SOBRE LAS CIENCIAS Y LAS ARTES
Protarco
Veo bien, Sócrates, que es el más grande de los absurdos poner el bien del hombre en el placer.
Sócrates
Es cierto. Digamos ahora lo mismo de otra manera.
Protarco
¿De qué manera?
Sócrates
¿Cómo puede dejar de ser un absurdo que, no existiendo nada bueno, nada bello, en el cuerpo, ni en ninguna otra cosa, y sí sólo en el alma, pueda ser el placer el único bien de esta misma alma, y que la fuerza, la templanza, la inteligencia y todos los demás bienes de que está dotada puedan despreciarse? ¿No sería también absurdo decir que el que no experimenta placer y sí dolor, es malo durante todo el tiempo que sufre, aunque por otra parte sea el hombre más virtuoso del mundo? Y por el contrario, que el que experimenta placer, sólo por esto se le haya de tener por virtuoso, y tanto más cuanto mayor sea el placer?
Protarco
Todo eso, Sócrates, es absurdo.
Sócrates
Pero no se nos eche en cara, que, después de haber examinado el placer con el mayor rigor, parece que queremos desentendernos en cierta manera de la inteligencia y de la ciencia. Ataquémoslas con resolución por todos rumbos, para ver si tienen algún punto débil, hasta que, descubierto lo más puro de su naturaleza, nos sirvamos en el juicio que debemos formar en común de lo que la inteligencia de una parte y el placer de otra tienen de más real en sí.
Protarco
Muy bien.
Sócrates
¿No se dividen las ciencias en dos ramas, que tienen a mi juicio por objeto, la una, las artes mecánicas, y la otra la educación, ya del alma, ya del cuerpo? ¿No es así?
Protarco
Sí.
Sócrates
Veamos por el pronto, con relación a las artes mecánicas, si en ciertos conceptos participan más de la ciencia y menos en otros, y si es preciso mirar como muy pura la parte que afecta a la ciencia, y como muy impura la otra.
Protarco
Sin duda.
Sócrates
Separemos, pues, en las artes las que están a la cabeza de las demás.
Protarco
¿Qué artes y cómo las separaremos?
Sócrates
Por ejemplo, si se separa de las artes la de contar, medir y pesar, lo que quede, a decir verdad, será bien poca cosa.
Protarco
Convengo en ello.
Sócrates
Después de esto, no queda otro recurso que acudir a las probabilidades, ejercitar los sentidos mediante la experiencia y una cierta rutina, valiéndose del talento de conjeturar, al que dan muchos el nombre de arte, cuando ha llegado a adquirir su perfección por la reflexión y el trabajo.
Protarco
Lo que dices es indudable.
Sócrates
¿No se encuentra en este caso la música, puesto que no arregla sus armonías por la medida sino por las conjeturas que al azar suministra el hábito; así como la parte instrumental de este arte tampoco se somete a una justa medida al poner en movimiento cada cuerda, obrando también por conjetura, de manera que en la música hay muchas cosas oscuras y muy pocas ciertas?
Protarco
Nada más verdadero.
Sócrates
Tendremos que lo mismo sucede con la medicina, con la agricultura, con la navegación y con el arte militar.
Protarco
Sin duda.
Sócrates
Que, por el contrario, la arquitectura hace uso, a mi parecer, de muchas medidas e instrumentos que la dan una grande fijeza, y la hacen más exacta, que la mayor parte de las ciencias.
Protarco
¿En qué?
Sócrates
En la construcción de buques, de casas y de otras grandes obras de carpintería, porque pienso que se sirve de la regla, del torno, del compás, de la plomada y del desabollador.
Protarco
Dices verdad, Sócrates.
Sócrates
Separemos, pues, las artes en dos órdenes, puesto que unas, siendo dependientes de la música, tienen menos precisión en sus obras; y otras que, perteneciendo a la arquitectura, la tienen mayor.
Protarco
Sea así.
Sócrates
Coloquemos entre las artes más exactas aquellas de que al principio hicimos mención.
Protarco
Me parece que hablas de la aritmética y de las otras artes que mencionaste con ella.
Sócrates
Justamente. Pero, Protarco, ¿no habrá precisión de decir, que estas mismas artes son de dos clases?, ¿o qué piensas tú?
Protarco
Te suplico, me digas qué artes.
Sócrates
Por el pronto, la aritmética. ¿No debemos reconocer que hay una vulgar y otra propia de los filósofos?
