ilustrado, llegó a la consciencia de los filósofos, para su sorpresa, la seguridad, la certeza subjetiva en el manejo de las categorías de la razón: ellos sacaron la conclusión de que esas categorías no podían proceder de la empiria, -la empiria entera, decían, está, en efecto, en contradicción con ellas. ¿De dónde proceden, pues? - Y tanto en India como en Grecia se cometió el mismo error: «nosotros tenemos que haber habitado ya alguna vez en un mundo más alto ( - en lugar de en un mundo mucho más baJo: ¡lo cual habría sido la verdad! ), nosotros tenemos que haber sido divinos, ¡pues poseemos la razón! »... De hecho hasta ahora nada ha tenido una fuerza persuasiva más ingenua que el error acerca del ser, tal como fue formulado, por ejemplo, por los eleatas: ¡ese error tiene en favor suyo, en efecto, cada palabra cada frase que nosotros pronunciamos! -También los adversarios de los eleatas sucumbieron a la seducción de su concepto de ser: entre otros Demócrito, cuando inventó su átomo... La «razón» en el lenguaje: ¡oh, qué vieja hembra engañadora! Temo que no vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática.

6
Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.
Primera tesis. Las razones por las que «este» mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad, - otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al «ser verdadero» de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, -a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el «mundo verdadero»: un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de «otro» mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de «toda» vida distinta de ésta, «mejor» que ésta.
Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo «verdadero» y en un mundo «aparente», ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la décadence, -un síntoma de vida descendente... El hecho de que el artista estime más la apariencia que la realidad no constituye una objeción contra esta tesis. Pues «la apariencia» significa aquí la realidad una vez más, sólo que seleccionada, reforzada, corregida... El artista trágico no es un pesimista, - dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco...
Presentación







































































































































































































































































































































































Cómo el «mundo verdadero» acabó
convirtiéndose en una
fábula
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)


Historia de un error
1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, - él vive en ese mundo, es ese mundo. (La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Transcripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad».)
2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»). (Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible,-se convierte en una mujer, se hace cristiana...)
3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero, ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo.
(En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada,
pálida, nórdica, königsberguense.)
4. El mundo verdadero - ¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado, también desconocido. Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido?...
(Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo.)
5. El «mundo verdadero» - una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, -una Idea que se ha vuelto inútil, superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla!
(Día claro; desayuno; retorno del bon sens [buen sentido] y de la jovialidad; rubor avergonzado
de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres.)
6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente!
(Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA [comienza Zaratustra].)
Presentación







































































































































































































































































































































































La moral como contranaturaleza
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)

Todas las pasiones tienen una época en la que son meramente nefastas, en la que, con el peso de la estupidez, tiran de sus víctimas hacia abajo - y una época tardía mucho más posterior, en la que se desposan con el espíritu, en la que se «espiritualizan». En otro tiempo se hacia la guerra a la pasión misma, a causa de la estupidez existente en ella: la gente se conjuraba para aniquilarla, - todos los viejos monstruos de la moral coinciden unánimemente en que il faut tuer les passions [es preciso matar las pasiones]. La fórmula más hermosa de esto se halla en el Nuevo Testamento, en aquel Sermón de la Montaña en el que, dicho sea de paso, las cosas no son consideradas en modo alguno desde lo alto. En él se dice, por ejemplo, aplicándolo prácticamente a la sexualidad, si tu ojo te
escandaliza, arráncalo»: por fortuna ningún ctistiano actúa de acuerdo con ese precepto. Aniquilar las pasiones y apetitos meramente para prevenir su estupidez y las consecuencias desagradables de ésta es algo que hoy se nos aparecc meramente como una forma aguda de estupidez. Ya no admiramos a los dentistas que extraen los dientes para que no sigan doliendo... Con cierta equidad concedamos, por otra parte, que el concepto «espiritualización de la pasión» no podía ser concebido en modo alguno en el terreno del que brotó el cristianismo. La Iglesia primitiva luchó, en efecto, como es sabido, contra los «inteligentes» en favor de los «pobres de espíritu»: ¿cómo aguardar de ella una guerra inteligente contra la pasión? - La Iglesia combate la pasión con la extirpación, en todos los sentidos de la palabra: su medicina, su «cura» es el castradismo. No pregunta jamás: «¿cómo espiritualizar, embellecer, divinizar un apetito?» - en todo tiempo ella ha cargado el acento de la disciplina sobre el exterminio (de la sensualidad, del orgullo, del ansia de dominio, del ansia de posesión, del ansia de venganza). - Pero atacar las pasiones en su raíz significa atacar la vida en su raíz: la praxis de la Iglesia es hostil a la vida...

2
Ese mismo medio, la castración, el exterminio, es elegido instintivamente, en la lucha con un apetito, por quienes son demasiado débiles, por quienes están demasiado degenerados para poder imponerse moderación en el apetito: por aquellas naturaleza que, para hablar en metáfora (y sin metáfora-), tienen necesidad de la Trappe [la Trapa], de alguna declaración definitiva de enemistad, de un abismo entre ellos y una pasión. Los medios radicales les resultan indispensables tan sólo a los degenerados; la debilidad de la voluntad, o, dicho con más exactitud, la incapacidad de no reaccionar a un estímulo es sencillamente otra forma de degeneración. La enemistad radical, la enemistad mortal contra la sensualidad no deja de ser un síntoma que induce a reflexionar: ella autoriza a hacer conjeturas sobre el estado general de quien comete tales excesos.-Esa hostilidad, ese odio llega a su cumbre, por lo demás, sólo cuando tales naturalezas no tienen ya firmeza bastante para la cura radical, para renunciar a su «demonio». Echese una ojeada a la historia entera de los sacerdotes y filósofos, incluida la de los artistas: las cosas más venenosas contra los sentidos no han sido dichas por los impotentes, tampoco por los ascetas, sino por los ascetas imposibles, por aquellos que habrían tenido necesidad de ser ascetas...

3
La espiritualización de la sensualidad se llama amor: ella es un gran triunfo sobre el cristianismo. Otro triunfo es nuestra espiritualización de la enemistad. Consiste en comprender profundamente el valor que posee el tener enemigos: dicho con brevedad, en obrar y sacar conclusiones al revés de como la gente obraba y sacaba conclusiones en otro tiempo. La Iglesia ha querido siempre la aniquilación de sus enemigos: nosotros, nosotros los inmoralistas y anticristianos, vemos nuestra ventaja en que la Iglesia subsista... También en el ámbito político la enemistad se ha vuelto ahora más espiritual, -mucho más inteligente, mucho más reflexiva, mucho más indulgente. Casi todos los partidos se dan cuenta de que a su autoconservación le interesa que el partido opuesto no pierda fuerzas; lo mismo cabe decir de la gran política. Especialmente una creación nueva, por ejemplo el nuevo Reich, tiene más necesidad de enemigos que de amigos: sólo en la antítesis se siente necesario, sólo en la antítesis llega a ser necesario... No de otro modo nos comportamos nosotros con el «enemigo interior»: también aquí hemos espiritualizado la enemistad, también aquí hemos comprendido su valor. Sólo se es fecundo al precio de ser rico en antítesis; sólo se permanece joven a condición de que el alma no se relaje, no anhele la paz... Nada se nos ha vuelto más extraño que aquella aspiración de otro tiempo, la aspiración a la paz del alma», la aspiración cristiana; nada más nos causa menos envidia que la vaca-moral y la grasosa felicidad de la buena conciencia. Se ha renunciado a la vida grande cuando se ha renunciado a la guerra... En muchos casos, desde luego, la «paz del alma» no es más que un malentendido, - otra cosa, que únicamente no sabe darse un nombre más honorable. Sin divagaciones ni prejuicios, he aquí unos cuantos casos. «Paz del alma» puede ser, por ejemplo, la plácida irradiación de una animalidad rica en el terreno moral (o religioso). O el comienzo de la fatiga, la primera sombra que arroja el atardecer, toda especie de atardecer. O un signo de que el aire está húmedo, de que se acercan vientos del sur. O el agradecimiento, sin saberlo, por una digestión feliz (llamado a veces «filantropía»). O el sosiego del convaleciente, para el que todas las cosas tienen un sabor nuevo y que está a la espera... O el estado que sigue a una intensa satisfacción de nuestra pasión dominante, el sentimiento de bienestar propio de una saciedad rara. O la debilidad senil de nuestra voluntad, de nuestros apetitos, de nuestros vicios. O la pereza, persuadida por la vanidad a ataviarse con adornos morales. O la llegada de una certeza, incluso de una certeza terrible, tras una tensión y una tortura prolongadas, debidas a la incertidumbre. O la expresión de la madurez y la maestría en medio del hacer, crear, obrar, querer, la respiración tranquila, la alcanzada «libertad de la voluntad»... Crepúsculo de los ídolos: ¿quién sabe?, acaso también únicamente una especie de «paz del alma»...

4
- Voy a reducir a fórmula un principio. Todo naturalismo en la moral, es decir, toda moral sana está regida por un instinto de la vida, -un mandamiento cualquiera de la vida es cumplido con un cierto canon de «debes» y «no debes», un obstáculo y una enemistad cualesquiera en el camino de la vida quedan con eliminados. La moral contranatural, es decir, casi toda moral hasta ahora enseñada, venerada y predicada se dirige, por el contrario, precisamente contra los instintos de la vida, - es una condena, a veces encubierta, a veces ruidosa e insolente, de esos instintos. Al decir «Dios ve el corazón» , la moral dice no a los apetitos más bajos y más altos de la vida y considera a Dios enemigo de la vida... El santo en el que Dios tiene su complacencia es el castrado ideal... La vida acaba donde comienza el «reino de Dios»...

5
Suponiendo que se haya comprendido el carácter delictivo de tal rebelión contra la vida, rebelión que se ha vuelto casi sacrosanta en la moral cristiana, con ello se ha comprendido también, por fortuna, otra cosa: el caráctet inútil, ilusorio, absurdo, mentiroso de tal rebelión. Una condena de la vida por parte del viviente no deja de ser, en última instancia, más que el síntoma de una especie determinada de vida: la cuestión de si esa condena es justa o injusta no es suscitada en modo alguno con esto. Sería necesario estar situado fuera de la vida, y, por otro lado, conocerla tan bien como uno, como muchos, como todos los que la han vivido, para que fuera lícito tocar el problema del valor de la vida en cuanto tal:  razones suficientes para comprender que el problemn es un plroblema inaccesible a nosotros. Cuando hablamos de valores, lo hacemos bajo la inspiración, bajo la óptica de la vida: la vida misma es la que nos constriñe a establecer valores, la vida misma es la que valora a través de nosotros cuando establecemos valores... De aquí se sigue que también aquella contranaturaleza consistente en una moral que concibe a Dios como concepto antitético y como condena de la vida es tan sólo un juicio de valor de la vida - ¿de qué vida?, ¿de qué especie de vida? - Pero ya he dado la respuesta: de la vida descendente, debilitada, cansada, condenada. La moral tal como ha sido entendida hasta ahora - tal como ha sido formulada todavía últimamente por Schopenhauer, como «negación de la voluntad de vida» - es el instinto de décadence mismo, que hace de sí un Imperativo: esa moral dice: «¡perece!» - es el juicio de los condenados...

