Tenemos que considerar ahora
aquellos que llamamos modos mixtos, como son, por ejemplo, las ideas
complejas que designamos con los nombres de obligación, ebriedad,
mentira, etc., ideas que, al constar de diversas combinaciones de ideas
simples de distintas clases, he denominado modos mixtos para
diferenciarlas de los modos más simples, que constan solamente de ideas
simples de una sola clase. Y como estos modos mixtos son combinaciones de
ideas simples, que no se tienen como rasgos característicos de ningún
ser real que tenga una existencia estable, sino como ideas dispersas e
independientes unidas por la mente, por eso mismo se distinguen de las
ideas complejas de las sustancias....Pero
si consideramos atentamente estas ideas que llamo modos mixtos, y de las
cuales ahora estamos hablando, volveremos a encontrar que su origen es muy
diferente. Muchas veces la mente ejerce una potencia activa en la formación
de esas distintas combinaciones, pues al estar provista de ideas simples
puede unirlas mediante combinaciones distintas, de manera tal que consigue
una variedad de ideas complejas, sin examinar si existen así reunidas en
la naturaleza. Y desde allí, pienso que es de donde surge el que esas
ideas se llamen nociones, como si tuvieran su origen y su existencia
constante más bien en los pensamientos de los hombres que en la realidad
de las cosas; y para formar tales ideas, basta que la mente reúna sus
partes y que permanezcan así unidas en el entendimiento, sin considerar
si tienen un ser real; aunque no niego que algunas de ellas pueden
proceder de la observación y de la existencia de varias ideas simples,
combinadas de la misma manera en que se reúnen en el entendimiento.
Porque el hombre que primero llegó a la idea hipocresía, pudo haberla
tomado perfectamente de la observación de otro que intentaba mostrar unas
cualidades buenas que no poseía; o bien pudo haber formado en su mente
esa idea sin tener ese modelo que se la inspirara. Porque resulta evidente
que, en el principio de los idiomas y de las sociedades de los hombres,
algunas de estas ideas complejas, que fueron una contribución a las
normas establecidas entre ellos, debieron necesariamente haber estado en
la mente de los hombres antes de existir en ninguna otra parte.
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Parece razonable investigar de dónde
procede su unidad y cómo una pluralidad tan particularizada llega a
formar una sola idea, pues semejantes combinaciones no siempre existen así
en la naturaleza. A esta pregunta contestaría que resulta evidente que su
unidad proviene de un acto de la mente que combina unitariamente esas
distintas ideas simples, considerándolas como una sola idea compleja,
compuesta de todas esas partes; y lo que marca esa unión, o lo que
normalmente se estima que la completa, es el nombre dado a esa combinación.
Porque es por los nombres por lo que los hombres generalmente dan razón
de sus distintas especies de modos mixtos, admitiendo muy raramente o
considerando que un cierto número de ideas simples formen una idea
compleja, sin que exista una colección similar de nombres para ellas. De
esta manera, aunque el asesinato de un anciano sea en la naturaleza algo
unido para formar una idea compleja, como el asesinato del propio padre,
sin embargo, como no existe un nombre para significar específicamente lo
primero, y sí el de parricidio para significar lo
otro, no se toma por una idea compleja particular lo uno, ni como una
clase distinta de acto, diferente del asesinato de un joven o de cualquier
hombre. |
De aquí también podemos ver la
razón por la que los idiomas cambian continuamente, adoptando unas
palabras y desechando otras. Porque el cambio de las costumbres y
opiniones conlleva nuevas combinaciones de ideas....... Aunque tendré
ocasión de considerar esto más extensamente cuando trate de las palabras
y de su uso, sin embargo, no puedo evitar las reflexiones que he hecho
acerca de los nombres de los modos mixtos; porque como son combinaciones
efímeras y transitorias de ideas simples, que no tienen sino una breve
existencia y nada más que en la mente de los hombres, y aun allí su
experiencia no se prolonga más allá del momento en que piensa en ellas,
no tiene, por tanto, la apariencia de una existencia constante y duradera
en ninguna otra parte como en los nombres que se les da; y, por ello
mismo, al tratarse de esta clase de ideas, los nombres son fácilmente
tomados como las ideas mismas que significan. Pues si investigamos en qué
lugar existen las ideas de triunfo o de apoteosis, podremos comprobar que
ninguna de ellas puede existir totalmente a la vez en ningún lugar de las
cosas mismas, ya que se trata de actos que han requerido un tiempo para su
ejecución, por lo que no pueden existir totalmente a la vez. Y por lo que
se refiere a la mente de los hombres, en la que se supone que se alojan
las ideas de estos actos, tienen también una existencia muy breve, por lo
que tendemos, a anexarlas a los nombres que nos las sugieren.
