Pero para volver a los fundamentos del asentimiento y de sus distintos
grados, tendremos que advertir que las proposiciones que
recibimos a partir de la probabilidad son de dos clases: o concernientes a
alguna existencia particular, o, como comúnmente se dice, a algún asunto de
hecho, que cayendo bajo la observación, es capaz de testimonio humano; o bien
se refieren a cosas que por estar más allá de la posibilidad de descubrimiento
de nuestros sentidos no son capaces de un testimonio semejante.
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Por lo que se refiere a la primera de estas dos clases, es decir,
asuntos particulares de hecho, hay que señalar: Primero. Que cuando cualquier cosa particular, que está en consonancia con nuestras observaciones constantes y con las de los demás en casos semejantes, se ve atestiguada por los informes concurrentes de todos los que la mencionan, nosotros la admitimos tan fácil- mente, y nos cimentamos tan firmemente sobre ella como si se tratara de un conocimiento cierto; y razonamos y actuamos sobre ella con tan pocas dudas como si se tratara de una demostración perfecta. De esta manera, si todos los ingleses que tienen motivo para afirmarlo dijeran que hel6 en Inglaterra el pasado invierno, o que se vieron golondrinas durante el verano, pienso que un hombre tendría tan pocos motivos para dudar de ello como de que siete más cuatro son igual a once. Por tanto, el primer y más alto grado de probabilidad es aquel en que el consenso general de todos los hombres, en todos los tiempos, en la medida en que esto se puede saber, concurre con la constante e infalible experiencia que un hombre tenga en casos similares, para confirmar la verdad de cualquier hecho particular, realmente atestiguado por quienes lo presenciaron; tales son todas las constituciones establecidas y las propiedades de los cuerpos, y los procesos regulares de causa y de efecto que existen en el curso ordinario de la naturaleza. A esto lo llamamos el argumento sacado de la naturaleza de las cosas mismas. Porque lo que nuestra observación constante y la de los otros hombres nos han mostrado que siempre es de la misma manera, tenemos motivos para concluir que es el efecto de causas fijas y regulares, aunque no entren dentro del alcance de nuestro conocimiento... Estas probabilidades se acercan tanto a la certidumbre, que gobiernan nuestros pensamientos de una manera tan absoluta e influencian tanto nuestras acciones como la demostración más evidente. Comentario |
Segundo. El siguiente grado de probabilidad se
obtiene cuando encontramos, a partir de nuestra propia experiencia... que un
caso particular me es asegurado por muchos e indubitables testigos; por ejemplo,
habiéndonos mostrado la historia que en todos los tiempos la mayor parte de los
hombres prefieren su interés particular al interés público, lo cual me ha
sido confirmado por mi propia experiencia, en la medida en que he tenido la
oportunidad de confirmarlo, si todos los historiadores que escribieron acerca de
Tiberio afirman que éste actuó así, ello será sumamente probable. Y en este
caso, nuestro asentimiento tiene un fundamento suficiente para llegar al grado
de lo que podemos llamar confianza.
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La probabilidad, fundada en tales cimientos, lleva consigo tanta
evidencia que naturalmente determina el juicio, y nos deja en una libertad tan
pequeña para creer o no creer, como lo hace la demostración para conocer o
permanecer ignorante. La dificultad aparece cuando los testimonios contradicen
la experiencia común, y cuando los informes de la historia y de los testigos
chocan con el curso ordinario de la naturaleza o entre ellos mismos. Y es aquí
donde se necesita la diligencia, la atención y la exactitud para formar un
juicio correcto... Lo único que en general se puede decir es que tanto los
argumentos como las pruebas en pro y en contra, después de un examen detenido,
que sopese adecuadamente cada circunstancia particular, acabará por aparecer de
modo que, en lo que se refiere a la totalidad del asunto, preponderen en mayor o
menor grado hacia uno u otro lado, de manera que consigan producir en la mente
estos diferentes estados que llamamos creencia, conjetura, sospecha, duda,
vacilación, desconfianza, incredulidad, etcétera. |
Las probabilidades que hasta aquí hemos
mencionado solamente se refieren a asuntos de hecho y a cosas capaces de
observación y de testimonio. Hay otra clase que se refiere a asuntos sobre los
que los hombres tienen opiniones con distinto grado de asentimiento..... Tales
son: 1.º La existencia, la naturaleza y las operaciones de los seres finitos
inmateriales que están fuera de nosotros, como los espíritus, los ángeles, o
la existencia de seres materiales que, bien por su pequeñez o por su lejanía
con respecto a nosotros, no son capaces de ser advertidos por nuestros sentidos
2.º Lo que se refiere a la manera de operación en la mayor parte de las obras
de la naturaleza, en las que aunque vemos los efectos sensibles, sin embargo,
sus causas nos son desconocidas y no percibimos las formas y maneras en que se
producen..... La analogía en estos asuntos es la única ayuda que tenemos, y
solamente en ella fundamos los cimientos de la probabilidad. Así, observando
que el mero hecho de frotar dos cuerpos violentamente produce calor y, en muchas
ocasiones, hasta fuego, tenemos razones para pensar que lo que llamamos calor y
fuego consiste en una violenta agitación de las partículas imperceptibles de
la materia... De la misma manera, observando.. que en todas las partes de la
creación, que caen bajo la observación humana existe una conexión gradual de
las unas con las otras, sin ningún vacío considerable o discernible entre
ellas, en toda esa gran variedad de cosas que vemos en el mundo, que están tan
estrechamente unidas, resulta que en los distintos rangos de los seres no es fácil
descubrir los límites entre ellos, y que tenemos razones para persuadirnos de
que, mediante pasos escalonados, ascienden hacia la perfección de manera
gradual.
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