...más sabia es la que sabe lo que no sabe....
Sofía se puso un vestido de verano y bajó a la cocina. Su madre estaba inclinada sobre la encimera. Decidió no decirle nada sobre el pañuelo de seda.
-¿Has recogido el periódico? - se le escapó a Sofia.
La madre se volvió hacia ella.
-¿Me haces el favor de recogerlo tu?
Sofía se fué corriendo al jardín y se inclinó sobre el buzón verde.
Solamente un periódico. Era pronto para esperar respuesta a su carta. En la portada del periódico leyó unas lineas sobre los cascos azules de las Naciones Unidas en el Líbano.
Los cascos azules... ¿No era lo que ponía en el sello de la postal del padre de Hilde? Pero llevaba sellos noruegos. A lo mejor los cascos azules de las Naciones Unidas llevaban consigo su propia oficina de correos.
Cuando su madre hubo terminado en la cocina, le dijo a Sofia medio en broma:
-Vaya, sí que te interesa el periódico.
Afortunadamente no dijo nada más sobre buzones y cosas por el estilo, ni durante el desayuno ni más tarde, en el transcurso del dia. Cuando se fué a hacer la compra, Sofía cogió la carta sobre la fé en el destino y se la llevó al Callejón.
El corazón le dio un vuelco cuando de repente vio un sobrecito blanco junto a la caja que contenía las cartas del profesor de filosofia. Sofía estaba segura de que no la había dejado alli.
También este sobre estaba mojado por los bordes, y tenia, exactamente como el anterior, un par de profundas incisiones.
¿Había estado ahí el profesor- de filosofía? ¿Conocia su escondite más secreto? ¿Pero por qué estaban mojados los sobres?
Sofía daba vueltas a todas esas preguntas. Abrió el sobre y leyó la nota.
Querida Sofía.He leido tu carta con gran interés, y tambien con un poco de pesar, ya que tendré que desilusionarte respecto a lo de las visitas para tomar café y esas cosas. Un día nos conoceremos, pero pasará bastante tiempo hasta que pueda aparecer por tu calle.
Además, debo añadir que a partir de ahora no podré llevarte las cartas personalmente. A la larga, sería demasiado arriesgado. A partir de ahora, mi pequeño mensajero te las llevará, y las depositará directamente en el lugar secreto del jardín.
Puedes seguir poniéndote en contacto conmigo cuando sientas necesidad de ello. En ese caso, tendrás que poner un sobre de color rosa con una galletita dulce o un terrón de azucar dentro. Cuando mi mensajero descubra una carta así, me traerá el correo.
P.D. No es muy agradable tener que rechazar tu invitación a tomar café, pero a veces resulta totalmente necesario.
P.D P.D. Si encontraras un pañuelo rojo de seda, ruego lo guardes bien. De vez en cuando, objetos de este tipo se cambian por error en colegios y lugares así, y ésta es una escuela de filosofía.
Saludos, Alberto Knox :-)
Sofía tenía catorce años y en el transcurso de su vida habia recibido unas cuantas cartas, por Navidad, su cumpleaños y fechas parecidas. Pero esta carta era la más curiosa que había recibido jamás.
No llevaba ningún sello. Ni siquiera había sido metida en el buzón. Esta carta había sido llevada directamente al lugar secretisimo de Sofía dentro del viejo seto. También resultaba curioso que la carta se hubiera mojado en ese día primaveral tan seco.
Lo más raro de todo era, desde luego, el pañuelo de seda. El profesor de filosofía tambien tenía otro alumno. ¡Vale! Y ese otro alumno había perdido un pañuelo rojo de seda. ¡Vale! ¿Pero cómo había podido perder el pañuelo debajo de la cama de Sofía?
Y Alberto Knox... ¿No era ése un nombre muy extraño?
Con esta carta se confirmaba, al menos, que existia una conexión entre el profesor de filosofía y Hilde Moller Knag. Pero lo que resultaba completamente incomprensible era que también el padre de Hilde hubiera confundido las direcciones.
Sofía se quedó sentada un largo rato meditando sobre la relación que pudiese haber entre Hilde y ella. Al final, suspiró resignada. El profesor de filosofía había escrito que un día le conocería. ¿Conocería a Hilde también?
Dió la vuelta a la hoja y descubrió que había también algunas frases escritas al dorso:
Sofía comprendió que las frases cortas que venían en el sobre blanco la iban a preparar para el proximo sobre grande que llaria muy poco tiempo después. Se le ocurrió una cosa: si el mensajero, iba a depositar el sobre ahí, en el Callejón, podía simplemente ponerse a esperarle. ¿O sería ella? ¡En ese caso se agarraría a esa persona hasta que el o ella le contara algo mas del filósofo! En la carta ponía, además, que el mensajero era pequeño. ¿Se trataría de un niño?
¿Existe un pudor natural?
Sofía sabía que pudor era una palabra anticuada que significaba timidez; por ejemplo, sentir pudor por que alguien te vea desnudo. ¿Pero era en realidad natural sentirse intimidado por ello?