6
Consideremos todavía, por último, qué ingenuidad es decir: ¡el hombre debería ser de este y de aquel modo!» La realidad nos muestra una riqueza fascinante de tipos, la exuberancia propia de un pródigo juego y mudanza de formas: ¿y cualquier pobre mozo de esquina de moralista dice a esto: «¡no!, el hombre debería ser de otro modo»?... El sabe incluso cómo debería ser él, ese mentecato y mojigato, se pinta a sí mismo en la pared y dice ¡ecce homo! [¡he ahí el hombre!]... Pero incluso cuando el moralista se dirige nada más que al individuo y le dice: «¡tú deberías ser de este y de aquel modo! », no deja de ponerse en ridículo. El individuo es, de arriba abajo, un fragmento de fatum [hado], una ley más, una necesidad más para todo lo que viene y será. Decirle «modifícate» significa demandar que se modifiquen todas las cosas, incluso las pasadas... Y, realmente, ha habido moralistas consecuentes, ellos han querido al hombre de otro modo, es decir, virtuoso, lo han querido a su imagen, es decir, como un mojigato: ¡para ello negaron el mundo! ¡Una tontería nada pequeña! ¡Una especie nada modesta de inmodestia!... La moral, en la medida en que condena, en sí, no por atenciones, consideraciones, intenciones propias de la vida, es un error específico con el que no se debe tener compasión alguna, ¡una idiosincrasia de degenerados, que ha producido un daño indecible!... Nosotros que somos distintos, nosotros los inmoralistas, hemos abierto, por el contrario, nuestro corazón a toda especie de intelección, comprensión, aprobación. No nos resulta fácil negar, buscamos nuestro honor en ser afirmalores. Se nos han ido abriendo cada vez más los ojos para ver aquella economía que necesita y sabe aprovechar aún todo aquello que es rechazado por el santo desatino del sacerdote, por la razón enferma del sacerdote, para ver aquella economía
que rige en la ley de la vida, lo cual saca provecho incluso de la repugnante species del mojigato, del sacerdote, del virtuoso, - ¿qué provecho? - Pero nosotros mismos, los inmoralistas, somos aquí la respuesta...
Presentación







































































































































































































































































































































































LOS CUATRO GRANDES ERRORES
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)

Error de la confusión de la causa con la consecuencia. -No hay error más peligroso que confundir la consecuencia con la causa: yo lo llamo la auténtica corrupción de la razón. Sin embargo, ese error es uno de los hábitos más viejos y más jovenes de la humanidad: entre nosotros está incluso santificado, lleva el nombre de «religión», de «mortal». Toda tesis formulada por la religión y la moral lo contiene; los sacerdotes y los legisladores morales son los autores de esa corrupción de la razón. - Voy a aducir un ejemplo: todo el mundo conoce el libro del famoso Cornaro,en el que éste recomienda su escasa dieta como receta para una vida larga y feliz-también virtuosa.-Pocos libros han sido tan leídos, todavía hoy se lo imprime anualmente en Inglaterra en muchos miles de ejemplares. Yo no dudo de que es difícil que un libro (exceptuada, como es obvio, la Biblia) haya causado tanto daño, haya acortado tantas vidas como esta curiosa obra, tan bien intencionada. Razón de eso: la confusión de la consecuencia con la causa. Aquel probo italiano veía en su dieta la causa de su larga vida: cuando en realidad la condición previa de una vida larga, la lentitud extraordinaria del metabolísmo, el gasto exiguo, era la causa de su escasa dieta. El no era libre de comer poco o mucho, su frugalidad no era una «voluntad libre»: se ponía enfermo cuando comía más. Pero, a quien no sea una carpa, comer normalmente no sólo le viene bien, sino que le es necesario. Un docto de nuestros dias, con su rápido desgaste de fuerza nerviosa, se arruinaría con el régime [régimen] de Cornaro. Crede experto [cree al que lo ha experimentado].-

2
La fórmula más general que subyace a toda religión y a toda moral dice: «Haz esto y aquello, no hagas esto y aquello - ¡así serás feliz! En otro caso...» Toda moral, toda religión es ese imperativo,-yo lo denomino el gran pecado original de la razón, la sinrazón inmortal. En mi boca esa fórmula se transforma en su contraria -primer ejemplo de mi «transvaloración de todos los valores»: un hombre bien constituido, un «feliz», tiene que realizar ciertas acciones y recela instintivamente de otras, lleva a sus relaciones con los hombres y las cosas el orden que él representa fisiológicamente. Dicho en una fórmula: su virtud es consecuencia de su felicidad... Una vida larga, una descendencia numerosa no son la recompensa de la virtud, la virtud misma es, más bien, aquel retardamiento del metabolismo que, entre otras cosas, lleva también consigo una vida larga, una descendencia numerosa, en suma, el cornarismo. -La Iglesia y la moral dicen: «una estirpe, un pueblo se arruinan a causa del vicio y del lujo». Mi razón restablecida dice: cuando un pueblo sucumbe, cuando degenera fisiológicamente, tal cosa tiene como consecuencia el vicio y el lujo (es decir, la necesidad de estímulos cada vez más fuertes y frecuentes, como los conoce toda naturaleza agotada). Este joven se vuelve prematuramente pálido y mustio. Sus amigos dicen: de ello tiene la culpa esta y aquella enfermedad. Yo digo: el hecho de que se haya puesto enfermo, el hecho de que no haya resistido a la enfermedad fue la consecuencia de una vida empobrecida, de un agotamiento hereditario. El lector de periódicos dice: con tal error ese partido se arruina. Mi política superior dice: un partido que comete tales errores está acabado - ya no posee su seguridad instintiva. Todo error, en todo sentido, es consecuencia de una degeneración de los instintos, de una disgregación de la voluntad: con esto queda casi definido lo malo (das Schlechte). Todo lo bueno es instinto - Y, por consiguiente, fácil, necesario, libre. El esfuerzo es una objeción, el dios es típicamente distinto del héroe (en mi lenguaje: los pies ligeros, primer atributo de la divinidad)

3
Error de una causalidad falsa. -En todo tiempo se ha creído saber qué es una causa: mas ¿de dónde sacábamos nosotros nuestro saber, o, más exactamente, nuestra creencia de tener ese saber? Del ámbito de los famosos «hechos internos», ninguno de los cuales ha demostrado hasta ahora ser un hecho. Creíamos que, en el acto de la voluntad, nosotros mismos éramos causas; opinábamos que, al menos aquí, sorprendíamos en el acto a la causalidad. De igual modo, tampoco se ponía en duda que todos los antecedentia [antecedentes] de una acción, sus causas, había que buscarlos en la consciencia, y que en ella los hallaríamos de nuevo si los buscábamos-como «motivos»: de lo contrario, en efecto, no habríamos sido libres para realizar la acción, responsables de ella. Finalmente, ¿quién habría discutido que un pensamiento es causado?, ¿que el yo causa el pensamiento?... De estos tres «hechos internos», con los que la causalidad parecía quedar garantizada, el primero y más convincente es el de la voluntad como causa; la concepción de una consciencia (espíritu») como causa, y, más tarde, también la del yo (el «sujeto») como causa nacieron simplemente después de que la voluntad había establecido ya la causalidad como dada, como una empiria... Entre tanto hemos pensado mejor las cosas. Hoy no creemos ya una sola palabra de todo aquello. El «mundo interno» está lleno de fantasmas y de fuegos fatuos: la voluntad es uno de ellos. La voluntad no mueve ya nada, por consiguiente tampoco aclara ya nada simplemente acompaña a los procesos, también puede faltar. El llamado «motivo»: otro error. Simplemente un fenómeno superficial de la consciencia, un accesorio del acto, que más bien encubre que representa los antecedentes de éste. ¡Y nada digamos del yo! Se ha convertido en una fábula, en una ficción, en un juego de palabras: ¡ha dejado totalmente de pensar, de sentir y de querer!... ¿Qué se sigue de aquí? ¡No existen en modo alguno causas espirituales! ¡Toda la presunta empiria de las mismas se ha ido al diablo! ¡Esto es lo que se sigue de aquí! -y nosotros habíamos abusado gentilmente de aquella «empiria», habíamos creado, basándonos en ella, el mundo como un mundo de causas, como un mundo de voluntad, como un mundo de espíritus. La psicología más antigua y más prolongada actuaba aquí, no ha hecho ninguna otra cosa: todo acontecimiento era para ella un acto, todo acto, consecuencia de una voluntad, el mundo se convirtió para ella en una pluralidad de agentes, a todo acontecimiento se le imputó un agente (un «sujeto»). El hombre ha proyectado fuera de si sus tres «hechos internos», aquello en lo que él más firmemente creía, la voluntad, el espíritu, el yo, - el concepto de ser lo extrajo del concepto de yo, puso las «cosas» como existentes guiándose por su propia imagen, por su concepto del yo como causa. ¿Cómo puede extrañar que luego volviese a encontrar siempre en las cosas tan sólo aquello que él habia escondido dentro de ellas? - La cosa misma, dicho una vez más, el concepto de cosa, mero reflejo de la creencia en el yo como causa... E incluso el átomo de ustedes, señores mecanicistas y físicos, ¡cuánto error, cuánta psicología rudimentaria perduran todavía en su átomo! -¡Para no decir nada de la «cosa en sí», del horrendum pudendum [cosa horrorosa y vergonzosa] de los metafísicos! ¡El error del espíritu como causa, confundido con la realidad! ¡Y convertido en medida de la realidad! ¡Y denominado Dios!-

4
Error de las causa imaginarias. - Para partir del sueño: a una sensación determinada, surgida, por ejemplo, a consecuencia de un lejano disparo de cañon, se le imputa íntrospectivamente una causa (a menudo toda una pequeña novela, en la que precisamente el que sueña es el personaje principal). La sensación, entre tanto, perdura, en una especie de resonancia: aguarda, por así decirlo, hasta que el instinto causal se le permite pasar a primer plano, - ahora ya no como un azar, sino como un «sentido». El disparo de cañon se presenta de una forma causal, en una inversión aparente del tiempo. Lo posterior, la motivación, es vivido antes, a menudo con cien detalles que transcurren como de manera fulminante, el disparo viene después... ¿Qué ha ocurrido? Las representaciones que fueron engendradas por una situación determinada son concebidas erróneamente como causa de la misma. - De hecho cuando estamos despiertos actuamos también así. La mayoría de nuestros sentimientos generales - toda especie de obstáculo, presión, tensión, explosión en el juego y contrajuego de los órganos, como en especial el estado del nervus sympaticus - excitan nuestro instinto causal: queremos tener una razón de encontrarnos de este y de aquel modo, de encontrarnos bien o encontrarnos mal. Jamás nos basta con establecer el hecho de que nos encontramos de este y de aquel modo: no admitimos ese hecho -no cobramos consciencia de él - hasta que hemos dado una especie de motivación. -El recuerdo, que en tal caso entra en actividad sin saberlo nosotros, evoca estados anteriores de igual especie, así como las interpretaciones causales fusionadas con ellos, - no la causalidad de los mismos. Desde luego la creencia de que las representaciones, los procesos conscientes concomitantes han sido las causas, es evocada también por el recuerdo. Surge así una habituación a una interpretación causal determinada, la cual obstaculiza en verdad una investigación de la causa e incluso la excluye.

