TEXTO 4A

Estoy seguro de que, a estas alturas, mi lector tendrá la sensación de que durante todo este tiempo no he estado construyendo sino un castillo en el aire, y que estará tentado de preguntarme que a qué viene tanto ruido. Afirmas - me podrá decir -  que el conocimiento no es sino la percepción del acuerdo o desacuerdo de nuestras propias ideas, pero ¿quién sabe lo que son esas ideas? ¿Existe algo más extravagante que la imaginación del cerebro humano? ¿Dónde existe una cabeza que no tenga una quimera en ella? O si hay un hombre justo y sabio, ¿qué diferencia puede haber, según tus reglas, entre su conocimiento y el de la mente más extravagante y fantasioso del mundo? Ambos tienen sus ideas y perciben el acuerdo o desacuerdo que existe entre ellas. Si alguna diferencia hay entre ellos, la ventaja estará de parte del hombre de imaginación más calenturienta, ya que tendrá mayor número de ideas, y más vivaces. Y de este modo, según tus reglas, él será el más conocedor. Y si es verdad que todo conocimiento depende únicamente de la percepción del acuerdo o desacuerdo de nuestras propias ideas, las visiones de un entusiasta y los razonamientos de un hombre sobrio serán igualmente ciertas. Nada importa cómo sean las cosas: será suficiente con que un hombre observe el acuerdo de sus propias imaginaciones, y con que hable de manera convincente, para que todo sea verdad, para que todo sea cierto. Semejantes castillos en el aire serán unas fortalezas de verdad tan grandes como las demostraciones de Euclídes. Que una arpía no es un centauro es, de esta manera, un conocimiento tan cierto y tan verdadero como que un cuadrado no es un círculo. Pero ¿para qué le sirve todo este bonito conocimiento de la imaginación de los hombres al hombre que pregunte por la realidad de las cosas? Las fantasías de los hombres no tienen ninguna importancia; es el conocimiento de las cosas lo que se debe valorar; lo único que da valor a nuestros razonamientos, y preferencia al conocimiento de una persona sobre el de otra, es que este conocimiento esté basado en como realmente son las cosas, y no en sueños y fantasías.
A todo lo cual respondo que si el conocimiento de nuestras ideas termina en ellas y no alcanza más allá, cuando se intenta conseguir alguna cosa más, nuestros pensamientos más serios no serán de mayor utilidad que los sueños de un loco, y las verdades construidas sobre ellos no tendrán más peso que las disertaciones de un hombre que una serie de cosas claras en sus sueños.

Comentario

































































TEXTO 4B

Nuestro conocimiento, por ello, sólo es real en la medida en que existe una conformidad entre nuestras ideas y la realidad de las cosas. Pero ¿cuál será ese criterio? ¿Cómo puede la mente, puesto que no percibe nada sino sus propias ideas, saber que están de acuerdo con las cosas mismas? Esto, aunque parece ofrecer cierta dificultad, pienso que se puede resolver, sin embargo, con la consideración de que existen dos clases de ideas que podemos asegurar están de acuerdo con las cosas.....Las primeras son las ideas simples, porque como la mente, según ya se ha mostrado, no puede forjarlas de ninguna manera por sí misma, tienen que ser necesariamente el producto de las cosas que operan sobre la mente de una manera natural, y que producen en ella aquellas percepciones .... De aquí resulta que las ideas simples no son ficciones nuestras, sino productos naturales y regulares de las cosas que están fuera de nosotros, que operan de una manera real sobre nosotros, y que de esta manera llevan toda la conformidad que se pretendió, o que nuestro estado requiere...Así, la idea de blancura, o la de amargo, tal como está en la mente, respondiendo exactamente a ese poder de producirla que hay en cualquier cuerpo, tiene toda la conformidad real que puede o debe tener con las cosas que están fuera de nosotros. Y esta conformidad entre nuestras ideas simples y la existencia de las cosas resulta suficiente para un conocimiento real....En segundo lugar, como todas nuestras ideas complejas, a excepción de las de las sustancias, son arquetipos forjados por la mente, y no intentan ser copia de nada, ni referirse a la existencia de ninguna cosa que sirva como original, no pueden carecer de ninguna conformidad necesaria para un conocimiento real. Porque aquello que no está destinado a representar ninguna cosa sino a sí mismo, nunca puede ser capaz de una representación errónea... según he mostrado en otro lugar, son combinaciones de ideas que la mente, por su libre elección, reúne sin considerar que tengan ninguna conexión con la naturaleza. Y de aquí resulta que en todas estas clases las ideas mismas son consideradas como los arquetipos, y las cosas son consideradas únicamente en tanto en cuanto se ajustan a ellos. De manera que no podemos por menos que estar infaliblemente seguros de que todo el conocimiento que tenemos sobre estas ideas es real, y que alcanza las cosas mismas. Porque en todos nuestros pensamientos, razonamientos y discursos de esta clase, no nos dirigimos a la consideración de las cosas sino en tanto en cuanto se conforman a nuestras ideas.
Comentario

































































