El Uno rebosa a causa de su superabundancia lo que hace que surja un proceso de irradiación o emanación en donde cada nivel superior se refleja en uno inferior. Evidentemente en cada descenso que se produce se va perdiendo unidad y plenitud. 

Lo primeo que surge de lo uno es el espíritu  ( nous ) constituyéndose la esfera de las ideas, es decir, el arquetipo eterno de las cosas. Este ámbito de las ideas mantiene una comunión con el Uno aunque estamos ya ante algo diferenciado. Y es que, según Plotino,  el pensamiento es una dualidad ya que requiere la separación entre el pensante y lo pensado. Además el pensamiento lleva en sí la permanencia y la identidad pero también el movimiento y la diversidad. 

La siguiente esfera de la emanación es el alma. Del mismo modo que la palabra se produce  en la representación del pensar,  así también surge el alma a partir del espíritu o pensamiento. El alma es quien pone en conexión las esferas de lo espiritual y de lo material.

En cuanto alma del mundo anima al cosmos y produce en él armonía. 

En cuanto alma particular se une con la materia y crea las cosas particulares del mundo físico. La unión del alma (forma) con la materia hace que el alma se enturbie oscurezca su capacidad para mirar al espíritu  y a lo uno de donde procede.

La materia constituye el ámbito del no-ser ya que en sí misma no tiene forma, es desordenada y fea por ser lo más alejado de la luz de lo Uno. Plotino habla de oscuridad material.

Pero en el proceso de emanación además de descenso también hay un ASCENSO. Este ascenso implica un proceso de purificación. Nos impulsa hacia el ascenso el eros ( deseo ) de volver a la unidad originaria. Para llevar a cabo tal ascenso se ha de transitar por la contemplación de varios niveles. El arte nos conduce desde la captación de la belleza sensible hacia la belleza pura y formal. Por su  parte  a través de la filosofía el alma puede superar el mundo de las sombras de los cuerpos y volver a la contemplación del espíritu ( nous ). Por último a través del éxtasis se podría contemplar la plenitud de lo Uno.