EL EVANGELIO DE SAN PABLO
SOBRE EL "CRISTIANISMO" DE SAN PABLO
(Introducción)
Antes de analizar la visión del cristianismo paulino es importante decir
algo acerca de la HELENIZACIÓN DEL JUDAISMO
llevado a cabo principalmente en Alejandría. Ya en el siglo III a de Cristo se
había traducido la biblia al griego lo que significó no solamente el cambio de
lengua sino también una visión helénica de la biblia en donde se resaltaba lo
ontológico sobre los histórico y en donde se tendía a despersonalizar a la
divinidad. No hay que olvidar tampoco que son judíos alejandrinos los primeros
en señalar que Pitágoras y Platón son plagiarios de la biblia. Toda esta
tradición culmina en FILON
(15 a de Cristo – 41 a de Cristo) con su visión de la transcendencia y de la
incognoscibilidad de Dios, y, sobre todo, con la doctrina de la creación del
mundo a través del Logos. Para Filón, Dios, produce el mundo, pero no
solamente el sensible sino también el inteligible. La palabra ( Logos ) es con lo
que Dios crea el mundo. Este Logos es instrumento y principio de creación y el
puente mediador que salva el abismo entre Dios y el hombre.
Por lo que se refiere al CRISTIANISMO DE SAN PABLO
habría que señalar que formuló una interpretación teológica de la figura de
Jesús y que acabó venciendo a la defendida por la comunidad judeo - cristiana
primitiva de Jerusalén. Esta desaparece totalmente con la destrucción de
Jerusalen y, toman su lugar las comunidades cristianas de Roma, Antioquía y
Alejandría. Con ello ese inicia una evolución doctrinal que culminará en el
siglo V con la victoria de la ortodoxia de la iglesia de Roma.
Pues bien, aunque la
tradición nos transmitió la idea de que el enfrentamiento entre Pablo y la
Iglesia de Jerusalen se centraba en la cuestión del respeto a la ley y sobre el
problema de la circuncisión, lo cierto es que estas cuestiones eran puramente
accidentales. El meollo del enfrentamiento se centraba en dos formas diferentes
de entender la crucifixión y el mesianismo. Antes hemos señalado cual era la
posición de la Urgemeinde sobre este tema. Veamos ahora la de San Pablo.
San Pablo cambia totalmente el sentido que la iglesia primitiva de Jerusalén
daba a la esperanza mesiánica sobre la la inminente parousia. En su lugar,
San Pablo, sitúa
una concepción de tipo gnóstico y mistérico: Cristo ya no es una personalidad
histórica real procedente del pueblo judío sino un ser divino que viene a
sacrificarse y salvar a toda la humanidad. Los agentes responsables de su muerte
no son ya los soldados romanos en alianza con la oligarquía judía, sino
poderes demoníacos (aquí sigue al gnosticismo) que habitan los planetas y
controlan los destinos humanos. El hecho de la crucifixión ( que la urgemeinde
había vivido como un gran fracaso ) es ahora convertida por San Pablo en un
acontecimiento redentor que desplaza a la parousia. Ahora, la salvación no es
algo que hay que esperar sino algo que ya ha sucedido a través de la figura de
Cristo. Lo que se necesita es de la fe y del bautismo para lograr la unión mística
con Dios cuya visión directa se logrará después de la muerte. Tal interpretación
debió sonar tan rara a los oídos de los primero seguidores de Jesús que acabó
siendo expulsado de la comunidad de Jerusalén.
En San Pablo está presente también la idea de la culpabilidad y desprecio
de lo terrenal, lo que conduce, por un lado, a defender el conformismo y la
resignación ante los poderes y los males de este mundo. De ahí que el
principio de obediencia al poder establecido. También defiende la idea del amor
universal y de la igualdad abstracta de todos los hombres, al margen de su
condición real el cual, por otra, si es el que es se debe a que Dios lo ha
decidido así. El esclavo es un liberto del señor y el amo un esclavo de
Cristo.