Protarco
¿Y cómo se fija la diferencia que hay entre estas dos clases de aritmética?
Sócrates
No es pequeña, Protarco. Porque el vulgo hace entrar en el mismo cálculo unidades desiguales, como dos ejércitos, dos bueyes, dos unidades muy pequeñas o muy grandes. Los filósofos, por el contrario, nunca darán oídos a quien se niegue a admitir, que, entre todas las unidades, no hay una unidad que no difiera absolutamente nada de otra unidad.
Protarco
Tienes razón en decir, que entre los que hacen uso de la ciencia de los números no es pequeña la diferencia, y por consiguiente que hay fundamento para distinguir dos especies de aritméticas.
Sócrates
¡Pero qué!, el arte de calcular y de medir, que emplean los arquitectos y los mercaderes, no difiere de la geometría y de los cálculos razonados de los filósofos? Diremos que es el mismo arte, o los contaremos como dos?
Protarco
Después de lo que se acaba de decir, mi dictamen es que son dos artes.
Sócrates
Muy bien. ¿Concibes por qué hemos entrado en esta discusión?
Protarco
Quizá. Sin embargo, me daré por satisfecho, si oigo de tu boca la contestación a esa pregunta.
Sócrates
Me parece que con este discurso nos proponemos ahora, como en un principio, proceder a una indagación, que guarde consonancia con la que ya hicimos sobre los placeres, y para examinar también si a la manera que hay unos placeres más puros que otros, sucede lo mismo respecto de las ciencias.
Protarco
Es claro que estamos comprometidos por ese rumbo.
Sócrates
¡Pero qué!, ¿no hemos visto ya antes, que unas artes son más precisas y otras más confusas?
Protarco
Es cierto.
Sócrates
Con relación a las artes más exactas, después de haber llamado a cada una con un solo nombre, y hecho nacer en nosotros el pensamiento de que este arte es uno; ¿no parece ahora que son dos artes y ocurre interrogar de nuevo, para saber lo que hay de preciso y de puro en cada uno, y si el arte que emplean los filósofos es más exacto que el arte de los que no lo son?
Protarco
En efecto, me parece que es eso lo que se intenta averiguar.
Sócrates
Y bien, ¿qué respuesta daremos?
Protarco
¡Oh Sócrates!, ¡qué diferencias tan sorprendentes hemos llegado a encontrar entre las ciencias a fuerza de precisarlas!
Sócrates
De esa manera responderemos con más facilidad.
Protarco
Sin duda; y diremos, que las artes, que tienen por objeto la medida y el número, difieren infinitamente de las otras; y aun estas mismas, en tanto que aplicadas por los verdaderos filósofos, las superan por la exactitud y la verdad más de lo que puede imaginarse.
Sócrates
Sea como tú dices, y bajo tu palabra responderemos con confianza a los hombres temibles por su habilidad en el arte de prolongar la discusión, que...
Protarco
¿Qué?
Sócrates
Que hay dos aritméticas y dos geometrías, y que, dependiendo de estas otra multitud de artes, aunque comprendidas bajo un solo nombre, son, sin embargo, dobles de la misma manera.
Protarco
En buena hora, demos esta respuesta, Sócrates, a esos hombres, que, según dices, son tan temibles.
Sócrates
Diremos, pues, que estas ciencias son de la más completa exactitud.
Protarco
Seguramente.
Sócrates
Pero, Protarco, la dialéctica nos echaría en cara, que dábamos a otra ciencia la preferencia sobre ella.
Protarco
¿Qué debe entenderse por dialéctica?
Sócrates
Es claro que es la ciencia, que conoce todas las ciencias de que hablamos. Creo, en efecto, que todos los que tienen un poco de inteligencia convendrán en que el conocimiento más verdadero, sin comparación, es el que tiene por objeto el ser, lo que existe realmente, y cuya naturaleza es siempre la misma. Y tú, Protarco, ¿qué juicio formas?
Protarco
Sócrates, he oído muchas veces decir a Gorgias, que el arte de persuadir tiene ventajas sobre los demás, porque todo se somete a él, no por la fuerza, sino por la voluntad; en una palabra, que es el más excelente de todos. Pero yo no querría ahora combatir su opinión, ni la tuya.
Sócrates
Me parece, que en el momento de tomar las armas contra mí, te ha dado vergüenza y las has abandonado.
