TEXTO 11A

El conocimiento de nuestro propio ser lo tenemos por intuición. La existencia de Dios nos la da a conocer claramente la razón, según ya se ha demostrado. El conocimiento de la existencia de cualquier otra cosa solamente lo podemos tener por medio de la sensación.... Pues el tener la idea de cualquier cosa en nuestra mente no prueba más la existencia de esa cosa de lo que el retrato de un hombre evidenciaría su existencia en el mundo o de lo que las visiones de un sueño constituyen una historia verdadera. Por tanto, la recepción actual de las ideas que están fuera de nosotros es lo que nos da una noticia de la existencia de otras cosas, y lo que nos hace conocer que algo existe en ese momento fuera de nosotros, y que provoca esa idea en nosotros....; por ejemplo, mientras escribo esto tengo, por el papel que afecta a mis ojos la idea a la que llamo blanco, cualquiera que sea el objeto que la produce en mi mente; y por ello conozco que esa cualidad o accidente (es decir, la apariencia que en mis ojos siempre provoca esa idea) existe realmente en ese momento, y tiene un ser exterior a mí. Y la mayor seguridad que yo puedo tener sobre esto, y a la cual se pueden dirigir mis facultades, es el testimonio de mis ojos, que son los únicos y propios jueces de esta cosa sobre cuyo testimonio tengo razones para descansar, sobre algo que no puedo dudar mientras escribo esto, que veo negro y blanco y que realmente existe algo que causa en mí esa sensación de que escribo o de que muevo mi mano-, la cual es una certidumbre tan grande como la mayor de la que sea capaz la naturaleza humana sobre la existencia de algo, a no ser sobre la del propio hombre, o sobre la de Dios.
Comentario







































































TEXTO 11B

Aunque la noticia que nos comunican nuestros sentidos de la existencia de las cosas fuera de nosotros no sea tan cierta como nuestro conocimiento intuitivo o como las deducciones de nuestra razón cuando se ocupa sobre las claras ideas abstractas de nuestras propias mentes, sin embargo, es una seguridad tan grande, que merece recibir el nombre de conocimiento..... Pienso que Dios me ha dotado de la seguridad suficiente con respecto a la existencia de las cosas exteriores a mí, ya que, por sus diferentes aplicaciones, puedo producirme tanto placer como dolor, el cual es una de las causas de mi estado actual. Una cosa es segura: que la confianza en que nuestras facultades no nos engañan en esto es la mayor seguridad que somos capaces de tener sobre la existencia de los seres materiales.
Comentario







































































TEXTO 11C

Es evidente que esas percepciones se producen en nosotros por causas exteriores que afectan nuestros sentidos;....Esto es tan evidente que no admite la menor duda, y, por consiguiente, no podemos sino tener la seguridad de que ingresan por los órganos de los sentidos, y de ninguna otra manera. Es obvio que los órganos mismos no producen estas sensaciones, pues, en el caso contrario, los ojos de un hombre en la oscuridad deberían también producir colores, y su nariz debería percibir el aroma de las rosas en el invierno;.... Porque algunas veces me doy cuenta de que no puedo evitar el que se produzcan esas ideas en mi mente, pues cuando tengo los ojos cerrados, o lo están las ventanas de la habitación, aunque pueda, conforme a mis deseos, traer a mi mente las ideas de luz o de sol, las cuales se alojaron en mí memoria mediante sensaciones anteriores.... De manera que existe una diferencia manifiesta entre las ideas que hay en mi memoria... y aquellas otras ideas que forzosamente se me imponen y que no puedo evitar tener. Y, por tanto, se debe necesitar alguna causa exterior, y la resuelta actuación de algunos objetos que están fuera de mí, cuya eficacia yo no puedo resistir, para producir aquellas ideas en mi mente, independientemente de que yo lo quiera o no. Además, no hay nadie que no pueda percibir en sí mismo la diferencia entre la contemplación del sol, a partir de la idea que tiene en la memoria, y el contemplarlo efectivamente en un momento determinado.... Añádase a esto el que muchas de aquellas ideas se producen en nosotros con dolor, el cual recordaremos después sin la menor ofensa.... E igualmente recordamos las molestias del hambre, de la sed o de la fatiga sin sentir ningún dolor en absoluto; y, sin embargo, o nunca debieran molestarnos, o deberían hacerlo constantemente, tantas veces cuantas pensáramos en ellos, si no fueran más que ideas flotantes en nuestra mente, y apariencias que llenaran nuestra imaginación, sin que la existencia real de las cosas nos afectara desde fuera. Lo mismo podríamos decir del placer que acompaña a algunas sensaciones actuales.
Comentario







































