5
Aclaración psicológica de esto. - El reducir algo desconocido a algo conocido alivia, tranquiliza, satisface, proporciona además un sentimiento de poder. Con lo desconocido vienen dados el peligro, la inquietud, la preocupación, - el primer instinto acude a eliminar esos estados penosos. Primer axioma: una aclaración cualquiera es mejor que ninguna. Como en el fondo se trata tan sólo de un querer-desembarazarse de representacions opresivas, no se es precisamente riguroso con los medios de conseguirlo: la primera representación con la que se aclara que lo desconocido es conocido hace tanto bien que se la «tiene por verdadera». Prueba del placer («de la fuerza») como criterio de verdad.-Así, pues, el instinto causal está condicionado y es excitado por el sentimiento de miedo. El «¿por qué?» debe dar, si es posible, no tanto la causa por ella misma cuanto, más bien,
una especie de causa - una causa tranquilizante, liberadora, aliviadora. El que quede establecido como causa algo ya conocido, vivido, inscrito en el recuerdo, es la primera consecuencia de esa necesidad. Lo nuevo, lo no vivido, lo extraño queda excluido como causa. -Se busca, por tanto, como causa, no sólo una especie de aclaraciones, sino una especie escogida y privilegiada de aclaraciones, aquéllas con las que de manera más rápida, más frecuente, queda eliminado el sentimiento de lo extrano, nuevo, no vivido, - las aclaraciones más habituales. - Consecuencia: una especie de posición de causas prepondera cada vez más, se concentra en un sistema y sobresale por fin como dominante, es decir, sencillamente excluyente de otras causas y aclaraciones.-El banquero piensa en seguida en el «negocio», el cristiano, en el «pecado», la muchacha, en su amor.

6
El ámbito entero de la moral y la religión cae bajo este concepto de las causas imaginarias. - «Aclaración» de los sentimientos generales desagradables. Están condicionados por seres que nos son hostiles (espíritus malvados: el caso más famoso - la errónea intelección de las histéricas como brujas. Están condicionados por acciones que no pueden ser dadas por buenas (el sentimiento del «pecado», de la «pecaminosidad», imputado a un malestar fisiológico -la gente encuentra siempre razones de estar descontenta de sí misma). Están condicionados como castigos, como expiación de algo que no deberíamos haber hecho, que no deberíamos haber sido (generalizado de forma impudente por Schopenhauer en una tesis en la que la moral aparece como lo que es, como una auténtica envenenadora y calumniadora de la vida: todo gran dolor, sea corporal, sea espiritual, enuncia lo que merecemos; pues no nos podría sobrevenir si no lo mereciésemos». El mundo como voluntad y representación). Están condicionados como consecuencias de acciones irreflexivas, que han salido mal (-los afectos, los sentidos, puestos como causa, como «culpables»; malestares fisiológicos ínterpretados, con ayuda de otros malestares, como «merecidos»).- «Aclaración» de los sentimientos generales agradables. Están condicionados por la confianza en Dios. Están condicionados por la consciencia de acciones buenas (la denominada «buena conciencia», un estado fisiológico que a veces es tan semejante a una digestión feliz que se confunde con ella). Están condicionados por el resultado feliz de empresas (--falacia ingenua: el resultado feliz de una empresa no le produce en modo alguno sentimientos generales agradables a un hipocondríaco o a un Pascal). Están condicionados por la fe, la caridad, la esperanza - las virtudes cristianas. - En verdad, todas estas presuntas aclaraciones son estados derivados y, por así decirlo, traducciones de sentimientos de placer o de displacer a un dialecto falso: se está en estado de esperar porque el sentimiento fisiológico básico vuelve a ser fuerte y rico; se confía en Dios porque el sentimiento de plenitud y de fuerza le proporciona a uno calma.- La moral y la religión caen en su integridad bajo la psicología del error: en cada caso particular son confundidos la causa y el efecto; o la verdad es confundida con el efecto de lo creido como verdadero; o un estado de consciencia es confundido con la causalidad de ese estado.

8
Error de la voluntad libre.. - Hoy no tenemos ya compasión alguna con el concepto de «voluntad libre»: sabemos demasiado bien lo que es -la más desacreditada artimaña de teólogos que existe, destinada a hacer «responsable» a la humanidad en el sentido de los teólogos, es decir, a hacerla dependiente de ellos... Voy a exponer aquí tan sólo la psicología de toda atribución de responsabilidad. - En todo lugar en que se anda a la busca de responsabilidad suele ser el instinto del querer-castigar-y-juzgar el que anda en su busca. Se ha despojado de su inocencia al devenir cuando este o aquel otro modo de ser es atribuido a la voluntad, a las intenciones, a los actos de la responsabilidad: la doctrina de la voluntad ha sido inventada esencialmente con la finalidad de castigar, es decir, de querer-encontrar-culpables. Toda la vieja psicología, la psicología de la voluntad, tiene su presupuesto en el hecho de que sus autores, los sacerdotes colocados en la cúspide de las viejas comunidades, querían otorgarse el derecho de imponer castigos: - querían otorgarle a Dios ese derecho... A los seres humanos se los imaginó «libres» para que pudieran ser juzgados, castigados, - para que pudieran ser culpables: por consiguiente, se tuvo que pensar que toda acción era querida, y que el origen de toda acción estaba situado en la consciencia ( - con lo cual el más radical fraude in psychologicis [en cuestiones psicológicas] quedó convertido en principio de la psicología misma...) Hoy que hemos ingresado en el movimiento opuesto a aquél, hoy que sobre todo nosotros los inmoralistas intentamos, con todas nuestras fuerzas, expulsar de nuevo del mundo el concepto de culpa y el concepto de castigo y depurar de ellos la psicología, la historia, la naturaleza, las instituciones y sanciones sociales, no hay a nuestros ojos adversarios más radicales que los teólogos, los cuales, con el concepto de «orden moral del mundo» continúan infectando la inocencia del devenir por medio del «castigo» y la «culpa». El cristianismo es una metafísica del verdugo...

9
¿Cuál puede ser nuestua única doctrina? - Que al ser humano nadie le da sus propiedades, ni Dios, ni la sociedad, ni sus padres y antepasados, ni él mismo ( - el sinsentido de esta noción que aquí acabamos de rechazar ha sido enseñado como «libertad inteligible» por Kant, acaso ya también por Platón). Nadie es responsable de existir, de estar hecho de este o de aquel modo, de encontrarse en estas circunstancias, en este ambiente. La fatalidad de su ser no puede ser desligada de la fatalidad de todo lo que fue y será. El no es la consecuencia de una intención propia, de una voluntad, de una finalidad, con él no se hace el ensayo de alcanzar un «ideal de hombre» o un «ideal de felicidad» o un «ideal de moralidad», -es absurdo querer echar a rodar su ser hacia una finalidad cualquiera. Nosotros hemos inventado el concepto «finalidad»: en la realidad falta la finalidad... Se es necesario, se es un fragmento de fatalidad, se forma parte del todo, se es en el todo, - no hay nada que pueda juzgar, medir, comparar, condenar nuestro ser, pues esto significaría juzgar, medir, comparar, condenar el todo... ¡Pero no hay nada fuera del todo! - Que no se haga ya responsable a nadie, que no sea lícito atribuir el modo de ser a una causa prima, que el mundo no sea una unidad ni como sensorium ni como «espíritu», sólo esto es la gran liberación, - sólo con esto queda restablecida otra vez la inocencia del devenir... El concepto «Dios» ha sido hasta ahora la gran objeción contra la existencia... Nosotros negamos a Dios, negamos la responsabilidad en Dios: sólo así redimimos al mundo.
Presentación







































































































































































































































































































































































LOS MEJORADORES DE LA HUMANIDAD
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)
Es conocida mi exígencia al filósofo de que se sitúe
más alla del bien y del mal, - de que tenga debajo de sí la ilusión del juicio moral. Esta exigencia se deriva de una intuición que yo he sido el primero en formular: la de que no existen hechos morales. El juicio moral tiene en común con el religioso el creer en realidades que no lo son. La moral es únicamente una interpretación (Ausdeutung) de ciertos fenómenos, dicho de manera más precisa, una interpretación equivocada (Mirsdeutung). El juicio moral, lo mismo que el religioso, corresponde a un nivel de ignorancia en el que todavía falta el concepto de lo real, la distinción entre lo real y lo imaginario: de tal manera que, en ese nivel, la palabra «verdad» designa simplemente cosas que hoy nosotíos llamamos «imaginaciones». El juicio moral, en consecuencia, no ha de ser tomado nunca a la letra: como tal, siempre contiene únicamente un sinsentido. Pero en cuanto semiótica no deja de ser inestimable: revela. al menos para el entendido, las realidades más valiosas de culturas e interioridades que no sabían lo bastante para «entenderse» a sí mismas. La moral es meramente un hablar por signos, meramente una sintomatología: hay que saber ya de qué se trata para sacar provecho de ella.

2
Un primer ejemplo, y completamente provisional. En todo tiempo se ha querido «mejorar» a los hombres: a esto sobre todo es a lo que se ha dado el nombre de moral. Pero bajo la misma palabra se esconden las tendencias más diferentes. Tanto la doma de la bestia hombre como la cria de una determinada especie hombre han sido llamadas «mejoramiento»: sólo estos términos zoológicos expresan realidades, - realidades ciertamente, de las que el «mejorador» típico, el sacerdote, nada sabe -nada quiere saber... Llamar a la doma de un animal su «mejoramiento» es algo que a nuestros oídos les suena casi como una broma. Quien sabe lo que ocurre en las casas de fieras pone en duda que en ellas la bestia sea «mejorada». Es debilitada, es hecha menos dañina, es convertida, mediante el afecto depresivo del miedo, mediante el dolor, mediante las heridas, mediante el hambre en una bestia enfermiza. - Lo mismo ocurre con el hombre domado que el sacerdote ha «mejorado». En la Alta Edad Media, cuando de hecho la Iglesia era ante todo una casa de fieras, se daba caza en todas partes a los más bellos ejemplares de la «bestia rubia» se «mejoró», por ejemplo, a los aristocráticos germanos. Pero ¿qué aspecto ofrecía luego ese germano «mejorado», llevado engañosamente al monasterio? El de una caricatura de hombre, el de un aborto: había sido convertido en un «pecador», estaba metido en la jaula, había sido encerrado entre conceptos todos ellos terribles... Allí yacía ahora, enfermo, mustio, aborreciéndose a sí mismo; lleno de odio contra los impulsos que incitan a vivir, lleno de sospechas contra todo lo que continuaba siendo fuerte y feliz. En suma, un «cristiano»... Dicho fisiológicamente: en la lucha con la bestia el ponerla enferma puede ser el único medio de debilitarla. Esto lo entendió la Iglesia: echó a perder al hombre, lo debilitó, - pero pretendió haberlo «mejorado»...

