LO LIMITADO Y LO ILIMITADO
Sócrates
Digo, que las dos especies, que he sentado por el pronto, son la una infinita y la otra finita. Voy a esforzarme en probarte, que la infinita es en cierta manera muchos. En cuanto a lo finito, que nos espere.
Protarco
Nos esperará.
Sócrates
Fíjate, pues, porque lo que quiero que consideres es difícil y no exento de dudas, y así míralo bien. En primer lugar, examina, si descubrirás algún límite en lo que es más caliente o más frío, o si el más o el menos que reside en esta especie de seres, en tanto que en ellos permanece, no les impide tener un límite; porque desde el momento en que un fin sobreviene, ellos dejan de existir.
Protarco
Eso es muy cierto.
Sócrates
Lo más y lo menos, decimos, se encuentran siempre en lo más caliente y en lo más frío.
Protarco
Sí, ciertamente.
Sócrates
Por consiguiente, la razón nos hace siempre entender, que estas dos cosas no tienen fin, y no teniendo fin, necesariamente son infinitas.
Protarco
Muy vigoroso estás, Sócrates.
Sócrates
Has comprendido perfectamente mi pensamiento, mi querido Protarco, y me recuerdas, que el término vigoroso de que acabas de valerte, y el de suave, tienen la misma propiedad que el más y el menos, porque en cualquier punto en que se encuentren, no consienten que la cosa tenga una cantidad determinada, sino [45] que pasando siempre de lo más fuerte relativamente a lo más suave, y recíprocamente, hacen que nazca el más y el menos, y obligan a que desaparezca el cuánto. En efecto, como ya se ha dicho, si no hiciesen desaparecer el cuánto, y lo dejasen ocupar el lugar de lo más y de lo menos, de lo fuerte y de lo suave, desde aquel acto no subsistirían en el punto que ellos ocupaban. Habiendo admitido el cuánto ya no serían más calientes, ni más fríos, porque lo más caliente crece siempre sin nunca detenerse, y lo mismo lo más frío, en lugar de que el punto fijo es fijo, y cesa de serlo desde que marcha adelante. De donde se sigue, que lo más caliente es infinito, lo mismo que su contrario.
Protarco
Por lo menos la cosa parece así, Sócrates. Pero como decía antes, esto no es fácil de comprender. Quizá a fuerza de insistir en ello, nos pondremos perfectamente de acuerdo, tú interrogando y yo respondiendo.
Sócrates
Tienes razón, y es lo que procuraremos hacer. Por ahora, mira si admitimos ese carácter distintivo de la naturaleza del infinito, para no extendernos demasiado, recorriéndolos todos.
Protarco
¿De qué carácter hablas?
Sócrates
Todo lo que nos parezca hacerse más o menos, consentir lo fuerte y lo suave y aun lo demasiado y demás cualidades semejantes, es preciso que lo reunamos en cierta manera en uno, colocándolo en la especie del infinito, según lo que hemos dicho antes, de que, en cuanto fuese posible, debíamos reunir las cosas separadas y divididas en muchas ramas y marcarlas con el sello de la unidad; ¿te acuerdas?
Protarco
Sí, me acuerdo.
Sócrates
Parece que obraremos bien, si ponemos en la clase de lo finito lo que no admite estas cualidades, y sí las contrarias, primeramente lo igual y la igualdad, en seguida lo doble, y todo lo que es como un número respecto a otro número, y una medida respecto a otra medida. ¿Qué piensas de esto?
Protarco
Así debe ser, Sócrates.
Sócrates
Sea así. ¿Bajo qué idea representaremos la tercera especie que resulta de la mezcla de las otras dos?
Protarco
Yo espero que eso me lo enseñarás tú.
Sócrates
No seré yo, sino un Dios, si alguno se digna oír mis súplicas.
Protarco
Suplica, pues, y reflexiona.
Sócrates
Reflexiono, y me parece, Protarco, que alguna divinidad nos ha sido favorable en este momento.
Protarco
¿Cómo dices eso, y qué medio tienes para conocerlo?
Sócrates
Te lo diré; fija bien tu atención.
Protarco
No tienes más que decir.
Sócrates
Hablamos antes de lo caliente y de lo frío; ¿no es así?
Protarco
Sí.
Sócrates
Añadid lo más seco y lo más húmedo, lo más y lo menos numeroso, lo más ligero y lo más lento, lo más grande y lo más pequeño, y todo lo que hemos comprendido antes bajo una sola especie, a saber, la que consiente el más y el menos.
Protarco
Hablas al parecer de la del infinito.
Sócrates
Sí. Mezcla ahora con esta especie los caracteres de la del finito.
Protarco
¿Qué caracteres?
Sócrates
Los que debemos reunir bajo una sola idea, como lo hicimos respecto de los del infinito, pero que no llegamos a hacerlo. Quizá ahora llegaremos a lo mismo, porque, estando reunidas estas dos especies, la tercera se mostrará a nuestros ojos.
Protarco
¿Cuál y cómo la entiendes?
Sócrates
Entiendo la especie de lo igual, de lo doble, en una palabra, de lo que hace cesar la enemistad entre los contrarios, y produce entre ellos la proporción y el acuerdo por medio del número que ella introduce.
Protarco
Lo concibo. Me parece que quieres decir, que si se mezclan estas dos especies, resultarán de cada mezcla ciertas generaciones.
Sócrates
No te engañas.
Protarco
Prosigue.
Sócrates
¿No es cierto, que en las enfermedades la debida mezcla de lo finito con lo infinito engendra el estado de salud?
Protarco
Sin contradicción.
Sócrates
¿Que la misma mezcla, cuando recae en lo que es agudo y grave, ligero y pesado, que pertenece a lo infinito, imprime en ello el carácter de lo finito, dando una forma perfecta a toda la música?
Protarco
Seguramente.
Sócrates
De igual modo, cuando tiene lugar respecto a lo frío y a lo caliente, quita el lo demasiado y lo infinito, sustituyéndolo con la medida y la proporción.
Protarco
Sin duda.
Sócrates
Las estaciones y todo lo que hay de bello en la naturaleza, ¿no nace de esta mezcla de lo infinito y de lo finito?
Protarco
Sin dificultad.