Antes de abordar de modo directo la cuestión relativa a la
idea de conexión necesaria...es importante abordar algunas otras cuestiones
cuyo examen quizá nos proporcione alguna indicación útil para dilucidar la
dificultad presente. De entre estas cuestiones hay dos que pasaré a examinar, a
saber: Primera. ¿Por qué razón declaramos necesario que algo cuya
existencia ha comenzado debe tener también una causa? Segunda. ¿Por qué
concluimos que tales causas particulares deben tener necesariamente tales
efectos particulares, y cuál es la naturaleza de esta inferencia que hacemos de
las unas a los otros y de la creencia en que nos basamos?..... Comenzaré
con la primera cuestión, referente a la necesidad de la causa, es una
máxima general en filosofía que todo lo que comienza a existir debe tener una
causa de su existencia. Esto se admite como
cierto en todos los razonamientos sin que
se dé o se pida una prueba. Se supone que se funda en la intuición y que es
una de las máximas que, aunque pueden ser
negadas de palabra, es imposible que los hombres
duden en el fondo de ellas. Sin embargo, si examinamos esta máxima mediante la
idea o conocimiento antes explicado, no descubriremos en ella señal alguna
de una certidumbre intuitiva de este género,
sino que, por el contrario, hallaremos que
su naturaleza es extraña a esta especie de convicción. Toda
certidumbre surge de la comparación de las ideas y del descubrimiento de
las relaciones que son inalterables...pero
tales relaciones no se encuentran presentes en la idea de conexión
necesaria. Por tatno, esta proposición no es intuitivamente cierta.....
Jamás podremos
demostrar la necesidad de la causa de cada nueva
existencia o nueva modificación de
existencia sin mostrar a la vez la imposibilidad que existe de que algo pueda
comenzar a ser sin algún principio productivo, y
si la última proposición no puede ser
probada debemos desesperar de llegar a ser capaces de probar la primera.
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Se dice que todo debe tener una causa, pues si algo careciese
de causa se produciría por sí mismo, es decir, existiría antes de haber
existido, lo que es imposible. Pero este
razonamiento es claramente erróneo......El verdadero estado de la cuestión consiste en saber si todo
objeto que comienza a existir debe su
existencia a una causa, y esto es lo que yo afirmo que no es cierto ni intuitiva
ni demostrativamente, y espero haberlo probado bastante por el razonamiento
que precede. Ya
que no es por el conocimiento o por un razonamiento científico por lo que
derivamos la opinión de la necesidad de una
causa para cada nueva producción, dicha
opinión debe necesariamente surgir de la observación y experiencia. La
próxima cuestión, pues, debe ser
naturalmente saber cómo la experiencia da lugar a un principio
tal. Sin embargo, como encuentro que será más conveniente reducir esta cuestión
a la que sigue, a saber: por qué concluimos que tales causas particulares
tengan tales efectos particulares.....Para
responder a esta pregunta debemos examinar la cuestión que se nos presentó primeramente y que dejamos a un lado en nuestro
camino, a saber: cuál
es nuestra idea de la necesidad cuando decimos que dos objetos
están necesariamente
enlazados entre ellos. Sobre este asunto repito que he tenido
frecuentemente ocasión
de observar que, como no tenemos ninguna idea que no se derive
de impresiones,
debemos hallar alguna impresión que dé lugar a la idea de la
necesidad si afirmamos
que tenemos realmente tal idea. Para esto considero en qué
objeto se supone
comúnmente que reside la necesidad, y hallando que se atribuye
siempre a las causas
y efectos, dirijo mi vista a dos objetos que se supone están
enlazados por esta
relación y los examino en todas las situaciones de que son
susceptibles. Inmediatamente
percibo que son contiguos en tiempo y lugar y que el objeto que
llamamos
causa precede al que llamamos efecto. En ningún caso puedo ir
más lejos ni es
posible para mí descubrir una tercera relación entre estos
objetos.... La
reflexión sobre varios casos tan
sólo repite los mismos objetos, y, por consiguiente, no puede
dar lugar a una nueva
idea. Sin embargo, basándonos en una investigación ulterior,
hallo que la repetición
no es en cada caso particular la misma, sino que produce una
nueva impresión, y por
este medio, la idea que examino al presente; pues después de
una repetición frecuente
hallo que ante la aparición de uno de los objetos el espíritu
se halla determinado
por la costumbre a considerar su acompañante usual y a
considerarlo de un modo
más enérgico por su relación con el primer objeto. Es la
impresión, pues, o la determinación
la que me proporciona la idea de la necesidad. |
La repetición de casos enteramente semejantes no puede dar
jamás lugar a una
idea original diferente de la que se halla en un caso
particular, como ya ha sido
observado y como se sigue de nuestro principio fundamental de
que todas las ideas
son copias de impresiones.....Sin embargo, es evidente que la repetición de
objetos análogos
en relaciones análogas de sucesión y contigüidad
aunque....no puedan producir una
nueva cualidad en el
objeto que puede ser el modelo de esta idea, sin embargo, la
observación de esta
semejanza produce una nueva IMPRESIÓN
EN EL ESPÍRITU, que es
su modelo real, pues
después que hemos observado la semejanza en un número
suficiente de casos, inmediatamente
sentimos una determinación del espíritu a pasar de un objeto a
su acompañante
usual y a concebirlo de un modo más enérgico debido a esta
relación. Esta
determinación es el único efecto de la semejanza y, por
consiguiente, debe ser lo
mismo que el poder o influencia, cuya idea se deriva de la
semejanza. Los varios
casos de enlaces semejantes nos llevan a la noción de poder y
necesidad. Estos casos
son en sí mismos totalmente distintos los unos de los otros y
no tienen más unión
que la concedida por el espíritu que los observa y reúne sus
ideas. La necesidad,
pues, es el efecto de esta observación y no es más que una
impresión interna del
espíritu o una determinación para llevar nuestros pensamientos
de un objeto a otro.
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La idea de la necesidad surge de alguna impresión. No existe impresión alguna proporcionada por nuestros sentidos que pueda dar lugar a esta idea. Debe, pues, derivarse de alguna impresión interna o impresión de reflexión. No existe ninguna impresión interna que tenga alguna relación con el presente problema más que la inclinación que la COSTUMBRE produce a pasar de un objeto a la idea de su acompañante usual. Esto, por consiguiente, es la esencia de la necesidad. En resumen, la necesidad es algo que existe en el espíritu, no en los objetos... Cuando examino con la mayor exactitud los objetos que se denominan comúnmente causas y efectos hallo, al considerar un caso único, que un objeto precede al otro y le es contiguo, y extendiendo mi consideración a varios casos, encuentro solamente que objetos análogos se hallan situados constantemente en análogas relaciones de sucesión y, contigüidad. Además, cuando considero la influencia de este enlace constante percibo que una relación tal jamás puede ser objeto de razonamiento y jamás puede actuar sobre el espíritu más que por medio de la costumbre que determina la imaginación a hacer la transición de la idea.
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