3
Tomemos el otro caso de la llamada moral, el caso de la cría de una determinada raza y especie. El ejemplo más grandioso de esto nos lo ofrece la moral india, sancionada como religión en la «Ley de Manú». La tarea aquí planteada consiste en criar a la vez nada menos que cuatro razas: una sacerdotal, otra guerrera, una de comerciantes y agricultores, y finalmente una raza de sirvientes, los sudras. Es evidente que aqui no nos encontramos ya entre domadores de animales: una especie cien veces más suave y racional de hombres es el presupuesto para concebir siquiera el plan de tal cría. Viniendo del aire cristiano, un aire de enfermos y de cárcel, uno respira aliviado al entrar en este mundo más sano, más elevado, más amplio. ¡Qué miserable es el «Nuevo Testamento» comparado con Manú, qué mal huele! - Pero también esta organización tenía necesidad de ser terrible, - esta vez no en lucha con la bestia, sino con su concepto antitetico, con el hombre-no-de-cría, el hombre-mestizo, el chandala. Y, de nuevo, esa organización no tenia ningún otro medio para hacerlo inocuo, para hacerlo débil, que ponerlo enfermo, - era la lucha con el «gran número». Acaso nada contradiga más a nuestro sentimiento que estas medidas preventivas de la moral india. El tercer edicto, por ejemplo (Avadana-Sastra I), el de «las legumbres impuras», prescribe que el único alimento permitido a los chandalas serán los ajos y las cebollas, en atención a que la Escritura sagrada prohíbe darles grano o frutos que tengan granos, darles agua o fuego. Ese mismo edicto establece que el agua que necesiten no la tomarán ni de los ríos ni de las fuentes ni de los estanques, sino únicamente de los accesos a los charcos y de los agujeros hechos por las pisadas de los animales. Asimismo se les prohíbe lavar sus ropas y lavarse a sí mismos, puesto que el agua que graciosamente se les concede sólo es lícito utilizarla para aplacar la sed. Finalmente, se prohíbe a las mujeres sudras asistir en el parto a las mujeres chandalas, y asimismo se prohíbe a estas últimas asistirse entre si en ese caso...-El éxito de tal policia sanitaria no tardó en llegar: epidemias mortíferas, enfermedades sexuales horribles, y, a consecuencia de ello, de nuevo, «la ley del cuchillo», que prescribe la castración para los niños, la amputación de los labios menores de la vulva para las niñas. - Manú mismo dice: «los chandalas son fruto de adulterio, incesto y crimen ( - esta es la consecuencia necesaria del concepto de cría). Como vestidos tendrán sólo los andrajos de los cadáveres, como vajilla, cacharros rotos, como adorno, hierro viejo, como culto, sólo los espíritus malignos; vagarán sin descanso de un lado para otro. Les está prohibido escribir de izquierda a derecha y servirse de la mano derecha para escribir: el empleo de la mano derecha y de la escritura de izquierda a derecha está reservado a los virtuosos, a la gente de raza».-

4
Estas disposiciones son bastante instructivas: en ellas tenemos, por un lado, la humanidad aria, totalmente pura, totalmente originaria,- aprendemos que el concepto «sangre pura» es la antítesis de un concepto banal. Por otra parte, se hace claro cuál es el pueblo en el que el odio, el odio de los chandalas contra esa «humanidad se ha perpetuado, dónde se ha convertido en religión, dónde se ha convertido en genio... Desde este punto de vista los Evangelios son un documento de primer rango; más aún el libro de Henoch. - El cristianismo, brotado de la raíz judía y sólo comprensible como planta propia de ese terreno, representa el movimiento opuesto a toda moral de la cría, de la raza, del privilegio: - es la religión antiaria par excellence: el cristianismo, transvaloración de todos los valores arios, victoria de los valores chandalas, el evangelio predicado a los pobres, a los inferiores, rebelión completa de todos los pisoteados, miserables, malogrados, fracasados, contra la «raza», - venganza inmortal de los chandalas como religión del amor. ..

5
La moral de la cría y la moral de la doma son completamente dignas una de otra en los medios de imponerse: nos es lícito sentar como tesis suprema que, para hacer moral, es preciso tener la voluntad incondicional de lo contrario. Este es el gran problema, el inquietante problema detrás del cual yo he andado durante más largo tiempo: la psicología de los mejoradores de la humanidad. Un hecho pequeño y, en el fondo, modesto, el de la llamada pia fraus [mentira piadosa], me proporcionó el primer acceso a este problema: la pia fraus, patrimonio hereditario de todos los filósofos y sacerdotes que han «mejorado» la humanidad. Ni Manú, ni Platón, ni Confucio, ni los maestros judíos y cristianos han dudado jamás de su derecho a la mentira. No han dudado de otros derechos completamente distintos... Expresandolo en una fórmula, sería lícito decir: todos los medios con que se ha pretendido hasta ahora hacer moral a la humanidad han sido radicalmente inmorales.
Presentación









































































































































































































































































































































































LO QUE LOS ALEMANES ESTÁ PERDIENDO
(CREPÚSCULO DE LOS IDOLOS)

Entre alemanes no basta hoy con tener espíritu: hay además que tomarse, que arrogarse espíritu... Acaso yo conozca a los alemanes, acaso precisamente e mí me sea lícito decirles unas cuantas verdades. La nueva Alemania representa una gran cantidad de capacidades heredadas y adquiridas, de forma que durante algún tiempo le es lícito incluso gastar con prodigalidad el tesoro de fuerza acumulado. No es una cultura elevada la que -con ella ha alcanzado el dominio, y menos aún un gusto delicado, una aristocrática «belleza» de los instintos; pero sí virtudes más viriles que las que
ningún otro país de Europa puede exhibir. Mucho buen humor y mucho respeto de si, mucha seguridad en el trato, en la reciprocidad de los deberes, mucha laboriosidad, mucha constancia -y una moderación hereditaria, que más que del freno necesita del acicate. Añado que aqui todavía se obedece sin que el obedecer humille... Y nadie desprecia a su adversario... Como se ve, es mi deseo ser justo con los alemanes: no quisiera volverme infiel a mí mismo en esto, - tengo, pues, que hacerles también mi objeción. Se paga caro el llegar al poder: el poder vuelve estúpidos a los hombres... Los alemanes - en otro tiempo se los llamó el pueblo de los pensadores: ¿continúan pensando hoy? - Los alemanes se aburren ahora con el espíritu, los alemanes desconfían ahora del espíritu, la política devora toda seRiedad para las cosas verdaderamente espirituales - «Alemania, Alemania por encima de todo», yo temo que esto haya sido el final de la filosofía alemana... «¿Hay filósofos alemanes?, ¿hay poetas alemanes;>, ¿hay buenos libros alemanes?»,  me preguntan en el extranjero. Yo me sonrojo, pero con la valentía que me es propia incluso en casos desesperados respondo: «¡Sí, Bismarck!»- ¿Confesaría yo siquiera qué libros lee hoy la gente? ¡Maldito instinto de la mediocridad! -

2
- Lo que el espíritu alemán podría ser, ¡quién no ha tenido ya sus pensamientos melancólicos sobre ello! Pero este pueblo se ha vuelto estúpido voluntariamente, casi desde hace un milenio: en ningún otro sitio se ha abusado más viciosamente de los dos grandes narcóticos europeos, el alcohol y el cristianismo. Ultimamente se ha añadido incluso un tercero, que por sí solo basta para acabar con toda sutil y audaz movilidad del espíritu, la música, nuestra congestionada y congestionante música alemana. - ¡Cuánta enfadosa pesadez, torpeza, humedad, bata de dormir, cuánta cerveza hay en
la inteligencia alemana! ¿Cómo es propiamente posible que hombres jóvenes, que consagran su existencia a las metas más espirituales, no sientan dentro de sí el primer instinto de la espiritualidad, el instinto de autoconservación del espíritu - y beban cerveza?... Tal vez el alcoholismo de la juventud docta no sea todavía un signo de interrogación en lo que respecta a ese su ser docta -aun careciendo de espíritu se puede ser un gran docto -, pero en todos los demás aspectos continúa
siendo un problema. - ¡dónde no se la encontraría, esa blanda degeneración que la cerveza produce en el espíritu! Una vez, en un caso que casi se ha hecho famoso, yo puse el dedo sobre una de esas degeneraciones - la degeneración de nuestro primer librepensador alemán, el inteligente David Strauss, convertido en autor de un evangelio de cervecería y de una «nueva fe»... No en vano había puesto él en verso su promesa solemne a la «encantadora morena» - fidelidad hasta la muerte...

3
-Acerca del espíritu alemán he dicho esto: que se está volviendo más tosco, que se está volviendo superficial. ¿Basta con esto? -En el fondo lo que a mí me aterra es algo completamente distinto: cómo va hacia abajo cada vez más la seriedad alemana, la profundidad alemana, la pasión alemana en las cosas espirituales. Se ha modificado el pathos, no meramente la intelectualidad. - De vez en cuando tengo contactos con Universidades alemanas: ¡qué atmósfera la que reina entre sus doctos, qué espiritualidad yerma, qué espiritualidad contentadiza y entibiada! Sería un malentendido profundo que aquí se me quisiera replicar con la ciencia alemana - y además una ptueba de que no se ha leído ni una palabra de mí. Desde hace diecisiete años me he cansado de poner de relieve el influjo desespiritualizador de nuestro cultivo actual de la ciencia. El duro hilotismo a que la extensión enorme de las ciencías condena hoy a todo individuo es una razón capital de que naturalezas con unos intereses más completos, más ricos, más profundos, no encuentren ya ni una educación ni unos educadores adecuados a ellas. De ninguna otra cosa adolece más nuestra cultura que de la profusión de presuntuosos motes de esquina y humanidades fragmentarias; nuestras Universidades son, contra su voluntad, los auténticos invernaderos para esta especie de atrofia de los instintos del espiritu. Y Europa entera tiene ya una noción de esto -la gran política no engaña a nadie... Alemania es considerada cada vez más como el país plano de Europa. - Todavía ando buscando un alemán con quien yo pueda ser serio a mi manera,- ¡cuanto más uno con el que me pueda permitir ser jovial! Crepusculo de los idolos: ¡ay, quién comprenderá hoy de qué seriedad se resarce aquí
un eremita! - La jovialidad es en nosotros lo más incomprensible...

4
Hágase un cálculo aproximado: no sólo resulta evidente que la cultura alemana está decayendo, sino que tampoco falta una razón suficiente de ello. Nadie puede, en definitiva, gastar más de lo que tiene - esto vale de los individuos, esto vale de los pueblos. Si uno se dedica al poder, a la gran política, a la economia, al comercio mundial, al parlamentarismo, a los intereses militares, - si uno disipa por ese lado la cantidad de entendimiento, seriedad, voluntad, autosuperación que él es, entonces esas cosas faltan por el otro lado. La cultura y el Estado - no nos engañemos sobre esto - son antagonistas: el «Estado de cultura» no pasa de ser una idea moderna. Lo uno vive de lo otro, lo uno prospera a costa de lo otro. Todas las épocas grandes de la cultura son épocas de decadencia politica: lo que es grande en el sentido de la cultura ha sido apolítico, incluso antipolítico. -A Goethe el corazón se le alegró frente al fenómeno Napoleón, - frente a las «guerras de liberación» Se le entristeció... En el mismo instante en que Alemania surge en el horizonte como gran potencia,
Francia adquiere una nueva importancia como potencia cultural. Ya hoy se ha trasladado a París mucha nueva seriedad, mucha nueva pasión del espíritu; la cuestión del pesimismo, por ejemplo, la cuestión  Wagner, casi todas las cuestiones psicológicas y artísticas son examinadas allí de una manera incomparablemente más sutil y radical que en Alemania, - los alemancs son incluso incapaces de esa especie de seriedad. - En la historia de la cultura europea la aparición del Reich en el horizonte significa ante todo una cosa: un desplazamiento del centro de gravedad. En todas partes se sabe ya esto: en lo principal - y la cultura continúa siendo lo principal- a los alemanes no se los tiene ya en cuenta. La gente pregunta: ¿podéis mostrar aunque sólo sea un espíritu que cuente para Europa?, ¿como contaban vuestro Goethe, vuestro Hegel, vuestro Heinrich Heine, vuestro Schopenhauer? - El que ya no haya ni un solo filósofo alemán es algo que no cesa de provocar asombro. -