Pero en muchas partes del mundo, era natural ir desnudo. ¿Entonces, era la sociedad la que decidía lo que se podía y lo que no se podía hacer? Cuando la abuela era joven, por ejemplo, no se podía tomar el sol en top less. Pero, hoy en día, la mayoría opinaba que era algo natural; aunque en muchos países sigue estando terminantemente prohibido. Sofía se rascó la cabeza. ¿Era esto filosofía?
Y luego la siguiente frase: Más sabia es la que sabe lo que no sabe.
¿Más sabia que quien?
Sofía nunca había pensado en esto antes. Pero cuanto más pensaba en ello, más claro le parecía que el saber lo que uno no sabe, también es, en realidad, una forma de saber. No aguantaba a esa gente tan segura de saber un montón de cosas de las que no tenía ni idea.
Y luego eso de que los verdaderos conocimientos vienen de dentro. ¿Pero no vienen en algún momento todos los conocimientos desde fuera, antes de entrar en la cabeza de la gente? Por otra parte, Sofia se acordaba de situaciones en las que su madre o los profesores le habían intentado enseñar algo que ella había sido reacia a aprender. Cuando verdaderamente había aprendido algo, de alguna manera, ella había contribuido con algo.
Pues sí, Sofía opinaba que se había defendido bastante bien en los primeros ejercicios. Pero la siguiente afirmación era tan extraña que simplemente se echó a reir: Quien sepa lo que es correcto también hará lo correcto.
Sofía no lo creia. Al contrario, pensaba que niños y adultos eran capaces de hacer muchas tonterías, de las que a lo mejor se arrepentían más tarde, y que precisamente lo hacían a pesar de saber que no estaba bien lo que hacian.
Mientras meditaba sobre esto, oyó crujir unas hojas secas al otro lado del seto que daba al gran bosque. ¿Sería acaso el mensajero? Sofía tuvo la sensación de que su corazón daba un salto. Pero aún tuvo mas miedo al oír que lo que se acercaba respiraba como un animal.
Y ahora resultaba evidente por qué tenía como incisiones en el papel. ¿Cómo no se le había ocurrido? Además, ahora tenía cierta lógica la orden de meter una galleta dulce o un terrón de azúcar en el sobre que ella mandara al filósofo.
No pensaba siempre tan rapidamente como le hubiera gustado. No obstante, era indiscutible que tener a un perro bien enseñado como mensajero era algo bastante insólito. Al menos podía abandonar la idea de obligar al mensajero a revelar dónde se encontraba Alberto Knox.
Sofia abrió el voluminoso sobre y se puso a leer.
Querida Sofía: Cuando leas esto, ya habrás conocido probablemente a Hermes.
Para que no quepa ninguna duda, debo añadir que es un perro. Pero eso no te debe preocupar. Él es muy bueno, y además mucho mas inteligente que muchas personas. O, por lo menos, no pretende ser más inteligente de lo que es. También debes tomar nota de que su nombre no ha sido elegido totalmente al azar.
Va muy bien con la manera en que Hermes nos mantiene a los dos, ocultos el uno al otro. Con esto he presentado al mensajero. Obedece, como es natural, a su nombre, y es, en general, bastante bien educado.
Volvamos a la filosofía. Ya hemos concluido la primera parte; es decir, la filosofía de la naturaleza, la ruptura con la concepción mítica del mundo. Ahora vamos a conocer a los tres filósofos más grandes de la Antigüedad. Se llaman Socrates, Platón y Aristóteles. Estos tres filósofos dejaron, cada uno a su manera, sus huellas en la civilización europea.
A los filósofos de la naturaleza se les llama a menudo presocráticos, porque vivieron antes de Sócrates. Es verdad que Demócrito murió un par de anos después que Sócrates, pero su manera de pensar pertenece a la filosofía de la naturaleza presocrática. Además no marcamos únicamente una separación temporal con Sócrates, también nos vamos a trasladar un poco geográficamente, ya que Sócrates es el primer filóso nacido en Atenas, y tanto él como sus dos sucesores vivieron y actuaron en Atenas. Quizás recuerdes que también Anaxágoras vivió durante algún tiempo en esa ciudad, pero fue expulsado por decir que el sol era una esfera de fuego. ( Tampoco le fue mejor a Sócrates ). Desde los tiempos de Sócrates, la vida cultural griega se concentró en Atenas. Pero aún es más importante tener en cuenta que el mismo proyecto filosófico cambia de características al pasar de los filósofos de la naturaleza a Sócrates.
¡Se levanta el telón, Sofía! La historia del pensamiento es como un drama en muchos actos.
Desde las colonias griegas, pronto acudió a Atenas un gran grupo de profesores y filósofos errantes. Estos se llamaban a sí mismos sofistas.
La palabra sofista significa persona sabia o hábil. En Atenas los sofistas vivían de enseñar a los ciudadanos.