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Existen, por tanto, tres vías por
las que adquirimos las ideas complejas de los modos mixtos: 1) por
experiencia y observación de las cosas mismas. Así viendo a los hombres
que luchan entre sí, o que practican la esgrima, adquirimos las ideas de
lucha o de esgrima; 2) por intervención, o sea, juntando en nuestra mente
varias ideas simples; de tal manera que el que primero inventó el arte de
la imprenta o de grabar, tenía que tener una idea de esas artes antes de
que existieran; 3) el tercer camino, que es el más normal, consiste
en la explicación de los nombres de acciones que nunca vimos o de
nociones que nunca llegamos a ver enumerando, es decir, poniendo delante
de nuestra imaginación todas aquellas ideas que componen aquellas
acciones o nociones y que son sus partes constitutivas. Porque habiendo
acumulado en nuestra mente, por medio de la sensación y de la reflexión,
unas ideas simples, y habiendo adquirido sus nombres a consecuencia del
uso que hacemos de ellos, podemos representar con esos nombres ante otra
cualquier idea compleja que queremos transmitirle, siempre que no
desconozca alguna idea simple, y que éstas tengan para nosotros el mismo
nombre que tienen para él. |
Parece adecuado observar cuáles de
nuestras ideas simples han sido más modificadas, y han servido para
formar a partir de ellas el mayor número de modos mixtos, con los nombres
que se les asignan. Y éstas han sido tres: el pensamiento, el movimiento
(que son las dos ideas que comprenden en sí toda acción) y la potencia,
a partir de la cual se concibe que proceden estas acciones. Digo que estas
ideas simples de pensamiento, movimiento y potencia han sido aquellas que
se han visto más modificadas, y de cuyas modificaciones se ha formado el
mayor número de modos complejos con sus nombres. Porque, como en la acción
consiste el gran negocio del género humano, y el objeto todo al que las
leyes hacen referencia, no es sorprendente que los diversos modos del
pensamiento y del movimiento hayan sido advertidos, que sus ideas hayan
sido observadas y guardadas en la memoria que se les hayan asignado
nombres, sin lo cual difícilmente podrían formarse leyes o reprimirse el
vicio y el desorden. Tampoco podría haber, faltando esas ideas complejas
que carecieran de sus nombres, ninguna clase de comunicación entre los
hombres; por ello los hombres han establecido nombres, y han pensado que
existían en sus mentes ciertas ideas establecidas,
cerca de los modos de distintas acciones, distinguiéndolas por sus
causas, sus medios, sus objetos, sus fines, sus instrumentos, sus tiempos
y lugares y demás circunstancias,. y así también de las ideas de sus
distintas potencias que a dichas acciones se refieren. Por ejemplo, la
osadía que es la potencia de hablar o de hacer lo que pretendemos,
delante de los otros, sin ninguna clase de miedo o perturbación, y a la
que los griegos llamaban refiriéndose de manera confidencial con el
nombre particular de parresía, que es una potencia o capacidad que tiene
el hombre de hacer algo, una vez que la ha adquirido mediante la realización
frecuente de una misma cosa, y que es a la idea a la que le damos el
nombre de hábito; cuando está preparada para convertirse en cualquier
ocasión en acto, la denominamos disposición. Así, el tener mal humor es
una disposición o aptitud hacia el enfado. Para
concluir, examinamos cualquier modo de acción, por ejemplo, la
consideración y el asentimiento, que son acciones de la mente; el correr
o el hablar, que son acciones del cuerpo; la venganza y el asesinato, que
son acciones de la una y lo otro, y veremos que no son sino muchas
colecciones de ideas simples, que, reunidas, forman las ideas complejas y
significadas por aquellos nombres.
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