5
Al sistema entero de educación superior en Alemania se le ha ido de las manos lo principal: tanto la finalidad como los medios de lograrla. Se ha olvídado que la educación, la formanon misma -y no el Reich- es la finalidad, que para lograr esa finalidad son precisos educadores - y no profesores de Instituto y doctos de Universidad... Hay necesidad de educadores que estén educados ellos mismos, de espíritus superiores, aristocráticos, probados en cada instante, probados por la palabra y el silencio, culturas que se hayan vuelto maduras, dulces, - no los doctos zopencos que los Institutos y la Universidad ofrecen hoy, como «nodrizas superiores», a la juventud. Faltan, descontadas las excepciones de las excepciones, los educadores, primera condición previa de la educación: de ahí la decadencia de la cultura alemana. - Una de esas rarísimas excepciones es
mi venerado amigo Jakob Burckhardt de Basilea: a él en primer lugar debe Basilea su primacía humanística. - Lo que las «escuelas superiores» de Alemania logran de hecho es un adiestramiento brutal para hacer utilizable, aprovechable para el servicio del Estado, con la menor pérdida posible de tiempo, un gran número de jóvenes. «Educación superior» y gran número - son cosas que de antemano se contradicen. Toda educación superior pertenece sólo a la excepción: hay que ser privilegiado para tener derecho a un privilegio tan alto. Ninguna de las cosas grandes, ninguna de las cosas bellas puede ser jamás bien común: pulchrum est paucorum hominum [lo bello es cosa de pocos hombres].- ¿Qué es lo que condiciona la decadencia de la cultura alemana? El hecho de que la «educación superior» no sea ya un privilegio -el democratismo de la «cultura general», la cual se ha vuelto común... Sin olvidar que los privilegios militares imponen formalmente una concurrencia excesiva a las escuelas superiores, es decir, su ruina. - Nadie es ya libre, en la Alemania de ahora,
de dar a sus hijos una educación aristocrática: nuestras escuelas «superiores», todas ellas, están organizadas para la mediocridad más ambigua, en sus maestros, en sus planes de enseñanza, en las metas de su enseñanza. Y en todas partes reina una prisa indecorosa, como si se llegase tarde a algo si el joven de veintitrés años no ha «acabado» ya, no conoce todavía la respuesta a la «pregunta principal»: ¿qué profesión? - Una especie superior de hombre, permítaseme decirlo, no ama las «profesiones», precisamente porque se sabe con una vocación... Tiene tiempo, no piensa en absoluto en haber «acabado», -a los treinta años se es, en el sentido de una cultura elevada, un principiante, un niño. - Nuestros Institutos repletos, nuestros profesores de Instituto sobrecargados, convertidos en unos estúpidos, son un escándalo: para tomar la defensa de esas situaciones, como lo acaban de hacer los catedráticos de Heidelberg, acaso se tengan causas, -
pero no hay razones.

6
- Para no apartarme de mi manera de ser, que dice sí y que sólo de manera indirecta, sólo contra su voluntad tiene que ver con la contradicción y la crítica, voy a señalar en seguida las tres tareas en razón de las cuales se tiene necesidad de educadores. Se ha de aprender a ver, se ha de aprender a pensar y se ha de aprender a hablar y escribir: la meta en estas tres cosas es una cultura aristocrática. -Aprender a ver - habituar el ojo a la calma, a la paciencia, a dejar-que-las-cosas-se-nos- acerquen; aprender a aplazar el juicio, a rodear y a abarcar el caso particular desde todos los lados. Esta es la primera enseñanza preliminar para la espiritualidad: no reaccionar en seguida a un estímulo, sino controlar los instintos que ponen obstáculos, que aislan. Aprender a ver, tal como yo entiendo esto, es ya casi lo que el modo afilosófico de hablar denomina voluntad fuerte: lo esencial en esto es, precisamente, el poder no «querer», el poder diferir la decisión. Toda no-espiritualidad, toda vulgaridad descansa en la incapacidad de oponer resistencia a un estímulo - se tiene que reaccionar, se sigue todo impulso. En muchos casos ese tener que es ya enfermedad, decadencia, síntoma de agotamiento, - casi todo lo que la tosquedad afilosófica designa con el nombre de «vicio» es meramente esa incapacidad fisiológica de no reaccionar.-Una aplicación práctica del haber-aprendido-a-ver: en cuanto discente en general, se habrá llegado a ser lento, desconfiado, reacio. A lo extraño, a lo nuevo de toda especie se lo dejará acercarse con una calma hostil, - se retraerá de ello la mano. El tener abiertas todas las puertas, el servil tenderse-boca-abajo ante todo hecho pequeño, el estar siempre dispuesto a meterse, a lanzarse de un salto dentro de otros hombres y otras cosas, en suma, la famosa «objetividad» moderna es mal gusto, es algo no-aristocrárico par excellence. -

7
Aprender a pensar: en nuestras escuelas no se tiene ya la menor noción de esto. Incluso en las Universidades, incluso entre los auténticos doctos de la filosofía comienza a caer en desuso la lógica como teoría, como práctica, como oficio. Léense libros alemanes: ni el más lejano recuerdo ya de que para pensar se requiere una técnica, un plan de enseñnnza, una voluntad de maestría, - que el pensar ha de ser aprendido como ha de ser aprendido el bailar, como una especie de baile... ¡quién
conoce ya por experiencia, entre alemanes, ese sutil estremecimiento que los pies ligeros en lo espiritual transfunden a todos los músculos! -La tiesa torpeza del gesto espiritual, la mano tosca al agarrar -esto es alemán hasta tal grado que en el extranjero se lo confunde con el ser alemán en cuanto tal. El alemán no tiene dedos para percibir las nuances [matices]... El mero hecho de que los alemanes hayan soportado a sus filósofos, sobre todo a aquel lisiado conceptual, el más deforme que ha existido, el gran Kant, proporciona una noción no escasa de la gracia alemana.-No se puede
descontar, en efecto, de la educación aristocrática el bailar en todas sus formas, el saber bailar con los pies, con los conceptos, con las palabras; ¿he de decir todavía que también hay que saber bailar con la pluma, - que hay que aprender a escribir? - Pero en este punto me convertiría en un completo enigma para los lectores alemanes ...
Presentación Crepúsculo














































































































































































































































































El término alemán Heiterkeit, que aquí se traduce por «jovialidad», suele verterse ordinariamente por «serenidad», sobre todo cuando se habla de la «serenidad griega» (griechitche Heiterkeit). Con independencia del problemático concepto «serenidad griega», Heiterkeit no designa en modo alguno la «serenidad, si se entiende este término castellano como «apacibilidad», «sosiego», «falta de turbacíón fisica o moral» (Diccionario de la Real Academia). La Heiterkeit habría que concebirla más bien en el sentido que tiene cuando se aplica al «cielo sereno», esto es: «claro», «despejado de nubes o nieblas», que es un sentido muy nietzscheano.
Prólogo






























































































































































































































































































Transvaloración: Umwertung. Esta traducción literal del famoso término nietzscheano parece, aunque nueva, más adecuada que las hasta ahora usuales en Espana, que eran un tanto chillonas: «inversión de los valores», «subversión de los valores», «derrumbamiento de los valores», «transmutación de los valores», todas las cuales sugieren algo asl como «anarquía». Nada más
lejos de Nietzsche. Se trata de «cambiar» y «sustituir» unos valores por otros, a saber, los inventados por los resentidos, por los dimanantes de la afirmación de la vida.
Prólogo






























































































































































































































































































Nietzsche alude aquí, sin duda, a su obra El caso Wagner, que fue publicada inmediatamente antes del  Crepúsculo de los ídolos. Las palabras con que acaba El caso Wagner son precisamente éstas: «El caso Wlagner es para el filósofo un caso afortunado, - este escrito, eso se percibe con el oido, esta inspirado por la gratitud...
Prólogo






























































































































































































































































































El verso aquí citado por Nietsche  ha sido transmitido por Aulo Gelio, Noches áticas, 18, 11, 4. Corresponde al poema de  Furio de Anzio, Los Anales.
Prólogo






























































































































































































































































































Charles Andler ha defendido (Nietzsche, sa vie et sa pensée) que la traducción correcta de la palabra Götzen, al menos en el titulo de la obra (Götzen-Dämmerung), sería «dioses falsos» y no «ídolos». Aun concediendo la parte de razón que le asiste a Andler en su propuesta, parece que el término «ídolos», entendido en su sentido más amplio, engloba también el de «dioses falos, y resulta además obligado en la mayoría de las ocasiones.
Prólogo






























































































































































































































































































En alemán, juego de palabras entre böser Blick (literal: mirada malvada»; figurado: «mal de ojo») y böses Ohr (literal: «oido malvado»; figurado - en la expresión forjada por Nietzsche, semejanza de la anterior-: «mal de oido»).
Prólogo






























































































































































































































































































El símbolo del «martillo» se remonta en Nietzsche, como es sabido, a Asi habló Zaratustra. El final de Crepúsculo de lor ídolos será un fragmento de Así habló Zaratustra, al que Nietzsche da aquí el título de Habla el martillo». Por otro lado, en Más allá del bien y del mal, Nietzsche había hablado de «un martillo divino».
Prólogo






























































































































































































































































































Nietzsche alude aquí al primitivo título de esta obra: Ociosidad de un psicólogo.
Prólogo






























































































































































































































































































El sentido concreto que tenía para Nietzsche la palabta ociosidad» se aclara en este fragmento inédito de la primavera-verano de 1888: «Para un guerrero del conocimiento, que está siempre en lucha con verdades feas, la creencia de que no existe ninguna verdad es un gran baño y un relajamiento de los miembros.-El nihilismo es nuestra especie de ociosidad...»
Prólogo






























































































































































































































































































Esto es, El Anticristo, antes de que Nietzsche decidiera hacer de él la entera Transvaloración.
Prólogo






























































































































































































































































































Nietzsche realiza aqui un juego de palabras basado en el conocido proverbio alemán (también usual en otras lenguas) Müssiggang ist aller Laster Anfang [La ociosidad es el comienzo de todos los vicios], a la vez que vuelve a aludir al primitivo título de la obra. Ya en el otono de 1881 Nietzsche había aplicado esta misma sentencia a «la ociosidad de Zaratustra». Un fragmento inédito de aquella época dice así: «La ociosidad de Zaratustra es, sin embargo, el comienzo de todos los vicios
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































En un fragmento inédito del año de 1857, esta sentencia es ampliada del modo siguiente: «El más animoso de todos nosotros no tiene ánimos bastantes para lo que él propiamente sabe... El grado y fortaleza de la valentía de uno mismo son los que deciden sobre en qué lugar uno se detiene o no se detiene todavía, sobre en qué lugar juega 'aquí está la verdad'; lo deciden más, en todo caso, que cualquicr sutilidad u obtusidad de ojo y de espíritu
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Esta aseveración de Aristóteles se encuentra en su Política, 1253 a 29, dentro del contexto siguiente: «Es, pues, manifiesto que la ciudad existe por naturaleza y que es anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí bastarse a sí mismo, deberá mantener con el todo político la misma relación que las otras partes mantienen con su respectivo todo. Quien sea incapaz de entrar en esa participación común, o quien, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es parte de la ciudad, sino un animal o un dios
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































En alemán Nietzsche realiza un juego de palabras con los términos einfach [simple] y zwiefach [duplicado]. Por lo demás, es clara la intención antischopenhaueriana de esta sentencia; para Schopenhauer la simplicidad era el distintivo de lo verdadero.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Encontramos aqui la primera «reminiscencia» de las lecturas francesas de Nietzsche en esta época; en concreto, del Journal de los hermanos Goncourt. El día 10 de noviembre de 1887, desde Niza, Nietzsche le escribía a su amigo Peter Gast lo siguiente: Querido amigo... Ha aparecido el segundo tomo del Journal des Goncourt: es la novedad más interesante. Se refiere a los años 1862-1865: en él se describen de manera muy palpable los famosos diners chez Magny, aquellas comidas que, dos veces por mes, reunían a la pandilla más ingeniosa y escéptica de los espíritus parisinos de entonces (Sainte-Beuve, Flaubert, Théophile Gautier, Taine, Renan, los Goncourt, Schérer, Gavarni, a veces Turgueniev, etc.) Pesimismo exasperado, cinismo, nihilismo, alternando con mucho alborozo y buen humor; yo mismo no estaria mal allí -conozco de memoria a esos señores, tanto que propiamente estoy ya harto de ellos. Hay que ser más radical: en el fondo a todos ellos les falta lo principal- 'la force'». Como iremos señalando en su momento, Nietzsche metamorfosea en Crepúsculo de los ídolos numerosas expresiones ingeniosas que aparecen en el citado Journal. En uno de sus cuadernos inéditos (signatura W II 3: noviembre de 1887 a marzo de 1888) tomó numerosos apuntes del tomo I del Journal   (correspondiente a los años 1851-1861) Así, por cjemplo, con referencia a la página 792 del citado Journal, Nietzsche escribe esta nota: -man  hat von Zeit zu Zeit das Bedürfnis d'un encanaillement de l'esprit [de vez en cuando tenemos necesidad de un encanallecimiento del espíritul], que es sin duda un antecedente de esta sentencia de Nietzsche.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