Pero, al mismo tiempo, los sofistas rechazaron lo que entendían como especulaciones filosóficas inútiles.
Pero aunque no seamos capaces de encontrar la respuesta a todos los enigmas de la naturaleza, sabemos que somos seres humanos obligados a convivir en sociedad. Los sofistas optaron por interesarse por el ser humano y por su lugar en la sociedad.
El hombre es la medida de todas las cosas, decía el sofista Protágoras (aprox. 487-420 a. de C.), con lo que quería decir que siempre hay que valorar lo que es bueno o malo, correcto o equivocado, en relación con las necesidades del hombre. Cuando le preguntaron si creía en los dioses griegos, contestó que el asunto es complicado y la vida humana es breve. A los que, como él, no saben pronunciarse con seguridad sobre la pregunta de si existe o no un dios, los llamamos agnósticos.
Los sofistas viajaron mucho por el mundo, y habían visto muchos regímenes distintos. Podían variar mucho, de un lugar a otro, las costumbres y las leyes de los Estados.De ese modo, los sofistas crearon un debate en Atenas sobre qué era lo que estaba determinado por la naturaleza y qué creado por la sociedad. Así pusieron los cimientos de una crítica social en la ciudad - estado de Atenas.
Señalaron, por ejemplo, que expresiones tales como "pudor natural" no siempre concordaban con la realidad.Porque si es natural tener pudor, tiene que ser algo innato. ¿Pero es innato, Sofía, o es un sentimiento creado por la sociedad? A una persona que ha viajado por el mundo, la respuesta le resulta fácil: no es natural o innato tener miedo a mostrarse desnudo. El pudor, o la falta de pudor, está relacionado con las
Como podrás entender, los sofistas errantes crearon amargos debates en la sociedad ateniense, señalando que no había normas absolutas sobre lo que es correcto o erróneo. Sócrates, por otra parte, intentó mostrar que sí existen algunas normas absolutas y universales.
¿Quien era Sócrates?
Sabemos que nació en Atenas y que pasó la mayor parte de su vida por calles y plazas conversando con la gente con la que se topaba. Los árboles en el campo no me pueden enseñar nada, decía. A menudo se quedaba inmóvil, de pie, en profunda meditación durante horas.
Ya en vida fue considerado una persona enigmática y, al poco tiempo de morir, como el artífice de una serie de distintas corrientes filosóficas. Precisamente porque era tan enigmático y ambiguo, podía ser utilizado en provecho de corrientes completamente diferentes.
Lo que es seguro es que feo de remate. Era bajito y gordo, con ojos saltones y nariz respingona. Pero interiormente era, se decía, maravilloso. También se decía de él: Se puede buscar y rebuscar en su propia época, se puede buscar y rebuscar en el pasado, pero nunca se encontrará a nadie como él. Y, sin embargo, fue condenado a muerte por su actividad filosófica.
La vida de Sócrates se conoce sobre todo a través de Platón, que fue su alumno y que, por otra parte, sería uno de los filósofos más grandes de la historia. Platón escribió muchos diálogos - o conversaciones filosóficas - en los que utilizaba a Sócrates como portavoz.
No podemos estar completamente seguros de que las palabras que Platón pone en boca de Sócrates fueran verdaderamente pronunciadas por Sócrates, y, por ello, resulta un poco difícil separar entre lo que era la doctrina de Sócrates y las palabras del propio Platón. Este problema también surge con otros personajes históricos que no dejaron ninguna fuente escrita. El ejemplo más conocido de esto es, sin duda, Jesucristo. No podemos estar seguros de que el Jesús histórico dijera verdaderamente lo que ponen en su boca Mateo o Lucas. Lo mismo pasa también con lo que dijo el Sócrates histórico.
Sin embargo, no es tan importante saber quién era Sócrates verdaderamente. Es, ante todo, la imagen que nos proporciona Platón de Sócrates la que ha inspirado a los pensadores de Occidente durante casi 2.500 años.
La propia esencia de la actividad de Sócrates es que su objetivo no era enseñar a la gente. Daba más bien la impresión de que aprendía de las personas con las que hablaba. De modo que no enseñaba como cualquier maestro de escuela. No, no, él conversaba .
Está claro que no se habría convertido en un famoso filósofo si sólo hubiera escuchado a los demás. Y tampoco le habrían condenado a muerte, claro está. Pero, sobre todo, al principio solía simplemente hacer preguntas,dando a entender que no sabía nada. En el transcurso de la conversación, solía conseguir que su interlocutor viera los fallos de su propio razonamiento. Y entonces, podía suceder que el otro se viera acorralado y, al final, tuviera que darse cuenta de lo que era bueno y lo que era malo.
Se dice que la madre de Sócrates era comadrona, y Sócrates comparaba su propia actividad con la del arte de parir de la comadrona.
