El que quiera seriamente disponerse a la búsqueda de la verdad deberá
preparar, en primer lugar, su mente a amarla;....Merece la pena saber cómo un
hombre puede conocer si ama en realidad la verdad, y creo que sobre esto hay una
prueba infalible: el no abrazar ninguna proposición con mayor seguridad de lo
que sus pruebas lo permiten. Quien se exceda en esta medida de asentimiento, es
evidente que no recibe la verdad por amor a ella....porque es tan imposible que
el amor a la verdad impulse mi asentimiento por encima de la evidencia, como que
el amor a la verdad me obligue a otorgar mí asentimiento a una proposición en
virtud de una evidencia que no me indica que ella sea
verdadera, lo cual es igual que amarla como una verdad sólo porque es posible o
probable que no sea una verdad. En cualquier verdad que no se posesione de
nuestras mentes mediante la luz irresistible de la evidencia misma, o por medio
de la fuerza de la demostración.
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En este momento me voy a tomar la libertad de
considerar un tercer fundamento del asentimiento, al que algunos hombres
otorgan la misma autoridad que a la fe y a la razón y sobre el que se apoyan
con igual confianza. Me refiero a ese entusiasmo que, haciendo caso omiso de la
razón, pretende establecer la revelación sin ella...por lo que la sustituye
por la fantasía.... Como la revelación inmediata es algo que los
hombres encuentran más fácil sobre la que establecer sus opiniones y regular
su conducta que el tomarse el aburrido trabajo de un
raciocinio estricto, y como este trabajo no siempre concluye felizmente, no
resulta sorprendente que algunos se hayan inclinado a intentar actuar como si
fueran los beneficiarios de la revelación....Así, en todos los tiempos podemos
comprobar que existen algunos hombres en los que la melancolía se ha mezclado
con la devoción, y a quienes la buena opinión que tenían de ellos mismos les
ha llevado a pensar que tenían una gran familiaridad con Dios... Estando sus mentes preparadas de esta
manera,
cualquier opinión carente de fundamento que se venga a establecer firmemente en
sus fantasías es una iluminación que procede del espíritu de Dios.... Esto es lo que yo entiendo propiamente por
entusiasmo, el cual, aunque no está fundado sobre la razón ni sobre la
revelación divina, sino que surge de las nociones de un cerebro acalorado o
presuntuoso, no deja por ello de tener una influencia, después de haber echado
raíces, más poderosa sobre la persuasión y los actos de los hombres....Estos hombres advierten la mano de Dios que se agita en
su interior, y los impulsos del espíritu, por lo que no pueden errar sobre lo
que sienten. De esta manera éstos se animan a sí mismos y se convencen de que
el razonamiento no tiene ninguna relación con lo que ven y sienten en sí
mismos: se trata de cosas que son susceptibles de una experiencia sensible, que
no admite dudas ni necesita comprobación.
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Estos hombres tienen, según ellos dicen, una luz
clara y la ven; tienen un sentido despierto y sienten. Esto, están seguros, no
se les puede disputar, porque cuando un hombre dice que ve o siente, nadie puede
negar que lo hace. Pero permítaseme entonces preguntar: ¿esta contemplación
es la percepción de la verdad de una proposición o la percepción de una
revelación divina; .... Son dos percepciones muy diferentes, que deben distinguirse de
manera cuidadosa si no queremos confundirnos a nosotros mismos. Yo puedo
percibir la verdad de una proposición, pero no percibir que ésta es una revelación inmediata de Dios por ello. Puedo percibir la verdad de una
proposición de Euclides, sin que sea, o sin que yo perciba que lo es, una
revelación. Igualmente puedo percibir que no adquirí ese conocimiento de una
manera natural, de manera que pueda llegar a concluir que se trata de una
revelación...De manera que el conocimiento de cualquier proposición que
llega a mi mente sin que yo sepa cómo, no es una percepción de que proviene de
Dios, y menos aún una fuerte persuasión de que es verdad una percepción que
proviene de Dios, o me nos aún que sea verdad. Pero aunque se llamen luz y
visión, supongo que, en el mejor de los casos, se trata de
creencias y de seguridades, y la proposición que se tiene como una revelación
no es una proposición que se conozca como verdadera, sino que se tiene por
verdadera. Pues cuando se sabe que una proposición es verdadera, no se necesita
la revelación y resulta difícil pensar cómo alguien podría tener una
revelación de lo que ya conoce. Por tanto, si se trata de una proposición de
cuya verdad están persuadidos pero de la que no conocen que sea verdadera, sea
cual fuete el nombre por el que la designen, no se trata de un acto de ver, sino
de creer....Lo que veo
conozco que es así por la evidencia de la cosa misma; lo que creo, lo creo así
a consecuencia del testimonio de los demás.....Porque los hombres poseídos de esta manera se
enorgullecen con una luz que, según ellos afirman, los ilumina y les comunica
el conocimiento de esta o aquella verdad. Pero si saben que se trata de una
verdad, deberán saberlo, bien porque se trate de una evidencia de suyo, según
la razón natural, bien por estas pruebas racionales que indiquen que lo es....Si dicen que saben que es
verdad, porque se trata de una revelación de Dios, esta razón es buena; pero
en tal caso se les podrá preguntar por qué saben que es una revelación de
Dios. Si dicen que lo saben mediante la luz que conllevan,
la cual brilla de manera fulgurante en sus mentes y a la que no se pueden
resistir, entonces les conmino a que consideren sí esta afirmación significa
alguna cosa distinta de lo que ya dijimos, es decir: que es una revelación
porque creen firmemente que ésa es la verdad.
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