El sentido concreto que esta frase tenía para Nietzsche se aclara en un apunte inédito de la primavera de 1888, que dice: «Lo que no nos mata-matámoslo nosotros, nos hace más
fuertes. Il faut  tuer le Wagnerisme [Hay que matar el wagnerismo
]». Nietzsche repite literalmente esta frase en Ecce homo.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































La «estupidez» del remordimiento de conciencia había sido señalada ya por Nietzsche en el aforismo 38 de «El viajero y su sombra» (tomo II de Humano, demasiado humano), que dice así: «Remordimiento de conciencia. El remordimiento de conciencia es, lo mismo que el mordisco del perro a una piedra, una estupidez.» Y en Así habló Zaratustra (segunda parte, «De los compasivos», se dice: «Los remordimientos de conciencia enseñan a morder.» Un análisis más detallado del remordimiento de conciencia puede verse en La genealogía de la moral. Por fin, en Ecce homo dice Nietzsche de sí: «A mí me falta un criterio fiable acerca de qué sea un remordimiento de conciencia
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































En el cuaderno de apuntes citado en la nota 15 Nietzsche había anotado la siguiente frase: Der Mann hat das Weib gemacht, indem er ihr alle seine Poesien giebt... Gavarni [El varón ha creado a la mujer a fuerza de darle todas sus poesías... Gavarni], antecedente de esta sentencia. Nietzsche se refiere con este apunte a la página 283 de Journal des Goncourt mencionado en dicha nota. Como es sabido, Gavarni es el pseudónimo de Sulpice-Guillaume Chevalier (1804-1866), dibujante y caricaturista francés,colaborador de la revista Charivari, sobre el que los hermanos Goncourt publicaron en 1870 un estudio titulado Gavarni: el hombre y la obra
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Nietzsche había anotado en el citado cuaderno: - sie suchen eine Null, um ihren Werth zu verzehnfachen [buscan un cero para decuplicarse], que corresponde a una frase de Gavarni.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Un fragmento inédito del otono de 1887, al que Nietzsche puso el título de «Los póstumos' - problema de la comprensibilidad y de la auroridad», ampara esta sentencia de manera muy interesante. Dice asi:
«Los póstumos (- dificultad de su comprensión; en cierto sentido, no comprendido  jamás).
¿Epicuro?
Schopenhauer.
Stendhal.
Napoleón.
¿Goethe?
¿Shakespeare?
¿Beethoven?
Maquiavelo:
Los hombres póstumos son peor comprendidos, pero mejor oídos que los tempestivos. O,dicho con más rigor: no son comprendidos jamás: y de ahí su auToridad (comprendre c'est égaler [comprender es igualar
)».Sobre los hombrcs «póstumos» habla Nietzsche en otras ocasiones; como, por ejemplo, en La gaya ciencia, Ecce homo, y el «prólogo» a El Anticristo.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Tempestivo: zeitgemäss. El término castellano es tan poco usual como el correspondiente alemán. Sin embargo, parece necesario no intentar suavizar la expresión nietzscheana, con grave riesgo de equívoco; la traducción más corriente es la de «actual», que me parece del todo errónea. La perífrasis «el que se amolda a su época» complica innecesariamente la traducción. Por otro lado, recuérdese que Nietzsche ha hecho famoso el término opuesto a éste en el título de sus Consideraciones intempestivas.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Sobre la relación entre el «pudor» de la mujer y la verdad y la ciencia, ver Más allá del bien y del mal, aforismos 127 y 204. También Humano, demasiado humano, I, aforismo 416; y II, aforismo 265 («Opiniones y sentencias mezcladas»).
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Esta sentencia, como claramente se advierte, está dicha en sentido totalmente irónico, y se dirige, sin duda, contra Wagner: panem et Circen (burlesca deformación del conocido panem et circenses) quiere significar, como el mismo Nietzsche traduce, pan y un arte que convierte a sus cultivadores en animales (como la Circe mitológica. Sobre «la música como Circe»,véase el final de El caso Wagner.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































En el cuaderno, referido al Journal des Goncourt, había escrito Nietzsche: «Para los clowns y los volatineros su oficio es su deber: son los únicos actores cuyo talento es indiscutido y absoluto, como el de los matemáticos o, mejor aún, comme le saut périlleux [como el salto mortal]. Pues en esto no hay una falsa apariencia de talento: uno o bien cae o bien se tiene en pie.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































La expresión Böse Menschen haben keine Lieder [Los hombres malvados no tienen canciones] es muy popular en Alemania. Corresponde a un verso de la poesía Die Gesänge [Los cánticos] (1804), de Joh. Gottfr. Seume (1763-1810), al que Nietzsche calificó una vez, en sus escritos autobiográficos juveniles, de hombre y poeta de sentimientos verdaderamente patrióticos». En un fragmento inédito de julio-agosto de 1883 ofrece Nietzsche la siguiente ampliación de esta sentencia: «La música rusa saca a luz, con una simplicidad conmovedora, el alma del mujik del pueblo bajo. Nada habla más a mi corazón que las suaves melodías de esa música, todas las cuales son melodías tristes. Yo cambiaría la felicidad de Occidente entero por la forma rusa de estar triste. - Mas ¿cómo es que las clases dominantes de Rusia no están representadas en su música? ¿Basta con decir 'los hombres malvados no tienen canciones'?»- Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Nieztsche escribe esta obra en 1888; y, en consecuencia, alude al año 1870, fecha de la guerra franco-prusiana. Más adelante volverá a referirse a esa misma fecha. Una advertencia sobre la palabra «espíritu» (Geist). Como es bien sabido, el término alemán Geist tiene una extensión mucho más amplia que el castellano espíritu. Geist significa, conjuntamente: «ingenio», «inteligencia», «cultura», etc., además de «espíritu». Acaso el conjunto de significaciones que en esta obra tiene la palabra Geist se plasme, mejor que en ningún otro término, en el esprit francés, tal se lo suele entender al usarlo dentro de un contexto castellano.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Un fragmento inédito de julio-agosto de 1888 dice así: «Yo desconfío de todos los sistemáticos y me aparto de su camino. Al menos para nosotros los pensadores, la voluntad de sistema es algo que compromete, una forma de nuestra inmoralidad. - Quizá se adivine, si se echa una mirada detrás de este libro, qué sistemático he eludido yo mismo, a costa de mucho esfuerzo...»
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































En Ecce homo dice Nietzsche: «En el alemán, de un modo semejante a lo que ocurre en la mujer, no se llega nunca al fondo, no lo tiene: eso es todo. Pero no por ello se es ya superficial.» Sin duda, para esta sentencia, Nietzsche se inspira en el Journal des Goncourt, donde Gavarni, a la pregunta de si él ha comprendido alguna vez a la mujer, responde: «Una mujer es algo impenetrable, no porque sea profunda, sino porque es superficial
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Nietzsche utiliza aquí un refrán muy conocido en Alemania: Auch der Wurm krümmt sich, wenn man ihn tritt [también el gusano se enrosca cuando le pisan].
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































En el capítulo titulado «A mediodía», de la cuarta parte de Así habló Zaratustra, se dice: «Para ser feliz, ¡con qué poco basta para ser feliz!   Así dije yo en otro tiempo, y me creí sabio. Pero era una blasfemia: esto lo he aprendido ahora. Los necios inteligcntes hablan mejor
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































En una carta a Peter Gast, de 15 de enero de 1888, díce Nietzsche: «La vida sin música es sencillamente un error, un trabajo penoso, un exilio.» Y en la dirigida a G. Brandes el 27 de
marzo de 1888, lo repite: «Sin música la vida sería para mí un error
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Nietzsche alude aquí, cambiando el sentido, a unos versos muy populares en Alemania del poeta Ernst Moritz Arndt (1769-1860). En su poesía Des Deutschen Vaterland [La patria del alemán] dice éste:
Soweit die deutsche Zunge klingt
Und Gott im Himmel Lieder singt
[Mientras la lengua alemana resuene
y cante canciones al Dios del cielo
].
Nietzsche cambia el dativo en nominativo, haciendo que sea Dios el que cante canciones.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































La frase de Flaubert  la toma Nietzsche del prólogo de Guy de Maupassant a las Lettres de Gustave Flaubert a George Sand.
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Ver Ecce homo: «Estar sentado el menor tiempo posible; no dar crédito a ningún pensamiento que no haya nacido al aire libre y pudiendo nosotros movernos con libertad, -a ningún pensamiento en el cual no celebren una fiesta también los músculos. Todos los prejuicios proceden de los intestinos. La carne del trasero   -ya lo he dicho en otra ocasión- es el auténtico pecado contra el espíritu santo
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Un fragmento inédito del otoño de 1887 dice lo siguiente: «¿Si yo he causado daño con esto a la virtud?... Tan poco como los anarquistas a los príncipes: sólo desde que se dispara contra éstos vuelven a estar firmenente asentados en su trono... Pues eso es lo que ha ocurrido siempre y lo que seguirá ocurriendo; no hay medio mejor de causar beneficio a una causa que perseguirla y hostigarla con mil perros... Eso es lo que yo he hecho
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Este «cuarto caso de conciencia» es amplificado del modo siguiente en un fragmento inédito de julio-agosto de 1888: «No debemos querer de nosotros nada que no podamos hacer. Preguntémonos a nosotros mismos: ¿quieres ir junto a los demás? ¿O precederlos? ¿O caminar solo? - En el segundo caso lo que se quiere es ser un pastor: un pastor, es decir, el artículo de primera necesidad para un rebaño
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































El  apartado 1 de El Anticristo termina de igual manera: «Fórmula de nuestra felicidad: un sí, un no, una línea recta, una meta..
Sentencias y Flechas






























































































































































































































































































Das Problem des Sokrates. Conviene advertir que el significado es: «el problema que Sócrates es», «el problema que Sócrates plantea», o si se quiere: «Sócrates como problema».
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Véase Fedón, 118 a: «Ya estaba frío el bajo vientre, cuando Sócrates se descubrió, pues estaba cubierto con un velo, y dijo, y éstas fueron sus últimas palabras: Critón, debemos un gallo a Asclepio; pagádselo y no lo descuideis.» En Atenas ofrendaban un gallo a Asclepio, en agradecimiento, precisamente quienes habian recobrado la salud. La muerte sería, pues, según Sócrates, la curación de la enfermedad que es el vivir.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Die Weisesten aller Zeiten [los sapientísimos de todos los tiempos] es expresión de Goethe, popularizada en Alemania, procedente de su Koptisches Lied [Canción copta].
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Ver El nacimiento de la tragedia.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Nietzsche alude aquí sin duda al titulo del libro de E. Dühring: Der Wert des Lebens. [El valor de la vida]. En el verano de 1875 Nietzsche leyó con sumo interés esta obra e hizo un amplísimo extracto de ella. Sobre el filósofo alemán Dühring (1833-1921) Nietzsche habla siempre con desprecio, calificándolo de anarquista, «vocinglero», «agitador».
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Sobre la fealdad de Sócrates, vease, de Platón, El banquete, 215, y Teeteto, 143 e; de Jenofonte, El banquete, c. 2, 19; c. 4, 19.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Nietzsche alude aqui a la noticia tansmitida por Cicerón en Tusculanas, IV, 37, 80, cuyo contexto es el siguiente: «Pero aquéllos de quienes se dice que son por naturaleza iracundos o misericordiosos o envidiosos o alguna otra cosa similar, tienen, por asi decirlo, una mala constitución anímica, pero pueden curarse, como se dice de Sócrates. En una reunión, habiéndole atribuido a Sócrates muchos vicios Zópiro, el cual se jactaba de conoeer la naturaleza de cada uno por sus rasgos fisonómicos, riéronse de él los otros, que no habían observado tales vicios en Sócrates, pero fue éste mismo quien lo defendió, pues dijo que tales vicios eran innatos en él, pero que los había vencido gracias a la razón.  En De fato, V, 10, vuelve Cicerón a repetir esta noticia; aquí Zópiro califica a Sócrates de «estúpido», «idiota» y mujeriego» (mulierosus). Zópiro fue un tracio que pasaba por ser el inventor de métodos fisiognómicos.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































