Aunque en los capítulos anteriores
nos hemos detenido bastante en consideraciones sobre el espacio y la
duración, sin embargo, como son ideas de interés general,
que tienen en su naturaleza algo muy abstruso y peculiar, el compararlas
con otras ideas quizá pueda resultar útil para su ilustración; y tal
vez podamos tener una concepción más clara y distinta de ellas al
examinarlas conjuntamente. Llamo expansión a la distancia o espacio, en
su concepción simple y abstracta, para evitar la confusión, y para
distinguirla de la extensión, la cual algunos utilizan para expresar esta
distancia sólo en tanto que está en las partes sólidas de la materia de
manera que incluye, o al menos introduce, la idea de cuerpo mientras que
la idea de distancia pura no incluye una cosa semejante. También prefiero
la palabra expansión a la de espacio, porque la palabra espacio a menudo
se aplica a la distancia de partes fugaces y sucesivas, que nunca existen
juntas, así como a aquellas que son permanentes. En ambas (es decir,
expansión y duración) la mente tiene esta idea común de longitudes
continuadas, capaces de cantidades mayores o menores. Porque un hombre
tiene una idea tan clara de la diferencia de la longitud entre una hora y
un día, como la que tiene de la diferencia que hay entre una pulgada y un
pie.
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Después que la mente ha obtenido
la línea de la longitud de cualquier parte de expansión, sea de un
palmo, de un paso o de la longitud que se prefiera, puede, como se ha
dicho, repetir esa idea, y de esta manera, añadiéndola a la anterior,
ampliar su idea de longitud, y hacerla igual a dos palmos o a dos pasos; y
ello, cuantas veces quiera, hasta igualar la distancia de dos partes
cualesquiera de la tierra entre sí, y hasta incrementar de esta manera
esa distancia para llegar a la del sol o a la de la estrella más remota.
Mediante una progresión semejante, cuyo punto de partida sea el lugar
donde se encuentra, o cualquier otro sitio, la mente procede y pasa más
allá de todas estas longitudes, sin que encuentre nada que detenga
su avance, bien en los lugares en que existe
un cuerpo, bien en los lugares donde no existe. Cierto es que podemos
imaginar fácilmente en nuestros pensamientos el llegar al final de la
extensión sólida: los extremos y los límites del solo cuerpo no nos
dificultan excesivamente el llegar a ellos; pero una vez que la mente se
encuentra allí, no halla nada que obstaculice su progreso en una expansión
ilimitada, de la que no puede encontrar ni concebir ningún fin. Y no se
diga que más allá de los límites del cuerpo no hay nada, a menos que se
quiera confinar a Dios dentro de los límites de la materia....Por su
parte la duración no está limitada por el movimiento. |
Creo que de aquí podemos llegar a
deducir la razón por la que todo el mundo habla familiarmente y sin la
menor vacilación de la eternidad, dándola por supuesta, y no ponen ningún
obstáculo en darle infinitud a la duración, pero que la mayor parte
admiten y suponen con mayores dudas y reservas la infinitud del espacio.
La razón de esto me parece que estriba en lo siguiente, como la duración
y la extensión se usan como nombres de acepciones que pertenecen a otros
seres, fácilmente concebimos la duración infinita en Dios, y no podemos
evitar que ocurra de esta manera; pero como no le (a Dios) atribuimos
ninguna extensión, sino sólo a la materia, que es finita, tendemos a
dudar de la existencia de la expansión sin materia, de lo cual suponemos,
por lo general, que sólo es un 1atributo. Y, por tanto, cuando los
hombres piensan en el espacio, tienden a detenerse en los límites del
cuerpo, como si también el espacio terminara ahí, sin extenderse más
cuando estas ideas al ser tomadas en consideración les llevan más lejos,
sin embargo, denominan. lo que está más allá de los límites del
universo un espacio imaginario, como si no fuese nada porque no hay ningún
cuerpo que exista en él.