No es la comadrona la que pare al niño. Simplemente está presente para ayudar durante el parto. Así, Sócrates consideraba su misión ayudar a las personas a parir la debida comprension. Porque el verdadero conocimiento tiene que salir del interior de cada uno. No puede ser impuesto por otros. Sólo el conocimiento que llega desde dentro es el verdadero conocimiento.
Puntualizo: la capacidad de parir hijos es una facultad natural. De la misma manera, todas las personas pueden llegar a entender las verdades filosóficas cuando utilizan su razón. Cuando una persona "entra en juicio", recoge algo de ella misma.
Precisamente haciéndose el ignorante, Sócrates obligaba a la gente con la que se topaba a utilizar su sentido común. Sócrates se hacía el ignorante, es decir, aparentaba ser más tonto de lo que era. Esto lo llamamos ironía socrática.
De esa manera, podía constantemente señalar los puntos débiles de la manera de pensar de los atenienses. Esto solía suceder en plazas públicas. Un encuentro con Sócrates podía significar quedar en ridículo ante un gran público.
Por lo tanto, no es de extrañar que Sócrates, a la larga, pudiera resultar molesto e irritante, sobre todo para los que sostenían los poderes de la sociedad. Aenas es como un caballo apático, decía Sócrates, y yo soy un moscardón que intenta despertarlo y mantenerlo vivo.
(¿Qué se hace con un moscardón, Sofía? ¿Me lo puedes decir?)
No era con intención de torturar a su prójimo por lo que Sócrates les incordiaba continuamente. Había algo dentro de él que no le dejaba elección. El solía decir que tenía una voz divina en su interior. Sócrates protestaba, por ejemplo, contra tener que participar en condenar a alguien a muerte. Además, se negaba a delatar a adversarios políticos. Esto le costaría al final, la vida.
En 399 a. de C. fue acusado de "introducir nuevos dioses" y de "llevar a la juventud por caminos equivocados".
Por una escasa mayoría, fue declarado culpable por un jurado de 500 miembros. Seguramente podría haber suplicado clemencia. Al menos, podría haber salvado el pellejo si hubiera accedido a abandonar Atenas. Pero si lo hubiera hecho, no habría sido Sócrates. El caso es que valoraba su propia conciencia - y la verdad - más que su propia vida. Aseguró que había actuado por el bien del Estado. Y, sin embargo, lo condenaron a muerte. Poco tiempo después, vació la copa de veneno en presencia de sus amigos más íntimos. Luego cayó muerto al suelo.
¿Por qué, Sofía? ¿Por qué tuvo que morir Sócrates? Esta pregunta ha sido planteada por los seres humanos durante 2.400 años. Pero él no es la única persona en la historia que ha ido hasta el final,muriendo por su convicción. Ya mencioné a Jesús, y en realidad existen más puntos comunes entre Jesús y Sócrates. Mencionaré algunos.
Tanto Jesús como Sócrates eran considerados personas enigmáticas por sus contemporáneos. Ninguno de los dos escribió su mensaje,lo que significa que dependemos totalmente de la imagen que de ellos dejaron sus discípulos. Lo que está por encima de cualquier duda, es que los dos eran maestros en el arte de conversar. Además, hablaban con una autosuficiencia que fascinaba e irritaba. Y los dos pensaban que hablaban en nombre de algo mucho mayor que ellos mismos. Desafiaron a los poderosos de la sociedad, criticando toda clase de injusticia y abuso de poder. Y finalmente: esta actividad les costaría la vida.
También en lo que se refiere a los juicios contra Jesús y Sócrates, vemos varios puntos comunes. Los dos podrían haber suplicado clemencia y haber salvado, así, la vida. Pero pensaban que tenían una vocación que habrían traicionado si no hubieran ido hasta el final. Precisamente yendo a la muerte con la cabeza erguida, reunirían a miles de partidarios también después de su muerte.
Aunque hago esta comparación entre Jesús y Sócrates, no digo que fueran iguales. Lo que he querido decir, ante todo, es que los dos tenían un mensaje que no puede ser separado de su coraje personal.
¡Sócrates, Sofía! No hemos acabado del todo con él,¿sabes?. Hemos dicho algo sobre su método. ¿Pero cuál fue su proyecto filosófico?
Sócrates vivió en el mismo tiempo que los sofistas. Como ellos se interesó más por el ser humano y por su vida que por los problemas de los filósofos de la naturaleza. Un filósofo romano - Cicerón - diría, unos siglos más tarde, que Sócrates "hizo que la filosofía bajara del cielo a la tierra, y la dejó morar en las ciudades y la introdujo en las casas, obligando a los seres humanos a pensar en la vida, en las costumbres, en el bien y en el mal".
Pero Sócrates también se distinguía de los sofistas en un punto importante. El no se consideraba sofista, es decir,una persona sabia o instruida. Al contrario que los sofistas, no cobraba dinero por su enseñanza. Sócrates se llamaba "filósofo", en el verdadero sentido de la palabra. "Filósofo" significa en realidad "uno que busca conseguir sabiduría".
