De nuestras ideas, algunas son
adecuadas y otras inadecuadas. Aquellas a las que llamo adecuadas son
las que representan perfectamente esos
arquetipos de donde la mente supone que han sido tomadas; y son ideas con
las que se propone la mente significar dichos arquetipos y a los que
quedan referidas. Las ideas inadecuadas son aquellas que no son sino una
representación parcial o incompleta de esos arquetipos a los que éstas
se refieren.
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En primer lugar, que todas nuestras ideas simples
son adecuadas. Porque, como no son sino efectos de ciertas potencias en las
cosas... nosotros estamos seguros de que están de acuerdo con la
realidad de las cosas. Porque si el azúcar produce en nosotros las ideas que
denominamos blancura y dulzura, estamos seguros de que hay una potencia en el azúcar
que produce en nuestra mente esas ideas, ya que de otra manera no habrían
podido ser producidas por ella. De esta manera, cada sensación que responde a
la potencia que actúa sobre cualquiera de nuestros sentidos produce una idea
real ( y no una ficción de la mente,... por lo que resulta que todas las ideas simples son
adecuadas....
Porque aunque se diga que el fuego produce dolor al tocarlo, con lo que se
significa la potencia de producir en nosotros la idea de dolor, sin embargo,
también se dice que produce luz y calor, como si la luz y el calor estuvieran
realmente en el fuego; por tanto, se dice que son
cualidades que están o que provienen del fuego, que están más allá de la
pura potencia de provocar en nosotros esas ideas. Pero como realmente no se
trata sino de potencias que pueden suscitar en nosotros semejantes ideas, es en
este sentido como se me debe entender cuando afirmo que las cualidades
secundarias se encuentran en las cosas, o que sus ideas se encuentran en los
objetos que las suscitan en nosotros...... Porque si no hubiera
unos órganos que estuvieran adaptados para percibir las impresiones que el
fuego provoca sobre la vista y el tacto, ni existiera tampoco una mente unida a
estos órganos y adaptada para captar las ideas de luz y de calor mediante las
impresiones del fuego del sol, no existiría otra luz ni otro calor en el mundo
que el dolor al faltar unas criaturas sensibles que lo experimentaran, aunque el
sol continuara en el mismo lugar en que se encuentra ahora y el Etna
permaneciera más candente que nunca. La solidez, la extensión y la forma que
es su fin, así como el movimiento y el reposo, de todo lo cual tenemos ideas,
serían realmente en el mundo tal como son, con independencia de que existieran
unos seres sensibles capaces de percibirlo y, por ello, creo que tenemos razón
al mirar todas estas cosas como modificaciones reales de la materia y como las
causas que provocan nuestras distintas sensaciones en nuestros cuerpos. |
En segundo lugar, como nuestras ideas complejas de los modos son
conjuntos de ideas simples y voluntarias que la mente reúne,
sin que las refiera a ningún arquetipo o modelo fijo, existente en otro lugar,
son ideas y, por tanto, tienen que ser necesariamente ade cuadas. Pues al no
producirse como copias de algo que realmente existe, sino como arquetipos que
forja la mente, y de los que se sirve para denominar las cosas y colocarlas en
orden, no pueden carecer de nada, pues cada una consta de esa combinación de
ideas y de esa perfección que la mente se propuso que tuvieran; de tal manera
que la mente les otorga su asentimiento y no encuentra nada de lo que estas
ideas carezcan. Así, cuando tengo la idea de una figura de tres lados que
forman tres ángulos, tengo una idea completa que nada más necesita para ser
perfecta.... Pero los modos mixtos y las
relaciones, desde el momento en que son arquetipos sin modelos y, por tanto, no
tienen que representar ninguna cosa que no sea ellos mismos, necesariamente
tienen que ser adecuados, ya que lo son todo para sí mismos. Quien reunió por
primera vez las ideas de un peligro que había observado o de la ausencia de
alteración que debía provocar el miedo o de la sosegada
consideración de lo que debe hacerse según los designios de la razón, y de su
ejecución sin perturbarse o desanimarse ante el peligro; quien juntó esas
ideas, digo, tenía en su mente esa idea compleja formada por una combinación
semejante, y proponiéndose que no fuera ninguna otra cosa sino lo que realmente
es, ni que contuviera ninguna otra idea simple a excepción de la que contiene,
no pudo, al mismo tiempo, sino tener una idea adecuada. De manera que al
depositar esto en su memoria y al darle el nombre de valor para significar con
tal nombre esta idea a los demás y seguir denominando cualquier acción que
estuviera de acuerdo con ella en el futuro, que utilizar este modelo para medir
las demás acciones según se conformaran o no con él. Y una vez forjada y
mantenida como patrón esta idea, tenía que ser necesariamente adecuada.
