EL CONOCIMIENTO DE DIOS ES ANÁLOGO
(LO UNIVOCO, LO EQUIVOCO Y LO ANÁLOGO)

Es imposible decir cosa alguna de Dios y de las criaturas en sentido unívoco. La razón de esto es porque todo efecto desproporcionado con el poder activo de su causa agente, recibe la semejanza del agente, no total y perfecta, sino deficiente, de tal manera que las perfecciones que en los efectos son múltiples y están divididas, en la causa están unidas y simplificadas, a la manera como el sol con una misma energía produce en los seres inferiores formas varias y multiformes. Pues de la misma manera, las perfecciones que en las criaturas están diseminadas y dispersas, pre­existen y están identificadas en Dios, según ya hemos dicho; y, por tanto, cuando a las criaturas se aplica algún nombre de perfección, éste la significa o expresa como cosa de naturaleza distinta de todo lo demás que hay en aquella criatura. Por ejemplo, cuando aplicamos a un hombre el calificativo de «sabio, significamos una perfección distinta de su esencia, de su poder, de su ser y de todo lo demás. Pero cuando aplicamos este calificativo a Dios, no pretendemos significar cosa distinta de la esencia, del poder o del saber divinos; y por esto, cuando el término «sabio») se aplica al hombre, en cierto modo circunscribe y diferencia la cualidad significada; pero cuando se aplica a Dios, deja la cualidad significada como algo no delimitado que desborda el significado del término. Por donde se ve que el término «sabio», y otro cualquiera, no se aplica en el mismo sentido al hombre y a Dios, y, por tanto, que no hay término alguno que se aplique unívocamente a Dios y a las criaturas.
Mas tampoco se les aplican en sentido puramente equívoco, como han querido algunos, pues en este caso no sería posible conocer ni demostrar cosa ninguna referente a Dios, y se incurriría siempre en la falacia llamada de equivocación, todo ello opuesto, lo mismo a los filósofos, que demuestran muchas cosas de Dios, que al Apóstol cuando dice: «Lo invisible de Dios se alcanza a conocer por medio de las criaturas.» Por consiguiente, se ha de decir que estos nombres se aplican a Dios y a las criaturas por modo de analogía. Este modo de ser común ocupa el lugar medio entre la pura y la simple univocación, pues los términos análogos ni tienen exactamente el mismo sentido, como sucede a los unívocos, ni sentido totalmente diverso, como pasa a los equívocos, sino que el término que así se aplica a muchos expresa diversas relaciones y proporciones con uno determinado, como el término "sano" es aplicado a la orina significa indicio de la salud del animal, y aplicado a la medicina designa la causa de la misma salud.
(Tomás de Aquino. Summa Theologica, 19-13, a.5)

Unívoco-Equívoco-Análogo

















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































ANALOGÍA DE PROPORCIÓN

Por consiguiente, se ha de decir que estos nombres se aplican a Dios y a las criaturas por modo de analogía, o sea, de proporción, que, tratándose de nombres, puede ocurrir de dos maneras: o porque muchos términos guardan proporción con uno solo, v gr., el término «sano»; que se aplica a la medicina y a la orina porque ambas cosas dicen orden y guardan proporción con la salud del animal, una como signo y otra como causa, o bien porque uno guarda proporción con otro, como el mismo término «sano, que se aplica a la medicina y al animal, por cuanto la medicina es causa de la salud del animal. Y de este segundo modo es como decimos algunas cosas de Dios y de las criaturas, en sentido no unívoco ni puramente equívoco, sino analógico, pues, según hemos dicho, no podemos denominar a Dios más que por las criaturas. Por consiguiente, lo que se diga de Dios y de las criaturas, se dice en cuanto hay cierto orden de la criatura a Dios como a principio y causa en la que preexisten de modo más elevado todas las perfecciones de los seres.
(Tomás de Aquino. Summa Theologica, 19-13, a.5)

Unívoco-Equívoco-Análogo

























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































ANALOGÍA DE PROPORCIONALIDAD
Por consiguiente los nombres que se dicen de Dios en sentido metafórico, antes se aplican a las criaturas que a Dios, porque, aplicados a Dios, no significa más que tienen algún parecido con las criaturas; pues, así como el verbo «reír», aplicado a una pradera no significa mas que, cuando se cubre de flores, se parece en lo placentero al hombre cuando ríe, con semejanza de proporcionalidad, así también el nombre "león", aplicado a Dios, no significa mas que Dios despliega en sus obras un vigor parecido al que pone el león en las suyas.
Esta misma razón razón podría valer para los nombres que se aplican a Dios en sentido no metafórico, si únicamente se le aplican en sentido causal como han querido algunos, pues en tal caso decir que Dios es bueno» equivaldría a decir que «es causa de la bondad» de las criaturas, y, por tanto, el término «bueno» incluiría en su concepto la bondad de la criatura, y se diría de ella antes que de Dios. Pero hemos demostrado que estos nombres no designan solamente la causalidad divina, sino también su esencia, y por esto, al decir que Dios es bueno y sabio, no sólo expresamos que es causa de la sabiduría o de la bondad, sino que estas cosas preexisten en Él de modo más elevado. Pues, según esto, se ha de sostener que, en cuanto a la cosa significada por el nombre, se dicen de Dios antes que de las criaturas, porque las perfecciones que expresan derivan de Dios a las criaturas; pero en en cuanto a la aplicación del nombre, primero las aplicamos a las criaturas, porque las conocemos» antes, y por ello su modo de significar es, según hemos dicho, el que compete a las criaturas.
(Summa Theologica, 19.13,a,6.)

Unívoco-Equívoco-Análogo