¿Estás cómoda, Sofía? Para el resto del curso de filosofía, es muy importante que entiendas la diferencia entre un «sofista» y un «filósofo». Los sofistas cobraban por sus explicaciones más o menos sutiles, y esos sofistas han ido apareciendo y desapareciendo a través de toda la historia.Me refiero a todos esos maestros de escuela y sabelotodos que, o están muy contentos con lo poco que saben, o presumen de saber un montón de cosas de las que en realidad no tienen ni idea. Seguramente habrás conocido a algunos de esos sofistas en tu corta vida. Un verdadero filósofo, Sofía,es algo muy distinto, más bien lo contrario. Un filósofo sabe que en realidad sabe muy poco, y, precisamente por eso, intenta una y otra vez conseguir verdaderos conocimientos.
Sócrates fue un ser así, un ser raro. Se daba cuenta de gue no sabía nada de la vida ni del mundo, o más que eso: le molestaba seriamente saber tan poco. Un filósofo es, pues, una persona que reconoce que hay un montón de cosas que no entiende. Y eso le molesta. De esa manera es, al fin y al cabo, más sabio que todos aquellos que presumen de saber cosas de las que no saben nada. «La más sabia es la que sabe lo que no sabe», dije. Y Sócrates dijo que sólo sabía una cosa: que no sabía nada. Toma nota de esta afirmación, porque ese reconocimiento es una cosa rara, incluso entre filósofos. Además, puede resultar tan peligroso si lo predicas públicamente que te puede costar la vida. Los que preguntan, son siempre los más peligrosos. No resulta igual de peligroso contestar. Una sola pregunta puede contener más pólvora que mil respuestas.
Puntualizo: la humanidad se encuentra ante una serie de preguntas importantes a las que no encontramos fácilmente buenas respuestas. Ahora se ofrecen dos posibilidades: podemos engañarnos a nosotros mismos y al resto del mundo, fingiendo que sabemos todo lo que merece la pena saber, o podemos cerrar los ojos a las preguntas primordiales y renunciar, de una vez por todas, a conseguir más conocimientos. De esta manera, la humanidad se divide en dos partes. Por regla general, las personas, o están segurísimas de todo, o se muestran indiferentes. (¡Las dos clases gatean muy abajo en la piel del conejo!) Es como cuando divides una baraja en dos, mi querida Sofía. Se meten las cartas rojas en un montón, y las negras en otro. Pero, de vez en cuando, sale de la baraja un comodín, una carta que no es ni trébol, ni corazón, ni rombo, ni pica.
Solamente sabía que no sabía nada, y eso le inquietaba. De modo que se hace filósofo el que incansablemente busca conseguir conocimientos ciertos.
Se cuenta que un ateniense preguntó al oráculo de Delfos quién era el ser más sabio de Atenas. El oráculo contestó que era Sócrates. Cuando Sócrates se enteró, se extrañó muchísimo. (¡Creo gue se echó a reír, Sofía!) Se fue en seguida a la ciudad a ver a uno que, en opinión propia, y en la de muchos otros, era muy sabio.
Pero cuando resultó que ese hombre no era capaz de dar ninguna respuesta cierta a las preguntas que Sócrates le hacía, éste entendió al final que el oráculo tenía razón.
Para Sócrates era muy importante encontrar una base segura para nuestro conocimiento. El pensaba que esta base se encontraba en la razón del hombre. Con su fuerte fe en la razón del ser humano, era un típico racionalista.
Ya mencioné que Sócrates pensaba que tenía por dentro una voz divina y que esa «conciencia» le decía lo que estaba bien. «Quien sepa lo que es bueno, también hará el bien», decía. Quería decir que conocimientos correctos conducen a acciones correctas. Y sólo el que hace esto se convierte en un «ser correcto». Cuando actuamos mal es porque desconocemos otra cosa. Por eso es tan importante que aumentemos nuestros conocimientos.
Sócrates estaba precisamente buscando definiciones claras y universales de lo que estaba bien y de lo que estaba mal. Al contrario que los sofistas, él pensaba que la capacidad de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal se encuentra en la razón, y no en la sociedad.
Quizás esto último te resulte un poco difícil de digerir, Sofía. Empiezo de nuevo: Sócrates pensaba que era imposible ser feliz si uno actúa en contra de sus convicciones. Y el que sepa cómo se llega a ser un hombre feliz, intentará serlo.
¿Tú qué crees, Sofía? ¿Podrás vivir feliz si constantemente haces cosas que en el fondo sabes que no están bien? Hay muchos que constantemente mienten, y roban, y hablan mal de los demás. ¡De acuerdo! Seguramente saben que eso no está bien, o que no es justo, si prefieres. ¿Pero crees que eso les hace felices?
Sócrates no pensaba así.
Cuando Sofía hubo leído la carta sobre Sócrates, la metió en la caja y salió al jardín. Quería meterse en casa antes de que su madre volviera de la compra, para evitar un montón de preguntas sobre dónde había estado. Además, habia prometido fregar los platos.