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Además, si después viene otro hombre que aprenda
del anterior a través de la conversación, el término valor, puede suceder
perfectamente que se forje una idea a la que designe también mediante la
palabra valor, pero que, sin embargo, difiera de la idea que el primer forjador
expresó mediante dicha palabra y que tiene en la mente cuando la emplea. Y en
este caso... su
idea puede ser errónea e inadecuada, pues en este caso, al ser la idea de otro
hombre el patrón de la que él tiene en la mente, de igual manera que la
palabra o sonido empleado por el otro le sirve de modelo para
hablar, su idea será defectuosa e inadecuada, en la medida en que se encuentra
lejos del arquetipo o modelo a que se refiere.... Así pues, cuando estas ideas complejas de los
modos son referidas por la mente a las ideas de algún otro ser inteligente, y
cuando son expresadas mediante nombres que les aplicamos, entonces pueden ser
muy deficientes, equívocas e inadecuadas. |
En tercer lugar, cuáles son las ideas que tenemos
de las sustancias, es algo que ya indiqué más arriba. Ahora bien, esas ideas
tienen en la mente una doble referencia: 1) Algunas veces se las refiere a
alguna esencia real supuesta en cada especie de cosas. 2) Otras veces solamente
se intenta que sean dibujos o representaciones existentes en la mente de algunas
cosas que existen en la realidad en tanto en cuanto son ideas de aquellas
cualidades que se pueden descubrir en dichas cosas. En uno y otro caso, estas
copias de esos arquetipos resultan igualmente imperfectas e inadecuadas.....Parece frecuente que los hombres hagan que los nombres de las
sustancias signifiquen cosas, en tanto ellos imaginan que tienen ciertas
esencias reales por las que son de esta especie o de aquélla; y como los
nombres significan, a no ser las ideas que existen en la mente de los hombres,
en consecuencia, tienen que hacer que sus ideas se refieran a semejantes
esencias reales como a sus arquetipos.... suponiendo efecto ciertas esencias específicas de sustancias, por las
que todo individuo, cada uno según su especie respectiva, está hecho, y de las
que participa..... Sin embargo, si se pregunta cuáles
son esas esencias reales, es evidente que los hombres lo ignoran y que las
desconocen. De lo que se deduce que las ideas que tienen en la, mente, al quedar
referidas a esencias reales como a arquetipos
desconocidos, tan lejos tienen de estar de ser adecuadas, que no se supone ni
siquiera que sean representaciones de esas esencias. Las ideas complejas que
tenemos de las sustancias son, como ya he demostrado, ciertos conjuntos de ideas
simples que se han observado, o que se ha supuesto que existen constantemente
reunidas. Pero una idea compleja semejante no puede ser la esencia real de una
sustancia cualquiera, pues entonces dependerían las propiedades que en ese
cuerpo descubrimos de esa idea compleja, y se podrían deducir de ella, conociéndose
la conexión necesaria entre ambas, del mismo modo en que todas las propiedades
de un triángulo dependen, y se pueden deducir, hasta donde son deducibles, de
la idea de tres líneas que encierran un espacio, pero resulta evidente que en
nuestras ideas complejas de las sustancias no se contienen unas ideas semejantes
de las que dependan todas las demás cualidades que se puedan hallar en esas
sustancias. La idea común que tienen los hombres del hierro es la de un cuerpo
de determinado color, peso y dureza, y una de sus propiedades es la de
maleabilidad. Pero esta propiedad no tiene ninguna conexión necesaria con aquélla idea compleja, ni con ninguna otra parte suya, por lo que no existe un
motivo mayor para pensar que la maleabilidad depende de aquel color, aquel peso
o aquélla dureza, que el que existe para suponer que ese color o ese peso
dependen de la maleabilidad de ese metal. Pero a pesar de que nada sabemos sobre
estas esencias reales, no hay nada más común que el que los hombres atribuyan
las distintas especies de cosas a unas esencias semejantes. De esta manera, la
mayoría de los hombres tienen la osadía de suponer que este fragmento
particular de materia que forma el anillo que tengo en mi dedo, tiene una
esencia real por la que es oro y en virtud, de la que emanan las cualidades que
en él hallo, es decir, su color, su peso, su dureza, su fusibilidad, su fijeza
y el cambio de color que experimenta al someterse al contacto del azogue. Pero
cuando busco e investigo esta esencia, de la que fluyen esas propiedades, me
encuentro que no puedo descubriría. A lo más que puedo alcanzar es a imaginar
que, como el anillo no es otra cosa que un cuerpo, su esencia real o su
constitución interna, de la que esas cualidades dependen, no pueden ser sino la
figura, el tamaño y la conexión de sus partes sólidas. Y como no poseo de
ninguna de estas cosas una percepción distinta, no puedo
poseer ninguna idea de la esencia, que es la causa por la que el anillo tiene
una amarillez particular, un peso superior al de cualquier otra cosa que yo
conozca con igual volumen, y una capacidad de cambiar de color al entrar en
contacto con el azogue. Si alguien me dijera que la esencia real y la constitución
interna de la que dependen esas propiedades no es ni la figura, ni el tamaño,
ni la disposición o entramado de sus partes sólidas, sino algo que llamara su
forma particular me encontraría todavía más lejos de tener una idea de su
esencia real de lo que antes estaba. Porque, en general, poseo una idea de la
figura, del tamaño y de la situación de las partes sólidas aunque carezcan de
cualquier idea sobre la figura, el tamaño y el modo de reunir las partes, por
lo que se producen las cualidades que arriba he mencionado, cualidades que
encuentro en este fragmento de materia que tengo en el dedo, y que no hallo en
ningún otro, por ejemplo, en esta pluma que me sirve para escribir. Pero cuando
se me dice que su esencia es otra cosa, que no es la figura ni el tamaño, ni la
posición de las partes sólidas de ese cuerpo, algo que se denomina forma
sustancial, debo confesar que carezco de cualquier idea sobre este aspecto, a no
ser del sonido forma, lo que está muy lejos de ser una idea acerca je la
esencia real o de la constitución de algo. En la misma ignorancia en la que me
encuentro sobre la esencia real de esa sustancia particular, la tengo sobre la
esencia real de las demás sustancias naturales. |
De esta manera, la mente tiene tres clases de ideas abstractas o
esencias nominales:
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