TEXTO 18A

Creo que podemos llegar a concluir los límites entre el alcance de la fe y de la razón, pues la falta de estos límites ha sido la causa, si no de grandes desórdenes, al menos sí de grandes disputas, y tal vez de errores en el mundo. Pues en tanto no se resuelva hasta dónde nos guiamos por la razón, y hasta dónde por la fe, en vano mantendremos disputas y nos empeñaremos en convencer- nos los unos a los otros en asuntos de religión...... Por tanto, pienso que la razón, aquí y en cuanto algo que se distingue de la fe, consiste en el descubrimiento de la certidumbre o de la probabilidad de tales proposiciones o verdades que la mente llega a alcanzar por medio de la deducción que realiza a partir de unas ideas obtenidas mediante el empleo de sus facultades naturales, es decir, por medio de la sensación o de la reflexión. La fe, por el contrario, es el asentimiento dado a cualquier proposición que no ha sido establecida mediante la deducción de la razón, sino a partir del crédito de la persona que lo propone, el cual proviene de Dios por alguna manera extraordinaria de comunicación. A esta manera de descubrir verdades a los hombres es lo que llamamos revelación.
Comentario







































































TEXTO 18B

En lo que se refiere a nuestras ideas simples, que constituyen el fundamento y la única materia de todas nuestras nociones y conocimientos, dependemos por entero de nuestra razón, es decir, de nuestras facultades naturales, y en modo alguno las podemos recibir a partir de la revelación tradicional. Digo «revelación tradicional» para distinguirla de la «revelación original», pues por ésta significo la primera impresión que Dios realiza inmediatamente sobre la mente de cualquier hombre...Así pues, en primer lugar, afirmo que «ningún hombre inspirado por Dios puede, mediante revelación alguna, comunicar a los demás ninguna idea simple que no haya tenido antes por sensación o por reflexión».... Porque las palabras, vistas o escuchadas, no llevan a nuestros pensamientos sino aquellas ideas que acostumbramos a significar de esa manera, pero no pueden introducir ninguna que sea totalmente nueva, ni ninguna idea simple que antes nos fuera desconocida. ....Así, sean cuales fueren las cosas que fueron descubiertas a San Pablo cuando fue arrebatado al tercer cielo y cualesquiera las ideas nuevas que su mente recibido allí, la única descripción que él puede hacer a los otros de este lugar es ésta: «Que son cosas de tal naturaleza, que ningún ojo vio jamás, ni oído alguno escuchó, ni ningún corazón humano había sentido». 
Comentario







































































TEXTO 18C

En segundo lugar, afirma que las mismas verdades que se pueden descubrir y aceptar a partir de la revelación son descubribles por la razón por aquellas ideas que naturalmente tenemos. De esta manera, Dios podría, por medio de la revelación, habernos descubierto la verdad de cualquiera de las proposiciones de Euclídes, al igual que los hombres, mediante el empleo de sus facultades naturales, podrían haber llegado a des cubrirlas por sí mismos....Ahora bien, cualquier verdad que lleguemos a descubrir claramente, a partir del conocimiento, y de la contemplación de nuestras propias ideas, será siempre más cierto que aquel que nos llega mediante la revelación tradicional. ... Por ejemplo, si se viniera revelando desde edades muy remotas que los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos rectos, yo podría asentir a la verdad de esta proposición a partir del crédito de la tradición que me ha sido revelada; pero jamás llegaría a una certidumbre tan grande como la que me originaría un conocimiento basado en la comparación y medición de mis propias ideas sobre dos ángulos rectos y sobre los tres ángulos de un triángulo.....Así pues, en aquellas proposiciones cuya certidumbre se funda en la clara percepción del acuerdo o des- acuerdo de nuestras ideas, alcanzada bien por una intuición intermedia, como ocurre en las proposiciones evidentes por sí mismas, bien por las deducciones evidentes de la razón en las demostraciones, no necesitamos la ayuda de la revelación como algo necesario para otorgarle nuestro asentimiento y para introducirla en nuestras mentes.
Comentario







































































TEXTO 18D

Y, por tanto, «ninguna proposición puede ser resumida como una revelación divina, u obtener el asentimiento que a tales proposiciones se debe, si resulta contradictoria con nuestro conocimiento claro e intuitivo», pues esto supondría subvertir los principios y los fundamentos de todo conocimiento, de cualquier evidencia y de cualquier asentimiento;....Ello hace que nunca podamos asentir a una proposición que afirme que el mismo cuerpo pueda estar en dos lugares distintos a la vez, aunque ello intentara tener la autoridad de una revelación divina. Por tanto, es inútil el tratar de imponer como asuntos de fe proposiciones que son contrarias a la clara percepción del acuerdo o desacuerdo de cualesquiera de nuestras ideas. Estas no pueden provocar nuestro asentimiento en base a ningún título. Pues nunca podrá convencernos la fe de nada que contradiga nuestro conocimiento, ya que, aunque la fe esté fundada en el testimonio de Dios (que no puede mentir) al revelarnos alguna proposición, sin embargo, no podemos tener la seguridad de que se trata en verdad de una revelación divina, cuya garantía es mayor que nuestro conocimiento....ya que en el caso de que la tuviéramos por verdadera, supondría el desmoronamiento de todos los principios y fundamentos de un conocimiento.
Comentario







































































TEXTO 18E

Las cosas que están por encima de la razón son, cuando son reveladas, la materia más propia de la fe.... De esta manera el que una parte de los ángeles se rebelara contra Dios y perdiera por ello el estado de felicidad que originariamente tenían, el que los muertos resuciten y vivan de nuevo, estas cosas y otras similares, al estar más allá de las posibilidades de descubrimiento por medio de la razón, son únicamente materia de fe, con las que la razón nada tiene que ver directamente.... En algunos de aquellos asuntos en los que nuestras facultades naturales sean capaces de dar una determinación probable, la revelación, cuando le ha parecido a Dios oportuno concederla, debe tener más peso que las conjeturas probables del hombre. Porque como la mente no tiene la certeza de la verdad de lo que no conoce con evidencia, sino que únicamente se rinde ante la probabilidad que aparece en ella, es preciso que otorgue su asentimiento a un testimonio que proviene de alguien que no puede equivocarse y que no desea engañar. Sin embargo, siempre compete a la razón el juzgar si la verdad es una revelación, y el decidir sobre el significado de las palabras en las que ha deliberado. Además, si alguna cosa que sea contraria a los principios evidentes de la razón, y al conocimiento manifiesto que tiene la mente de sus propias y distintas ideas, se tiene por una revelación, la razón debe hacer prevalecer su voz.
Comentario