Estaba llenando de agua la pila cuando entro su madre con dos bolsas de compra. Quizás por eso dijo:
- Pareces estar un poco en la luna últimamente, Sofía.
Sofía no sabía por que lo decía, simplemente se le escapó:
-Sócrates también lo estaba.
-¿Sócrates?
La madre abrió los ojos de par en par.
-Es una pena que tuviera que pagar con su vida por ello -prosiguió Sofía muy pensativa.
-¡Pero Sofía! ¡Ya no sé qué decir!
-Tampoco lo sabía Socrates. Lo Unico que sabia era que no sabía nada en absoluto. Y, sin embargo, era la persona más sabia de Atenas.
La madre estaba atónita. Al final dijo:
-¿Es algo que has aprendido en el instituto?
Sofía negó energicamente con la cabeza.
La gran diferencia entre un maestro de escuela y un auténtico filosofo es que el maestro cree que sabe un montón e intenta obligar a los alumnos a aprender. Un filósofò intenta averiguar las cosas junto con los alumnos.
-De modo que estamos hablando de conejos blancos...Sabes una cosa, pronto exigiré que me digas quien es ese novio tuyo. Si no, empezaré a pensar que está un poco tocado.
Sofía se volvió y señaló a su madre con el cepillo de fregar.
-No es él el que está tocado. Pero es un moscardón que estorba a los demás. Lo hace para sacarles de su manera rutinaria de pensar.
-Bueno, déjalo ya. A mí me parece que debe de ser un poco respondón.
-No es ni respondón ni sabio. Pero intenta conseguir verdadera sabiduría. Ésa es la diferencia entre un auténtico comodín y todas las demás cartas de la baraja.
-¿Comodín, has dicho?
Sofía asintió.
-¿Se te ha ocurrido que hay muchos corazones y muchos rombos en una baraja? También hay muchos tréboles y picas. Pero sólo hay un comodín.
-Cómo contestas, hija mia.
-Y tú, cómo preguntas.
La madre había colocado toda la compra. Cogió el periódico y se fue a la sala de estar. A Sofía le pareció que había cerrado la puerta dando un portazo.
Cuando hubo terminado de fregar los cacharros, subió a su habitacion. Había metido el pañuelo de seda roja en la parte de arriba de su armario,junto al lego. Ahora lo volvió a bajar y lo miró detenidamente.
... de las ruinas se levantaron varios edificios...
Aquella tarde, la madre de Sofia se fue a visitar a una amiga. En cuanto hubo salido de la casa, Sofia bajó al jardín y se metió en el Callejón, dentro del viejo seto. Allí encontró un paquete grande junto a la caja de galletas. Se apresuró a quitar el papel. ¡En el paquete había una cinta de vídeo!
Entró corriendo en casa. ¡Una cinta de video! Eso si que era algo nuevo. ¿Pero cómo podía saber el filósofo que tenian un vídeo? ¿Y qué habría en esa cinta?
Sofía metió la cinta en el aparato, y pronto apareció en la pantalla una gran ciudad. No tardó mucho en comprender que se trataba de Atenas, porque la imagen pronto se centró en la Acrópolis.
Sofia había visto muchas fotos de las viejas ruinas.
Era una imagen viva. Entre las ruinas de los templos se movían montones de turistas con ropa ligera y cámaras colgadas del cuello. ¿Y no había alguien con un cartel? ¡Allí volvía a aparecer!
Al cabo de un rato, apareció un primer plano de un señor de mediana edad. Era bastante bajito, tenía una barba bien cuidada, y llevaba una boina azul. Miró a la cárnara y dijo:
-Bienvenida a Atenas, Sofía. Seguramente te habrás dado cuenta de que soy Alberto Knox.
Si no ha sido así, sólo repito que se sigue sacando al gran conejo blanco del negro sombrero de copa del universo. Nos encontramos en la Acrópolis. La palabra significa «el castillo de la ciudad» o, en realidad, " la ciudad sobre la colina".
En esta colina ha vivido gente desde la Edad de Piedra. La razón es, naturalmente, su ubicación tan especial. Era facil defender este lugar en alto del enemigo.Desde la Acrópolis se tenia, además, buena vista sobre uno de los mejores puertos del Mediterráneo: El Pireo.