Protarco
Pues bien. Sea lo que quieres con respecto a estas ciencias.
Sócrates
¿Es culpa mía si no has comprendido bien mi pensamiento?
Protarco
¿Cómo?
Sócrates
No te he preguntado, mi querido Protarco, cuál es el arte o la ciencia que está por cima de las otras en razón de su importancia, de su excelencia y de las ventajas que de ellas se sacan, sino cuál es la ciencia, cuyo objeto es el más claro, exacto y verdadero, sea o no de una gran utilidad. He aquí lo que ahora buscamos. Así, míralo bien; no te expondrás a la indignación de Gorgias, concediendo al arte que profesa la ventaja sobre todos, respecto a la utilidad que resulta a los hombres. Pero en cuanto a la ciencia de que yo hablo, así como decía antes, con motivo de lo blanco, que un poco de blanco, con tal que sea puro, supera a una gran cantidad que no lo sea, por ser lo blanco lo verdadero; en igual forma, después de una seria atención y reflexiones suficientes, sin tener en cuenta la utilidad de las ciencias, ni la celebridad que nos dan, sino considerando únicamente que hay en nuestra alma una facultad destinada a amar lo verdadero, y dispuesta a arrostrarlo todo para llegar a conocerlo, habiendo buscado por otra parte lo que hay de puro en la inteligencia y la sabiduría, veamos si no es razonable decir que estos objetos puros son lo propio de esta facultad, o si es preciso buscar otra más excelente.
Protarco
Ya lo examino, y me parece difícil conceder, que ninguna otra ciencia, ni ningún otro arte, tengan más verdad que la dialéctica.
Sócrates
Lo que te ha obligado a pensar así, ¿no ha sido la observación que has hecho, de que la mayor parte de las artes y de las ciencias, que tienen por objeto este mundo, dan mucho a las opiniones y examinan con grande aplicación lo que a ellas pertenece? Por ejemplo, cuando alguno se propone estudiar la naturaleza, ya sabes que ocupa toda su vida en averiguar cómo ha sido producido este universo, y cuáles son los efectos y causas de lo que en él pasa. ¿No es esto lo que decimos?
Protarco
Sí.
Sócrates
¿No es cierto que el objeto que este hombre se propone en sus investigaciones no es lo que existe siempre, sino lo que se hace, lo que se hará y lo que se ha hecho?
Protarco
Es muy cierto.
Sócrates
¿Podemos decir que hay algo de evidente, conforme a la más exacta verdad, en lo que nunca ha existido, ni existirá, ni existe en lo presente de una manera estable?
Protarco
¿Y el medio?
Sócrates
¿Cómo tendremos conocimientos sólidos sobre objetos que no tienen ninguna consistencia?
Protarco
Creo que no puede haberlos.
Sócrates
Por consiguiente, la verdad pura no se encuentra en la inteligencia y en la ciencia que se tiene de estos objetos.
Protarco
No es posible.
Sócrates
Por lo tanto, es preciso que dejemos esto a un lado, tú, yo, Gorgias y Filebo; y escuchando sólo a la razón, debemos afirmar lo siguiente.
Protarco
¿Qué?
Sócrates
Que la estabilidad, la pureza, la verdad y lo que nosotros llamamos sinceridad, no se encuentran sino en lo que subsiste siempre, en el mismo estado, de la misma manera, sin ninguna mezcla, y en seguida en lo que más se aproxime a esto; y que todo lo demás no debe ser colocado sino después y en grado inferior.
Protarco
Nada más cierto.
Sócrates
Por lo que toca a los nombres que expresan estos objetos, ¿no es muy justo dar los más bellos a los más bellos objetos?
Protarco
Sin duda.
Sócrates
¿No son los nombres más preciosos los de inteligencia y sabiduría?
Protarco
Sí.
Sócrates
Pueden ser aplicados con justa razón y con exacta verdad a los pensamientos que tienen por objeto el ser real.
Protarco
Seguramente.
Sócrates
Lo que antes he sometido a nuestro juicio no es otra cosa que estos nombres.
Protarco
Es cierto, Sócrates.
Sócrates
Sea así. Y si alguno dijese, que nos parecíamos a obreros, a cuya disposición se pusiese la sabiduría y el placer como materiales que deben amalgamarse, para formar una obra, ¿no sería exacta esta comparación?
Protarco
Muy exacta.
Sócrates
¿Convendrá ahora hacer esta amalgama?
Protarco
Sin duda.