En definitiva: el verdadero fundador de lo que históricamente ha sido el cristianismo fue
San Pablo. Su particular interpretación teológica de la figura de Jesús acabó
venciendo al judeo-cristianismo primitivo e inaugurando una evolución doctrinal
que culminada en el siglo IV en la ortodoxia de la Iglesia Romana. El conflicto
entre los "dos evangelios" diferentes predicados por San Pablo y la
comunidad de Jerusalén fue tan fuerte que, aun siendo atenuado por los escritos
canónicos, ha dejado en ellos claros y múltiples ecos (Hechos, XV; Gál,II,I
Tes. 11, 141. Más allá de la cuestión del respeto a la Ley y la obligación
de circuncidarse, lo que se debatía era el sentido de la crucifixión (Gál.
I, II y III) y a su través la concepción de la tarea mesiánica. San
Pablo basa sus afirmaciones no en el conocimiento histórico de la vida y
predicación de Jesús sino en una personal y directa revelación (Gál. I. II y
ss.; I Cor, IX,1 y XV,8). El principio de su evangelio se halla implícito
en su conversión: "Plugo a Dios revelar a su Hijo en mí".
EL EVANGELIO DE SAN PABLO
CARACTERÍSTICAS DEL EVANGELIO DE SAN PABLO
Mucho antes de que los evangelistas elaboran su visión de la figura de Jesús
y de sus enseñanzas, San Pablo, había forjado en la Diáspora un evangelio que
chocaba frontalmente con las ideas presentes en la comunidad primitiva de
Jerusalén. Su rasgos esenciales eran los siguientes:
1º) Integra en su evangelio grandes dosis de la moral estoica
así como
vivencias místicas de las religiones mistéricas orientales que eran
desconocidas e inaceptables para la comunidad primitiva de Jerusalén. Por
ejemplo, defiende que todo lo que sucede es un MISTERIO que Dios ordenó y que
nadie de su siglo conoce. El mundo material es metafísicamente malo en cuanto
que está sometido a potencias demoníacas. El hombre únicamente puede salvarse
por la acción interior del espíritu y no por luchas en donde intervenga la
carne. El hombre se encuentra sujeto a potencias cósmicas hostiles debido a la
primera caída del hombre, pecado original que se extendió a toda la humanidad.
2º)Mantiene un gran parentesco con la corrientes GNOSTICAS (Bultman). La
diferencia con los gnósticos es que Pablo antepone a la idea de destino la idea
de culpabilidad que le llevará a defender un tipo de ética conformista al modo
de los estoicos. La comunidad cristiana es presentada como una comunidad de
amor, puramente espiritual y de base mística. Por su parte, Jesús es el Cristo
identificado con el espíritu de todos los creyentes: vosotros sois el cuerpo de
Cristo y cada uno separadamente sus miembros. Este hecho hace iguales a todos
los hombres aunque no desde el punto de vista de lo social o político, sino
desde el punto de vista de la experimentación religiosa. Además el reino y la
felicidad humanas no son de este mundo lo que implica que todo intento de luchar
por liberarse en la tierra es algo que no tiene sentido. Por ello, San Pablo
defiende claramente la tesis de obediencia debida al poder establecido.
3º)
elabora una Cristología en la que ya apuntan con claridad la divinización
de Jesús (Fil. II,9 y ss.; I Cor I, 2-4), su participación en la creación
(I Cor. VII,6 y sobre todo Col. I, 15 y ss), la preexistencia eterna del Cristo
en Dios (Gál. IV,4, II Cor. VII,9; Filip. II,11 y ss) y la filiación divina de
Cristo (Gal. IV, 4 ; Rom. VIII,32). Todas estas ideas eran no sólo
desconocidas sino también cuestionadas por la comunidad primitiva de
Jerusalén.