Conforme Atenas iba creciendo abajo, sobre la llanura, la Acrópolis se iba utilizando como castillo y recinto de templos. En la primera mitad del siglo v a. de C., se libró una cruenta guerra contra los persas, y en el año 480, el rey persa, Jerjes, saqueó Atenas y quemó todos los viejos edificios de madera de la Acropolis. Al año siguiente, los persas fueron vencidos, y comenzó la Edad de Oro de Atenas, Sofía. La Acrópolis volvió a construirse, mas soberbia y más hermosa que nunca, y ya desde entonces únicamente como recinto de templos. Fue justamente en esa época cuando Sócrates anduvo por calles y plazas, conversando con los atenienses. Así, pudo seguir la reconstrucción de la Acropolis y la construcción de todos esos maravillosos edificios que vemos aquí. ¡Fíjate qué lugar de obras tuvo que ser! Detras de mí puedes ver el templo mas grande. Se llama el Partenón o "Morada de la Virgen" y fue levantado en honor a Atenea, que era la diosa patrona de Atenas. Este gran edificio de marmol no tiene una sola línea recta, pues los cuatro lados tienen todos una suave curvatura. Se hizo asi para dar mas vida al edificio. Aunque tiene unas dimensiones enormes, no resulta pesado a la vista, debido, como puedes ver, a un engaño óptico. También las columnas se inclinan suavemente hacia dentro, y habrían formado una pirámide de mil quinientos metros si hubieran sido tan altas como para encontrarse en un punto muy por encima del templo.Lo unico que habia dentro del templo era una estatua de Atenea de doce metros de altura.
Debo añadir que el mármol blanco, que estaba pintado de varies colores vivos, se transportaba desde una montaña a dieciseis kilómetros de distancia...
Sofia tenía el corazón en la boca. ¿De verdad era su profesor de filosofía el que le hablaba desde la cinta de video? Sólo había podido vislumbrar su silueta una vez en la oscuridad, pero podia muy bien tratarse del mismo hombre que ahora estaba en la Acrópolis.
El hombre comenzó a andar por el lateral del templo y la cámara le seguía. Finalmente se acercó al borde de la roca y señaló hacia el paisaje. La cámara enfocó un viejo anfiteatro situado por debajo de la propia meseta de la Acrópolis.
-Aqui ves el antiguo teatro de Dionisos - prosiguió el hombre de la boina -. Se trata probablemente del teatro mas antiguo de Europa. Aquí se representaron las obras de los grandes autores de tragedias Esquilo, Sófocles y Euripides, precisamente en la época de Sócrates. Ya mencioné la tragedia sobre el desdichado Edipo rey.
Pues esa tragedia se representó por primera vez aquí. También hacían comedias. El autor de comedias más famoso fue Aristófanes, que, entre otras cosas, escribió una comedia maliciosa sobre el estrafalario Sócrates. En la parte de atrás puedes ver la pared de piedra que servía de fondo a los actores. Esa pared se llamaba skené y ha prestado su nombre a nuestra palabra "escena". Por cierto, la palabra teatro proviene de una antigua palabra griega que significaba "mirar".
Pero pronto volveremos a los filósofos, Sofía. Demos la vuelta al Partenón y bajemos por la parte de la fachada.
El hombrecillo rodeó el gran templo y a su derecha se veían algunos templos mas pequeños. Luego bajó unas escaleras entre altas columnas. Desde la meseta de la Acrópolis subió a un pequeño monte y señaló hacia Atenas.
-El monte sobre el que nos encontramos se llama Areópago.
Aquí era donde el tribunal supremo de Atenas pronunciaba sus sentencias en casos de asesinato. Muchos siglos más tarde, el apóstol Pablo estuvo aquí hablando de Jesucristo y del cristianismo a los atenienses. Pero a ese discurso ya volveremos más adelante. Abajo, a la izquierda, puedes ver las ruinas de la antigua plaza de Atenas. Excepto el gran templo del dios herrero, Hefesto, sólo quedan ya bloques de mármol. Bajemos...
Al instante, volvio a aparecer entre las viejas ruinas. Arriba, en la parte superior de la pantalla de Sofía, se erguía el templo de Atenea sobre la Acrópolis. El profesor de filosofía se había sentado sobre un bloque de mármol. Miro a la cámara y dijo: -Estamos sentados en las afueras de la antigua plaza de Atenas. ¡Triste, verdad! Me refiero a cómo estâ hoy. Pero aquí hubo, en alguna época, maravillosos templos, palacios de justicia y otros edificios públicos, comercios, una sala de conciertos e incluso un gran gimnasio. Todo, alrededor de la propia plaza, que era un gran rectángulo... En este pequeño recinto, se pusieron los cimientos de toda la civilización europea. Palabras como "política" y "democracia", "economia" e "historia", "biología" y "física", "matemáticas" y "logica", "teología" y "filosofía", "ética" y "psicologia", "teoría" y "método", "idea" y "sistema", y muchas, muchas más, proceden de un pequeño pueblo que vivía en torno a esta plaza. Por aquí anduvo Sócrates hablando con la gente.Quizás agarrara a algún esclavo que llevaba un cuenco de aceitunas para hacerle, al pobre hombre, preguntas filosóficas. Porque Sócrates opinaba que un esclavo tenía la misma capacidad de razonar que un noble. Tal vez se encontrara en una vehemente disputa con algún ciudadano, o conversara, en voz baja, con su discípulo Platón. Resulta curioso, ¿verdad? Hablamos todavía de filosofia "socrática" o filosofía "platónica", pero es muy distinto ser Platón o Sócrates.
