Puesto que el conocimiento, como se ha dicho,
consiste en la percepción del acuerdo o desacuerdo de cualesquiera de nuestras
ideas, de aquí se deduce que, en primer lugar, no podemos tener conocimiento más
allá de las ideas que tenemos.
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De todo lo que aquí se ha dicho se evidencia que
el alcance de nuestro conocimiento resulta corto no sólo con respecto a la
realidad de las cosas, sino incluso con respecto a la extensión de nuestras
propias ideas.....Pienso que puedo, sin que suponga afrenta para la perfección
humana, afirmar que nuestro conocimiento nunca podrá alcanzar todo lo que quisiéramos
saber en torno a esas ideas que tenemos, ni podremos resolver todas las
dificultades y cuestiones que puedan surgir sobre ellas. Tenemos las ideas de un
cuadrado, un círculo y de igualdad; y, sin embargo, tal vez nunca podamos
encontrar un círculo igual a un cuadrado, y conocer con certeza que lo es.
Tenemos las ideas de materia y de pensamiento, pero posiblemente nunca seamos
capaces de saber si cualquier ente puramente material piensa o no, ya que
resulta imposible, por la contemplación de nuestras propias ideas y sin ayuda
de la revelación, descubrir si la Omnipotencia no ha dotado a algún sistema de
materia, debidamente dispuesto, de la potencia de percibir y pensar, o si no ha
unido y fijado a una materia así dispuesta una sustancia inmaterial con
capacidad de pensar.... ya que nosotros no sabemos ni en qué consiste el pensar
ni a qué clase de sustancias el Todopoderoso ha considerado a bien el darles
ese poder, que no se puede hallar en ningún ser creado si no es únicamente por
el favor y la bondad del Creador. Pues no veo contradicción en que el Primer y
Eterno Ser pensante, Espíritu Omnipotente, pudiera dotar, si quisiera, a
ciertos sistemas de materia insensible, reunidos de la manera que estimara
conveniente, de algún grado de percepción, sensación y pensamiento... Así,
pues, ¿qué certidumbre de conocimiento se puede tener de que algunas
percepciones, tales como el placer y el dolor, no puedan encontrarse en algunos
cuerpos en sí mismos, después de haber sido movidos y modificados de cierta
manera, lo mismo que se encuentran en una sustancia inmaterial por el movimiento
de las partes del cuerpo?.... ¿qué razón podemos tener para concluir que el
Creador no ha ordenado que se produzcan esos efectos en un sujeto que no podemos
concebir como capaz de ellos, como en un sujeto acerca del cual no podemos
concebir cómo opera en el movimiento de la materia? Cuando digo esto, no
lo hago para disminuir la creencia en la inmortalidad del alma: aquí no estoy
hablando de probabilidad, sino de conocimiento; ..... Y, por tanto, no resulta
de una necesidad tan imperiosa llegar a determinar una cosa u otra en este
asunto, como algunos paladines, demasiado celosos o de la materialidad o de la
inmaterialidad del alma, han conseguido que la gente llegue a creer. Unos de los
cuales, estando demasiado inmersos en sus pensamientos sobre la materia, no
pueden admitir la existencia de algo que no sea material; y otros, desde la otra
posición, no pueden ver que la cogitación esté dentro de las potencias
naturales de la materia, y después de haberla examinado una y otra vez con el
mismo empeño tienen la seguridad de concluir que la Omnipotencia misma no puede
dotar de percepción y pensamiento a una sustancia que tenga la modificación de
la solidez. El que considere lo difícil que resulta conciliar en nuestros
pensamientos la sensación con la materia extensa, o la existencia con cualquier
cosa que no tenga ninguna extensión, tendrá que confesar que está muy lejos
de saber con exactitud lo que sea el alma. Esta cuestión me parece que está
bastante lejos del alcance de nuestro conocimiento.
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Las afirmaciones o negaciones que hacemos sobre las ideas que
tenemos pueden, según antes lo indiqué en general, reducirse a estas cuatro
clases: identidad, coexistencia, relación y existencia real. Ahora examinaré
el alcance de nuestro conocimiento en cada uno de estos casos.
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