4º) Elabora una particular doctrina de la Redención (Efesios 1,7):
Cristo es el
segundo Adán, celeste y hecho de sustancia espiritual (II Cori III,17) que no
ha conocido el pecado (II Cor. V,21), Jesús crucificado (I Cor. II,21, venido
para salvar al hombre caído (Rom. VII, 14) desde la transgresión de Adán y el
consiguiente reinado do la muerte (Rom. V, 121). Jesús nos ha salvado tomando
en si al viejo hombre que ha expirado con él en la cruz (Rom. VI,6; II Coro V,
14 y ss.); por medio de Cristo, Dios ha reconciliado el mundo con él (II Cor.
V, 19).
En definitiva: la crucifixión, que para los primeros cristianos fue
inicialmente símbolo del fracaso mesiánico y sólo más tarde fue aceptada y
"justificada" como condición de la resurrección, es convertida por
San Pablo en un acontecimiento redentor que desplaza en importancia a la
Parusía. La Salvación no es algo que haya que esperar del futuro, por
inminente que éste sea, sino que es algo que ya ha ocurrido con el
sacrificio de Cristo, cuya expiación opera una transformación sobrenatural en
quienes acogen el carisma de la conversión individual. Rompiendo con la
antropología unitaria hebrea, introduce en el cristianismo la dualidad
carne-espíritu (Rom. VIII,5-6). Al modo gnóstico, considera la carne, la
materia, como realidad ontológica inferior, degradada, como pecado.
5º) Aunque San Pablo acepta la tesis de
la resurrección de Cristo y su posterior venida ( parousia ), sin embargo piensa
que tal venida no será tanto un hecho histórico real como un hecho místico
que cada uno debería interpretar interiormente. Tal venida, de hecho, se
produciría a través del bautismo. Este rito es lo que nos convierte en auténticos
cristianos ya que, a través de él, Jesús entraría en nosotros, vendría a
nosotros. Con ello, el soñado reino de Dios en la tierra por parte del mismo
Jesús y de sus
discípulos se esfuma totalmente con San Pablo. Ahora el reino de Dios tiene carácter
espiritual y reside en el interior de cada uno. No es de extrañar que la
Comunidad de Jerusalén lo expulsara de sus filas. Pero el que ríe el último
ríe mejor.
6º) Sólo el mundo
interior puede ser camino de salvación (Gál. V,22). Esta sólo se obtiene
por la fe, que instaura una unión mistica con el Cristo (Rom. III,21-23;
Gal. II. 16; I Cor. VII, 19; Gál. III,7-10; Rom. IX,30-33).
7º) Sustitución de la primitiva ética agónica
de fraternidad radical por una ética de mansedumbre y resignación basada en
la obediencia y la sumisión (Ef.VI,5-8) ante el Estado y la autoridad (Rom,
XIII,1-7).
8º) El reino de la Salvación, esa nueva vida, ya ha venido, es ya un
hecho presente por la crucifixión de Cristo; por ello, aunque San Pablo
conserva el lenguaje escatológico (I Tes.IV, 13-18; II Tes. I,6; 11,12;
I Cor. XV; Rom.11,5 y ss.) tiende a preocuparse más por la suerte Individual
del justo tras la muerte (Fil. I,21-23; II Cor. V, 1-8), retrasando la Parusía
(II Tes. III,5) y sobre todo alterando su sentido. Pues la salvación no se sitúa
ya en el futuro sino en un pasado eternamente presente y consiste en la
perpetuación ritual de ese pasado (la crucifixión): el eschaton (los últimos
días) ya ha comenzado y la Parusía no será sino la definitiva transparencia
"para el mundo" de la salvación ya presente, la final reasunción de
todo en el Pleroma, el Cuerpo de Cristo (Efes, I,22-23), donde "Dios es
todas las cosas en todos" (I Cor. XV,28).
9º) Añade lo que marcará el rasgo específico del cristianismo: "el Logos
se hízo carne y acampó entre nosotros". Todo el resto del Evangelio
(lleno de contradicciones con los Sinópticos) no es sino la interpretación
teológica y mística de la vida de Jesús al servicio de esa tesis: Jesús es
el Cristo, Logos encarnado, de naturaleza divina (Hijo de Dios), Salvador de
toda la humanidad.