TEXTO 11D

Nuestros sentidos son, en muchos casos, los informadores de la verdad de sus mensajes sobre la existencia de las cosas sensibles que están fuera de nosotros.....Sin embargo, si después que todo esto cualquiera se mostrara tan escéptico como para desconfiar de sus sentidos, y para afirmar que todo cuanto ve y oye, siente y gusta, piensa y hace, a lo largo de toda su existencia, no es sino la serie de engañosas apariencias de un sueño prolongado que no tienen ninguna realidad, de tal manera que pone en cuestión la existencia de todas las cosas, o nuestro conocimiento sobre cualquier cosa, a ése yo le rogaría que considerara que, si todo es un sueño, entonces él también sueña que formula ese problema.... Con todo, si así lo prefiere, podrá soñar que le contesto esto: que la certidumbre sobre la existencia de las cosas in rerum natura, cuando tenemos el testimonio de nuestros sentidos, no solamente es tan grande cuanto permite nuestra constitución, sino cuanto nuestra condición necesita. Porque como nuestras facultades no están tan adecuadas a la completa extensión del ser, ni a un conocimiento perfecto, claro y comprensivo de las cosas, libre de toda duda y escrúpulo, sino para preservarnos a nosotros mismos, en los que se dan estas facultades, y en los que se acomodan a los usos de la vida, éstas sirven perfectamente a sus propósitos si nos dan noticia cierta de aquellas cosas que nos convienen, o de aquellas que no nos convienen. Pues aquel que pueda ver una lámpara ardiendo, y haya experimentado la fuerza de su llama al poner su dedo en ella, no dudará el que esto es algo que existe fuera de él que le daría, y que le produce un gran dolor; lo cual es una seguridad suficiente.
Comentario







































































TEXTO 11E

En definitiva, entonces cuando nuestros sentidos comunican en un momento determinado cualquier idea a nuestro entendimiento, no podemos menos que tener la seguridad de que algo existe realmente en ese momento fuera de nosotros.... Pero este conocimiento se extiende tan lejos como el presente testimonio de nuestros sentidos, que, ocupados en los objetos particulares que en ese momento los afectan, no van más allá. Porque si pude ver una colección semejante de ideas simples, a la que suelo denominar hombre, que existían todas ellas reunidas hace un minuto, y ahora estoy solo, ya no puedo estar seguro de que existe ahora ese mismo hombre, puesto que no hay ninguna conexión necesaria entre su existencia de hace un minuto y su existencia actual. Puede haber dejado de existir de mil maneras, desde el momento en que mis sentidos recogieron el testimonio de su existencia. Y si no puedo estar seguro de que el hombre último que vi hoy tiene ahora existencia, menos seguridad podré tener de que lo está alguien que se halla más lejos de mis sentidos, y al que no he visto desde ayer o desde el año pasado y mucho menos podré tener ninguna seguridad de la existencia de personas a las que nunca vi. Y, por tanto, aunque sea altamente probable que millones de hombres existan en este momento, sin embargo, mientras escribo esto, en la soledad, no puedo tener de ello esa certidumbre a la que estrictamente llamamos conocimiento; aunque el alto grado de probabilidades me pueda situar más allá de la duda, y haga razonable el que yo actúe con la seguridad de que existen en este momento hombres (y hombres a los que conozco y con los que tengo trato) en el mundo. Pero esto es la probabilidad, no el conocimiento.
Comentario







































































TEXTO 11F

Por todo lo cual, resulta que existen dos clases de proposiciones: 1) hay una clase de proposiciones sobre la existencia de cualquier cosa que responda a una idea tal; como cuando tenemos la idea de un elefante, del ave fénix, del movimiento o de un ángel en la mente, lo primero y más normal es preguntar si una cosa similar existe en algún sitio. Y este conocimiento es sólo de lo particular. Ninguna existencia de cosa alguna fuera de nosotros, a no ser la de Dios, puede ser conocida con certidumbre más allá de lo que nos informan nuestros sentidos. En el caso primero, nuestro conocimiento es la consecuencia de la existencia de cosas que producen ideas en nuestras mentes por nuestros sentidos; 2) Hay otra clase de proposiciones, en las que se expresa el acuerdo o desacuerdo de nuestras ideas abstractas y la dependencia de las unas con respecto a las otras. Tales proposiciones pueden ser universales o ciertas. De este modo, teniendo la idea de Dios y de mí mismo del temor y de la obediencia, no puedo por menos que tener la seguridad de que Dios debe ser temido y obedecido por mí; y esta proposición será cierta, sobre el hombre en general, si me he hecho una idea abstracta de una especie semejante, de la que yo soy un particular. Y, sin embargo, por más cierta que sea la proposición que establece que «los hombres deben temer y obedecer a Dios» no me prueba la existencia de los hombres en el mundo. En el segundo caso, el conocimiento es la consecuencia de las ideas (sean las que fueren) que están en nuestras mentes, produciendo allí proposiciones generales ciertas.
Comentario