LIBRO IV ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO
CAPÍTULO XI
Acerca de nuestro conocimiento de la existencia de
otras cosas
{Resumen - Comentario}
Locke comienza señalando que, mientras que el conocimiento de uno mismo se lleva a cabo a través de la intuición, y, el conocimiento de Dios mediante la demostración; el conocimiento de todas las demás cosas se realiza por medio de la SENSACIÓN. La recepción de las ideas que se refieren a cosas que existen fuera de nosotros es lo que realmente nos muestra, cuando sentimos tales ideas, que existen realmente cosas que las provocan. Así, por ejemplo, si alguien escribe sobre un papel de color blanco, es evidente que afectará a sus ojos la idea de lo que denomina como blancura y, gracias a esa afección, conocemos que tal cualidad existe realmente y tiene una existencia exterior a mí mismo. Dudar - del modo como lo hacía Descartes - de la efectividad de los sentidos es algo que Locke rechaza: no se puede dudar - afirma Locke - que mientras escribo, estoy percibiendo el color blanco de papel y que, por tanto, tal color causa en mí la sensación de la blancura, la cual es de una certidumbre tan grande como la mayor de la que es capaz la naturaleza humana sobre la existencia de algo, exceptuando, claro está, la que certidumbre que se se refiere a nuestra propia existencia o a la de Dios. {Texto 11a}
Aunque la certidumbre acerca de lo que nos comunican nuestros sentidos no es tan cierta como nuestro conocimiento intuitivo o como las deducciones llevadas a cabo sobre ideas abstractas, ello no quiere decir que no pueda recibir el nombre de CONOCIMIENTO. Para justificar esta tesis, Locke, parece estar repitiendo al Descartes del final de las Meditaciones Metafísicas: Dios nos ha dotado - afirma Locke - de la seguridad suficiente con respecto a la existencia de las cosas exteriores. Esto hace que podamos confiar en que nuestras facultades sensitivas no nos engañan, lo que nos permite adquirir un conocimiento seguro sobre la existencia de las cosas materiales. Descartes no lo habría podido decir mejor. {Texto 11b}
Según Locke, es evidente que los sentidos son realmente afectados por CAUSAS EXTERIORES por lo que, sobre ello, sería absurdo manifestar la menor duda. Y es que resulta evidente que los sentidos, por sí mismos, nunca podrían producir ciertas sensaciones a no ser que defendamos la existencia de cosas externas que las producen. Por ejemplo, los ojos de un hombre en la oscuridad no pueden por sí mismo producir colores ni, a través del olfato, percibir el aroma de las rosas en el invierno. Y aunque es verdad que podemos, a través de la memoria, traer a nuestra mente ideas relacionadas con los colores y los olores, aunque no estén presentes, lo cierto es que existe una diferencia manifiesta entre las ideas que existen en nuestra memoria y aquellas otras ideas que se manifiestan directamente a partir de las cosas; como puede comprobarse observando las diferencias existentes entre lo que representa de la contemplación directa del sol o la simple idea que tenemos en nuestra memoria de él. Con las ideas de dolor y placer sucede, según Locke, otro tanto: una cosa es sentir directamente el dolor o el placer, y otra distinta recordar y pensar sobre ellos. {Texto 11c}
Nuestros SENTIDOS son, según Locke, los informadores de la verdad sobre la existencia de las cosas sensibles que están fuera de nosotros. Y si alguien es tan escéptico como para desconfiar de sus sentidos y piensa que cuanto ve, oye o siente no es otra cosa que engañosas apariencias de un sueño que no tiene realidad alguna, Locke, afirma que aunque nuestras facultades sensitivas son limitadas para alcanzar un conocimiento perfecto, nos sirven perfectamente para nuestra supervivencia ya que nos dan noticia cierta de aquellas cosas que nos convienen, o de aquellas que no nos convienen. Dudar sobre ello es absurdo. {Texto 11d}
Ahora bien aunque nuestros sentidos nos permiten formarnos ideas, desde el momento en que son afectados por causas externas, el conocimiento que adquirimos acerca de la existencia de tales causas únicamente se extiende al PRESENTE testimonio de nuestros sentidos, pero no más allá. Ello quiere decir que uno puede estar seguro de que existe un hombre al que está viendo en ese momento; ahora bien, ello no le permite saber si tal hombre sigue existiendo, como tal, cuando no lo ve, ya que no hay una conexión necesaria entre su existencia de ahora mismo y la existencia que pueda tener después. Locke afirma que tal hombre puede haber dejado de existir de mil maneras, desde el momento en que mis sentidos recogieron el testimonio de su existencia. Por lo tanto, aunque sea altamente PROBABLE que existan, en estos momentos, millones de hombres que uno nunca vio, no puede tenerse sobre ello esa certidumbre a la que denominamos como conocimiento. Únicamente podría hablarse, según Locke, de PROBABILIDAD: algo que se sitúa más allá de la duda y que nos permite pensar, como algo razonable, que existen en este momento otros hombres a los que he conocido, pero que ahora no veo ni se nada de ellos. Pero la probabilidad, según Locke, no es lo mismo que el CONOCIMIENTO. {Texto 11e}
Como conclusión a todo lo dicho, Locke, afirma que existen DOS
CLASES DE PROPOSICIONES: A) Unas se refieren a la existencia de cosas
particulares. La certidumbre sobre ellas la adquirimos a través de los
sentidos y nuestro conocimiento es consecuencia de las cosas que producen
ideas en nuestras mentes gracias a los sentidos.. B) Otras expresan el
acuerdo o desacuerdo de nuestras ideas abstactas. Tales proposiciones son
todas universales. Su certidumbre no se refiere a la existencia real de las
cosas que representan tales ideas sino al acuerdo o desacuerdo existente
entre tales ideas. Por ejemplo, la proposición que establece que los
hombres deben temer a Dios puede ser cierta siempre y acuerdo no implique
algún tipo de desacuerdo entre nuestras ideas. Ahora bien, su certeza no
prueba la existencia de hombres en el mundo. {Texto 11f}