De la «superfetación de lo lógico» en Sócrates había hablado ya Nietzsche en El nacimiento de la tragedia.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Transcribo así  el daímon griego, para evitar confusiones con el «demonio» (Teufel, en alemán) de la teología cristiana. Como es sabido, para los griegos clásicos el «demón» es algo intermedio entre lo divino y lo mortal. Para Sócrates es una «aparición» que le habla sobre todo en sueños, según cuenta él mismo. Amplias observaciones de Nietzsche acerca del «demón» socrático pueden verse en El nacimiento de la tragedia.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































La expresión «idiosincrasia» la emplea Nietzsche en esta obra en su habitual sentido de «peculiaridad», pero haciendo hincapié en lo que en ella hay de «idiota».
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Véase  El «zorro Reinecke» (llamado «Renart» en la tradición medieval francesa, y «Reinhart» en la alemana) es, como se sabe, a través de sus aventuras con los hombres y animales, un consumado dialéctico», como aqui indica Nietzsche. Goethe popularizó en Alemania este personaje con su poema en hexámetros Reinecke Fuchs [El zorro Reinicke] (1793).
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Que no fue Atenas quien condenó a Sócrates, sino éste quien pidió la muerte y, por tanto, se suicidó, es algo que Nietzsche había expresado ya en El nacimiento de la tragedia. También lo había dicho con toda claridad en el aforismo 94 del tomo II de Humano, demasiado humano, «Opiniones y sentencias mezcladas», cuyo texto es el siguiente: «Asesinatos jurídicos. -los dos máximos asesinatos jurídicos de la historia universal son, para decirlo sin circunloquios, suicidios velados y bien velados. En ambos casos los afectados quisieron morir; en ambos casos se hicieron clavar la espada en el pecho mediante la mano de la injusticia humana.» Nietzsche se refiere, claro está, a las muertes de Sócrates y de Cristo. Sobre el suicidio» de este último, vease El Anticristo.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Egipticismo: tendencia a la permanencia estática, a la intemporalidad, a la petrificación. Véase el aforismo 323 de «Opiniones y sentencias mezcladas»:...Cuando un pueblo tiene muchas cosas fijas, ello es prueba de que quiere petrificarse y de que le gustaría convertirse del todo en un monumento: como ocurrió, a partir de un determinado momento, con el mundo egipcio...»
La Razón en Filosofía






























































































































































































































































































La burla verbal del «monótono-teismo» volverá Nietzsche a repetirla en el apartado 19 de El Anticricto, donde habla de «ese Dios, digno de compasión, del monótono-teísmo cristiano».
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































El gran respeto de Nietzsche por Heraclito se encuentra atestiguado en la totalidad de su obra. Y ello, ya desde El nacimiento de la tragedia. Igualmente, Más allá del bien y del mal y Ecce homo.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































En Ecce homo dice Nietzsche a propósito de su «nariz»: «Yo soy el primero que ha descubierto la verdad, debido a que he sido el primero en sentir - en oler - la mentira como mentira... Mi genio está en mi nariz
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































La polémica de Nietzsche con el concepto de causa sui, mantenida a lo largo de toda su obra, se intensifica en las obras finales. Véase, por ejemplo, el apartado15 de Más allá del bien y del mal , así como el apartado 24.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Nietsche dice, en realidad: auf deutsch [en alemán].
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Sobre el tema de la «voluntad» y la «voluntad libre», ver el apartado 19 de Más allá del bien y del mal.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































El problema de la relación entre el lenguaje y la gramática, por un lado, y el pensamiento y la filosofía, por otro, preocupó a Nietzsche desde muy temprano. Véase, por ejemplo, la parte
final del ensayo titulado La visión dionisíaca del mundo, escrito por Nietzsche en el verano de 1870 y sobre todo el importante estudio Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873). A los «lazos de la gramática (o metafísica del pueblo)» alude Nietzsche en el § 354 de La gaya ciencia. Pero donde más incisivamente toca este tema es en
Más allá del bien y del mal.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Sobre el no-pesimismo del artista trágico, véase Ecce homo.
Problema de Sócrates






























































































































































































































































































Este capítulo es, en realidad, una apretada «historia de la filosofía al hilo de la contraposición entre «mundo verdadero» y «mundo aparente». Probablemente Nietzsche toma esta contraposición del libro del filósofo G. Teichmüller (1832-1888), titulado Die wirkliche und die scheinbare Welt [El mundo real y el mundo aparente] y publicado en 1882. La lectura de Teichnliiner por Nietzsche está atestiguada por una tarjeta postal enviada por éste a su amigo Overbeek desde Génova (23 de octubre de 1883), en que le dice- «Viejo y querido amigo, al leer a Teichmüller me quedo cada vez más asombrado de qué poco conozco yo a Platón y de cuánto platoniza ZaratustraTeichmüller, catedrático de filosofía en Basilea, fue colega de Nietzsche en aquella Universidad; a su marcha, Nietzsche intentó ser nombrado sucesor del mismo en la cátedra de filosofía, mas no lo consiguió.
Mundo verdadero y Fábula






























































































































































































































































































Mantenemos con mayúscula la palabra «Idea» (Idee), para subrayar el carácter platónico que Nietzsche le da, aquí.
Mundo verdadero y Fábula






























































































































































































































































































Königsberguense=kantiano.
Mundo verdadero y Fábula






























































































































































































































































































Esta expresión es eco del § 342 de La gaya ciencia, titulado Incipit tragoedia [comienza la tragedia], que anticipa el texto de lo que será luego el § 1 del «Prólogo de Zaratustra».Por otra parte, como ha indicado con razón E. Fink, al hablar de «la sombra más corta» Nietzsche alude claramente, una vez más, a Platón y a su «alegoría de la caverna». En cuanto al «mediodía», sabido es que constituye uno de los símbolos de la filosofía nietzscheana, Según el último plan trazado por Nietzsche para La voluntad de poder, el libro cuarto de esa obra, luego desechada, se habría titulado «El gran mediodía». Un conciso fragmento inédito de la primavera-verano de 1888 dice lo siguiente:   «Existen pensadores de mañana, existen pensadores de tarde, existen búhos de noche. No olvidar la species más aristocrática.- la de los pensadores de mediodía, - aquéllos en que constantemente el gran Pan duerme. Entonces toda luz cae perpendicular ... ».
Mundo verdadero y Fábula






























































































































































































































































































Palabras de Cristo en Evangelio de Mateo, 5, 29.
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































Véase Evangelio de Mateo, 5, 3: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































Tambien en el apartado 3 de la tercera de sus Consideraciones intempestivas, titulada Schopenhauer como educador, Nietzsche había mencionado la Trappe, allí, al hablar de la «duplicidad extraordinariamente peligrosa» de la naturaleza de Schopenhauer, cita la anécdota (narrada por W. Gwinner en su obra Arthur Schopenhauer aus persönlichem Unzgange dargestellt. Ein Blick allf sein Leberz, seinen Charakter und reine Lehre [A. Schopenhauer, expuesto a base de un trato personal con él. Una mirada a su vida, a su carácter y a su doctrinal, Leipzig, 1862) según la cual, al contemplar una vez Schopenhauer un retrato de Rancé, «el gran fundador de La Trapa», exclamó: «Esto es obra de la gracia.» Sin duda, al mencionar aqui La Trapa, Nietzsche alude a Schopenhauer. Este habla repetidas veces de La Trapa y de su fundador, en El mundo como voluntad y representación.
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































Véase Evangelio de Lucas, 16, 15: «Vosotros sois los que os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios ve vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres es abominable ante Dios» (palabras de Jesús a los fariseos).
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































Expresión evangélica; véase Evangelio de Mateo, 3, 17.
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































Véase el apartado 68 del segundo tomo de El mundo como voluntad y representación, titulado precisamente «Sobre la doctrina de la negación de la voluntad de vida», que se refiere al apartado del primer tomo.
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































Nietzsche emplea aquí uno de sus juegos predilectos de palabras, la aliteración, y dice: Schlucker und Mucher.
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































Nietzsche repite, una vez más, una aliteración: Hinrichten, Rücksichten, Absichten.
Moral como contranaturaleza






























































































































































































































































































El modo de expresarse de Nietzsche en la titulación de este apartado 1 no les ha parecido muy preciso a otros traductores. Por ello, la totalidad de las traducciones castellanas anteriores, «mejorando» a Nietzsche, han traducido este título por «error de la confusión entre la causa y el efecto». Pero se olvida que si Nietzsche hubiera querido decir «causa y efecto» habría escrito sin más: Ursache und Wirkung, en vez de Ursache und Folge.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Lodovico Cornaro (1475-1566) es un extraño personaje italiano del que se dice que llevó una vida completnmente licenciosa hasta los cuarenta años de edad, pero que luego se sometió a un régimen muy severo que le permitió vivir noventa y un años. Los métodos propugnados por él los expone en su obra Discorsi della vita sobria (1558). Nietzsche tenía en su biblioteca la traducción alemana de este libro. En una tarjeta postal enviada a su amigo Overbeck desde Génova el 27 de octubre de 1883 le dice: «Querido amigo, ha llegado el segundo libro de Teichmüller, así como el del magnífico Cornaro - ¡agua para mi molino! Acaso alguna vez haga yo un resumen de mis experiencias; he realizado muchas observaciones y ensayos, y quiero obtener el premio de los mismos - la conocida 'vida larga y feliz'».
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Lo malo tiene aqui el sentido técnico que Nietzsche da a esta palabra en La genealogía de la moral, tratado primero: Bueno y malvado», «bueno y malo».
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Vease El caso Wagner, apartado 1, donde Nietzsche dice: «'Lo bueno es ligero, todo lo divino corre con pies delicados': artículo pnmero de mi estética.» Ver también Así habló Zaratustra.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Instinto causal: Ursachentrieb. Por vez primera aparece aqui este término, que Nietzsche vuelve a usar luego varias veces. Pese a los equivocos a que pudiera dar lugar, aquí se traducirá siempre Trieb por instinto. La palabra Trieb la toma Nielzsche del vocabulario de Schopenhauer; también toma de él expresiones formadas a base de Trieb; por ejemplo, Kunsttrieb [instinto artistico], que aparece con frecuencia en El nacimiento de la tragedia. Posiblemente Nietzsche forja el termino Ursachentrieb a imitación de Schopenhauer.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































El problema de la «lógica» empleada en el sueño preocupó a Nietzsche ya tempranamente.Ver en Humano,demasiado humano, el apartado I, titulado «Lógica del sueño».
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































