TEXTO 26A

Al tener noticias por nuestros sentidos de las constantes vicisitudes de las cosas, no podemos sino observar que varias cualidades y sustancias particulares empiezan a existir y que reciben su existencia de la debida aplicación y operación de algún otro ser. A partir de esta observación obtenemos nuestras ideas de la causa y del efecto. Aquello que produce cualquier idea simple o compleja es denotado por el nombre general causa, y aquello que es producido, por el de efecto. De esta manera, al advertir en la sustancia que llamamos cera que la fluidez, que es una idea simple que no estaba antes en ella se produce de una manera constante mediante la aplicación de determinado calor, llamamos a la idea simple de calor, en relación a la fluidez de la cera, la causa de esa fluidez; y a la fluidez la llamamos el efecto. De esta manera también, al observar que en la sustancia madera, que es una reunión de ciertas ideas simples, se convierte, mediante la aplicación del fuego, en otra sustancia, la ceniza, es decir, en otra idea compleja, que consiste en un conjunto de ideas simples, muy distinta a la idea compleja que llamamos madera, considerarnos al fuego con relación a la ceniza como la causa, y a la ceniza la consideramos como el efecto.
Comentario

























































TEXTO 26B

Primero, cuando la cosa ha sido hecha nueva de manera que ninguna parte suya existía antes, como, por ejemplo, cuando una nueva partícula de materia empieza a existir, in rerum natura, sin haber tenido antes existencia, llamamos a ese proceso creación.
Segundo, cuando una cosa que está formada de partículas que existían todas antes, aunque la cosa misma
así formada de partes preexistentes, que consideradas juntas forman una colección semejante de ideas simples, no hubiese tenido juntas existencia como este hombre, este huevo, esta rosa, esta cereza, etc. Y a esto, cuando se refiere a una sustancia producida en el curso ordinario de la naturaleza por principios internos accionados por algún agente externo o por alguna causa, de donde recibe su forma por vías no sensibles y que no percibimos, lo llamamos generación. Si la causa es extrínseca, y si el efecto se produce por una separación sensible o por una yuxtaposición de partes discernibles, lo llamamos hacer; y a esto corresponden todas las cosas artificiales. Cuando se produce cualquier idea simple que no estaba antes en el sujeto, lo llamamos alteración.
Comentario

























































TEXTO 26C

El tiempo y el lugar son también los fundamentos de relaciones muy amplias, y todos los seres finitos quedan comprendidos en ellos. Pero, como ya mostramos en otro lugar, de qué manera adquirimos esas ideas, tal vez sea suficiente con que aquí indiquemos que la mayor parte de las denominaciones que las' cosas reciben en consideración al tiempo no son sino relaciones. De esta manera, por ejemplo, cuando alguien afirma que la reina Isabel vivió durante sesenta y nueve años y reinó durante cuarenta y cinco, esas palabras tan sólo indican la relación que existe entre esa duración y alguna otra cosa; y simplemente significa que la duración de su existencia y la duración de su gobierno son iguales, respectivamente, a sesenta y nueve y a cuarenta y cinco de los giros que el sol realiza todos los años.
Comentario

























































TEXTO 26D

Además de esas palabras que se refieren al tiempo, existen otras que también hacen referencia al mismo, pero de las que normalmente se piensa significan ideas positivas, las cuales, sin embargo, cuando se examinan, se muestran como relativas; así, por ejemplo, sucede con las palabras joven, viejo, etc., que incluyen y hacen referencia a la relación que toda cosa tiene respecto a cualquier longitud de duración de la cual podamos tener la idea en nuestras mentes. De esta manera, habiendo establecido en nuestros pensamientos  que la idea de la duración ordinaria de un hombre es de sesenta años, cuando afirmamos que un hombre es joven queremos decir que su edad no comprende sino una pequeña parte de aquella que habitualmente puede alcanzar un hombre. Y cuando afirmamos que alguien es viejo, queremos decir que su duración ha llegado casi hasta unos límites que generalmente los hombres no traspasan. De manera que no hacemos otra cosa sino comparar la edad particular o duración de tal o cual hombre con la idea que tenemos en la mente de aquella duración, que por lo ordinario pertenece a esa especie animal.
Comentario

























































TEXTO 26E

Pero como sucede con la duración, en el caso de la extensión y del volumen también hay algunas ideas que son relativas que se expresan con términos que se piensan que son positivos; tal ocurre con grande y pequeño, que en realidad son relaciones. Porque también aquí, habiendo establecido en la mente las ideas del tamaño de diversas clases de cosas, según aquellas a las cuales estamos acostumbrados, convertimos, como si dijéramos, esas ideas en patrones de medidas para designar el volumen de otras. Así llamamos grande una manzana cuando es mayor que las manzanas con las que ordinariamente tenemos relación; y decimos que un caballo es pequeño cuando no alcanza el tamaño de la idea que tenemos en la mente que comúnmente pertenece a los caballos.
Comentario

























































TEXTO 26F

De la misma manera, los términos débil y fuerte no son sino denominaciones relativas de potencia por comparación con alguna idea que tenemos, en este momento, sobre una potencia mayor o menor. Así, cuando afirmamos que un hombre es débil, queremos decir que no posee la misma fuerza y el mismo poder que otro para mover alguna cosa, o nos referimos habitualmente a un hombre de un tamaño diferente. Lo cual no es sino una forma de comparar su dureza con la idea que tenemos de la fuerza habitual de los hombres o con el tamaño de éstos. De esta manera, también, cuando afirmamos que todas las criaturas son débiles; pues en este caso el término débil no es sino algo relativo que alude a la desproporción existente entre la potencia de Dios y la de las criaturas. Así pues, resulta que un gran número de palabras de nuestro lenguaje usual significan tan sólo relaciones.
Comentario