TEXTO 9A

Hasta aquí nos hemos limitado a considerar la esencia de las cosas, las cuales, puesto que sólo son ideas abstractas alojadas en nuestros pensamientos a partir de toda existencia particular....no nos aporta ningún conocimiento sobre la existencia real. Por este método podemos «llegar a darnos cuenta de que las proposiciones universales, de cuya verdad o falsedad podemos tener un conocimiento cierto, no se refieren a la existencia....Pero dejando la naturaleza de las proposiciones.... vamos ahora a investigar sobre nuestro conocimiento acerca de la existencia de las cosas, y sobre la manera en que llegamos a él. Así pues, digo que tenemos un conocimiento de nuestra propia existencia por intuición, de la existencia de Dios, por demostración, y de las otras cosas, por sensación.....En lo que se refiere a nuestra propia existencia, la percibimos tan llana y ciertamente que ni se necesita, ni es susceptible de prueba alguna, pues nada puede sernos más evidente que nuestra propia existencia. Pienso, razono, siento placer y dolor, ¿puede acaso alguna de estas cosas serme más evidente que mi propia existencia?.....Pues si me doy cuenta de que siento dolor, resulta evidente que tengo una percepción tan cierta de mi propia existencia como de la existencia del dolor que siento; o, si me doy cuenta de que dudo, tengo una percepción tan cierta de la existencia de la cosa en duda como de ese pensamiento que llamo «duda». Así pues, la experiencia nos convence de que tenemos un conocimiento intuitivo de nuestra propia existencia.
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