TEXTO 4C

No dudo que se admitirá fácilmente que el conocimiento que tenemos de las verdades matemáticas no es sólo un conocimiento cierto, sino también real, y no la mera y vacía visión de una quimera insignificante del cerebro. Y, sin embargo, si lo consideramos detalladamente, encontraremos que se trata sólo de nuestras propias ideas. El matemático considera la verdad y las propiedades que pertenecen a un rectángulo o a un círculo únicamente en cuanto están en unas ideas de su propia mente. Pues seguramente nunca encontró ninguna de esas dos verdades existiendo precisamente, en su vida. Y, sin embargo, el conocimiento que tiene de cualquiera de las verdades o propiedades que pertenecen a un círculo, o a cualquier otra figura matemática, es el de algo verdadero y cierto, incluso de cosas realmente existentes, ya que las cosas reales no van más allá, ni se tienen en cuenta en tales proposiciones sino en cuanto se conforman con aquellos arquetipos de la mente. En la idea de un triángulo, ¿es cierto que sus tres ángulos son iguales a dos rectos? En caso afirmativo, también será cierto de un triángulo dondequiera que realmente exista. Y si cualquier otra figura existente no responde exactamente a la idea de triángulo que tiene en su mente, en absoluto se refiere a esa proposición. Y por todo ello él tiene la certidumbre de que su conocimiento sobre tales ideas es un conocimiento real, porque, como no pretende que las cosas vayan más lejos de su conformidad con aquellas ideas suyas, está seguro de que conoce lo que se refiere a esas figuras, en el momento en que ellas tenían una existencia meramente ideal en su mente, así como se tendrá también la verdad de aquéllas cuando tengan una existencia real en la materia.... De lo anterior se evidencia que el conocimiento moral es tan capaz de una certidumbre real como el matemático. Pues como la certidumbre no es sino la percepción del acuerdo o desacuerdo de nuestras ideas,... todo el acuerdo o des acuerdo que encontremos en ellas producirá un conocimiento real, al igual que el conocimiento de las figuras matemáticas....Todos los discursos de los matemáticos sobre la cuadratura del círculo, sobre las secciones cónicas o sobre cualquier otra parte de las matemáticas nada tienen que ver con la existencia de esas figuras, sino que sus demostraciones, que dependen de sus ideas, son las mismas, con independencia de que en el mundo existan un cuadrado o un círculo. De la misma manera, la verdad y la certidumbre de los discursos morales abstraen de las vidas de los hombres y de la existencia en el mundo de aquellas virtudes sobre las que tratan;.... no son menos ciertos porque no exista nadie en el mundo que practique tales reglas.... Si es verdad dentro de la especulación, es decir, dentro de la idea, que el asesino se hace acreedor a la muerte, también será cierto en la realidad de cualquier acción que exista conforme con esa idea de asesinato.....Admito que el cambio en un nombre, debido a la falta de propiedad del lenguaje podrá, en un principio, confundir a quien no conozca la idea que se quiere significar;.... Exactamente igual ocurre con respecto al conocimiento moral. Imaginemos que un hombre tiene la idea de quitar las cosas a los demás, sin el consentimiento de éstos, cosas que ellos han obtenido de manera honrada, y se le ocurre llamar a esta idea «justicia». Quien tome aquí el nombre sin la idea que conlleva, incurrirá en un error al unir otra idea suya a ese mismo nombre...ello hace que los nombres equivocados en los discursos morales son, por regla general, origen de discordias, ya que no resulta tan fácil el rectificarlos como en las matemáticas, donde la figura, una vez dibujada y vista, deja el nombre sin utilidad y sin ninguna fuerza.... Pero en los nombres morales esto no puede conseguirse de una forma tan rápida y breve... Sin embargo, y pese a todo esto, la confusión de cualquiera de esas ideas que haga que se den nombres contrarios a la usual significación de las palabras en un lenguaje determinado, no impide que podamos tener un conocimiento cierto y demostrativo sobre sus distintos acuerdos y desacuerdos, siempre que nos atengamos cuidadosamente, como hacemos en las matemáticas, a las mismas ideas precisas. Si separamos la idea que estemos considerando del signo que la significa, nuestro conocimiento marchará igual mente hacia el descubrimiento de una verdad real y cierta.
Comentario

































































TEXTO 4D

En tercer lugar, hay otra clase de ideas complejas que, al referirse a arquetipos que están fuera de nosotros, pueden diferir de ellos y de esta manera, nuestro conocimiento puede llegar a ser escasamente real. Tales son nuestras ideas de las sustancias que, consistiendo en una colección de ideas simples, que se supone han sido tomadas de las obras de la naturaleza, pueden, sin embargo, ser diferentes de aquellos.... Así, pues, afirmo que para tener ideas de las sustancias que por su conformidad con las mismas pueden ofrecernos un conocimiento real, no es suficiente, como en los modos, con reunir ideas tales que no sean inconsistentes, aunque nunca hayan existido de esa manera; así, por ejemplo, las ideas de sacrilegio, de perjurio, etc., que eran unas ideas tan reales y verdaderas antes, como después de la existencia de esos hechos. Pero como se supone que nuestras ideas de las sustancias son copias, y se refieren a unos arquetipos que están fuera de nosotros, deben haber sido tomadas de cosas que existen o han existido....La razón de esto es que, como no conocernos cuál sea la constitución real de las sustancias de la que dependen nuestras ideas simples, y cuál sea efectivamente la causa de la estricta unión de algunas de ellas con otras, y de la exclusión de otras, hay muy pocas de las que podamos asegurar que son consistentes o inconsistentes en la naturaleza, más allá de lo que la experiencia y la observación sensible alcanzan.
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