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El tiempo en general es a la duración
lo mismo que el lugar a la expansión. Son una gran parte de esos
ilimitados océanos en eternidad e inmensidad, que se distinguen del
resto, como si fueran mediante linderos, y que de esta manera se usan para
denotar la oposición de los seres finitos y reales, uno con respecto al
otro, en esos infinitos océanos uniformes de duración y espacio. Estos,
correctamente considerados, son solamente ideas de determinadas distancias
a partir de ciertos puntos conocidos, fijados en las cosas sensibles que
se pueden distinguir, y que se suponen guardan la misma distancia entre sí.
A partir de tales puntos fijados en las cosas sensibles, computamos y
medimos nuestras porciones de aquellas cantidades infinitas; las cuales,
consideradas de esta manera, son lo que llamamos tiempo y lugar. Porque,
como la duración y el espacio son en sí mismos uniformes e ilimitados,
el orden y la posición de las cosas, sin tales puntos conocidos y
establecidos, se perderán, y todas las
cosas estarían mezcladas con una confusión irremediable. |
Hay otra cosa en la que espacio y
duración tienen gran conformidad, y es que, aunque justamente la
computemos dentro de nuestras ideas simples, sin embargo, ninguna de las
ideas distintas que tenemos acerca de uno y de otra son sin alguna manera
de composición. Entra dentro de la misma naturaleza de ambos el constar
de partes, pero corno sus partes son todas de la misma clase, y sin mezcla
de ninguna otra idea, nada les impide el tener un
lugar entre las ideas simples... Pero, desde el momento en que la mente no
es capaz de formarse una idea de ningún espacio sin partes, utiliza, a su
vez, las medidas comunes que, por el uso familiar de cada país, se han
impreso en la memoria (tales como pulgadas y pies, o codos y parasangas; y
también, segundos, minutos, horas, días y años para la duración); la
mente utiliza, digo, tales ideas como éstas, como si fueran ideas
simples, y son las partes componentes de ideas más amplias, que la mente,
cuando tiene ocasión, fabrica mediante la adición de longitudes
conocidas con las que está familiarizada...Ahora bien, cada parte de la
duración es también duración; y cada parte de la extensión es extensión,
siendo ambas capaces de la adición o división in infinitum....Una parte
tan pequeña en la duración se puede denominar un momento, y es el tiempo
en que una idea está en nuestra
mente, dentro del encadenamiento de su sucesión ordinaria. La otra, como
carece de nombre propio, no sé si se me permitirá llamarla un punto
sensible. |
Pero hay entre las dos estas
diferencia manifiesta: que las ideas de longitud que tenemos de la expansión
pueden girar en cualquier dirección y de esta manera hacer una forma, la
anchura y el grosor; mientras que las de duración no son sino, como si
dijéramos, la longitud de una línea recta, extensible in infinitum, y
que no es capaz de multiplicidad, variación o forma; sino que es una
medida común de toda existencia, cualquiera que ésta sea, en la que
todas las cosas, en tanto existen, participan igualmente. Pues este
momento presente es común a todas las cosas que están ahora en ser, y
comprende igualmente esa parte de su existencia, como si todas fueran un
solo ser únicamente; y podemos decir, con verdad, que todas existen en el
mismo momento de tiempo....La
duración, y el tiempo que es parte de ella, es la idea que tenemos de una
distancia perecedera, de la cual no existen dos partes juntas, sino que
cada una sigue a la otra en una sucesión. Y la expansión es la idea de
una distancia permanente, cuyas partes existen todas juntas, y no son
capaces de sucesión.... Para concluir: la expansión y la duración se
abrazan y se comprenden la una, a la otra, ya que cada parte del espacio
está en cada parte de la duración, y cada parte de la duración está en
cada parte de la expansión. Supongo que una combinación semejante de dos
ideas distintas difícilmente se encontrará en toda esa variedad de ideas
que concebimos o podemos concebir, y que puede ofrecer materia suficiente
para especulaciones más profundas.
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