Siendo particulares todas las cosas existentes, tal vez sea razonable el
considerar que las palabras, que deben conformarse a las cosas, también lo sean
-me refiero a su significado; sin embargo, vemos que es muy al contrario. La
mayor parte de las palabras que forman todos los lenguajes son términos
generales; lo cual no ha sido efecto de la negligencia o la fortuna, sino de la
razón y la necesidad.
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El siguiente tema que debemos abordar es cómo se forjan las
palabras generales. Porque, desde el momento en que todas las cosas existentes
son sólo particulares, ¿cómo llegamos a forjar términos generales, o en qué
lugar encontraremos esas naturalezas generales que se suponen están
significadas por esos términos? Las palabras se llegan a hacer generales porque
son los signos de las ideas generales; y las ideas se convierten en generales
cuando se separan de las circunstancias de tiempo y lugar y de cualquier otra
idea que pueda determinarlas a ellas a esta o aquella existencia particular. Por
esta vía de abstracción se habilita a las ideas para representar a más de un
individuo. |
Sin embargo, para deducir más claramente esto,
tal vez no resulte del todo inadecuado remontarnos hasta los orígenes de
nuestras nociones y nombres, y observar los grados por los que procedemos y las
etapas por las que ampliamos nuestras ideas desde la primera infancia. Nada
resulta más evidente que las ideas que se forman los niños sobre las personas
que tienen trato con ellos, por emplear solamente este ejemplo, son como las
personas mismas, sólo que particulares. Las ideas de la nodriza y de la madre
están perfectamente grabadas en sus mentes, y representan, como si se tratase
de retratos de esas personas, tan sólo a estos individuos. Los nombres que
ellos escuchan por vez primera se limitan a designar a estos individuos, y estos
nombres de nodriza y mamá, que el niño emplea, únicamente designan a estas
personas. Después, cuando en virtud del tiempo y el trato prolongado observa
que existen en el mundo muchas otras cosas que, por algún acuerdo común en la
forma y en otras cualidades se parecen a su padre y a su madre, y a esa persona
con las que se relaciona, se hace una idea en la que descubre que participan
todos esos individuos, y a la que, por ejemplo, dan el nombre de hombre, como
los demás. Y de esta manera llegan a tener un nombre general y una idea
general; en ella, éstos no inventan nada nuevo, sino que abandonan los aspectos
parciales o particulares de cada una de estas personas, Pedro o Jaime, María o
Juana, dejándolos al margen de la idea compleja, y reteniendo tan sólo lo que
es común a todas ellas. |
Y aquel que piense que las naturalezas generales o nociones son otra
cosa que semejantes ideas abstractas, y parciales de otras más complejas,
tomadas en principio de otras existencias particulares, me temo que tenga
bastante dificultad para encontrarlas. Pues que me expliquen razonada- mente en
qué difiere la idea de hombre de la de Pedro o Pablo, o la idea de caballo de
la de Bucéfalo, si no es en haberse dejado fuera lo peculiar de cada individuo,
y en mantener la parte de esas ideas complejas particulares de las otras
existencias particulares con las que ellas coinciden con las que se forja una
nueva y distinta idea compleja a la que se da el nombre de animal, logramos un término
más general que abarca a los hombres y a otras criaturas. Dejemos a un lado las
ideas de animal, sentidos y movimiento espontáneo, y la idea compleja
remanente, formada por las ideas simples remanentes de cuerpo, vida y alimento,
deviene en una idea simple todavía más general que se engloba bajo
el término más comprensivo de ser viviente....Y si, en lugar de dicha
enumeración, los hombres se han habituado a emplear el término general más próximo,
no ha sido por una necesidad, o en virtud de una mayor claridad, sino por mayor
comodidad y rapidez. Pues yo pienso que para aquel que desee conocer qué idea
se significa con la palabra hombre, si se afirmara que el hombre era una
sustancia extensa sólida, dotada de vida, sentidos, movimiento espontáneo, y
de la facultad de razonar, no dudo que el significado del término hombre se
comprendería igualmente bien, y que la idea que define ese término se conocería
al menos tan claramente como cuando se le define como un animal racional. |
Para volver a las palabras generales, es claro, e
por todo lo que se ha dicho, que lo general y lo universal no pertenecen a la
existencia real de las cosas, sino sólo a los signos,
sean Palabras o ideas. Como ya Se dijo, las palabras son generales cuando se
usan como signos de ideas generales, y de esta manera se pueden aplicar
indiferentemente a muchas cosas particulares; y las ideas son generales cuando
se forman para representar muchas cosas particulares; Pero la universalidad no
pertenece a las cosas mismas, todas las cuales son particulares en su
existencia, incluso aquellas palabras e ideas que son generales en, su
significación. por ello cuando abandonamos lo particular, las generalidades que
quedan son tan sólo criaturas de nuestra propia hechura: su naturaleza general
no es más que la capacidad que se les otorga por el entendimiento de significar
o representar muchas particulares. Porque su significación no es sino una
relación que la mente humana les añade.
