Me parece que la diferencia que hay
en la claridad de nuestro conocimiento depende de las diferentes maneras
de percepción de la mente sobre el acuerdo o desacuerdo de cualquiera de
sus ideas. Porque si reflexionamos sobre nuestras maneras de pensar
encontraremos que algunas veces la mente percibe el acuerdo o desacuerdo
de dos ideas de un modo inmediato y por sí mismas, sin la intervención
de ninguna otra: a esto pienso que se le puede llamar conocimiento
intuitivo. Pues en estas ocasiones, la mente no se esfuerza en probar o en
examinar, sino que percibe la verdad como el ojo la luz, solamente por-
que se dirige a ella. Así la mente percibe que lo blanco no es lo negro,
que un círculo no es un triángulo, que tres son más que dos e igual a
uno más dos. Tales clases de verdades la mente las percibe a primera
vista a partir de las ideas juntas, por mera intuición, sin la intervención
de ninguna otra idea......El segundo grado de conocimiento es aquel en que
la mente percibe el acuerdo o desacuerdo de cualquier idea, pero no
inmediatamente....En este caso, la mente permanece en ignorancia o, al
menos, no va más lejos de una conjetura probable. La razón por la que la
mente no siempre puede percibir inmediatamente el acuerdo o desacuerdo de
dos ideas es porque esas ideas, respecto a las cuales se inquiera su
acuerdo o desacuerdo no pueden ser reunidas por ella para hacerlo patente.
Entonces, en este caso, cuando la mente no puede reunir sus ideas por una
comparación inmediata, para percibir su acuerdo o desacuerdo, o por una
yuxtaposición o aplicación la una de la otra, se ve obligada mediante la
intervención de otras ideas (de una o de más, según los casos) a
descubrir el acuerdo o desacuerdo que busca; y a esto es a lo que llamamos
raciocinar. De esta manera, cuando la mente desea saber el acuerdo o des-
acuerdo en magnitud entre los tres ángulos de un triángulo y dos rectos,
no puede hacerlo por medio de una mirada inmediata y comparándolos entre
sí, porque los ángulos de un triángulo no pueden tomarse en conjunto y
compararse con otro u otros dos ángulos; y de esta manera, la mente no
tiene un conocimiento inmediato o intuitivo. En este caso la mente
necesita acudir a otros ángulos, con respecto a los cuales los tres ángulos
de un triángulo tengan una igualdad, y una vez haya descubierto que son
iguales a dos rectos, llegue al conocimiento de que los anteriores eran
también iguales a dos rectos.....Estas ideas
intervinientes, que sirven para mostrar el acuerdo de otras dos
cualesquiera, reciben el nombre de pruebas; y cuando el acuerdo o
desacuerdo se percibe de manera clara y llana por medio de ellas, se le
llama demostración, puesto que le ha sido mostrado al entendimiento, y la
mente ha podido ver que es así. La rapidez que tenga la mente para
descubrir esas ideas intermedias (que pueden descubrir el acuerdo o
desacuerdo de otras), y para aplicarlas correctamente, es, supongo, lo que
se llama sagacidad.....Aunque este
conocimiento, alcanzado por medio de pruebas intervinientes, sea cierto,
sin embargo no alcanza una evidencia tan clara y luminosa, ni un
asentimiento tan rápido como el conocimiento intuitivo. Porque, aunque en
la demostración la mente llega al final a percibir el acuerdo o
desacuerdo de las ideas que considera, no lo consigue, sin embargo, sin
trabajo y atención, y necesita más que una mirada pasajera para
encontrarlo.
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Otra diferencia entre el
conocimiento intuitivo y el demostrativo es que, aunque en este último
toda duda desaparece cuando se percibe el acuerdo o el desacuerdo, por
medio de la intervención de las ideas inmediatas, sin embargo, antes de
la demostración existía la duda, lo que en el conocimiento intuitivo no
le puede suceder... Por otro lado, aunque verdad es que la percepción
producida por la demostración es también muy clara; sin embargo, es con
frecuencia una percepción muy disminuida en relación con ese lustre
evidente y plena seguridad que siempre acompaña a eso que yo llamo
conocimiento intuitivo. Este sería similar a una cara reflejada por
varios espejos, de uno a otro, donde, en tanto se mantenga la similitud y
el acuerdo con el objeto, se produce el conocimiento; pero sucede que en
los reflejos sucesivos se va advirtiendo una pérdida de esa claridad
perfecta y de aquella distinción que existían en el primer reflejo;
hasta que, finalmente, después de muchos cambios, se produce una gran
confusión en las imágenes, y no resulta reconocible a primera vista...Lo
mismo sucede con el conocimiento que se ha logrado tras una larga sucesión
de pruebas.....Además, para hacer cualquier demostración resulta
necesario percibir el acuerdo inmediato entre las ideas que intervienen,
por lo que se conoce el acuerdo o desacuerdo de las dos ideas que se
examinan, de las cuales una es siempre la primera y la otra la última en
el enunciado. Esta percepción intuitiva del acuerdo o desacuerdo de las
ideas intermedias, en cada paso y progresión de la demostración, debe
ser retenida con exactitud en la mente, y todo hombre deberá estar seguro
de que no omite ninguna parte. Lo cual, cuando son deducciones muy largas,
y en las que se usan muchas pruebas, la memoria no siempre puede retenerlo
de manera tan real y exacta; por ello suele suceder que este conocimiento
es más imperfecto que intuitivo.
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Estas dos, es decir, la intuición
y la demostración, son los grados de nuestro conocimiento.....Hay, sin
embargo, otra percepción de la mente que se emplea en la existencia
particular de los seres finitos que están fuera de nosotros, y que
sobrepasando la mera probabilidad, y no alzando, sin embargo, totalmente
ninguno de os grados de certidumbre antes establecidos, pasa por el nombre
de conocimiento.... Pero el que haya en nuestra mente algo más que
meramente esa idea, el que de aquí podamos inferir la existencia cierta
de algo fuera de nosotros que corresponda a esa idea, es lo que algunos
hombres piensan que se debe cuestionar; porque los hombres pueden tener en
sus mentes semejantes ideas, cuando tales cosas no existen, ni semejantes
objetos afectan sus sentidos. Pero pienso que en este sentido estamos
dotados de una evidencia que sobrepasa toda duda. Pues yo preguntaría a
cualquiera si no está irremediablemente consciente en sí mismo de tener
una percepción diferente cuando mira el sol por el día y cuando piensa
en él durante la noche; cuando saborea el ajenjo, o huele una rosa, y
cuando solamente piensa en ese sabor o en ese perfume. Así pues,
encontramos que existe la misma diferencia entre cualquier idea revivida
en la mente por la memoria y cualquiera que llega a nuestra mente por los
sentidos, que la que existe entre dos ideas distintas. Y si alguien
afirmara que un sueño puede provocar lo mismo, y que todas esas ideas
pueden ser producidas en nosotros sin los objetos exteriores, estará muy
contento de soñar que yo le puedo contestar esto: ... Que yo pienso que
admitirá que hay una diferencia muy manifiesta entre soñar que está en
el fuego, y estar en este momento en él.... Así que creo podemos añadir
a las dos anteriores clases de conocimiento una tercera: el de la
existencia de objetos externos particulares; por medio de esa percepción
y conciencia que tenemos de la entrada actual de ideas a partir de ellos,
y deducir que existen tres grados de conocimiento: intuitivo, demostrativo
y sensitivo, en cada uno de los cuales hay diferentes grados y modos de
evidencia y de certidumbre.
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