LIBRO IV ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO
HUMANO
CAPÍTULO IV
Acerca de la realidad del conocimiento
{Resumen - Comentario}
- Locke comienza este capítulo desarrollando una OBJECIÓN,
que cualquiera podría hacerle, a su tesis de que el conocimiento
consiste en el acuerdo o de acuerdo entre ideas. Y es que nos podríamos
preguntar si podemos confiar realmente en las ideas de los hombres para
fundamentar en ellas un conocimiento verdadero. Y es que acaso: ¿existe algo más extravagante que la imaginación del cerebro
humano? ¿qué diferencia existe entre las ideas de un hombre sabio y las
del más fantasioso y extravagante de los mortales? Y es que resulta
evidente que tanto uno como otro tienen ideas; ahora bien, también es
claro que la mente con más imaginación y, por tanto, con capacidad de
producir ideas más claras, parece ser el segundo. ¿Son, por tanto, mejores
la ideas producidas por un fanático y visionario que las de un hombre
prudente y sabio? Por otro lado, se preguntan muchos, ¿qué sentido tiene
fundamentar el conocimiento humano en la ideas y dejar de lado la realidad
de las cosas? No son las ideas de los hombres - afirman muchos - las que deberían valorarse
sino el conocimiento de las cosas ya que, de lo contrario, estaríamos basando
el conocimiento en sueños y fantasías y no en auténticas realidades. En
definitiva - concluyendo la objeción - si
situamos el conocimiento en el ámbito de las ideas, nuestros pensamientos
más serios no serán de mayor utilidad que los sueños de un loco, y las
verdades construidas sobre ellos tendrán más peso que las disertaciones de
un hombre sabio. {Texto 4a}
- La RESPUESTA de Locke a estas objeciones es clara: las
ideas de la mente no son meras fantasmagorías sino algo que puede estar de acuerdo con
las cosas mismas. Ahora bien, ¿cual es el CRITERIO que ayuda a la
mente a establecer tal acuerdo? Para explicar esto, Locke, repite de nuevo
la diferenciación existente entre Ideas Simples e Ideas
Complejas. Señala
que las ideas simples no son meras ficciones mentales sino
productos naturales y regulares de las cosas que están fuera de nosotros.
Por ejemplo, la idea de blancura o de lo amargo, tal como están en la
mente, no son meras elucubraciones sino algo que responde a ciertas
realidades que existen fuera de nosotros y que tiene el poder de producir en
la mente tales ideas. Por su parte, las ideas complejas, a excepción de las
substancias, son arquetipos formados por la mente (modos y relaciones), y no
intentan ser copia de nada, ni referirse a la existencia de ninguna cosa que
sirva como original . Tales ideas, por tanto, no están destinadas a
representar ninguna cosa. Por todo ello, como únicamente aspiran a representar
algo en sí mismo, sin preocuparse por la copia natural, será el
acuerdo o desacuerdo entre ellas quien nos mostrará su CERTEZA
y su REALIDAD. Tales ideas son como arquetipos mentales y las cosas
son reales en tanto en cuanto se conforman con tales ideas. Esto es lo que
sucede - como hemos visto anteriormente - con ideas que representan un
sacrilegio o un parricidio. {Texto 4b}
- Ahora bien, el que existan ideas complejas que no son copia de las cosas
naturales no quiere decir que tales ideas no sean REALES.
Para justificar la creencia de que existen ideas que no tienen su copia en
la naturaleza y, no por ello, dejan de ser reales, Locke, echa mano de las MATEMÁTICAS.
Es evidente que las verdades de la matemática, señala Locke, no son
únicamente ciertas, sino también REALES y no el producto de una visión
quimérica del cerebro humano. Ahora bien, un matemático cuando
considera un rectángulo o un círculo está ante lo que, únicamente, son
ideas de su mente ya que no encontramos en la naturaleza ni rectángulos ni
círculos. Y tales ideas no son meras ficciones sino cosas
realmente existentes. Y es que, en este caso, la realidad viene dada no por
lo que se ve sino por el acuerdo existente entre las ideas y las propiedades
que el matemático logra descubrir en relación con los objetos
(rectángulo, círculo) que estudia. En eso consiste verdaderamente su
realidad. Pues bien, del mismo modo que las
matemáticas tratan de cosas reales, también el CONOCIMIENTO
MORAL, que trata sobre ideas complejas relacionadas con los modos y
las relaciones, si logra un acuerdo entre sus ideas estaría teniendo un
conocimiento real aunque las ideas sobre las trata (justicia, honradez,
bondad, etc) no existan, como tales, en la naturaleza. Del mismo modo que un
matemático lleva a cabo sus demostraciones al margen de la existencia real
de cuadrados o círculos; aquel que reflexiona sobre la verdad y la
certidumbre de los discursos morales hace abstracción de la vidas de los
hombres y de su existencia en el mundo. Pero ello no significa que su
discurso sea una quimera que nada tenga que ver con la realidad; ya que si,
en tal discurso, se ha llegado, por ejemplo, a tener la idea de que un asesino es acreedor
de la muerte, también será cierto en la realidad de cualquier acción que
exista conforme con esa idea de asesinato. En este contexto, Locke, es consciente que la CONFUSIÓN DEL LENGUAJE
está mucho más presente en el ámbito moral que en el de la matemática y
que, por ello, el peligro de la confusión y del error es mucho mayor en tal
ámbito. Por ello, afirma Locke, la mayoría de las veces el origen de las
discordias, en el terreno de la moral, no es otra cosa que la utilización de
nombres equivocados, como, por ejemplo, cuando alguien define y nombra la
idea Justicia de un modo
totalmente contrario a lo que realmente es. Como además, contrariamente a
lo que sucede en el ámbito de la matemática y de la geometría, no podemos
utilizar gráficos o dibujos que nos ayuden a precisar los términos
morales, el problema se agranda aún más. A pesar de todo, Locke, estaba
convencido que si la moral se abastecía de ideas claras y precisas, nuestro
conocimiento, en este campo, marcharía hacia el descubrimiento de
verdades reales y ciertas. {Texto 4c}
- Por lo que se refiere a nuestras ideas complejas de SUBSTANCIAS, dado que
se refieren a arquetipos que están fuera de nosotros, tienen, según Locke,
mayor peligro de ser menos reales. Ello se debe a que
nuestras ideas de substancias no son otra cosa que una colección de ideas
simples que se suponen que proceden de la naturaleza y que, al unirlas, se
les da un nombre que se supone tiene una existencia real. Ahora bien, es un
temeridad, según Locke, pensar que únicamente tal colección de idas expresan la realidad de la substancia. Es muy posible que existan
otras cualidades presentes en el objeto y que, sin embargo, nos son
totalmente desconocidas y que constituyen tal realidad. Sucede todo lo
contrario a lo que nos encontramos al tratar de ideas complejas referidas a
los MODOS o las RELACIONES. Aquí las ideas son ciertas y reales, al margen
de que tengan una existencia en la naturaleza, ya que es el acuerdo entre las
mismas las que nos muestra su certeza y su realidad. Por ejemplo, las ideas
de sacrilegio o perjurio, pueden ser totalmente reales aún antes de
observar su existencia en la naturaleza. Las substancias, sin embargo,
son copias de algo existente en la naturaleza. Lo que sucede es
que no conocemos cual es la constitución REAL de tales substancias.
{Texto 4d}
Capítulo IV
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