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El siguiente ejemplo que deberemos considerar es
qué clase de significación es la que tienen las palabras
generales. Porque es evidente que no significan simplemente una cosa particular,
ya que entonces no serían términos generales, sino nombres propios; por otra
parte, es también evidente que no significan una pluralidad, puesto que
entonces significarían lo mismo hombre y hombres y la distinción que los gramáticos
llaman número resultaría superflua e inútil, Acontece, entonces, que lo que
las palabras generales significan es una clase de cosas; y cada una de ellas
significa eso por ser el signo de una idea abstracta que tenemos en la mente, y
dicha idea, en tanto en cuanto las cosas existentes se conforman a ella, caen
bajo ese nombre, o, lo que es igual, son de esa clase. De lo que se deduce que
las esencias de las diversas clases, o de las especies de las cosas (si se
prefiere el término latino), no son sino esas ideas abstractas. Porque, como el
tener la esencia de cualquier especie es lo que hace que una cosa sea de esa
especie, y como la conformidad con la idea, a la que se añade el nombre, es lo
que da el derecho a llevar ese nombre, el tener la esencia y el guardar esa
conformidad tienen que ser necesariamente lo mismo, pues el ser de cualquier
especie y el tener el derecho al nombre de esa especie es la misma cosa. Así,
por ejemplo, ser un hombre, o la especie hombre, y tener el derecho al nombre de
hombre, es todo lo mismo. |
Sin embargo, creo que podemos afirmar que su clasificación
bajo ciertos nombres es un producto del entendimiento, motivado por la similitud
que observa entre ellos, para elaborar las ideas abstractas y establecerlas en
la mente con ciertos nombres para cada una de ellas, como modelos o formas....
Pues cuando decimos éste es un hombre, eso es un caballo; esto es la justicia,
aquello la crueldad; esto es un reloj, aquello una prensa, qué es lo que
hacemos sino clasificar las cosas bajo diversos nombres específicos, en tanto
en cuanto dichas cosas se conforman con aquellas ideas abstractas de las que las
hemos hecho signos. Y ¿qué son las esencias de esas especies, fijadas y
marcadas por ciertos nombres, sino esas ideas abstractas que existen en la
mente, que son, como si dijéramos, los vínculos entre las cosas particulares
existentes y los nombres bajo los que deben quedar clasificadas? Y cuando los
nombres generales tienen cualquier conexión con los seres particulares, esas
ideas abstractas constituyen el medio que establece su unión, así que la
esencia de las especies, tal como la distinguimos y denominamos, no pueden ser
otra cosa que esas ideas abstractas que tenemos en la mente. Por tanto, las
supuestas esencias reales de las sustancias, si difieren de nuestras ideas
abstractas.... Cuando determinamos las especies de las cosas por nuestras ideas
abstractas, resulta fácil resolver esta cuestión; pero si alguien pretende
basarse en esto por las supuestas esencias reales, supongo que se verá
totalmente perdido |
Parece oportuno considerar las distintas significaciones de la
palabra esencia. |
En lo que se refiere a las esencias reales de las sustancias corporales
(por mencionar éstas solamente) hay, si no me equivoco, dos opiniones. La una
es la de quienes, usando la palabra esencia sin saber para qué, suponen un
cierto número de esas esencias según las cuales están hechas todas las cosas
naturales, y en las que participan de manera exacta cada una de esas cosas para
llegar a ser, de esa manera, de tal o cual especie. La otra opinión, más
racional, es la de quienes consideran que todas las cosas tienen una constitución
real, pero desconocida, de sus partes insensibles, de la que fluyen aquellas