También en La genealogía de la moral alude Nietzsche al nervus sympathicus como a una de las «causas fisiológicas» de los sentimientos generales. Asimismo este fragmento inedito del verano-otono de 1881: «Acaso las diferencias de temperamento se encuentren condicionadas por la diferente distribución y cantidad de las sales orgánicas más que por ninguna otra cosa. El bilioso tiene demasiado poco sulfato de sodio; al melancólico le faltan fosfato y sulfato de potasio; en los flematicos hay demasiado poco fosfato de hierro
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Sobre la «prueba del placer» ver  el apartado 120 de Humano, demasiado humano, I, cuyo título es precisamente «La prueba del placer; dice así: La opinión agradable es aceptada como verdadera: ésta es la prueba del placer (o, como dice la Iglesia, la prueba de la fuerza), de la cual están muy orgullosas todas las religiones, siendo asi que deberían avergonzarse de ella. Si la fe no hiciese felices [a los hombres], no sería creida: ¡Qué poco valiosa será, por tanto! Y en un fragmmto inédito de la primavera de 1888 se matiza este mismo pensamiento: La prueba de la fuerza: es decir, un pensamiento es probado por su efecto, -( 'por sus frutos', como ingenuamente dice la Biblia).»
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Nietzsche alude a la histeria de las brujas» tambien en La genealogia de la moral.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































La paginación indicada por Nietzsche se refiere a la edición que él poseía: la de Frauenstädt. La frase de Schopenhauer se encuentra en el libro cuarto, capítulo 46, titulado «De la nulidad y el sufrimiento de la vida».
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Ver Epístola primera a los tesalonicenses, 1, 3. Unas consideraciones de Nietzsche sobre las «tres virtudes cristianas» pueden verse en La genealogía de la moral. Un estudio más detallado, en el apartado 23 de El Anticristo.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































La negación de la «voluntad libre» es expuesta a menudo en la obra de Nietzsche. Ver, por ejemplo, Humano, demasiado humano, I, apartado 18 («La creencia en la libertad de la voluntad es un error originario de todo lo orgánico»); II, «El viajero y su sombra», apartado 9, titulado «Dónde surgió la doctrina de la libertad de la voluntad», apartado 11 («La ciencia en la libertad de la voluntad... tiene su abogado y su evangelista constante en el lenguaje»); La gaya ciencia, apartado 345 («La superstición de la voluntad libre»); y, en fin, el apartado 18 y el 19 de Más allá del bien y del mal.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































La «inocencia del devenir» es una de las fórmulas en que se resume la filosofía de Nietzsche, sobre todo en los fragmentos póstumos. Ya en el apartado 81 de Humano, demasiado humano, II, «El viajero y su sombra», titulado «La injusticia mundana», había defendido Nietzsche la «inocencia total» de los hombres; y en el apartado 56 de Aurora, titulado «El apóstata del espíritu libre», propugna la inocencia de todas las acciones y opiniones.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































La polémica de Nietzsche contra el «orden moral del mundo», que recorre su obra entera, se acentúa sobre todo en El Anticristo ( 26, 78 y 49). Ver también Ecce homo.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Un ataque a fondo a la libertad inteligible» puede verse en el apartado 79 de Humano, demasiado humano, I, titulado precisamente «La fábula de la libertad inteligible».
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Ver Ecce homo en donde aparece este mismo pensamiento.
Cuatro grandes errores






























































































































































































































































































Ver Más allá del bien y del mal; y, en especial, La genealogia de la moral.
Mejoradores humanidad






























































































































































































































































































Sobre este problema ver el «Prólogo» a La Genealogía de la moral.
Mejoradores humanidad






























































































































































































































































































Zähmung:doma.Züchtung:cría. Sobre la cría de hombres, entendida en sentido zoológico, había hablado ya Nietzsche en Más allá del bien y del mal.
Mejoradores humanidad






























































































































































































































































































La expresión «bestia rubia», que ha dado lugar a tantos malentendidos, aparece por vez primera en La genealogía de la moral, referida a «las aristocracias romana, árabe, germánica, japonesa, los héroes homéricos, los vikingos escandinavos».
Mejoradores humanidad






























































































































































































































































































El «Código de Manú» o «Ley de Manú», en parte todavía vigente, es el más antiguo de la India, y comprende las antiguas prescripciones religiosas, morales y sociales. Nietzsche conoció esta obra en la primavera de 1888 a través de la traducción francesa de Louis Jacolliot, titulada Les legislateurs religieux. Manou-Moise-Mahomet [Los legisladores religiosos Manú-Moisés-Mahoma] París, 1876. - La profunda impresión que el conocimiento de esta obra causó en Nietzsche se pone de manifiesto en la carta siguiente, escrita desde Turín, el 31 de mayo de 1888, a Peter Gast: «Querido amigo... A estas últimas semanas les debo una enseñanza esencial: he encontrado el Código de Manú en una traducción francesa, realizada en la India, bajo rigurosísimo control de los más altos sacerdotes y doctos de allí. Este producto absolutamente ario, un código sacerdotal de la moral, basado en los Vedas, en la idea de casta y en una ascendencia antiquísima - no pesimista, aun cuando sí sacerdotal - completa de la manera más notable mis ideas sobre la religión. Confieso mi impresión de que todas las otras grandes legislaciones morales que poseemos me parecen un remedo e incluso« una caricatura de ésta: ante todo el egipticismo; pero incluso Platón me parece, en todos los puntos capitales, sencillamente bien instruido por uu bramán. Los judíos aparecen en este aspecto como una raza de chandalas, la cual aprende de sus señores los principios en que se basan los sacerdotes para alcanzar luego el dominio y organizar un pueblo... También los chinos parecen haber producido su Confucio y su Laot-se bajo la impresión de este Código clásico antiquísimo. La organización medieval ofrece el aspecto de un extraño tanteo destinado a recuperar todas las ideas sobre las que reposaba la antiquísima sociedad arío-india-pero con valores pesimistas, que proceden del terreno de la décadence racial. - Los judíos parecen también aquí simples 'íntermediarios', no inventan nada
Todas las citas que Nietzsche hace luego del Código de Manú proceden de la traducción francesa citada. También en El Anticristo, 51, 57 y 58 extrae Nietzsche notables consecuencias de esa obra.
Mejoradores humanidad






























































































































































































































































































Contra la pia fraus (expresión que se remonta a Ovidio, Metamorfosis, IX, 711) habia combatido ya Nietzsche en el tomo II de Humano, demasiado humano, «Opiniones y sentencias mezcladas». Ver  también el apartado 105 de Mas allá del bien y del mal.
Mejoradores humanidad






























































































































































































































































































Sobre el «derecho a la mentira», ver La genealogía de la moral.
Mejoradores humanidad






























































































































































































































































































Sobre el concepto de «espíritu» (Geist) recuérdese la advertencia hecha en la nota 26.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































«Alemania, pueblo de pensadores y poetas» era frase muy difundida en el siglo xix. Se atribuye a Karl Musäus (finales del siglo xrx). Nietzsche alude a ella en varias ocasiones. Por ejernplo, en La genealogía de la moral.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Conocidas palabras iniciales del antiguo himno oficial alemán. Fue compuesta la letra en 1822 por Heinrich Hoffmann von Fallersleben (1798-1874), profesor de la Universidad de Breslau. En Ecce homo polemiza Nietzsche con esta frase. También lo hace en La genealogia de la moral.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































En La genealogia de la moral, dice Nietzsche, refiriéndose al «ideal ascético»: «Yo no sabria... señalar nada que haya dañado tan destructoramente como este ideal la salud y el vigor racial, sobre todo de los europeos; es licito llamarlo, sin ninguna exageración, la auténtica fatalidad en la historia de la salud del hombre europeo. A lo sumo podría compararse con el influjo especificamente germánico: me refiero al envenenamiento alcohólico de Europa, que hasta hoy ha marchado rigurosamente al mismo paso que la preponderancia política y racial de los germanos (-donde éstos inocularon su sangre, inocularon también sus vicios). - Como tercer elemento de la serie habría que mencionar la sífilis - magno sed proxima intervalo [a gran distancia, pero muy próxima].»
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































El odio de Nietzsche contra la cerveza y contra su mal infujo sobre la inteligencia alemana está atestiguado a lo largo de toda su obra. Ver, por ejemplo, el apartado324 de «Opiniones y sentencias mezdadas», en el tomo II de Humano, demasiado humano. Ver también Ecce homo.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Nietzsche alude aquí a la primera de sus Consideraciones intempestivas, titulada D. Strauss, el escritor y el confesor de su fe (1873), asi como a la poesía de D. Strauss titulada «A la encantadora morena (Braune).» Braune es la designación alemana de lo que en castellano suele llamarse «cerveza negra». También en Ecce homo alude Nietzsche al «evangelio de cervecería».
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Hilotismo: «esclavitud». Los «hilotas» eran, como es bien sabido, los esclavos de la antigua Esparta, propiedad del Estado.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Nietzsche vuelve a usar esa misma expresión en el «prólogo» a Nietzsche contra Wagner y en Ecce homo. El significado de esa palabra (Flachland) es, en primer término, geográfico, pero Nietzsche le da además un significado burlón, en cuanto «país sin cumbres» e incluso «país estúpido» (por semejanza con Flachkopf).
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Ya en la tercera de sus conferencias tituladas Sobre el futuro de nuestros establecimientos de enseñanza, de 1872, se había referido Nietzsche polémicamente al concepto de Kultur-Staat.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































En los aforismos 465 («Resurrección del espíritu» y 481 («La gran política y sus daños») del tomo I de Humano, demasiado humano, Nietzsche había expuesto ya opiniones similares, dando razones más detalladas.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Freiheitskriege [guerras de liberación]: es el término alemán usual para designar las tres campañas de 1813) (primavera y otoño), 1814 y 1815 que liberaron a Alemania del dominio napoleónico y acarrearon la caída de este Imperio. En el apartado 244 de Más alla del bien y del mal dice Nietzsche: «Es cierto que no fueron las 'guerras de liberación' las que le hicieron altar los ojos con mayor alegría, así como tampoco lo fue la Revolución francesa,  -el acontecimiento que le hizo cambiar de pensamiento sobre su Fausto, más aún, sobre el entero problema 'hombre', fue la aparición de Napoleón
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Jabob Burckhardt (1818-1897), el conocido autor de La cultura del Renacimiento en Italia y de Historia del espíritu griego, fue colega de Nietzsche en la Universidad y en el Pädagogium de Basilea. Nietzsche se gloriaba de tenerlo como «amigo», aunque la actitud de Burckhardt fue siempre, más bien, esquiva. Al publicarse Crepúsculo de los ídolos, Nietzsche hizo que el primer ejemplar enviado por su editor estuviese destinado a Burckhardt. Y en una carta a su amigo Overbeck (22 de diciembre de 1888), le dice, hablando de este libro, que «J. Burckhardt aparece dos vcces en él, con honores extraordinarios».
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































En El caso Wagner, apartado 6, había usado ya Nietzsche esta sentencia latina, forjada por él, sin duda, siguiendo la expresión de Horacio en Sátiras, I, 9, 44.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Nietzsche realiza en alemán un juego de palabras entre los términos allgemein (general) y gemein (común; pero también vil, bajo, abyecto). Es un juego de palabras usado por Nietzsche con
frecuencia.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































También aquí hay un juego de palabras, en alemán, entre Berufe (profesiones)   y berufen (dotado de una vocación).
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Véase, sobre el mismo tema, Ecce homo.
Lo que los alemanes están perdiendo






























































































































































































































































































Ya antes en este libro ha mencionado Nietzsche los «pies ligeros» como «primer atributo de la divinidad».
Lo que los alemanes están perdiendo