Claro que le resultaba curioso a Sofia. Pero le parecía, no obstante, igual de curioso que el filosofo le hablara asi, de repente, a traves de una cinta de vídeo que habia sido llevada a su lugar secreto del jardin por un misterioso perro.
El filósofo se levantó del bloque de mármol y dijo en voz muy baja:
-Inicialmente, había pensado dejarlo aqui, Sofia. Quise mostrarte la Acrópolis y las ruinas de la antigua plaza de Atenas. Pero aún no sé si has entendido lo grandiosos que fueron en la Antigüedad los alrededores de este lugar... de modo que siento la tentación... de continuar un poco más.Naturalmente, es del todo inédito, pero confío en que esto quede entre tú y yo. Bueno, de todas formas, bastará con un rápido vistazo.
No dijo nada más, y se quedó mirando fijamente a la cámara durante un buen rato. A continuaclón, apareció en la pantalla una imagen totalmente distinta. De las ruinas se levantaron varios edificios altos.
Ahora Sofía reconoció al profesor de filosofía. Seguía con su boina azul, pero en estos momentos vestia una túnica amarilla, como las demas personas de la imagen. Fue hacia Sofia, miró a la cámara y dijo:
-Ya ves Sofía. Estamos en la Atenas de la Antigüedad. Quería que tú también vinieras, ¿sabes? Estamos en el año 402 a. de C., solamente tres años antes de la muerte de Sócrates. [399 a d Cristo]. Espero que aprecies esta visita tan exclusiva, pues no creas que fue fácil alquilar una videocamara.
Sofía se sentía aturdida. ¿Cómo podia ese hombre misterioso estar, de repente, en la Atenas de hace 2.400 años? ¿Cómo era posible ver una grabación en video de otra época? Naturalmente, Sofía sabía que no había vídeo en la Antigüedad. ¿Podría estar viendo un largometraje? Pero todos los edificios de mármol parecían tan autenticos... Tener que reconstruir toda la antigua plaza de Arenas y toda la Acropolis sólo para una película resultaría carísimo. Y sería un precio demasiado alto solo para que Sofía aprendiera algo sobre Atenas.
El hombre de la boina la volvió a mirar.
-¿Ves a aquellos dos hombres bajo las arcadas? Sofía vio a un hombre mayor, con una túnica algo andrajosa. Tenía una barba larga y desarreglada nariz chata, un par de penetrantes ojos azules y mofletes. A su lado, había un hombre joven y hermoso.
-Son Sócrates y su joven discipulo Platón.
¿Lo entiendes, Sofía? Verás, ahora los conocerás personalmente.
El profesor de filosofía se acercó a los dos hombres que estaban de pie bajo un alto tejado. Levantó la boina y dijo algo que Sofía no entendió. Seguramente era en griego. Pero, al cabo de un instante, miró directamente a la camara de nuevo y dijo:
-Les he contado que eres noruega y que tienes muchas ganas dc conocerlos. Ahora Platón te hará algunas preguntas para que las medites. Pero tenemos que hacerlo antes de que los vigilantes nos descubran.
Sofía notó una presión en las sienes, pues ahora se acercaba el joven y miraba directamente a la cámara.
-Bienvenida a Atenas, Sofía -dijo con voz suave. Hablaba con mucho acento-.
Me llamo Platón, y te voy a proponer cuatro ejercicios: lo primero, debes
pensar en cómo un pastelero puede hacer cincuenta pastas completamente iguales. Luego, puedes preguntarte a ti misma por qué todos los caballos son iguales. Y también debes pensar en si el alma de los seres humanos es inmortal. Finalmente, tendrás que decir si los hombres y las mujeres tienen la misma capacidad de razonar. ¡Suerte!
De repente, había desaparecido la imagen de la pantalla. Sofia intentó adelantar y rebobinar la cinta, pero había visto todo lo que contenia.
Sofía procuraba concentrarse y pensar. Pero en cuanto empezaba a pensar en una cosa, le daba por pensar en otra totalmente diferente, mucho antes de haber acabado de desarrollar el primer pensamiento.
Hacia tiempo que sabía que el profesor de filosofía era un hombre muy original. Pero a Sofía le parecía que se pasaba con esos métodos de enseñanza que infringían incluso las leyes de la naturaleza.
¿Eran verdaderarnente Sócrates y Platón los que había visto en la pantalla? Claro que no, eso era completamente imposible. Pero tampoco habian sido dibujos animados lo que había visto.
Sofía sacó la cinta del aparato y se la llevó arriba, a su habitación. Allí la metió en el armario, con todas las piezas del lego. Pronto se tumbó rendida en la cama, y se durmió.
Unas horas más tarde, su madre entró en la habitación.La sacudió suavemente y dijo:
-Pero Sofia, ¿qué te pasa?
-¿Eh...?
-¿Te has acostado vestida?
Sofía abrió los ojos a duras penas.
-He estado en Atenas - dijo.
Y no dijo nada más; se dio la vuelta y continuó durmiendo.