cualidades sensibles que sirven para distinguir las unas de las otras, según
tengamos ocasión de ordenarlas en clases bajo denominaciones comunes. La
primera de estas opiniones, que supone esas esencias como un cierto número de
formas o moldes en que han sido vaciadas todas las cosas naturales existentes,
me imagino que ha constituido un motivo de gran perplejidad para el conocimiento
de las cosas naturales. La frecuente producción de monstruos en todas las
especies animales, y de idiotas y otros extraños productos en los nacimientos
humanos, acarrean dificultades que son incompatibles con esa hipótesis, desde
el momento en que resulta imposible que dos cosas que participen de la misma
esencia real puedan tener propiedades diferentes, lo mismo que dos figuras que
participan de la misma esencia real de un círculo no pueden tener propiedades
diferentes. Sin embargo, aunque no existieran otras razones en contra, la misma
suposición de que las esencias no pueden ser conocidas, y el hacer de ellas,
con todo, algo que distingue las especies de las cosas, resulta tan
completamente inútil y tan inservible para cualquier parte de nuestro
conocimiento, que eso por sí solo es suficiente para desecharla y para
contentarnos con esencias de las clases o especies de las cosas dentro del
alcance de nuestro conocimiento, las cuales, una vez que se consideren
seriamente, se verá, según 'ya dije, que no son sino aquellas ideas complejas
abstractas a las que hemos anexado nombres generales distintos. |
Se nos dice con respecto a las esencias, o sea, que son en su totalidad
ingenerables e incorruptibles. Lo cual no resulta cierto para las constituciones
reales de las cosas, que surgen y perecen con ellas. Todas las cosas existentes,
con excepción de su Autor, están sometidas al cambio, en especial aquellas de
las que tenemos conocimiento y que hemos dividido en grupos, bajo distintos
nombres y signos. Así lo que hoy es hierba, mañana será carne de cordero, y,
después de unos cuantos días, se convertirá en parte de un hombre. En todos
estos cambios y otros similares es evidente que la esencia real de las cosas -
su constitución de la que dependían sus propiedades respectivas - ha sido
destruida y perece con ella. Pero las esencias, tomadas de las ideas
establecidas en la mente, con nombres añadidos a ellas, se supone que
permanecen constantemente igual, cualquiera que sea el cambio a que han sido
sometidas las sustancias particulares. Pues independientemente de lo que
ocurriera con Alejandro o Bucéfalo, las ideas a las que van anejos los nombres
de hombre y de caballo se supone que permanecen igual; y así las esencias de
esas especies se conservan en su totalidad e indestructibles, cualesquiera que
sean los cambios que experimenten los individuos de esas especies. De donde se
infiere que la esencia de una especie subsiste segura y entera, incluso sin la
existencia de un solo individuo de esa clase.... De todo lo que se ha dicho
resulta evidente que la doctrina de la inmutabilidad de las esencias prueba que
solamente son ideas abstractas, y que esa doctrina se funda sobre la relación
que se establece entre esas ideas y ciertos sonidos que son sus signos.....Para
terminar, he aquí algunas cosas que quisiera decir muy brevemente. Todo este
gran asunto de los géneros y las especies, y de sus esencias, se reduce sólo
a esto: que los hombres que forman ideas abstractas, y las fijan
en sus mentes con sus nombres, se capacitan de ese modo para considerar las
cosas y discurrir sobre ellas....para comunicar de manera más fácil y rápida
sus conocimientos, los cuales avanzarían muy lentamente si sus palabras y
pensamientos estuvieran limitados sólo a lo particular.
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