PLACERES MÁS CERCANOS A LA VERDAD
Sócrates
Además de esto, hay todavía otra cosa que decidir con relación a ellos.
Protarco
¿Qué cosa?
Sócrates
¿Hay más afinidad entre la verdad y lo que es puro y sin mezcla, que entre la verdad y lo que es vivo, grande, considerable, numeroso?
Protarco
¿Con qué intención haces esta pregunta?, Sócrates.
Sócrates
En lo que de mí dependa, Protarco, no quiero omitir nada en el examen del placer y de la pena, de lo que el uno y la otra pueden tener de puro y de impuro, a fin de que presentándose ambos a ti, a mí y a todos los presentes, desprendidos de todo lo que les es extraño, nos sea más fácil formar nuestro juicio.
Protarco
Muy bien.
Sócrates
Formémonos la idea siguiente de todas las cosas, que llamamos puras, y, antes de pasar adelante, comencemos fijándonos en una.
Protarco
¿En cuál nos fijaremos?
Sócrates
Consideremos, si quieres, la blancura.
Protarco
Enhorabuena.
Sócrates
¿Cómo y en qué consiste la pureza de la blancura?, en la magnitud y en la cantidad?, ¿o consiste en aparecer sin mezcla, sin vestigio alguno de otro color?
Protarco
Es evidente que consiste en estar perfectamente desprendido de toda mezcla.
Sócrates
Muy bien. ¿No diremos, Protarco, que esta blancura es la más verdadera y al mismo tiempo la más bella de todas las blancuras, y no la que es mayor en cantidad y más grande?
Protarco
Con mucha razón, sin duda.
Sócrates
Si sostenemos que un poco de blanco sin mezcla es de hecho más blanco, más bello y más verdadero que mucho blanco mezclado, no diremos más que la pura verdad.
Protarco
Seguramente.
Sócrates
¡Pero qué! Al parecer no tendremos necesidad de muchos ejemplos semejantes para hacer la aplicación al placer, y basta este, para comprender que todo placer desprendido del dolor, aunque pequeño y en corta cantidad, es más agradable, más verdadero y más bello que otro, aunque sea más vivo y mayor en cantidad.
Protarco
Convengo en ello, y este solo ejemplo es suficiente.
Sócrates
¿Qué piensas de esto? ¿No hemos oído decir que el placer está, siempre en camino de generación, y nunca en el estado de existencia? Es, en efecto, lo que ciertas personas hábiles intentan demostrarnos; y debernos estarles agradecidos.
Protarco
¿Por qué razón?
Sócrates
Discutirá este punto contigo, mi querido Protarco, por medio de preguntas.
Protarco
Habla e interroga.
Sócrates
¿No hay dos clases de cosas, la una la de las que existen por sí mismas y la otra la de las que aspiran sin cesar hacia otra cosa?
Protarco
¿De qué cosas hablas?
Sócrates
La una es muy noble por su naturaleza; la otra es inferior a aquella en dignidad.
Protarco
Explícate más claramente aún.
Sócrates
Hemos visto, sin duda, hermosos jóvenes, que tenían por amantes a hombres llenos de valor.
Protarco
Sí.
Sócrates
Y bien, busca ahora dos cosas, que se parezcan a estas dos, entre todas aquellas que están unidas entre sí por una relación y que sea expresión de una tercera cosa.
Protarco
Di, Sócrates, con más claridad lo que quieres expresar.
Sócrates
No quiero remontarme, Protarco; pero la discusión parece que tiene gusto en entorpecernos. Quiere hacernos entender, que de estas dos cosas, la una está siempre hecha en vista de alguna otra; y la otra es aquella, en cuya vista se hace ordinariamente lo que es hecho por otra cosa distinta.
Protarco
Yo he tenido mucha dificultad en comprenderlo a fuerza de hacerlo repetir.
Sócrates
Quizá, querido mío, lo comprenderás mejor aún a medida que avancemos en la discusión.
Protarco
Sin duda.
Sócrates
Consideremos ahora otras dos cosas.
Protarco
¿Cuáles?
Sócrates
La una, el fenómeno; la otra, el ser.
Protarco
Admito estas dos cosas: el ser y el fenómeno.
Sócrates
Muy bien. ¿Cuál de las dos diremos que está hecha a causa de la otra: el fenómeno a causa de la existencia, o la existencia a causa del fenómeno?
Protarco
Me preguntas, si la existencia es lo que es a causa del fenómeno.
Sócrates
Así parece.
Protarco
En nombre de los dioses, ¿qué pregunta es esta?
Sócrates
Es la siguiente, Protarco. Di; ¿la construcción de los buques se hace en vista de los buques o los buques en vista de su construcción, y así de las demás cosas de la misma naturaleza? He aquí, Protarco, lo que quiero saber de ti.
Protarco
¿Por qué no te respondes a ti mismo?, Sócrates.
Sócrates
No hay inconveniente; pero quiero que tomes parte en lo que yo diga.
Protarco
Con gusto.
Sócrates
Digo, pues, que los ingredientes, los instrumentos, los materiales de todas las cosas entran aquí en vista de algún fenómeno; que todo fenómeno se verifica, ya en vista de una existencia, ya en vista de otra; y la totalidad de los fenómenos en vista de la totalidad de las existencias.
Protarco
Eso es muy claro.
Sócrates
Por consiguiente, si el placer es un fenómeno, es indispensable que se verifique en vista de alguna existencia.
Protarco
Convengo en ello.
Sócrates
Pero la cosa, en vista de la que es hecho siempre lo que se hace en vista de otra cosa, debe ser puesta en la clase del bien; y es preciso poner, querido mío, en otra clase lo que se hace en vista de otra cosa.
Protarco
De toda necesidad.
Sócrates
Luego si el placer es un fenómeno, ¿no tendremos razón para ponerlo en otra clase que la del bien?
Protarco
Tienes razón.
Sócrates
Así, pues, como dije al empezar esta discusión, es preciso estar agradecido al que nos ha hecho conocer que el placer es un fenómeno y que no tiene absolutamente existencia por sí mismo; porque es evidente que el que esto sostiene, se burla de los que dicen que el placer es el bien.
Protarco
Seguramente.
Sócrates
Este mismo se burlará también sin duda de los que hacen consistir toda su felicidad en los fenómenos.
Protarco
¿Cómo y de quién hablas?
Sócrates
De los que, matando el hambre, la sed y otras necesidades semejantes, que se satisfacen por medio de fenómenos, se regocijan con estos por el placer que les causan; y dicen que no querrían vivir si no estuviesen sujetos a la sed y al hambre, y si no experimentasen todas las sensaciones, que se pueden llamar consecuencias de esta clase de necesidades.
Protarco
Por lo menos en esta disposición se muestran.
Sócrates
¿No convendrá todo el mundo en que la alteración de un fenómeno es lo contrario de su generación?
Protarco
Sin duda.
Sócrates
Así es que el que escoge la vida del placer, escoge la generación y la
alteración, y no el tercer estado en el que no tienen lugar el placer, ni el
dolor, y sí la más pura sabiduría.